Don Alfredo (58 page)

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Authors: Miguel Bonasso

Tags: #Relato, #Intriga

BOOK: Don Alfredo
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El 21 de diciembre,
Noticias
publicó el extenso informe de Zunino y Goldman bajo el título "Yabrán: Mano de obra ocupada". El subtítulo aclaraba: "Ex represores de la ESMA trabajan en agencias de seguridad a las que se vincula con el enigmático empresario de correos". La nota venía ilustrada con fotos de legajo de Dinamarca, Naya y Donda. Era la primera vez que un medio sacaba a luz, con fotos y datos precisos, a los hombres que comandaban el aparato de seguridad e inteligencia de Alfredo Yabrán.
Palito
leyó el artículo en las calientes arenas de Pinamar. Más tarde, cuando se abrió la causa Cabezas, ni el comisario Fogelman ni el juez Macchi consideraron relevante citar al marino a declarar.

Gabriel Michi llegó a Pinamar el 20 de diciembre con el objetivo de máxima de todas las temporadas: lograr la anhelada entrevista con Alfredo Yabrán. Incluso llegó a plantearle al ingeniero Abruzzese que intercediera ante el empresario para que aceptara recibirlos. Cabezas, por su parte, soñaba con retratar (a lo Klodczyck) al chabón que había fotografiado de apuro en la playa. Michi se encontró con José Luis a media mañana para planificar el trabajo. Los dos estaban contentos. Pero en un momento dado el fotógrafo se puso serio y le comentó:

—¿Sabés que me dijeron que gente de Yabrán estuvo tratando de averiguar mi dirección en Buenos Aires?

—¿Quién te dijo?

—Alguien.

—Boludo: no te hagas el misterioso, decime quién te lo dijo.

—Alguien de la Municipalidad.

—¿Quién? ¿Alejandro Esganian?

—Sí.

Esganian había sido jefe de Prensa del intendente Altieri y a veces les pasaba algunos datos para las notas.

—¿Pero te parece que es algo serio? —insistió Michi, ligeramente preocupado.

José Luis se encogió de hombros y se cagó de risa. Los dos jóvenes enfilaron hacia la playa.

Pocos días más tarde, Cabezas le comentó a Michi con una mueca de desagrado:

—Che, ¿sabés qué me llama la atención? Vino el hermano de Altieri y me dijo "qué linda que es tu gorda". Por Candela. Y luego vino el comisario Gómez y también me dijo "qué linda nena tenés".

—Y... ¿qué tiene de raro? Si Candela es preciosa.

—No sé. No me gustó eso.

Eran señales, pequeñas huellas en la arena, apenas ligeras molestias que se fundían con la policromía de las sombrillas, las formas esbeltas, las pieles dorándose al sol, el caleidoscopio de las noches. Pero también podía ser el olfato agudo de la presa, que descubre un olor distinto, inesperado: el paso del cazador, que ya está sobre su rastro. Un operativo de inteligencia estaba en marcha sobre los enviados de
Noticias
desde los primeros días de diciembre, y la mala idea venía de antes. La policía y socióloga Silvia Belawsky había hablado con su colega, Margarita Formigo, para pedirle los datos de "un tal Cabezas". Por cuenta de Gustavo Prellezo, el marido, también "Pata Negra", al que temía, despreciaba y engañaba. Unos meses antes, el Patrón de la Costa ya le había advertido al ex poli Pedro Avio: "Quedate piola si no querés que te pase lo mismo que al cazador de noticias que viene a joder en la temporada". Y un compañero de presidio de Carlos Redruello en Bahía Blanca escuchó clarito cómo le ofrecían al buchón miles de dólares para colaborar en un asesinato que iban a ejecutar en el verano. (Otro dato que luego a Fogelman ya Macchi no les parecería relevante.)

