18 noviembre 1986
. En Roma. 18 y 30 horas.
But Jenny kissed me
[26]
. Para olvidar un traspié voy a Babington Tea Room de la Piazza di Spagna. En la mesa de enfrente hay una chica de extraordinaria belleza. Tiene el pelo largo, es grande pero fina, de ojos, nariz, boca perfecta. Yo escribo en mi libretita: «[es] quizá inglesa, parecida a Zozie cuando era joven, y liadísima, pero más linda aún». Cuando sonríe se le iluminan los ojos. Me pregunto si no será Sonia, la hija de Zozie, y me digo que a veces la belleza de la madre no se perfecciona en la hija. Miro el reloj. Son las 6 y media. Tengo que irme porque Brook me pasará a buscar por el hotel, a las siete. Escribo en la libreta: «Propongo a los dioses que me la den a cambio de mi incredulidad». Llamo a la muchacha que sirve el té y le pido la cuenta. Me dice: «La señorita de enfrente le ofrece el té y las tostadas». La saludo, le pregunto cómo se llama. Me dice «Carol». Le digo que le agradezco, sobre todo para darme la ocasión de decirle que su belleza me cambió el día.
El autor sigue los pasos de su fotógrafo en La Plata.
La mujer fiel
. Incapaz de atender dos amores a un mismo tiempo si el marido se va de viaje, aunque sea por pocos días, la mujer corre a los brazos del amante.
En Roma
. Estoy en la peluquería. Entra un señor de bigote galo. El peluquero exclama animosamente.
—Bongiorno, Maestro —y me explica—. El señor es un gran
regista
.
El bigotudo se muestra impávido. El peluquero vuelve a la carga, sin perder el ánimo. Me señala y le dice al regista:
—El señor es escritor.
La impavidez del regista se vuelve hostil. El peluquero le da un diario donde estoy fotografiado y «reporteado». Al verla, la cara se le ilumina al regista, que exclama:
—Es uno de los más grandes escritores del mundo, Qué feliz soy.
Me invita a comer. A la noche comemos en el restaurante del Hotel Santa Chiara. Hombre expeditivo, a la altura del primer plato ya me propone que adapte para el Teatro Biondo de Palermo
Seis problemas
. Le digo que no. Sospecho que él pierde interés en mí, aunque me asegura que en mayo o junio me invitará a Palermo y que en la biblioteca de su casa hay un anaquel donde están todos mis libros.
Nuestra patria es el error.
Domingo, 7 diciembre
1986
(Buenos Aires).
Correcciones de la memoria
. Entre los muchos versos que recuerdo de mis primeras lecturas hay unos de
A buen juez mejor testigo
que me gustan por su desmañada generosidad:
La tarde en ese momento
tiende sus turbios cendales
por todas esas memorias
de las pasadas edades
.
Los versos que siguen son extraños:
y del Cambión y Vinagra
los caminos desiguales
,
camino a los toledanos
hacia las murallas abren
.
Se me ocurrió este domingo buscarlos en el tomito Zorrilla,
Composiciones varias
(Vera Cruz-Puebla-Librería La Ilustración, 1982) y con alguna sorpresa descubrí que siempre (o mejor dicho: desde quién sabe cuándo) dije mal el primer verso. En efecto, el verso de Zorrilla es:
La sombra en ese momento
lo que no parece muy feliz, ya que en el verso siguiente leemos:
Tiende sus turbios cendales
que no son otros que la sombra, en plural. Sin proponerme una corrección, yo dije:
La tarde en ese momento
que evita la tautología y suena mejor.
Verla, de lejos, me aburre.
Cuando seguimos un corredor de la memoria, no vemos lo que hay en otros.
Paréntesis romano
. El mozo, limpiando las migas de mi mantel: «Questa sera vamos a preparar unas lindas milanesas».
Lo único seguro es haber escrito. Para el que sigue escribiendo, inevitablemente el día llega, en que deja ver que es un idiota.
Me llegan unas cartas, con copias de otras, y a pesar de que en ese momento no tengo mis anteojos, puedo leer que son de la Academia. Me digo: «Me comunican que me recomendaron para el Premio Cervantes. Este Castagnino no para de ser cortés conmigo. Hay que arremangarse y mandarles unas líneas de agradecimiento». Cuando encuentro los anteojos las leo. Me comunican que tuvieron el honor de recomendarme ante sus excelencias el señor Ministro de Cultura de España y el señor Director General, etcétera, con estas palabras: «Nuestra Academia ha elegido por unanimidad como candidatos a tan importante premio [con mayúscula] a D. Ángel Battistessa, a D. Adolfo Bioy Casares y a D. Ricardo E. Molinari». Con tales compañeros el destino natural inevitable es el infierno de la literatura.
De nuestro Buenos Aires de ayer
.
