El tercer brazo (58 page)

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Authors: Jerry Pournelle Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: El tercer brazo
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Freddy lo comprobó.

—Nuestros aliados no se encuentran por ningún lado cerca. Aunque es posible, desde luego. Los Guerreros son malditamente buenos en matar… Imagen aumentada, Pantalla Dos.

—Correcto. Naves de rescate del Kanato, Freddy. Ahora remolcan ese cilindro. De rescate o de salvamento. Y el resto aún viene… y ahí desaparece otra pareja. Se están fundiendo. El Grupo B debe estar abandonando restos y tripulación por todo el cielo.

—Eso les hará daño.

—Sí, en el caso de que nuestros aliados puedan intervenir. Pierden masa, gente, potencia de fuego… todo con el fin de conseguir combustible para alcanzarnos. ¿Estás de acuerdo? Es a nosotros a quienes persiguen las naves Guerreras. A las naves del Imperio.

—Sí, señor.

—Debería hablar con la
Atropos
.

Joyce encontró la siguiente hora aún más confusa. Era frustrante: tenía su equipo de grabación, nada se le ocultaba; no obstante, no conseguía una historia que pudiera narrar.

—Lo único que todavía me preocupa —oyó a Renner contarle a la
Atropos
— es que cuando pasemos por el punto de Eddie el Loco debemos saber que ninguna nave de los Amos le ha dado a los Guerreros órdenes nuevas. De lo contrario, estaríamos abandonando al sistema de la Paja a manos del Kanato.

Y eso tenía sentido; sin embargo, ¿cómo ponérselo a un espectador? «Si perdemos, jamás lo sabréis. Incluso quizá nunca lo sepamos nosotros. Si regresamos a través de Nueva Cal y esa pequeña estrella anaranjada dentro de un año, podríamos estar hablando con un sustituto de Eudoxo que habla por un sustituto de Medina. Todos los pajeños se parecen; pero ¿éstos son los buenos y…?»

—Tal vez más adelante —le dijo a Bury—. Tal vez lo entienda más adelante.

—Y quizá nunca lo consiga —afirmó Bury.

—Si perdemos…

—Sí, por supuesto; pero incluso si ganamos. Ya me ha sucedido a mí. —Y se lanzó a otro relato de su terrible pasado, una visión sesgada de la historia del Imperio que Joyce jamás habría comprado ni con perlas y rubíes.

Hubo incidentes. A veces la flota del Kanato les lanzaba luz láser, obligando al
Simbad
y a la
Atropos
a establecer turnos para protegerse la una a la otra. Renner y Townsend al principio lo consideraron como un mero estorbo.

—Lo más probable es que traten de distraernos —comentó Freddy en uno de los raros intervalos en que se halló fuera de servicio.

El comodoro Renner mantenía ocupado a Freddy Townsend. Cuando conseguía un descanso, a menudo empleaba la oportunidad para hablar con Horace Bury; y cuando eso sucedía, Joyce se invitaba a la reunión.

—Han diseminado su flota —dijo Joyce—. Algunas de sus naves han consumido toda su energía y ya no pueden mantener el ritmo. ¿Por qué harían algo así, Freddy?

—Puedo explicarte qué están haciendo —repuso Freddy—; pero el por qué se halla fuera de mi departamento. Serás famosa aun sin saber la razón.

Horace Bury se rió entre dientes.

—Debería dar órdenes a mis agentes de bolsa para que inviertan en su cadena. Creo que van a tener los índices de audiencia más altos de la historia Imperial.

—Hace unas semanas me habría sentado mal que dijera eso —indicó Joyce—. Y todavía más si de verdad hubiera comprado acciones en la IBC.

—¿Y ahora?

Joyce se encogió de hombros.

—Es su nave, y todos vamos en ella.

—Además, sus agentes ya habrían realizado las inversiones —afirmó Glenda Ruth.

—Con cautela. Comprarían muy pocas —dijo Bury—. Después de todo, no era seguro que fuéramos a traer a la señorita Trujillo a la Paja.