La
Liebre
Gómez, el comisario de Pinamar que había empezado, cachazudo, humilde y paisano (con los aires gauchescos de General Belgrano) pero había crecido en poder y mañas a la sombra política de Biaggio Altieri, distaba de ser ajeno al movimiento de reptiles que se estaba gestando en las sombras. Uno de sus hombres, el suboficial ayudante Aníbal Luna, fue visto en la primera quincena de enero conduciendo un Fiat Uno blanco de cinco puertas. El mismo que observarían los testigos en las cercanías de la fiesta de Andreani, el mismo que Gustavo Prellezo, antiguo número dos de la
Liebre,
desplazado por Gómez a la comisaría de Mar del Tuyú, denunció como robado en julio de 1996. El mismo que aparecería providencialmente incendiado en Berazategui el viernes 11 de abril de 1997.

Dos semanas antes del crimen, una máquina vial contratada por la Municipalidad de Pinamar cavó el pozo más grande de todos los que se abrieron a la vera del camino que conduce a la laguna Salada Grande. Nadie explicó qué hacía una máquina de Pinamar en el Partido de General Madariaga. Los presuntos operarios advirtieron a los puesteros del lugar que en esa cava se quemarían ramas: "Si ven humo no se hagan problemas". Los actores ya estaban, también el escenario. Algo oscuro y viscoso se estaba moviendo en la Costa y dejaba huellas de animal grande.

Una mañana, a mediados de enero, José Luis y Gabriel montaron guardia en las inmediaciones del chalet Narbay. No tenían idea de que estaban siendo observados desde el piso noveno del edificio ubicado en De la Ballena 99, donde la custodia de Bridees tenía su puesto de control y comunicaciones. Sí registraron la presencia de un Volkswagen Gol blanco, patente AVR 650, estacionado en una calle paralela a De la Ballena y De la Sirena, "que les pareció que era de la custodia de Yabrán". Al mediodía, exhaustos, hambrientos y sin nota, decidieron ir a comer. Un tipo que pasó por allí les sopló el dato de que Yabrán bajaba con su familia al balneario Bacota todos los días, a las cuatro en punto, con la exactitud ritual que lo caracterizaba. A las cuatro llegaron a Bacota y lo vieron estacionando su camioneta. Michi, que iba al volante, intentó meter el auto de la revista en el mismo estacionamiento pero no había lugar y tuvo que dejarlo a media cuadra de distancia. Cuando regresaron, la camioneta seguía en el lugar pero Yabrán había desaparecido. Se fijaron en la carpa que solía ocupar pero no había rastros. Recorrieron la playa y no lo encontraron. A las cinco y media recibieron un mensaje por el celular avisándoles que el gobernador Duhalde se disponía a jugar un partido de fútbol en el balneario El Cocodrilo, de Rafa de Vito, el dueño de otro importante corralón que competía política y comercialmente con Biaggio Altieri. Decidieron dividirse. Michi seguiría la guardia en el lugar y José Luis trataría de enfocar al Gobernador mientras se mandaba una gambeta. Gabriel se quedó de guardia y José Luis se llevó el Ford Fiesta blanco, patente AUD 396, que
Noticias
había alquilado en la empresa Localiza de la Capital. Tardó mucho en regresar. Michi estaba harto de esperar inútilmente, Yabrán había desaparecido y dos muchachos jóvenes se habían llevado la camioneta. Era una clara demostración de que los habían visto. José Luis le comentó que al salir rumbo a El Cocodrilo descubrió que el auto tenía una goma pinchada. Como ya no había nada que hacer, Michi le propuso que fueran a una gomería a repararla. Cabezas volvió a buscarla al día siguiente y el tipo de la gomería le comentó:

—Esto te lo hicieron.

