Cuatrocientos veintisiete argentinos se suicidan. Entre otros, Elvira Bernárdez, de veinte años, que bebe un vaso de agua en la que disolvió dos cajas de fósforos Victoria.
Peor que la cárcel es la vejez, porque no permite el consuelo tan necesario de preparar una fuga; o siquiera de soñar con ella. ¿Podemos imaginar algo más patético y ridículo que un fugitivo que se desploma al trasponer la puerta de su casa? Tal vez el gesto valga la pena.
¿Buscamos la fama? No, buscamos la verdad, siquiera el acierto y dejamos la tarea de repartir la fama a una asamblea de locos. Si la asamblea nos premia en el reparto, no la desairaremos, pero tampoco la reputaremos infalible.
Su belleza; sus ojos, su boca, su cara, tan expresivos de comprensión, de ternura, de tristeza, de resignación, de indignación, de alegría. Era una admirable actriz que sólo actuaba en la vida privada, y una mujer profundamente boba. Esa contradicción entre la expresión y la esencia (o índole) desorientaba y apenaba a su amante, que tardó años en descubrir la asombrosa verdad.
Llega un momento en la vida en que no importa perder oportunidades. Ya no importa que nos vaya bien o que nos vaya mal.
De noche, desde su cama, oye a la gente que habla y grita en la calle. Hace conjeturas y muy pronto cree en ellas. Son alarmantes. Cuando tardo en volver, hace conjeturas y cree en ellas. Son alarmantes.
Diario
.
Milagro de porquería
:
lo que toco se extravía
.
Se equivocaba siempre. Decía
pied à terre
por
terre à terre
.
Madona de prostíbulo
por
madama
.
Frases de ayer
. «Hijo mío, tu padre y yo hemos pensado que ya es hora de que regularices tu situación». Muchas veces los padres eran acometidos por la impaciencia, mejor dicho el prurito, de regularizar la situación del hijo con una amante a la anteriormente se opusieron. Si hubieran reprimido esa impaciencia, un día las cosas se hubieran arreglado. No se aguantaron, y el hijo, tal vez por no creer demasiado en la realidad, se puso, para el resto de la vida, el yugo, la pechera, las anteojeras, el carro.
De acuerdo, nadie me quita lo bailado, pero ¿quién me lo devuelve?
Título de un libro en que Sabato reunió críticas y recortes sobre sus libros:
Una épica engendradora de eternidad
.
The useful book that knows
, expresión usada por Borges, cuando yo le decía: «Vamos a consultar en el diccionario» (o enciclopedia, o el libro de consulta que correspondiera).
El argentino no usa la palabra
hierba
.
Yerba
, sí, para «yerba mate», para «yerbas medicinales» y para la expresión «y otras yerbas» (por ejemplo: Es un experto en Filosofía y otras yerbas). Leguizamón parece usar
yerba
por
pasto
. Yo nunca oí en mi país
hierba
o
yerba
por
pasto
. «Hay abundancia de hierba» me asombra, y si alguien dice «Hay abundancia de yerba» creo que hay abundancia de yerba mate.
Idiomáticas. Matasiete
es un fanfarrón, pendenciero;
mataburros
, un diccionario;
matasanos
, un médico o curandero;
matarratas
, aguardiente fuerte y de mala calidad;
mataperros
, muchacho travieso;
matasellos
, el sello de correo que inutiliza las estampillas.
[24]
Cuando yo era chico, se hablaba de
matagatos
, arma de fuego (¿o de aire comprimido?) de poca monta.
Llaman los españoles
estampilla
a lo que llamamos
sello
y
sello
a lo que llamamos
estampilla
.
A una muchacha que se recibió después de acostarse con todos los profesores que le tomaron exámenes la llamaban «El cuerpo de profesores».
Tranquilo, sin mujeres
.
Ay de ti cuando te enteres
.
Mi amiga pondría el grito en el cielo, por el
ti
. Lo considera ridiculez incompatible con la poesía. Yo no soy tan nacionalista. Tal vez porque empecé mis lecturas por los clásicos españoles, no me sobresalto con formas que no son de mi lengua oral. Además, la ridiculez, si existe, alcanza al autor, no al texto. Pueden decir: «Qué hombre confuso. Se cree español o latinoamericano…». Pero si el texto saliera bien, ¿sería bueno en Madrid o en México y malo en Buenos Aires?
Idiomáticas. Alegrón
. «Yo andaba medio alegrón» (achispado, borracho). «Me dio un alegrón cuando trajo el chivito». «Verla fue un alegrón».
La parte por el todo
. Cuando yo era chico, para decir que una chica era virgen, se decía «Es virgo»
[25]
. Desde luego corría también la expresión: «le rompí el virgo». De hombre empecé a oír: «Es virgen». Ahora nadie habla de virgos.
