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Authors: Federico Jiménez Losantos
Tags: #Ensayo, Economía, Política
Pero Zarzalejos fue mucho más allá. Tras mentir durante una semana sobre lo que verdaderamente había pasado en el EGM, publicó un editorial titulado «Los obispos tienen un problema», que terminaba así: «La Iglesia, como editora de la COPE y responsable, por lo tanto, de sus contenidos, deberá abordar la desafección manifiesta de determinados comumcadores al ideario del medio y que a esa incoherencia añaden la infracción habitual de las más elementales normas de la deontología de la profesión periodística; tendrá, también, que responder de sus comportamientos probablemente ilegales y afrontar el hecho incontrovertible de que su radio se haya convertido en una auténtica piedra de escándalo, tanto en términos éticos y cívicos como en los que acotan una razonable convivencia democrática».
Todo esto aderezado, días antes y después, con ataques directos a la subsistencia económica de la empresa. Cosa que, por la pusilanimidad de nuestros directivos, acabó afectando mucho a los trabajadores y, cómo no, al Comité de Empresa, que cargó contra Abellán por haber descubierto que el Rey, o sea, el EGM, estaba desnudo. ¡Con lo bien que nos iba ahora en el balneario nudista! La empresa quiso sacar una nota de apoyo a Abellán, pero tan leve que parecía una desautorización. Don Bernardo había tenido el gesto de decir que me la pasaran antes de publicarla, por aquello del consenso. Lo que sucedió es que tuve una pelotera monumental con el directivo que me la trajo. Tan monumental, que la birriosa nota no salió, sino otra de verdadero apoyo a Abellán. Mientras tanto, puesto que el
ABC
nos declaraba la guerra abierta (lo había hecho ya en el asalto a la COPE), Abellán y yo comentamos una mañana en detalle los datos de su investigación, con los infiltrados en directo, y, naturalmente, la respuesta del
ABC
. En un corte publicitario me dijo Abellán: «En vez de poner verde a Zarzalejos, da el número del
ABC
para darse de baja como suscriptor». Lo hice. El efecto, inmediato, sembró el pánico, esta vez, en el
ABC
.
Pero en realidad, la operación contra la COPE era parte de un proyecto mucho más amplio, que supone la eliminación de la cúpula del PP y la colocación de Gallardón en lugar de Rajoy. El precio era pedir que no se investigara el 11-M, justo cuando
El Mundo
acababa de demostrar que la prueba principal del sumario, la mochila de Vallecas, había sido manipulada y falseada. Pues bien, el alcalde de Madrid declaró al
ABC
que para ser alternativa de poder había que abandonar la investigación del 11-M. En la tertulia del día siguiente, Pedro Jota dijo que eso era como si el alcalde de Nueva York pidiera que no se investigara el 11-S. Yo dije que, por lo visto, a Gallardón le importaba más el poder que averiguar quién y por qué había asesinado a doscientas personas, herido a mil quinientas y cambiado el Gobierno y la política de España.
Entonces se produjeron las amenazas de querellas y demandas por parte de Vocento, si los curas no me echaban, y del propio Gallardón. No fueron reacciones en caliente: Vocento esperó un mes para presentar una demanda en el juzgado número 5 de lo Mercantil por «denigración de la competencia» y Gallardón esperó tres meses para presentar una querella por derecho a su honor, por lo visto más importante que el derecho a la Justicia de los muertos del 11-M. Dio además una rueda de Prensa diciendo que recurría a los tribunales porque yo no le dejaba explicarse. Y es que en su última visita a
La mañana
, donde defendió ardorosamente a Polanco, acusó a Mercedes Aranda de manipular las llamadas de los oyentes. Yo dije que mientras no pidiera disculpas no volvería a
La mañana
. Pero cuando amenazó con la querella, Luis Herrero me aconsejó que lo invitara de todas formas, porque lo único que buscaba era que se viera que él podía con la COPE y, por tanto, que debía mandar en el PP.
Luis tenía razón. Lo invité y nunca vino. Es más; acabó poniendo una querella contra mí. Me dice mi abogada Cristina Peña que no debo comentar ni esto ni lo de Vocento, porque está
sub iudice
, pueden archivarlo todo y hay jueces muy suspicaces. Bien, sólo comentaré, para que se vea la catadura de Gallardón, lo que pasó antes de ir al juzgado. Un día me llamó Acebes para decirme que, tras hablar con Rajoy, Gallardón retiraba la querella si yo estaba de acuerdo en que nuestro abogados lo arreglaran. Dije que sí, por el bien del PP, pero fue un error. Por dos veces el alcalde engañó a Rajoy y a Acebes diciendo que retiraba la querella y no la retiró. Dicen que por presiones de Zarzalejos, que le amenazó con hundirlo si le dejaba solo en la refriega. Sería el colmo, pero es lo de menos. Lo de más es que, para que no hubiera duda de que la operación era conjunta, llegó una demanda de Polanco citando expresamente a Gallardón. Mi delito era criticar que en la retransmisión del Mundial de fútbol que los chicos de Polanco al sonar el himno nacional dijeran: ¡en pie! o vendieran banderitas españolas para las pantallas al aire libre, cuando eran los grandes abogados del despiezamiento de España mediante el pacto con la ETA y el Estatuto catalán. El caso es que en pocos días me vi con tres querellas o demandas en la mesa: Vocento, Polanco y Gallardón. Todas eran la misma y buscando el mismo fin: echarme de la COPE y hacerse con el PP para aceptar el predominio de la izquierda. Y en ésas estamos. Ésa es la batalla del otoño. Lo habían intentado por lo religioso, lo político y lo económico. Fracasaron. Ahora lo intentan por lo judicial. Son incompatibles con la libertad. Razón de más para seguir en la brecha.
