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Authors: Adolfo Bioy Casares

Tags: #Otros, #Biografía, #Memorias

Descanso de caminantes (45 page)

BOOK: Descanso de caminantes
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Yo, que no creo en otra vida, pienso que si Borges está en otra vida y yo ahora me pongo a escribir sobre él para los diarios, me preguntará: «¿Tu quoque?».

Me contaron que el padre del general Alvear fue a hacer trabajos de agrimensura en la zona de Yapeyú y que de sus amores con la señora Matorral nació San Martín. El viaje, en barco, de los dos hermanos, Alvear y San Martín, cuando vinieron de Europa a pelear por la emancipación de América, parece el primer capítulo de una novela.

Marcos Roca me contó que un senador por La Rioja, que era un gran espadachín, llegó de improviso a su casa y encontró a Martín Rivadavia en cama con su mujer. Fue a su cuarto a buscar dos espadas y le dio una a Rivadavia, para que se defendiera. Sin dificultad lo mató. Después le dio una pistola a su mujer y le ordenó que se suicidara. A un sirviente lo mandó a casa de monseñor Piñeyro, con una carta en que le decía que lo esperaba por un asunto urgente. Monseñor se presentó, se enteró del suicidio y fue a hablar con el general Roca, presidente de la República. Mandó Roca el cadáver de Rivadavia a su casa (de Rivadavia), con la irrefutable explicación de que había sufrido un accidente. Dio orden de que se dijera que la señora del embajador había muerto por una bala de un arma que ella se había disparado por error y al senador lo mandó a su (del senador) estancia en La Rioja, confinado de por vida.

Me contaron que desde que supo que Evita tenía cáncer, Perón no entró en su cuarto, por miedo al contagio.

Me contaron que Yrigoyen solía ir al Colón y a diversos actos públicos con sus hijas naturales, Elena y otra, que también era muy fea. Los periodistas, no sabiendo cómo designarlas, por no atreverse a llamarlas parientes, recurrieron a la palabra
familiares
.

Según Marcos Roca, una vez volvía en tren de su campo en Guaminí el General Roca, con una amiga. En el viaje se enfermó y se agravó. Le dijo a su amiga: «Si noto que voy a morirme, hago parar el tren y la hago bajar, aunque sea en medio del campo. E presidente de la República no puede llegar muerto con su amante».

Silvina Bullrich, por televisión, leyó en un papelito una lista de los premios que Borges había ganado y dijo: «Los escritores recibimos menos de lo que merecemos; Borges, recibió más». Dijo que lo que le debía al país era tanto, que al irse demostraba su ingratitud (si se habla de quién debe a quién, lo que no me parece necesario, ¿no deberá tanto el país a Borges como Borges al país? Sin duda, más el país a Borges). También dijo que Borges era impotente y que padecía de coito precoz. A los pocos días de estas declaraciones murió Borges. Ella reconoció que había estado mal, se quejó de los amigos que la habían censurado por lo que había dicho y a manera de excusa explicó: «Fue como si se me escapara un pedo». Para emplear un estilo que no desentone con el contexto, yo diré: el broche de oro.

El elogio exagerado es una forma de desdén.

Ya no está Borges, y Ernesto Sabato es un gran escritor de obra mediocre, ¿a quién admirar, a quién dar los premios? A Bioy, por supuesto.

No creo que mi libro de anotaciones sea tan bueno como el de Geoffrey Madan.

De Borges pudo decirse: Vi
vió y murió entre gente con la que no se entendía
.
Como todo el mundo
. Particularmente, sus últimos años me hacen pensar esto.

Siempre me gustó la hora de la siesta. Antes, porque dormía con mujeres; ahora, porque duermo.

Teddy Paz me recordó algo referente a mi primo, Enriquito Grondona, que yo debí de saber, pero que había olvidado. Era tan abúlico que mandaba al mucamo a lo de Mileo, el sastre, para que se probara por él.