Explicación de caracteres inexplicables
. Un personaje «muy visto» en la historia, en el teatro y en las novelas, es el viejo marido, con amante, que maltrata a mujer e hijos y cuando (según la expresión de la familia) se libra de la amante (tanto da que la deje o lo deje, o que ella muera) de nuevo es afectuoso con las mujeres de la casa. Probablemente, cuando tenía la amante, el hombre saciaba en ella su necesidad de proceder a la mímica del cariño; faltando la amante, debe volcarlo en otra o en otras mujeres: las de su casa, que sin amante que celar, se volvieron más queribles.
Doy a una amiga homosexual una biografía de Jane Austen. Lee: «La persona que más quería en el mundo era Casandra». Inmediatamente siente simpatía y hasta un vivo interés. Cuando digo que Casandra era la hermana, de desinteresa para siempre de Jane Austen.
Idiomáticas. Boca sucia
. En épocas en que no era habitual el empleo de las malas palabras, a quien las empleaban lo llamaban
boca sucia
.
Pocos son los amigos, y menos los que se entristecen por nuestros infortunios y se alegran por nuestras victorias.
En la encrucijada, un remedio heroico
. Cuando el asedio de reclamos de tu prójimo crezca y se vuelva irreparable, recuerda que la solución heroica es la fuga. Heroica y feliz. Te lleva a otra realidad, una nueva, que todavía no desarrolló exigencias a tu respecto. Mientras tanto el tiempo pasa y lo que fue inminente, perentorio, pierde actualidad, se vuelve un lejano ayer del que tus ex tigres no querrán acordarse.
Los únicos mimos tolerables fueron los actores del cine mudo. Ya no hay más.
La dificultad de huir
. La huida, sin miedo, es difícil; cuando llega el miedo es insoportable.
En la Feria del Libro, chicos de escuelas y de colegios se acercaban a los escritores y les hacían reportajes, seguramente por indicación de maestros o profesores. Un chico de seis o siete años me preguntó: «¿Cuál es la función social de la literatura?». Yo pensé que en las circunstancias, con gente que me extendía libros para firmar, no había campo para dar explicaciones largas, que mi interlocutor no hubiera entendido, y que debía contestar concisamente, claramente, de un modo muy general. Le dije: «La literatura, como el arte, exalta la vida; la vuelve más bella y mejor, y por eso va a ayudarte a vivir». Un hombre que estaba entre el montón, sacudió la cabeza y observó:
—Qué superficialidad. Yo creo un escritor debe ser más responsable de lo que dice.
Sueño
(vergonzoso). Voy en la punta del maratón, Cortázar me sigue. Habrá que ver si no me alcanza poco antes de llegar a la meta, que es en el pueblo de… Con alguna aprensión recuerdo, en el sueño, el caso, repetidamente visto en televisión, de punteros alcanzados y pasados en el tramo final. Cortázar no me alcanza. Entro en le pueblo y me distraigo en conversaciones con el público.
Me entero al rato de que debí presentarme al comisariato para declarar mi llegada. A mí nadie me previno.
Después estoy con Cortázar (ya no existe el maratón del sueño). Conversamos, como lo que somos: dos amigos, contentos de verse, con mucho que contarse. Hablamos de una chica, una amiga común, que ganó una beca. Yo tengo la condecoración azul que certifica que nuestra amiga ganó la beca. Se la doy a Cortázar, para que pida una renovación. La guarda en su valijita. Recapacito y le digo: «Como ella murió, no es inútil pedir la renovación» [sic]. «Es claro —me dice—. Te la voy a devolver, para que la guardes vos». Busca la condecoración en la valijita. No la encuentra. Vuelca el contenido en un banco: hay ropa blanca y galletitas de agua. Está ocupado en buscar la condecoración, cuando despierto.
El competitivo maratón es la indicación de algo que en la vigilia no he sentido (conscientemente, por lo menos). En cuanto a la muerte, la transferí, en el sueño, de Cortázar a esa amiga común, que en el sueño los dos conocíamos y queríamos, y que en la vigilia no conozco.
Origen de la expresión cocktail
. Bennett dice (
Journals
, 1.º de enero de 1927) «a cocktailed horse is, I believe, a horse which has had its tail docked (cortada). Hence its tail flounces out gaily… hence a cocktail ought to be so-called cause it gives you the jolly feeling of a horse with its tail up». Agrega, sin embargo: «But, actually is it so-called for rhe reason? Nobody knows».
En casa de Lavalle Cobo, cuando yo tenía doce o trece años, estudiábamos Hernán y yo literatura española, con el padre Bessero. Este padre, el primer cura que frecuenté, debía querer bastante la literatura, porque sin dar pruebas de discernimiento para explicarla, supo iniciarme en ella.
El padre Bessero cometió el error de hacer confidencias a chicos. Todavía hoy, cincuenta y nueve años después, lo recuerdo casi exclusivamente porque me dijo que sentía tentaciones y que era seco de vientre. Reaparece en mi memoria, revoleando la sotana para cruzar la pierna y comentando, con su voz de cura, que el sacerdocio es duro, porque hay momentos en que las tentaciones debilitan la fe. O si no, llamándome embustero, porque una tarde dije que no tomaría mate porque me descomponía. «¿Quién te va a creer? —preguntó—. Está probado que todo el mundo es seco de vientre. Yo, si no tomo mi pastilla, no hago nada». Abrió una cajita de lata, sacó una pastilla y se la tomó. Aun en el caso (improbable) de que todo fuera una broma, y la pastilla de menta o anís, el pobre cura definitivamente quedó para mí como lujurioso y seco de vientre.
