B-10279 Sobreviviente de Auschwitz (3 page)

BOOK: B-10279 Sobreviviente de Auschwitz
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Los alemanes nazis tenían un minucioso plan para destruir al pueblo hebreo. Lo empezaron a ejecutar clandestinamente sin provocar pánico.

Los ocupantes nazis ordenaron a la administración del ghetto que les entregaran algunos miles de personas para darles una ocupación fuera del ghetto, según ellos. Los citados fueron la gente que recibía nueve marcos.

Familias enteras fueron deportadas hacia un destino desconocido sin dejar rastro alguno.

Después de la guerra se pudo saber que los evacuados del ghetto fueron enviados al campo de exterminio de Maidanek.

EN EL AÑO 1941

El invierno del año 41 llegó con una crudeza intolerable. El hombre del ghetto se tenía que acostumbrar a soportar el frío y el hambre juntos.

Por las calles cubiertas de nieve y hielo deambulaban esqueletos vivientes.

Miles de nuestra gente en un estado calamitoso fueron deportados y de otras latitudes llegaron también miles al ghetto de Lodz: de Austria, de Checoslovaquia y de Alemania. Llegaron con buen aspecto físico y saludables, pero en pocas semanas llenaron los hospitales. Morían porque no podían soportar la difícil vida del ghetto, que nosotros ya estábamos acostumbrados a tolerar.

La ración alimenticia era medida por los alemanes en calorías y era menor de lo que se necesitó para poder ponerse en pie.

- ¿Cómo lograron evitar ser deportados?

Papá antes de la guerra se dedicaba a la compra y venta de máquinas. En esa época los alemanes tenían necesidad de calzar y abrigar a su ejército. En e] ghetto había gran número de expertos en estos ramos.

Al surgir grandes establecimientos para confeccionar ropa y botas, a papá le ofrecieron por un lote de maquinas un puesto en uno de esos establecimientos. Lo aceptó y gracias a eso nos salvamos. Pero por equivocación recibimos un cedulón con una orden para que toda la familia se presentara para ser deportada.

Nos fue cortada la ración alimenticia y no había mas remedio que deshacernos de las pertenencias de la casa y presentarnos.

A nuestro padre le quedaba mas alternativa que era la de apelar por escrito. Confeccionamos una carta entre mi hermana y yo, pero antes de hacerla consultamos con un abogado, amigo de papá.

En la redacción se expuso que papá proporcionó máquinas para la sección donde el estaba trabajando como instructor y además que había mucho trabajo pendiente.

La noche que nos tocó estar en Marysin concentrados con otros centenares de judíos, podía ver el estado desastroso de nuestro pueblo. En el barracón, estaban hombres, mujeres y niños debilitados, avejentados, esqueléticos y ya al día siguiente íbamos a ser deportados. ¿Sería posible -pensaba yo- que los alemanes nazis nos dieran un trato humano? ¿A dónde nos llevarán?

Esa misma noche nos trasladaron a una ex-escuela; nos tenían de reserva.

Después de varias semanas de estar allí y a pesar de que las deportaciones seguían, quedamos liberados.

Se pudo saber -después de la derrota nazi-que miles de deportados fueron llevados por tren al campo de exterminio de Chelmno (Polonia) y familias enteras fueron exterminadas.

Volvimos a la casa vacía. En el edificio faltaban muchos vecinos.

Nosotros volvimos a rehabilitar nuestra vivienda para volver a la "normalidad". El ghetto poco a poco en una cárcel laboral.

Supimos que gracias a la apelación, fuimos liberados. Más tarde las deportaciones fueron suspendidas.

- ¿Había alguna posibilidad de escapar?

- Prácticamente no había ninguna. La vigilancia se hizo estricta. Los soldados desde sus puestos empezaron a disparar a los que se acercaban demasiado al alambrado. Cerca de nuestra casa muchos lo intentaron y hubo algunos muertos y heridos. Además del otro lado del ghetto la población polaca era hostil a los evadidos, los denunciaban. Quedaba sólo obedecer y trabajar para poder subsistir. Muchos tenían la esperanza que la situación mejoraría si los alemanes necesitaban de nuestro trabajo.

- ¿Cómo se las arreglaban para no ser blanco de los disparos?

- Se abrieron toda clase de pasadizos para evitar pasar muy cerca de los alambrados.

La población del ghetto estaba aterrorizada. Era peligroso pasar por equivocación por una calle donde había un puesto de vigilancia. La intervención de Rumkowski ante jerarcas nazis cambió esta situación peligrosa. El pánico que cundía se calmó. La vigilancia del ghetto fue reemplazada por alemanes de edad madura.

Frente a nuestra casa logramos trabar cierta amistad con varios. En alguna oportunidad nos pasaron por el alambrado algún trozo de pan.

- ¿Cuáles fueron las principales actividades en el ghetto?