Desde los años veinte suelo cantar:

Con un café con leche y una ensaimada
,

el verso del tango «Garufa» y nunca averigüé, hasta hoy (12 de julio de 1986), en el restaurante La Biela, el significado de la palabra
ensaimada
. El mozo no lo conocía. Consultó con uno de los patrones, un gallego flaco y bajito, que dijo: «Son unas tortas que hay en España». El
Diccionario de la Academia
dice: «Bollo formado por una tira de hojaldre revuelta en espiral».

Me dijo que su placer predilecto, hacerle el gusto a la compañera, le estaba dando disgustos, porque la volvía exigente y despótica.

Sobre un traductor ruso que está viajando por aquí, alguien me dijo: «Hay que acordarse de que allá no los dejan salir, los tienen presos. Es un preso que está viajando solo». Otra persona comentó: «Qué claustrofobia, que no lo dejen a uno salir del país». Pensé: lo malo es que no lo dejan salir para tenerlo a mano si lo quieren meter preso.

Cisne
, especie de pompón que usaban (¿y usan?) las señoras para empolvarse. Era un objeto femenino y suavísimo.

Almorcé en La Biela con Valeri Zemskov, del Instituto de la literatura universal Máximo Gorki, de la Academia de la URSS. Conoce bien la literatura argentina, se especializó en Sarmiento (admira el
Facundo
) y en Hernández. Me habló de Lugones («La
Guerra Gaucha
es de prosa ilegible; pero a qué sencillez y tersura llegó en los
Romances del Río Seco
…»). De un cuento mío que leyó traducido al ruso hace unos años no recordaba el título, sí el argumento. Me lo contó y le dije: «En memoria de Paulina». Dijo: «La Argentina es un país de escritores. Los mejores escritores de esta época están acá». Me habló un rato de los libros de todos nosotros. Le dije: «Después de oírlo me parece que no somos tan malos». Le pregunté si la gente de la calle de Buenos Aires podría confundirse con la de Moscú. «Sí, aunque hay más trigueños. Además las muchachas ríen menos, acá. Parecen serias, casi tristes. Las rusas son más expansivas». Al rato me dijo: «Lo que me asombra es que todos aquí sienten inseguridad. No creen mucho en el mañana». Después de un rato dijo: «Nosotros también nos sentimos inseguros. De otro modo». «El nuestro es más casero», le dije. «Es cierto —contestó—. En Rusia, en Estados Unidos, la gente sabe que puede haber una hecatombe en cualquier momento. Después de lo de Chernobyl, más» (una usina atómica se incendió y diseminó material radioactivo). «Buenos Aires —me dijo— confirmó mi convicción de que nuestro mundo no tiene esperanzas». Cuando nos despedimos me dijo: «Tiene un amigo en Moscú».

Cuando estaba en la mesa de La Biela con mi ruso, me saludó Marquitos Roca. Le expliqué quién era. Valeri comentó: «Cuando le cuente a mi mujer que vi en Buenos Aires a un descendiente del general Roca ¡la Conquista del Desierto!, 1880, no me va a creer que haya tenido tanta suerte».

Los planes soviéticos sobre mis libros: hay tres ya programados: un breve libro de cuentos, a publicarse en el 87,
La invención de Morel
, en una colección de «noveletas» [sic] que dirige Zemskov, a publicarse en el 88 y un copioso volumen de cuentos, que se publicará en una colección de Maestros de la Literatura, en 1989.

En los Estados Unidos parece que aparecerán en nuevas ediciones todos los libros míos ya publicados (
The Invention of Morel and Other Stories, Journal of the War
of the
Pig
,
A plan for Scape
,
Asleep in the Sun, La aventura de un fotógrafo
y acaso
The Dream of the Heroes
en la traducción de Diana Thorold).
The Dream
será el primer libro mío publicado en Inglaterra (por Quartet).