Cuento del que descubrió cómo abrir paso en medio de la vejez para reingresar en la juventud. Se es joven, realmente joven, mientras se crece.
El optimismo y el pesimismo son cuerpos extraños en el pensamiento.
Como el joven se resfría, el septuagenario muere.
El que se abriga con la manta del optimismo, amanece destapado y temblando.
Una chica muy literal
. Una chica de once años me cuenta: «A una compañera de quinto grado quisieron degollarla en el subterráneo, y apareció en la escuela acompañada de un policía». Yo: «¿Por qué quisieron degollarla?». La chica: «Porque no hizo los deberes de francés. En todo caso, es lo que dicen mis compañeras». Quiero creer que las compañeras lo decían en broma; ella lo tomó en serio.
3 de mayo, 1986, 11 h. 40
'. Las ganas de irme y la imposibilidad de irme alcanzaron hoy un equilibrio perfecto e insoportable.
De ella cabría decir:
not all her no are yes
.
11 mayo 1986
. Murió Isidoro Ruiz Moreno. Profesor de Derecho Internacional Público en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Autor de un libro sobre D
erecho Internacional en tiempo de guerra
, que me pareció, cuando yo estudiaba derecho, mejor que otros que debí leer; también Ruiz Moreno me pareció mejor profesor que otros (en uno y otro caso, no mataba gran punto). Mi padre lo respetaba y lo quería bastante. Me contaron que, en la vejez, lo alegraba sobremanera que articulistas y tratadistas lo citaran; un hijo suyo pedía a colaboradores que le llevaban una revista de Derecho Internacional, de la que era director, que incluyeran alguna cita de un escrito del padre o que por lo menos lo nombraran. Fue ministro de Relaciones Exteriores.
Idiomáticas. Se me pasó
por
me olvidé
. A una española le oí: «Se me pasó el santo al cielo». La significación está en «se me pasó»; el santo al cielo es un adorno, una compadrada o, mejor dicho, rúbrica.
Definición
. Hombre. Animal gregario, no apto para la vida en sociedad.
Sigo leyendo la
Memoria personal
de Brenan. Descubro algunas afinidades. Después de un largo viaje por Italia, que le gustó mucho, pasó por Francia, donde ya había vivido, y pensó que para él nunca valdría la pena salir del campo francés y para aclarar su sentimiento recordó el comentario de Renoir cuando supo que Gauguin se había ido a Tahití: «Y, sin embargo, se está tan bien en Battignolles».
Una buena observación de Brenan dice que los escritores están siempre dispuestos a entenderse con cualquier clase de gente, pero que tienen cierta rigidez para admitir maneras de prosa distintas de la propia.
Algo más. Parece que su madre, que veía con desagrado victoriano el sexo, era muy amplia para tratar a las madres solteras y se oponía a que las hicieran casar contra su voluntad con el hombre que le había hecho el hijo. Agrega Brenan: «No creía que la respetabilidad fuera una meta del cristianismo. No me interesan mucho esas metas, pero me parece bien que la respetabilidad no sea la meta de una religión».
Sábado, 14 de junio de 1986
. Almorcé en La Biela, con Francis. Después decidí ir hasta el quisco de Ayacucho y Alvear, para ver si tenía
Un experimento con el tiempo
. Quería un ejemplar para Carlos Pujol y otro para tener de reserva. Un individuo joven, con cara de pájaro, que después supe que era el autor de un estudio sobre
Eddas
que me mandaron hace meses, me saludó y me dijo, como excusándose: «Hoy es un día muy especial». Cuando por segunda vez dijo esa frase le pregunté: «¿Por qué?». «Porque falleció Borges. Esta tarde murió en Ginebra», fueron sus exactas palabras. Seguí mi camino. Pasé por el quiosco. Fui a otro de Callao y Quintana, sintiendo que eran mis primeros pasos en un mundo sin Borges. Que a pesar de verlo tan poco últimamente yo no había perdido la costumbre de pensar: «Tengo que contarle esto. Esto le va a gustar. Esto le va a parecer una estupidez». Pensé: «Nuestra vida transcurre por corredores entre biombos. Estamos cerca unos de otros, pero incomunicados. Cuando Borges me dijo por teléfono desde Ginebra que no iba a volver y se le quebró la voz y cortó, ¿cómo no entendí que estaba pensando en su muerte? Nunca la creemos tan cercana. La verdad es que actuamos como si fuéramos inmortales. Quizá no pueda uno vivir de otra manera. Irse a morir a una ciudad lejana… tal vez no sea tan inexplicable. Cuando me he sentido muy enfermo a veces deseé estar solo: como si la enfermedad y la muerte fueran vergonzosas, algo que uno quiere ocultar».