En junio, en fin, se despidió don Bernardo de la COPE y anunció, es decir, le anunciaron que su sucesor era Alfonso Coronel de Palma. El ambiente fue surrealista; en un hotel canario con una fachada en forma de iglesia de pueblo, pero gigante, estilo Las Vegas. Los detalles fueron tan penosos que se los ahorro al cura y al lector; para el que esté interesado, la entrevista de la dimisión figura en el apéndice. Sólo al volver en avión a la península me di cuenta de que la COPE que habíamos conocido ya no existía. Nada será igual. Y con todos sus defectos y sinuosidades, lo cierto es que don Bernardo había mantenido la COPE fuera de todas las operaciones para cerrarla, parando unas, engañando a otros y sacándoles el dinero a todos, además de impedir la tentación perenne de ciertos periodistas católicos de convertirla en pulpito. Don Bernardo era la cara y la cruz de la COPE, pero era nuestra COPE, el rincón de nuestra libertad, el ámbito del mayor milagro radiofónico e incluso sociológico de la moderna historia de España. Yo pensaba en el adiós del cura, que habíamos llegado a creer eterno, y también en el de Antonio Herrero, que creíamos inmortal, pero cuya dramática desaparición hizo que, de la noche a La mañana, mi vida cambiara. Mirando entre las nubes una remota ínsula, allá abajo, como si fuera un mortal más, pensé que, en estos ocho años milagrosos, sólo he aprendido de verdad una cosa: hay que hacer cada programa como si fuera el último.
F. J. Losantos: Don José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno de España, muchas gracias por estar con nosotros y sea bienvenido. Esta entrevista tiene una parte estupenda y otra parte preocupante: la estupenda es que esté usted aquí para contestar a nuestras preguntas; la preocupante es que su predecesor, José María Aznar, se negó a dar entrevistas a la SER y luego le dio el monopolio de la televisión privada a Polanco. Me preocupa que usted me dé esta entrevista a mí, pero luego no dé el monopolio de la televisión local a Popular Televisión. ¿O sí?
J. L. Rodríguez Zapatero: Buenos días lo primero, Federico, y a todos los contertulios y a todos los oyentes de la COPE. La verdad es que el hecho de que esté aquí tiene que ver con mi compromiso de renovación democrática. Uno de esos compromisos representa el tener desde el Gobierno una actitud abierta a todos los medios informativos, representen lo que representen. Y es significativo, creo que los oyentes nos entenderán y los contertulios también, que mi primera entrevista de radio como presidente del Gobierno la haga en la COPE y la haga contigo, Federico, que intuyo que no va a ser una entrevista fácil.
F. J. L.: Para mí, no, desde luego, porque si aprieto mucho quedo mal, como un maleducado; y si aprieto poco, también me lo van a reprochar, de manera que, al venir, usted ya ha ganado medio partido. Lo cual demuestra que Zapatero tiene un peligro tremendo, mucho más de lo que alguna gente cree, por lo menos para los que no somos socialistas. Y además me confirma lo de que el monopolio de la televisión local no se lo va a dar a la COPE.
ZP: Tiene que haber una televisión plural en todos los ámbitos; local, estatal… Y fíjese que en España no tenemos muchas televisiones privadas. Somos de los países que menos televisiones privadas tenemos y yo creo que hay que fomentar la competencia al máximo. La competencia y la libertad son lo que da calidad y buena información.
F. J. L.: ¡Cómo me gusta escucharlo! Me recuerda cuando en
La linterna
nos hablaba de «liberalismo con unas gotas de keynesianismo». Y luego: «Mi política para España es la de Redondo Terreros en El País Vasco». Y yo pensaba: «¡Fantástico! ¡Qué tío! Vamos, ¡ni Sagasta!». Luego vino Paco con la rebaja. Pero, a propósito de su presencia aquí en la COPE: usted es consciente de que hay una parte importante del electorado español, casi diez millones de votos, que, a pesar del 11-M, votó al Partido Popular y tiene una conciencia, no sé si de que les han robado las elecciones, pero sí, en todo caso, de que el proceso electoral y el resultado han sido alterados por el atentado y por la manera en que el Partido Socialista o algunos dirigentes del Partido Socialista lo presentaron. Piensan que no ha habido juego limpio. Recuerdo una larguísima conversación con Aznar, que me decía: «Yo no puedo desclasificar los papeles del CESID porque a Felipe González le han votado más de nueve millones de personas, y la gente no puede pensar que yo voy a gobernar contra media España». ¿Cómo va usted a evitar que esa media España, que siente que le han robado la cartera, tenga la impresión de que usted gobierna contra ella?