20 julio 1986
. Muerte de Juana Sáenz Valiente de Casares. Mujer de mi queridísimo tío Miguel Casares. Cuando estaba por casarse, mi madre me llevó a visitarla para que la conociéramos. Desde el primer momento me enamoré de ella. En la sala había una piel de tigre (con feroz cabeza, ojos, dientes, todo). Esta piel de tigre, la primera de mi vida, me predispuso favorablemente. Cuando vi a Juana quedé deslumbrado. Era joven, linda, con un cutis muy suave. Creo que la circunstancia de que en el nombre de mi futura tía figurara la —para mí— prestigiosa palabra
valiente
, también me predispuso a quererla. Ya casada, me trató como a persona grande. Solía llevarme (en Uruguay 1490, la casa de mi abuela) a su cuarto de vestir, un cuartito reducido, en la esquina, y me convidaba secretamente con cigarrillos muy finitos. Andaba muy bien a caballo. En mi familia se contaba que recién casados fueron a la estancia de Vicente Casares y decidieron salir a caballo. Se habló de qué caballo le darían a Juana, se mencionó un zaino y alguien dijo que era demasiado brusco para una mujer. Juana pidió que se lo ensillaran y, ante la escandalizada mirada de mi abuela (que nunca le perdonó el desplante) entró a caballo del zaino en el hall (con piso de parquet y alfombras) de la estancia. Yo la adoré.

Vista
por
ojos
. «El pobre ve por una vista sola. El médico le dio un tratamiento, pero no está seguro de que recupere la vista izquierda» (Mi amiga Anahí).

Un empleado de un banco, un día no se levanta temprano como siempre, para salir a las siete para la oficina. Cuando la mujer le pregunta por qué, dice que le encargaron que visite las sucursales, para controlarlas, y que tiene todo el día para hacerlo. Sale a las once, vuelve para almorzar y ya no sale hasta el otro día. Al tercer día no sale nada. La mujer se alarma, no cree del todo en sus explicaciones, llama al banco, habla con un amigo del marido. Éste le dice: «No viene desde hace tres días». La señora contesta: «Me ha dicho que le encargaron un trabajo nuevo: visitar las sucursales». El amigo le dice: «Aquí nadie parece enterado». La señora habla con su marido y le dice que no cree en su cuento del trabajo nuevo. Él protesta. Irá al banco. Pedirá explicaciones. Un trabajo que ha tomado, para ayudarlos, contra su voluntad, para ser útil. El marido se va al banco, según dice. Cuando vuelve, la señora habla con el amigo y éste le confirma lo que ella sospechaba: el marido no apareció por allá. Entonces lo encara; le dice que sabe que él le ha dicho mentiras, pero que no está enojada, que quiere saber lo que pasa y que está dispuesta a ayudarlo. El hombre dice: «Desde hace veinte años trabajo. He sido responsable hacia el banco y hacia mi casa. Ahora me cansé. No volveré a ser responsable». «¿Qué será de nosotros?», pregunta la mujer. «¿Qué será de mí y de los chicos?». «No sé», contesta el hombre. «Trabajé durante veinte años. A lo mejor ahora podrías trabajar vos». «Me ocupé de la casa». El hombre no se impresionó con eso. La mujer le mandó al chico menor, para que le hablara. El chico le dijo: «Tenés que trabajar, papá. Si no vamos a morirnos de hambre». «No puedo hacer nada. No soy más responsable». La mujer apeló al amigo. El amigo habló con el marido, que le repitió como a todo el mundo: «No soy responsable». Del banco le mandaron un médico. Lo encontró sano, pero irreductible. El hombre le preguntó: «¿Qué hacer con un hombre irresponsable?». «Lo internamos», dijo el médico. «¿Dónde?», preguntó el hombre. «En el policlínico bancario». «De acuerdo», dijo el hombre. «Intérnenme». Ahora está internado, repitiendo que no es responsable y, según le confió al amigo, por fin feliz.

Piri Lugones tuvo un hijo con Carlos Peralta. Cuando el hijo se suicidó, Piri le contó lo sucedido, por carta, a Peralta, que estaba autoexiliado en España. Peralta contestó por telegrama: «OK. Carlos».

Jerarquía por todos lados
. En
La caza
, la película de Saura, los cazadores llaman
Sursuncorda
a un ayudante que tiene. El sobrenombre trajo a Jovita Iglesias recuerdos que por un rato no pudo precisar. Después recordó que
sursum corda
eran palabras de un responso barato. Le pregunté qué era eso de responso barato. Me dijo: «Muerto alguien, la familia elegía, según sus posibilidades, los responsos que el cura iba a decir. Había responsos baratos, medianos, caros y carísimos. El mayor lujo eran responsos muy caros, muchos curas diciéndolos y gran número de detenciones para responsos, en el camino entre la casa y el cementerio».