—O que saliéramos con vida —indicó Joyce.

—Bueno, si no lo hacemos, no importará si la inversión no es buena —dijo Freddy.

—Oh, Freddy, eso es una tontería —dijo Glenda Ruth—. Su Excelencia…

Advertencia de aceleración
. Puestos de combate.

—Oh, Dios, ¿y ahora qué? —se quejó Freddy.

—Es una masa grande de chatarra a alta velocidad —dijo Renner.

La mayoría de las naves de vanguardia del Kanato se hallaban en modo de desaceleración a alta propulsión. La mayoría. Unas pocas quemaban combustible a un ritmo prodigioso y lo convertían en energía enfocada hacia el
Simbad
; y saliendo del resplandor de ese rayo venía una masa oscura en curso de colisión.

—Tendremos que esquivarla —indicó Freddy. El
Simbad
comenzó a girar.

—Sí. Horace, el Grupo A aumentó a velocidad máxima y, luego, desmanteló sus naves. Puede que casi todo sea depósitos de combustible. Freddy va a girar el yate.

—No nos costará demasiado combustible…

—No, pero debería… Llamada de la
Atropos
; bien.

Joyce oyó a Renner establecer un rumbo para la otra nave.
Simbad
y la
Atropos
se separarían.

Cuatro minutos después —el intervalo de la velocidad de la luz— el montón de chatarra del Grupo A se dividió en dos partes. Lo habían montado con motores. Freddy maldijo a su lagarto; Renner llamó a la
Atropos
y ordenó una descarga de láseres.

Cuatro minutos después el montón de chatarra centelleó con la luz de la andanada de la
Atropos
. ¡Un instante más tarde fulguró con una intensidad cien veces superior! La cámara se sobrecargó y se quemó antes de que Freddy pudiera envolver al
Simbad
con el Campo Langston. Glenda Ruth se agazapó tapándose los ojos con un brazo, y Joyce aguardó que los puntos brillantes desaparecieran. No era tonta como para interrumpir a Freddy o a Kevin.

De todos modos, Freddy habló:

—Tenían un espejo. Las astutas y pequeñas… pesadillas esperaron nuestro rayo y, luego, nos lo devolvieron. Ya se ha vuelto mucho más opaco, pero aún nos arrojan luz solar. No es nada, Glenda Ruth. Sólo otro maldito ataque de estorbo.

Y más para entender. Las naves de la Alianza de Medina seguían a la flota del Kanato, se lanzaban hacia ella con un temerario gasto de recursos, disparaban láseres y misiles y, luego, volvían a alejarse a toda velocidad, el combustible consumido, huyendo con la inercia para ser rescatadas por naves desarmadas de otros clanes.

—Otro avance importante —dictó Joyce—. Hay una flota grande, doscientas naves y más, siguiendo a la flota de guerra del Kanato. Rescata a naves que se han quedado sin combustible. Del Kanato y de la Alianza de Medina por igual; retiran a los rezagados. Creíamos que se trataba de aliados del Kanato, mas no es así. Son neutrales.

»Hemos cambiado la política de la Paja como ninguna otra cosa en su historia. Cien familias y clanes unidos en cooperación, cientos más juntando sus fuerzas, pero todos manteniéndose al margen.

»Nuestros aliados pajeños dicen que se trata de una buena señal.

>>Joyce Mei-Ling Trujillo, Imperial Post-Tribune Syndicate.

—Nos hallamos a noventa minutos de distancia del punto Alderson al que todo el mundo llama el punto de Eddie el Loco. Los pajeños se están poniendo nerviosos. A nadie le gusta mucho la conmoción del Salto; sin embargo, nuestros amigos pajeños le tienen terror. Esperemos que la perspectiva ponga nerviosos a los Guerreros del Kanato.