- El principal ramo era la sastrería. En estos establecimientos trabajaban miles de hombres y mujeres. Un hospital fue convertido en central de confección de ropa. Previamente los alemanes lo asaltaron sorpresivamente y evacuaron a todos los enfermos, algunos recién operados. Los apilaron en camiones y los llevaron a un destino desconocido.

Este enorme edificio quedó transformado en un establecimiento modelo. Un complejo de entre 80 a 100 máquinas con transmisión a motor fue instalado en cada pasillo. La tarea consistía en confeccionar prendas de vestir con un buen rendimiento.

-

 ¿La gente que estaba trabajando en estos establecimientos obtuvo alguna mejora?

- Muy poca. Consistía en una sopa de 750 grs. que se repartía a medio día. La sopa no tenía valor nutritivo, pero servía para calentar el cuerpo en los fríos días de invierno. Los hombres y las mujeres que efectuaban el trabajo estaban todos hambrientos, extenuados y esqueléticos. Pero el trabajo había que realizarlo en la forma establecida. Expertos alemanes del ramo, de Berlín u otras comisiones que visitaron estos estable-cimientos, quedaron impactados por la magnífica organización de trabajo. Pero estos expertos no tenían mando alguno. Los que ostentaban el poder eran los del partido nazi y los SS de Himmler, un conglomerado de matones y sádicos que no sabían valorar ni apreciar nada.

Tu papá terna un puesto de trabajo, ¿podía el solo sostener a toda la familia?

Lo que él ganaba apenas alcanzaba para la mísera ración. Cuando yo era escolar -antes de la guerra-solía en mi tiempo libre prestar ayuda en una fábrica de dulces. Esta estaba ubicada en la planta baja del edificio donde nosotros vivíamos. Con el pasar del tiempo logré adquirir alguna experiencia. Ahora encerrados en el ghetto y por iniciativa de mi hermana Ana hicimos una prueba con azúcar marrón racionada y por medio de cocción la convertimos en caramelo.

Fue una iniciativa exitosa. Lo logramos comercializar y sacar cierto beneficio. El caramelo en la boca paliaba en algo el hambre que reinaba en el ghetto. Pero había que hacerlo en la clandestinidad porque no se permitía fabricar ni comercializarlo. Si nos descubrían seríamos candidatos para ser deportados. Corríamos el riesgo y gracias a esta actividad el hambre no se adueñó de nuestra casa.

- ¿Hubo amistad entre los vecinos que habitaban el edificio donde ustedes vivían?

- En el edificio donde vivíamos se alojaban más de treinta familias. Esa casa era de apartamentos; tenía cinco pisos y no quedó totalmente terminada por el estallido de la guerra. Las relaciones entre los vecinos eran sumamente amistosas. Recuerdo un caso que me quedó grabado. En el piso superior al nuestro, vivían un matrimonio y un niño de casi un año. Muchos vecinos se reunían casi todas las noches en ese apartamento y se distraían jugando al ajedrez o al dominó. Pero había otra atracción, el chiquito Elías. El niño con sus ojos magnetizaba a los vecinos. Me llamó la atención que hasta mis padres iban para hacerle algún mimo.

Por curiosidad fui a conocer a Elías. Era realmente un niño amoroso. Era la mascota y el deleite de todo el vecindario. Por descuido del padre pasó una gran desgracia. Estaba echando alcohol al calentador no estando la llama totalmente extinguida. El calentador explotó estando Elías con su madre muy cerca. Un vecino arriesgó su vida para traer del otro lado del ghetto medicamentos, pero no se logró salvarlo. El niño después de 24 horas de sufrimientos, lamentablemente murió.

La madre después de muchos meses, algo se pudo recuperar. Todo el vecindario por largo tiempo sintió el dolor y la tristeza.

¿El ghetto era abastecido con luz eléctrica?

La luz eléctrica era abastecida normalmente, pero en forma limitada. Por pieza fue autorizada una lámpara de 25 Watt como máximo. El gasto de luz se abonaba mes a mes. Se podía estar con luz de noche, pero las ventanas tenían que estar tapadas. Ningún reflejo podía verse del exterior. La tarea (le cubrir las ventanas la tenía nuestro padre.

Todas las noches colocaba el cerramiento, y cuando lo hacia, decía estas palabras: "¿hasta cuando voy a tener que hacer esto?

¿Cuándo vamos a poder liberarnos del custodia que está enfrente de nuestra ventana?"

- ¿Qué alimentos ingresaban al ghetto?

- Cuando el ghetto quedó cerrado los alemanes enviaban bolsas con cebada en grandes cantidades. Nos enteramos que esta cebada provenía de los depósitos de los cuarteles del vencido ejército polaco. El alimento estaba ya pasado de fecha, pero para el ghetto servía. Las amas (le casa tenían que ingeniarse para cocinaría, porque otra cosa no había. La gente quedó harta de este alimento. Nosotros comparábamos nuestra situación con aquella de antaño en el desierto del Sinaí, cuando los hebreos salieron de Egipto y sólo se alimentaban con el maná. La cebada duró cierto tiempo y pronto desapareció y nunca más nos enviaron un sólo gramo. Sobrevino el hambre, y sus consecuencias. Cuando la situación se agravó, los alemanes comenzaron a enviar papas. Antes de llegar el invierno del año 41, enviaron una cantidad para que durara toda la temporada del invierno. La administración del ghetto requisó depósitos y sótanos que fueron llenados a granel.