Una calle con fama de amuebla
da. Mi amigo Domingo Ceruzzi, que vivió en Ayacucho y Arenales, me contó que hace unos cuarenta años Arenales era tan arbolada y sombría, que si llegaba a ella una chica del barrio acompañada de un muchacho, los vecinos hacían comentarios, como si la hubieran visto entrar en una amueblada.
Pobres diablos, cómo le creemos al médico si nos dice que no tenemos nada malo.
El italiano en el Buenos Aires de mi infancia. Me preguntaron en Roma si yo entendía italiano. Debí contestarles: una de las canciones que oí en mi primera infancia tenía el estribillo:
La donna è mobile
qual piuma al vento&hellip
;
Corrección a Byron
. El viejo puede dar y darse placer; no darse y dar.
Retrato parcial
.
¿Atenta al prójimo
? Si está en su camino, apártala de un brazo, porque sola no se entera de que usted quiere pasar.
Que la veas de lejos con alegría es un buen signo.
Juego de sociedad
. Famoso juego de las mujeres. Usted se pregunta: ¿cuál es la mujer más gorda, más linda, más graciosa que tuve entre los brazos? Si encuentra respuesta cuando se pregunta cuál es la más noble, ha ganado.
El balance del año
.
Marea de muertes: Pepe Bianco, Borges, Genca, García Victorica (u Ocampo), sin contar Ítalo Calvino, Juana Sáenz Valiente.
Por el lado de las letras, publico un libro de cuentos que tengo por bueno:
Historias desaforadas
. Por lo menos dos de sus cuentos fueron escritos en el curso del año: «El Nóumeno» (que algunas consideran el mejor del libro) e «Historia desaforada». «El Nóumeno» es un cuento escrito sobre una idea que se me ocurrió veinte años antes. En mi experiencia, las ideas largamente maduradas, dan buenos resultados. Otro ejemplo, «El perjurio de la nieve». Otro: «Planes para una fuga al Carmelo» (cuento de
Historias desaforadas
, escrito en 1985). Durante años viví con la idea; alguna vez acometí la narración, que llevó meses de trabajo; por entonces el cuento, casi una «nouvelle», se titulaba
Viaje al Oeste
; nunca lo concluí, porque me pareció evidente que lo había frustrado. Años después lo retomé; simplifiqué y comprimí la historia y, si no me equivoco, la logré. En 1986, trabajé en una novela corta,
El campeón desparejo
, que al comienzo llamé
El folletín de un taxista
. Faltan los capítulos finales y una corrección general. Espero concluirla en el año 87.
Abundaron las satisfacciones de la vanidad. Premios (IILA) y honores (Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, Socio Honorario del Pen Club, etcétera).
Hubo un viaje, una quincena, en que fui feliz y estuve sano.
Los muertos del encabezamiento me golpearon. Borges, Bianco fueron amigos de toda la vida. Para mí, el mundo no es el mismo después de la muerte de Borges. Claro que ya no era el mismo. Cuestiones de mujeres que realmente no nos incumbían, nos alejaron. No tanto, Dios mío, como la muerte. Mis amigos hoy son Drago (el de siempre, como siempre), Francis y Vlady. De todos modos, un hombre que vivió con mujeres, da, solo, sus primeros pasos por el mundo. Estoy bastante solo, lo que debe de ser corriente a mi edad, y si me dejara estar, también desocupado. Por suerte no me faltan temas para escribir.
De la salud no puedo quejarme, aunque los achaques acechan. Hoy siento dolor en las quijadas y en los carrillos y si me asomo al espejo me veo carrilludo como Hemingway, Si esto no es más que rastros del yodo radiactivo del 1.º de octubre, no debo preocuparme.
Mi casa está ruinosa. Se descascaran las paredes, convivo con las cucarachas. El desorden progresa y cubre todos los espacios. Diariamente algo se extravía en el desorden. Silvina tiene las mesas tan atestadas de papeles que al pasar uno provoca desmoronamientos. En algún sillón del dormitorio hay un misceláneo monolito de ropa usada. Por los menos cuartos principales están clausurados.
El temor de que importantes papeles de Silvina se pierdan, impide que voluntarios pongan orden. El temor de que un envenenamiento por el olor a pintura afecte los ojos y la garganta de Silvina, impiden que se arreglen paredes y techos. El tema de que un insecticida afecte la salud de Silvina, protege la salud de las polillas, hormigas y cucarachas. Al campo casi no puedo ir. Si me quedo allá más de un día, Silvina desespera. Si voy con ella y la hernia amenaza, sobrevendrá un mal momento. Pardo (el Rincón Viejo), el lugar de la tierra que más quise, ha pasado (en cuanto a lugar de estar) de mis manos a las de mi hija y de sus amigos. Un buen aprendizaje para la depresión, a la que todo final de vida tiende. Además, si los azares de la suerte me arrancaran esa estancia, me arrancarían algo que ya no tengo. Por lo menos, a su ausencia estoy acostumbrado.