»La situación es ésta:
Simbad
y
Atropos
se encuentran en rumbo hacia el punto de Salto y desacelerando. Los elementos de vanguardia de una flota de guerra de Bizancio, el más poderoso de nuestros aliados, ya han alcanzado el punto de Eddie el Loco y están preparados y a la espera de órdenes.

»Mientras tanto, suceden cosas en la flota perseguidora.

Joyce enfocó un primer plano de una pantalla.

La estructura que habían estado llamando Kanato B se hallaba bajo fuerte desaceleración, La inmensa masa de chatarra ya no era un único objeto. Las brillantes chispas de los impulsores de fusión se separaban en pares.

Otra pantalla mostraba una imagen borrosa transmitida por la
Atropos
: dos naves del Kanato se juntaron y permanecieron acopladas hasta que una nave reconstruida comenzó a desacelerar, abandonando parte de su masa como restos.

—No sabemos qué significa eso —dijo Joyce. Jerga de reportero para algo que desconocía.

Kevin y Freddy habían dejado de discutir sobre ello; sin embargo, Renner se había tomado tiempo para hablar con Bury. Anclado con la cara hacia arriba en una cama de agua a alta gravedad, a Horace Bury por lo menos le podía venir bien el entretenimiento. Joyce enfocó la cámara hacia ellos; no se dieron cuenta.

—Entonces, ¿qué tenemos? —comentó Renner—. El Grupo A se ha impulsado a alta velocidad, continuó con inercia, y ahora se halla bajo desaceleración. Es clásico. Llegarán al punto de Eddíe el Loco más o menos al mismo tiempo que nosotros, aunque eso podremos solucionarlo.

Bury no formuló ninguna pregunta; de modo que la hizo Joyce:

—¿Cómo?

La mirada de Renner mostró irritación.

—Ahora desaccieración a bajo impulso, propulsión más alta luego… lo que nos llevará antes. Ellos no pueden hacerlo. Se encuentran a propulsión máxima sin reserva de combustible.

—Pero la alta propulsión…

—Como lo desee Alá, Joyce. ¿Qué hay del Grupo B, Kevin?

—Sí, ahí está la molestia. En ningún momento apagaron sus impulsores. Marcharon siempre a baja propulsión, justo hasta pasar el punto central, y en todo el trayecto fueron desprendiéndose de masa. Depósitos de combustible, Ingenieros, esa cosa que sirvió de espejo, ¿quién sabe qué más? Da la impresión de que llegarán al punto de Eddie el Loco justo detrás del Grupo A, aunque con abundancia de combustible de reserva. Si fallamos en nuestro Salto, diría que estamos muertos. Por lo tanto, nos vemos obligados a saltar.

—En ese caso, Kevin, se han vuelto muy vulnerables ante Medina. Las fuerzas de Medina se enfrentarán a setecientas naves del Kanato situadas en una larga línea. ¿Se trata de una estrategia ganadora? Deben hacer mucho más que silenciar todas las voces humanas. Deben controlar la Hermana. Cuando regrese el Imperio, el Kanato tiene que hablar primero.

—Están pasando algo por alto —intervino Glenda Ruth.

Una fuente extraña, pero…

—Muy bien. ¿Qué? —preguntó Kevin.

—No lo sé. —Se acomodó en el borde de la cama de agua y rascó a Alí Babá detrás de la oreja—. Pero son Guerreros. Siguen las órdenes de un Amo; sin embargo, eso no los convierte en tontos. Recuerden cuál es su misión y piensen de nuevo.

Cynthia sabía cómo preparar café turco. Bury sorbió el suyo y dijo:

—Aquí cobra importancia el combustible. Las naves del Kanato se hallan agotadas. ¿Y nosotros? Base Seis nos sigue, por supuesto.

—Llegará con ciento diez horas de retraso. Podrán rescatar a cualquier nave que se quede seca, no obstante, ello no nos ayuda a luchar. Sin embargo, sería posible que repostáramos con una nave de Medina. Ni siquiera creo que nos haga falta. Y cruzaremos el punto de Eddie el Loco a trescientos kilómetros por segundo, como la última vez, con las naves de la India triangulando para nosotros.