Se comenzó a repartir a cuenta gotas racionando. Y cuando empezó el intenso frío de 20 o más grados bajo cero, toda la papa quedó congelada. Por no tener la protección adecuada se echaron a perder miles de toneladas.

El hambre hizo estragos en la población. Para el año siguiente se repartió la papa directamente a la población y dijeron que tenía que durar los cuatro meses del invierno. El problema era que sólo duró un mes, algunas familias estiraron la ración de papas hasta dos meses y luego había que soportar el azote tremendo del hambre.

- ¿Qué otros alimentos fueron enviados?

- De vez en cuando aparecía carne, pero era de caballo. La gente religiosa prefería morir y no consumir esta carne. La Biblia dice que cuando la vida corre peligro es permitido comerla.

Recuerdo cuando nuestra madre compró esa carne e hizo albóndigas para nuestro hermanito Leibush de 7 años, que era muy menudo y se temía que pudiera enfermar de tuberculosis, ella no la probó. Un día insistió en que yo probara y comí una, pero sentí que la albóndiga me quedó en el estómago por varios días. Al pasar el tiempo el hambre venció y la gente empezó a consumir esa carne, pero ya no era nada fácil conseguirla.

Otro alimento que los alemanes enviaban al ghetto era zapallo. Era un alimento nutritivo para los animales vacunos o porcinos; la población en general consumía poco. Antes de la guerra sólo se comían las semillas de zapallo tostadas. En una temporada llegó una partida grande de este producto y las madres se las ingeniaron para paliar el hambre porque otra cosa no había. Después apareció una considerable cantidad de repollos. Este producto era popular y se consumía mucho en Polonia. Pero el repollo solo sin otro agregado provocaba a mucha gente diarrea y malestar.

El tiempo transcurría y no se vislumbraba ninguna mejora. Alguna gente tenía cierta esperanza de que la Unión Soviética pudiera interceder en favor de nuestra precaria situación, pues las relaciones con los alemanes nazis eran amistosas. Pero esto se desvaneció cuando sorpresivamente los alemanes emprendieron un ataque contra su aliado.

-¿La población del ghetto estaba al tanto de los acontecimientos mundiales?

- Las noticias se infiltraban por la prensa local alemana a la que algunos tenían acceso. También por radio escuchas clandestinos.

Los radio-receptores fueron confiscados enseguida con la entrada de los alemanes a Polonia, bajo el apercibimiento de pena de muerte si se llegaba a descubrir una radio escondida. Hubo muy pocos que se arriesgaban. Así supimos que el ejército soviético no pudo contener el avance alemán, que los nazis penetraron a las puertas de la capital, frente a la ciudad de Moscú y quedaron detenidos.

En un momento volvió a renacer una gran esperanza. Alguna gente comparó esta situación con la de Napoleón que también llegó hasta las puertas de Moscú y luego fue derrotado, interpretando que quizás lo mismo podría pasar con Hitler. Pero para desgracia nuestra esto no sucedió.

¿Hubo algún cambio en tu vida en el ghetto?

- A medida que pasaba el tiempo surgían nuevos establecimientos industriales y oportunidades de trabajo. Para no ser deportado era importante tener un puesto en uno de esos lugares. Significaba también obtener una sopa caliente a medio día. A esa altura ya era adolescente y pensaba que sería bueno aprender un oficio.

Había una repartición que necesitaba jóvenes interesados. Acudí a esta oficina de registro; allí en una planilla me tomaron los datos correspondientes.

Después de varias semanas fui notificado y asignado a una metalúrgica. Era justo lo que anhelaba aprender. El establecimiento metalúrgico al cual fui asignado se componía de dos plantas. La planta alta era donde se reparaban máquinas de coser y la planta baja donde funcionaba un taller de afilados, un sector de tornería y otro fabricación de piezas de repuestos. El grupo de doce jóvenes que yo integraba fue presentado al técnico de nombre Bronowski a quien le tocó la tarea de enseñarnos e instruir al grupo. Repartió a cada uno una lima, después nos llevó frente a una morsa v nos enseñó a limar. Le pedí para cambiar de lima, pues la que me tocó estaba ya muy gastada. Me di cuenta poco a poco que saber limar es un arte. Después de un mes de prueba fui aceptado. Sólo aprobaron la mitad del grupo.

Había posibilidad de aprender otras materias: dibujo mecánico, clases teóricas y matemáticas. Se preparaba a los jóvenes para los exámenes como en una escuela industrial. Realmente admirable, en una situación tan adversa.

- ¿La gente del ghetto observaba las festividades religiosas?

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