Contó, asimismo, que si en la aldea un enfermo entraba en agonía, la campana de la iglesia lo anunciaba, con dos tañidos largos y uno corto, y que luego, mejor dicho, a su debido tiempo, tocaban a muerto. Tocaban a muerto (Jovita imitó vocalmente la campana) durante los tres días del velorio. «De todas las aldeas vecinas la oían», dijo.

Mi prima Margot Bioy me cuenta cómo mi abuela regularizó una vez la situación de dos parejas de paisanos (Pardo, c.1860). Cuando podía, mi abuela llevaba a la capilla de Pardo a los que vivían en concubinato, para que el cura los casara. Una vez, en que había llevado a dos parejas, uno de los paisanos se le acercó después de la ceremonia, y le dijo: «Doña Luisa, nos casó cruzados».

Nunca sintió la tentación de ser justa.

Le pedí a mi amiga que me describiera cómo siente la mujer el orgasmo. Su explicación no me reveló nada nuevo, porque tal vez no tenemos palabras para describir sensaciones. Habló del enajenamiento, de una exaltación que no es únicamente física y de una sensación ulterior de limpieza.

C'est un numéro
. Es un tipo raro, un original. Había olvidado (a medias) la expresión.

I
Furiosi
. Tipo que se daba en el Buenos Aires de fin y principios de siglo.

—Plácido Avellaneda

—el nene Villanueva

—Carlos Becú

—Marco Aurelio Avellaneda. «Hombre malo y mimoso» (Autoridad: Pepino D'Amico, el peluquero del Jockey). A Marco Aurelio yo lo recuerdo con afecto, a pesar de su voz temblorosa, era un conversador amenísimo e instructivo, presidente de la Cámara de Diputados, presidente de la comisión del Interior (del Jockey Club).

—Sustarita. Jefe de Policía. Baleó al Presidente del Consejo Nacional de Educación, en su despacho.

—El coronel López, de la guerra del Paraguay.

—Iztueta, canfinflero.

Visita oída desde el cuarto contiguo
. Tiene una voz que proclama una bobería superior a la suya.

Nombres de estancias
. La Pacífica, El Tesoro, Dos Talas, Las Casillas de Bioy, Los Manantiales de Bioy, La Sirena, Fortín Brandsen de Bioy, Miraflores, El Amparo, El Ombú, Las Liebres, La Bizñaga, La Dulce, El Vino, La Dispersa, La Diligencia, La Mañana, Las Casuarinas, La Diana, El Emblema, La Florida, El Amanecer, El Verano, Los Grillos, La Panchita, El Jardín, La Fuente, La Nicolasa, La Silva, La Balsa, El Abrigo, El Paseo, Sol de Mayo, El Descanso, La Torcaza, La Italia, La Luz, La Cubana, La Clemencia, La Infiel de Vidal, Maizales, El Retiro de Jurado, La Rabona, La Flor, Los Paisanos, El Rincón Viejo, La Verde, El Candil, Tres Flores, El Atajo, La Pastoril, La Francia, El Callejón, La Armonía, El Boquerón, La Parda, Chima Lauquén, La Primera Estancia (de Pucheri), La Tomasa, La Cabaña Miramonte, La Dorita, Ufcó de Bioy, La Encadenada, La Segunda, Ojo de Agua, Curamalán, Curamalán Grande, La Vigilancia, El Mirador, San Nicolás, La Perdida, La Andorra, La Encontrada, La Tranquila, La Casual, La Cuadrera, El Mojinete, La Agudeza, La Cebruna, El Encuentro, La Invernada, La Madrina, La Manada, La Pilcha, Puesto Grande, Dos Robles, Greve, Sacastrú, La Zarca, La Reservada, El Pretal, La Encimera, La Estibera, El Estribo, La Yapa, La Rucina, La Repetida, La Resuelta.

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