—¡Ah!

Cynthia se puso alerta en el acto.

—¿Excelencia?

—Me encuentro bien, Cynthia. Kevin, los restos espaciales. La masa, la chatarra dejada cuando las dos naves se fundieron a mil klicks por segundo. Haz que la
Atropos
rastree el curso de la chatarra. Verás que una masa equivalente a más de cien naves espaciales se halla en rumbo para cruzar directamente por el punto de Eddie el Loco justo cuando a nosotros nos gustaría hacerlo.

—De acuerdo; échate ya. ¿Freddy?

—Estoy en ello —Freddy Townsend trabajaba con denuedo en su panel de control.

Una pantalla se iluminó: el portavoz de Rawlins.

«¿Por qué estoy menos asustado que antes? —se preguntó Renner ¿Porque mi gente empieza a conseguir las respuestas adecuadas?

»No, es más que eso: porque la mente de Horace Bury se halla viva y despierta.»

Mientras Freddy trabajaba, Renner dijo:

—Omar, necesito que esos restos sean bloqueados de algún modo. Las únicas naves que han de pasar por el punto de Eddie el Loco son la
Atropos
y
Simbad
. ¿Se lo informará a los Amos de Medina?

—Lo averiguaré —repuso Omar.

En ese momento nadie tenía tiempo para explicar las cosas, y sus preguntas distraían la concentración. Lo único que podía hacer Joyce era grabarlo todo y esperar sacarle algún sentido más adelante.

—Hemos oído hablar de la «niebla de la guerra» —dictó—. Es demasiado real. No sé que está pasando, y tampoco nadie de los demás, no de verdad. A veces lo que te queda es realizar una elección y aferrarte a ella.

A falta de veinte minutos, Kevin dio la orden de ponerse los cinturones de seguridad. El torrente de restos a alta velocidad de las naves del Kanato no podía hallarse muy lejos.

—Tengo una imagen transmitida por la
Atropos
—informó Freddy—. Pantalla Tres.

Negro salpicado de estrellas.

—No… —comenzó Kevin. Una más azul que las otras. ¿Ese fondo estelar…?—. Freddy, la que acaba de entrar es la nave de un Amo. Y ahora demuéstrame que me equivoco.

Medina llamó.

—Tenemos a una nave de Amos del Kanato que acaba de aparecer procedente de la Hermana. Sólo una. No realizó intentos de comunicarse, de modo que le hemos disparado. Nos informan que lleva un escudo reforzado.

—Un maldito Amo. Es lo único que hace falta —musitó Renner—. Estamos muertos.

Bury se reía entre dientes.

—¿Porqué, Kevin?

—Todo el plan se viene abajo si los Guerreros del Kanato reciben las órdenes correctas. Aquí viene un Amo, justo a tiempo, ¡y, demonios, hasta es demasiado tarde para que nosotros abortemos la maniobra!

Bury se reía con cierto esfuerzo.

—Sí, Kevin, pueden transmitirles órdenes a sus Guerreros; pero ¿qué les van a decir? ¿Qué pueden averiguar a tiempo con un intervalo de velocidad de la luz de treinta y ocho minutos?

Medina seguía hablando, había dicho algo sobre la descarga láser. Renner no lo escuchó.

—¿Qué dijeron, Freddy?

Los Guerreros lo solucionarán. Sigan con el plan.

Era una pena que Omar no hubiera estado enlazada en la comunicación. El intervalo de la velocidad de la luz ya era demasiado grande para recibir alguna respuesta. Ocho minutos. ¿Todos asegurados?

—¡Joyce! ¡El cinturón de seguridad!

—De acuerdo, capitán. —Ella había permanecido de pie sobre su sillón para obtener altitud de imagen, grabándolos en sus puestos de trabajo. Bajó y se sujetó con las correas, contenta como todos los demonios, abrazando la cámara como si fuera su bebé.

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