Authors: Peter Rinearson Bill Gates
La información ha sido difícil de localizar en el pasado. Resulta casi imposible encontrar la mejor información sobre un lema especifico, incluyendo libros, artículos de periódicos y parles de películas. Reunir toda la información que pudiéramos encontrar llevaba una cantidad enorme de tiempo. Por ejemplo, si queríamos leer las biografías de todos los galardona dos recientemente con el premio Nobel, podíamos pasarnos todo un día para reunirías. En cambio, los documentos electrónicos son interactivos.
Pedimos un tipo de información y el documento nos responde. Depuramos la información o decimos que hemos cambiado de idea y el documento vuelve a responder. Una vez que nos hayamos acostumbrado a utilizar este sistema, encontraremos que el hecho de poder ver una información de diferentes modos da más valor a esa información. La flexibilidad invita a la exploración, y la exploración se recompensa con el descubrimiento, Podremos disponer de nuestro noticiero diario de un modo similar.
Especificaremos la duración que queramos que tenga. Podremos hacer que se nos seleccione individualmente cualquier noticia nueva. El noticiero preparado sólo para nosotros puede incluir noticias de la NBC, la BBC. La CNN o de Los Angeles Times, con un informe sobre el clima realizado por su meteorólogo favorito de la televisión local, o por cualquier meteorólogo privado que quiera ofrecer su propio servicio. Podremos pedir noticias más amplias sobre los temas que nos interesen en particular y sólo los titulares de otras. Sí mientras estamos mirando el noticiero queremos saber más de lo que nos han recopilado, podremos pedir fácilmente más antecedentes o detalles, tanto de otros reportajes simultáneos como de un fichero de información.
La ficción narrativa es uno de los pocos tipos de documentos sobre papel que no se mejorarán claramente con la organización electrónica. Casi todos los libros de referencia tienen un índice pero las novelas no, porque son lineales. De la misma manera, continuaremos viendo la mayor parle de las películas desde el comienzo hasta el final. Esto no es un juicio tecnológico, sino estético. La linealidad es intrínseca al proceso convencional de contar historias. Se ha experimentado con nuevas formas de ficción interactiva para aprovechar las ventajas de las facilidades de la electrónica y puede que se lleguen a conseguir éxitos desde el punto de vista creativo, pero las novelas y las películas lineales serán siempre populares.
La red hará fácil la distribución barata de documentos digitales, cualquiera que sea su estructura. Millones de personas y de empresas crearán documentos y los editarán en la Web. Algunos documentos irán dirigidos a audiencias que paguen y otros serán gratuitos para todos los que quieran prestarles atención. El almacenamiento digital se ha hecho fantásticamente barato. Los drives (controladores) de disco duro en las computadoras personales cuestan unos 0.15 dólares o menos por megabyte (un millón de bytes) de almacenamiento de información. Para que podamos hacernos una idea de lo que esto significa, consideremos que un megabyte contendrá unas 700 páginas de texto, con lo cual el costo es algo así como 0.00021 dólares por página, casi 1/200 de lo que nos cobraría el establecimiento de fotocopiado local, a razón de 0.05 dólares la página.
Como en el almacenamiento digital existe la opción de borrar el espacio de almacenamiento y ocuparlo de nuevo, el cosió es realmente el de almacenamiento por unidad de tiempo (en otras palabras, el de alquiler del espacio). Si suponemos que la vida media del disco duro es de tres años, el precio amortizado por página y por año es de 0.00007 dólares. Y el almacena miento será cada vez más barato. Los precios de los discos duros han estado disminuyendo cerca de 50% anual durante los últimos años.
El texto es particularmente fácil de almacenar porque es muy compacto en forma digital. El viejo dicho de que una imagen vale más que mil palabras es cierto, pero lo es mucho más en el mundo digital. Las imágenes fotográficas de alta calidad ocupan más espacio que el texto, y el vídeo (sobre el que podemos pensar en una secuencia de 30 imágenes nuevas por segundo) ocupa incluso más. Sin embargo, el cosió de la distribución de estas clases de datos sigue siendo muy bajo. Una película de largometraje ocupa unos 4 gigabytes (4000 megabytes en formato digital comprimido, lo que supone unos 1600 dólares de acuerdo a lo que vale el espacio del disco duro.
Mil seiscientos dólares por almacenar una sola película no parece que sea un cosió bajo. Sin embargo, consideremos que la tienda de alquiler de videos típica puede comprar 20 copias de una película que esté en candente actualidad, a razón de unos 80 dólares la copia. Con estas 20 copias la tienda sólo puede atender a 20 clientes al día.