Le explicó que el neumático había sido cortado de manera intencional. Cabezas lo comentó con Michi, pero rápidamente se olvidaron: tenían mucho trabajo. El 22 de enero cubrieron la ola de atracos que asustaba a Pinamar. El material, definido por el propio Michi como la típica nota de temporada sin pretensiones de investigación, sería después magnificado como un posible móvil del crimen. Allí se daba cuenta de los robos sufridos por algunos famosos como César Luis Menotti, Jorge Czysterpiller —el antiguo manager de Maradona— y el propio intendente Altieri. En clave ligera se describían algunas novedosas modalidades delictivas como la de "los asadores", que patrullaban Cariló en un coche robado, olfateaban dónde había un asado y mientras los dueños y sus invitados se refocilaban en el quincho, generalmente lejano de las viviendas, entraban al chalet para desvalijarlo. También se hablaba de los "rompe-casas" que destruían innecesariamente puertas que llegaban a costar hasta dos mil dólares y todo lo que encontraran a su paso. Este grupo, se suponía, trabajaba con algunos pícaros que pretendían vender más alarmas. Y esto sí tenía una lejana relación con lo que después declararía Prellezo en la causa Cabezas. La nota no hablaba de la Banda de los Hornos, que era aún totalmente desconocida para Gabriel y José Luis. Ni de la más poderosa y sangrienta Banda de la Costa. Las fuentes habían sido el comisario Gómez, con quien Cabezas se llevaba mejor que Michi, y el oficial inspector de la seccional de Cariló, Héctor Ramón Colo, que después sería mencionado, también, en el expediente del crimen. Los dos quedaban bien en la nota. Especialmente Colo.

El último intento, fallido, de entrevistar a Yabrán fue en la parrilla Martín Fierro de Valeria del Mar. Michi observó los autos del empresario en el estacionamiento, pero cuando quiso entrar en el restaurante se lo impidieron los custodios, informándole que se trataba de "una fiesta privada". Los enviados también hicieron preguntas sobre una "misteriosa rubia" vinculada con Yabrán y sus empresas, pero no pusieron ningún esfuerzo especial por encontrarla. La foto de Ada Fonre montada en su cuatriciclo sería tomada por el
Pato
Haimovici en una época realmente pesada, cuando ya nadie se animaba a meter las narices en las cercanías de Don Alfredo, y fue publicada por
Noticias
en febrero, en un tamaño bastante módico. Sobre todo si se piensa que por esas imágenes el
Pato
habría cobrado la cifra poco común de siete mil dólares, con la que emprendió un viaje aventurero por América latina, mientras el juez Macchi trataba de ubicarlo para que prestara declaración. Estuvo nueve meses fuera del país, y fue contratado por la editorial para el fugaz diario
Perfil.
Nunca declaró. En un informe de la empresa Unifon figura que entre el 16 de enero y el 27 de febrero alquiló el celular número 068–800302. A sus compañeros de cobertura el dato les resultaría muy curioso: nunca lo habían visto usar un celular.

Si se cree en la versión que después darían los
Horneros,
el fatídico 22 de enero José Luis Cabezas habría sido "marcado" ante sus futuros secuestradores. El "marcador" habría sido uno de los agentes que hacían inteligencia sobre ellos, Aníbal Luna. Esa tarde, los enviados de
Noticias
fueron a la comisaría de Pinamar, sobre la avenida Bunge, a buscar a Gómez. En la acera de enfrente de la avenida, en diagonal con la comisaría, había ocurrido un curioso episodio que Cabezas fotografió. La empresa Land Rover había montado un
stand,
en forma de montaña rusa, donde un piloto de pruebas hacía demostraciones con una camioneta. En una de las cabriolas la camioneta había volcado. Michi y Cabezas estacionaron el Ford Fiesta en el estacionamiento de la comisaría, atravesaron un corto sendero y llegaron a la puerta de entrada donde había un policía parado. Le preguntaron por Gómez y el policía señaló el otro lado de la avenida, donde la exhibición había terminado en estropicio. Cruzaron la calle y lo encontraron. Algún tiempo después, cuando Luna fue involucrado en la causa y su foto salió en la prensa, Michi reconoció al policía de la puerta que los había enviado al
stand
de Land Rover. Los
Horneros,
por su parte, declararían en su momento que desde la comisaría de Pinamar les habían avisado que los tipos de
Noticias
ya habían llegado a la exposición de Land Rover. Entonces, con el Dodge 1500 de Prellezo, llegaron hasta la comisaría, donde Luna les habría señalado a los periodistas. Meses más tarde, cuando entró en vigencia el sistema informático Excalibur, que Duhalde obtuvo del FBI y blandió como espada sobre la testa coronada, pudo comprobarse que ese 22 de enero hubo gran cantidad de llamadas entre la comisaría de Pinamar, Prellezo, la custodia de Yabrán en la Calle de la Ballena 99 y el propio comisario Gómez.