ZP: Has planteado muchas cosas en una pregunta; alguna reflexión y valoración. Afortunadamente, las elecciones en España desde que tenemos Constitución democrática son libres, como es libre el pueblo español. Todas han tenido la misma validez, por supuesto. Pero además me parece, sinceramente, preocupante que haya algunos sectores de opinión —tácitamente se ve en el Partido Popular, que incluso es más comprensible que le pasen al Partido Popular —que piensen que ha habido una afectación directa y por tanto una situación extraña en esas elecciones. Por una razón: porque la ciudadanía tiene el voto como uno de los tesoros más importantes, es una ciudadanía culta, madura, democráticamente informada, y es muy celosa de su voto. Es muy difícil decir a los ciudadanos que han votado manipulados, entre comillas, o en una situación extraña. Muy difícil. Quien lance ese discurso, esto es una opinión personal, creo que se va a equivocar. Y también el partido, en este caso el PP, que no asuma razonablemente —que no es fácil, yo lo comprendo— una derrota política, como pasa en democracia siempre. Nosotros hemos tenido victorias y derrotas. Seguramente eso va a alargar su proceso de reflexión, pero todos los ciudadanos vieron esta legislatura. Si alguien cree que el voto se decide a última hora está muy equivocado. Está demostrado que es todo un proceso de reflexión que culmina en un momento dado. El Partido Popular, la legislatura pasada, perdió clarísimamente apoyo de la ciudadanía. El PSOE se renovó y logró transmitir la confianza suficiente para tener la mayoría de los ciudadanos; y el Partido Popular tiene que hacer esa reflexión. Desde luego, voy a ser un Presidente de todos los españoles, mi objetivo es que los españoles sientan que hay un Gobierno que respeta a toda la ciudadanía, hayan votado a quien hayan votado, como hay un Gobierno que respeta a todos los medios de comunicación, a todos los periodistas, piensen lo que piensen, digan cada mañana lo que digan y expresen lo que expresen. El movimiento se demuestra andando.
F. J. L.: Cierto, cierto.
ZP: Y eso, Federico, que llevamos en el Gobierno, y yo llevo como Presidente apenas tres semanas, es decir, 21 días. Normalmente, se dan 100 días a todo Gobierno.
F. J. L.: Eso era antes. Ahora con el IVA…
ZP: Ya veo que algunos van muy rápido. Dicen que el Gobierno va rápido. No, algunos haciendo la crítica al Gobierno van mucho más rápido. Tendríamos que tener un tiempo donde la carrera estuviese algo neutralizada y dejar ver, ¿no? Es verdad que hemos tomado decisiones importantes…
F. J. L.: Eso le iba a decir. Es que si usted, al día siguiente del debate de investidura, mejor dicho, al día siguiente de las elecciones ya anuncia lo de la retirada de nuestras tropas de Irak, cosa que por muchos medios, no sólo españoles, se interpreta como un triunfo del terrorismo, y después del debate de investidura dice que se adelanta el regreso de las tropas, comprenderá que los plazos se aceleren. Tanto para el apoyo que busca usted como para la crítica.
ZP: Además, ya le digo, Federico, que va a tener trabajo, porque éste va a ser un Gobierno que va a tomar muchas decisiones. Tengo la concepción de un gobierno moderno como un gobierno que tiene que trabajar mucho, que tiene que trabajar al mismo ritmo que trabaja la sociedad, y hoy las sociedades modernas trabajan intensamente en cualquier ámbito: en la empresa, en la universidad, los sectores profesionales… Todo El Mundo trabaja con intensidad. Y el Gobierno no puede estar contemplando lentamente lo que pasa, sin dar respuestas inmediatas.
F. J. L.: Yo no necesito más que tener noticias para poderlas comentar. Pero, en relación con la retirada de las tropas de Irak, usted había anunciado en los años de oposición, durante la campaña electoral, y lo entendimos así todos, que supeditaba a un mandato expreso de la ONU, a partir del 30 de junio, la retirada de nuestras tropas. La ONU tenía hasta el 30 de junio y, en el caso de que no hubiera un mandato que incluyera un cierto control político-militar de la situación, entonces procedería a retirar las tropas. De ahí la sorpresa —y la sospecha de que, estando de por medio, las elecciones europeas tuvieran algo que ver— de que se adelantara mes y medio la retirada de nuestras tropas. Confieso que, cuanto más me lo explican, menos lo entiendo.