Una vez que el disco y la computadora que lo gestiona estén conectados a la red, sólo se necesitará una copia de la información para que tengan acceso a ella muchas personas. Con una inversión de apenas lo que una sola tienda gasta hoy en sus copias de un vídeo popular, un servidor basado en disco podrá servir simultáneamente a miles de clientes (aunque las copias de documentos verdaderamente populares se servirán por múltiples servidores para evitar que se produzcan demoras cuando quieran verlas muchas personas). El costo extra por cada usuario es simplemente el de usar el almacenamiento en disco durante un cono tiempo, más lo que cuesten las comunicaciones. Y éstas están empezando a ser extremadamente baratas.
De manera que e) cosió extra por usuario será casi cero.
Esto no significa que la información vaya a ser gratuita, pero el costo de distribuirla sí será muy reducido. Cuando compramos un libro de papel, una buena porción de nuestro dinero se emplea en pagar el costo de producirlo y distribuirlo, más que en pagar el trabajo del autor. Para ello se tienen que cortar árboles, triturarlos hasta hacerlos pulpa y convertirlos en papel. El libro tiene que imprimirse y encuadernarse. La mayor parte de los editores invierten dinero en una primera edición de la que suelen tirar el mayor número posible de ejemplares que creen que pueden vender inmediatamente, porque la tecnología de la impresión es eficaz (en relación al cosió) sólo si se hacen grandes cantidades de libros en una tirada. El capital ligado a estas existencias constituye un riesgo financiero para los editores y puede que nunca vendan todos los ejemplares e incluso, si lo hacen, transcurrirá un cieno período antes de que eso ocurra. Mientras lanío, el editor tiene que almacenar los libros y enviarlos a los distribuidores y, finalmente, a las librerías que venden al por menor.
Estas personas también invierten capital en su inventario y esperan obtener a cambio un retorno financiero.
Cuando el consumidor decide comprar el libro y la caja registradora de la librería suena, el beneficio que obtiene el autor puede ser una pequeñísima porción del pastel, en comparación con la cantidad de dinero que se llevan las personas que se ocupan de los aspectos físicos de la entrega de la información sobre pulpa de madera procesada (el editor, el impresor, el distribuidor y el vendedor. Esta es la «fricción» de la distribución, una pérdida de la variedad y una disipación de dinero del autor hacia otras personas.
La edición a través de la red está en gran parte libre de fricción y de ello me ocuparé más en el capítulo 8. Esta falla de fricción en la distribución de la información es un avance importante. Permitirá que haya más autores porque la impresión y la distribución se llevarán sólo una pequeña parte de los dólares de los clientes.
La invención de la imprenta por Gutenberg produjo el primer cambio real en la fricción de la distribución, al permitir que cualquier tipo de información se pudiese distribuir rápido y de modo relativamente barato.
La imprenta creó un medio de comunicación de masas porque ofertaba duplicaciones de Ion escritos con una fricción pequeña. La proliferación de libros hizo que el publico en general pudiese leer y escribir, pero una vez que la gente había adquirido estas destrezas podían hacer muchas otras cosas con la palabra escrita. Los negocios podían seguir el historial de su inventario y de los contratos escritos. Los amantes podían intercambiarse cartas. Los individuos podían tomar notan y escribir diarios. Ninguna de estas aplicaciones, por sí misma, hubiera sido lo suficientemente apremiante como para hacer que se esforzasen en aprender a leer y a escribir grandes masas de población. La palabra escrita no fue realmente útil como medio de almacenamiento de información hasta cuando no hubo una razón real para crear una «base» de personas alfabetas. Los libros produjeron una masa crítica ilustrada, hasta el punto de que casi podemos decir que la imprenta nos enseñó a leer.
La imprenta hizo fácil obtener muchas copias de un documento. Pero ¿qué puede decirse de algo escrito para más de uno aunque sólo para unos cuantos? Para editar a pequeña escala se requería una tecnología nueva.
El papel carbón bastaba cuando sólo se tenían que hacer una o dos copias.
Los mimeógrafos y otras sucias máquinas podían hacer docenas de coplas, pero si queríamos utilizar cualquiera de estos procesos teníamos que planificarlo por adelantado, al preparar el documento original.