La fiesta de Andreani se hacía en su chalet de la calle Burriquetas, entre Troya y Príamo, en el extremo norte de la zona más exclusiva y custodiada de Pinamar. A pocos metros de la mansión estaba el chalet del gobernador Duhalde, que no asistió al cumpleaños del empresario postal, aunque éste había apoyado las tareas sociales y políticas de su esposa Hilda
Chiche
González con la Fundación "Pueblo de la Paz". Casualmente, ése era el nombre histórico de Lomas de Zamora, feudo de Duhalde. El Gobernador estaba en casa, protegido por su escolta. Al lado de la vivienda de Duhalde estaba el chalet del presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, el hombre que soñaba con suceder al Delfín en La Plata cuando éste se lanzara a la Presidencia. No era, como se ve, un área fácil para montar guardia y practicar un seguimiento que debía concluir en secuestro y asesinato.

Gabriel y José Luis llegaron a la fiesta a las doce menos cuarto del 24 de enero y dejaron el Ford Fiesta a cien metros de la puerta lateral de la casa. Aunque no había grandes personajes para fotografiar o entrevistar, sino segundones como el
Pato
Fernando Galmarini y el subsecretario de Trabajo bonaerense Jorge Rampoldi, Cabezas sonrió complacido tras entregarle una remera de regalo al dueño de casa. Andreani, cordial, jodón como siempre, los acompañó personalmente al quincho de la residencia decorado como si fuera un navío. Pocos minutos después comenzaron los fuegos artificiales. A las cuatro de la mañana Michi le dijo a José Luis que "estaba muerto" y se iba a dormir. Durante el día habían tenido una paliza infernal y el 25 llegaban unos amigos de Buenos Aires para festejar su cumpleaños al día siguiente. "No, yo me quiero quedar", dijo Cabezas, levantando triunfalmente el vaso de whisky. Michi se retiró con el fotógrafo de
Para Ti
Carlos Alfano y le dejó las llaves del Ford Fiesta, diciéndose para sus adentros que el compañero, de sed implacable, regresaría a su casa —en el centro de Pinamar— en "piloto automático". Al salir no advirtió nada raro y llegó sin problemas al departamento que la revista
Noticias
alquilaba en la avenida Bunge. Sin embargo, afuera, en los alrededores de la residencia de Andreani, habían ocurrido varias cosas raras.

Había por lo menos seis autos circulando de manera sospechosa que incluso se hacían guiños con las luces. Cuando el subsecretario Rampoldi abandonó el lugar fue seguido por un auto importado con cinco sujetos a bordo. A las dos y media de la madrugada, la señora Diana Solana de Bafiggi regresó a su casa con su marido, su madre y una amiga y observó movimientos inquietantes cerca de su vivienda, ubicada a escasos cien metros de la fiesta. Temiendo que estuvieran por robarlos, salió a la calle para ver qué estaba pasando. Había numerosos vehículos estacionados, pero enseguida le llamó la atención un Fiat Uno con dos personajes mal entrazados que parecían vigilar el barrio.

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