Rulfo
. Murió en 1986. Para juzgarlo con más fundamento, deberé tomar la decisión de leer sus dos libritos. Me parece increíble que un escritor haya escrito tan poco. Solamente podría explicarme el hecho atribuyéndolo a una serie infinita de postergaciones momentáneas. Así uno puede ocupar una porción de tiempo realmente enorme. Amigas inteligentes, lectoras de gusto más
catholic
que el mío, es decir de espectro más amplio, admiran a Rulfo. El espectro de una de ellas es tan amplio que admira a Onetti y a Castillo. Para «dorarme la píldora», me aseguró que Rulfo dijo que yo era el mejor escritor de esta zona o algo en tal sentido.
Idiomáticas
.
Mala fariña
. Expresión gallega, usada en Buenos Aires de mi niñez, y que expresa pesimismo sobre a sobre algo presente o futuro.
Quedarse corto
. Expresión familiar que indica que una cantidad juzgada o calculada es inferior a la real.
De vez en cuando, ideas persuasivas pero no muy buenas, ni largamente maduradas, dan origen a un buen libro.
Cf. Dormir al sol
.
Le mot juste
. «Relativizan la incidencia del practicaje en los altos costos de nuestros puertos» (Titular de
El Gran Rotativo
, 7 de enero de 1987). Después del esfuerzo cumplido en la primera línea, flaquearon.
Premios literarios
. Los premios son buenos para quien no los espera ni los busca y pésimos para el carácter y la integridad de quien trata de conseguirlos. Para mí provienen de grandes ruedas de tómbolas que giran a mis espaldas y de cuya existencia me acuerdo cuando leo en los diarios el fallo del jurado.
Mi secretaria. Escribió
«Castañino» por «Castagnino», y «Seis Barral» por «Seix Barral» (en cartas que a ellos dirigí).
Para toda propuesta, tiene una contrapropuesta insensata.
Quisieron que sus epitafios los declararan milaneses Stendhal y el dibujante Mauzan. Según Alphonse Siché en el Cementerio de Montparnasse, en la tumba de Stendhal se lee el siguiente epitafio:
Arrigo Beyle
,
Milanese
,
Visse, scrisse, amò
.
La tumba de Mauzan, en Saint-Michel en Trèves, tiene este epitafio:
Lucien Mauzan
milanés
,
vivió, diseñó, amó
.
Tengo una mala noticia para usted: van a poner un impuesto a la soncera.
Arte y literatura
. Byron dijo que sus memorias estaban escritas «in my best Caravaggio slyle». Hoffmann tituló un libro
Piezas de fantasía a la manera de Callot
(
Fantasie Stücken in Callots Manier
).
Corrección de la memoria
. Suelo recordar los versos de Charles Nodier, citados en el epígrafe de Kipling:
C'est moi, c'est moi, c'est moi!
Je suis la Mandragore!
La fille du printemps que s'eveille à l'aurore
et qui chante pour toi!
Por segunda vez
[27]
descubro que digo mal el tercer verso. La lección correcta es:
la fille des beaux jours que s'eveille à l'aurore
.
Lo digo mal, pero lo mejoro.
Se diría que escribir narraciones ya es para mí una función natural; en cambio cuando escribo un prólogo o un ensayo me desdoblo. Me veo escribiéndolo, me pregunto si podré hacerlo y si lo aprobarán los lectores; me parece que preparo un trabajo para una mesa examinadora. No son éstas las mejores circunstancias para lograr un buen trabajo.
29 enero 1987
. Tortícolis, que ojalá sea tortícolis.
Idiomáticas. Chiflón
. Sutil corriente de aire. Expresión muy usada en Buenos Aires, hace cincuenta años, ahora en desuso.
Sueño y realidad
. En la noche del 29, me acosté con un persistente dolor en el pescuezo. Tan vivo llegaba a ser, que para echarme en la cama debía sostener la cabeza con una mano. A eso de las tres y media, gradualmente desperté de un sueño en que me creía bien, sin dolor en el pescuezo. Me dije: «Estoy soñando que estoy sano; pero no lo estoy; no debo ilusionarme; estoy casi convencido de no tener más el dolor; ¡nada más persuasivo que los sueños!».
Al incorporarme para ir al baño, advertí que ya no era necesario que sostuviera la cabeza con una mano. El dolor había desaparecido. La cura me pareció milagrosa.
Historias desaforadas
salió a la venta el 1.º de diciembre de 1986; el 18, Miguel me llama y me dice: «En Emecé hoy me dijeron que
Historias desaforadas
está agotado. Pedimos cincuenta ejemplares (para la librería Jenny) y no pudieron mandarlos». No está mal: 5.000 ejemplares, un libro de cuentos, esta época…