En los años treinta de este siglo, Chester Carison se sintió frustrado por lo difícil que le resultaba preparar 1, solicitudes de patentes (lo que suponía copiar a mano dibujos y (exto). Consiguió inventar un modo mejor de duplicar información en cantidades pequeñas: dio con un proceso al que llamó «Aerografía» al patentarlo en 1940, En 1959, la empresa que había creado (conocida mas tarde como Xero.x) sacó al mercado la primera de sus copiadoras que tuvo éxito. La copiadora 914, al hacer posible reproducir cantidades pequeñas de documentos de manera fácil y barata, supuso una explosión en los modos y cantidades de información distribuida a grupos pequeños, De acuerdo con su investigación de mercado, Xerox había previsto vender como máximo 3000 unidades de su primer modelo de copiadora, pero realmente vendió casi 200-000 y un año después de que la fotocopiadora saliese al mercado, las empresas sacaban unos 50 millones de copias al mes. En 1986 se hacían mensualmente más de 200.000 millones de copias y el número no ha dejado de crecer desde entonces. La mayor parte de estas copias no se hubieran hecho nunca si la tecnología no hubiera sido tan fácil y barata.
La fotocopiadora y la más Joven de sus primas, la impresora láser, junio con el software de impresión de las PC, facilitaron la producción de circulares, memos, mapas, prospectos y otros documentos dirigidos a audiencias reducidas. Carison había reducido la fricción en la distribución de la información. A pesar de la fricción de la distribución, no hay límite intrínseco para el número de libros que pueden publicarse en un año, por lo que se publican muchísimos títulos interesantes con gran éxito. Una librería típica tiene 10.000 títulos diferentes en sus estanterías y algunos de los nuevos superalmacenes podrían tener 100.000. Sólo una pequeña fracción, menos de 10%, de todos los libros que se publican con fines comerciales producen beneficio a sus editores, pero algunos tienen un éxito muy superior a cualquier expectativa posible.
El ejemplo más reciente, y mi favorito, es Breve historia del tiempo, de Stephen W. Hawking, un brillante científico que está afectado de una esclerosis lateral amiotrófica (la enfermedad de LouGehrig) que le tiene confinado en una silla de ruedas y que sólo le permite comunicarse con los demás con gran dificultad. ¿Qué posibilidades de publicación habría tenido el tratado de Hawking sobre los orígenes del universo si hubiera habido sólo unos cuantos editores y cada uno de ellos hubiera podido publicar únicamente unos cuantos libros al año? Supongamos que un editor hubiera tenido un espacio en su lista de obras para editar y se hubiera visto obligado a elegir entre publicar el libro de Hawking o el Sex de Madonna. Lo más obvio es que se hubiera decidido por el libro de Madonna, pensando que iba a vender probablemente un millón de ejemplares. Y se vendieron. Pero del libro de Hawking se vendieron cinco millones y medio de ejemplares, y aún se continua vendiendo.
Este tipo de best sellers dormidos sorprenden una y otra vez a todo el mundo, menos al autor. Nadie sabe realmente qué es lo que atrae al publico. Casi siempre hay un par de libros en la lista de los más vendidos del New York Times que han surgido de la nada porque los libros cuestan tan relativamente poco para publicarlos, en comparación con otros medios, que los editores pueden permitirse conceder una oportunidad a muchos.
En el campo de la televisión o del cine, los costos son mucho más altos y pueden distribuirse muchos menos títulos, por lo que es más difícil el asumir riesgos. En los primeros días de la televisión sólo había unas cuantas emisoras en cada área geográfica y la mayor parte de la programación se dirigía a la mayor audiencia posible.
La televisión por cable incrementó el número de posibilidades de elegir en la programación, aunque quienes la lanzaron no tenían en mente la diversidad de la programación. La televisión por cable se desarrolló a tíñales de los años cuarenta como un medio para proporcionar mejor recepción televisiva a áreas alejadas. Los leí espectadores que veían la recepción de los programas perturbada por la existencia de colinas en sus cercanías, pusieron antenas comunitarias para alimentar un sistema local de cable. Nadie imagino entonces que las personas que disfrutaban de una recepción perfecta de la televisión pudieran pagar porque el cable entrara en sus hogares para ofrecerles una corriente continua, o casi, de vídeos musicales o un canal que no ofrecía más que noticias o el estado del tiempo durante las 24 horas del día.
La dinámica de la programación cambió cuando el número de emisoras entre las que podían elegir los telespectadores pasó de tres o cinco, a 24 ó 36, Si tuviéramos que programar el canal número 30, no conseguiríamos atraer a una audiencia muy grande tratando de imitar los canales 1 a 29.
Por eso, los programad ores de los canales de cable se vieron obligados a especializarse. Estos nuevos canales, al igual que las revistas y publicaciones especializadas, atraen espectadores apelando a los firmes intereses de un número relativamente pequeño de entusiastas. Esto contrasta con la programación general que trata de proporcionar algo a lodos. Pero esta lógica de la especialización sólo puede conducirnos hasta aquí. Los costos de producción y el pequeño numero de canales aún limitan el número de programas de televisión que se producen.