‹Pronto aprenderás que no hay estrellas extrañas, ni cielos alienígenas.›
‹¿No?›
‹Sólo cielos y estrellas, en todas sus variedades. Cada uno destila su propio sabor, y todos los sabores son buenos.›
‹Ahora piensas como un árbol. ¡Sabores! ¡De cielos!›
‹He probado el sabor de muchas estrellas, y todas eran dulces.›
—¿Me estás pidiendo que te ayude en tu rebelión contra los dioses?
Wang-mu permaneció inclinada ante su señora (su antigua señora) sin decir nada. En el fondo de su corazón tenía palabras que podría haber murmurado. «No, mi señora, te estoy pidiendo que nos ayudes en nuestra lucha contra el terrible lazo que el Congreso ha tendido sobre los agraciados. No, mi señora, te estoy pidiendo que recuerdes tu deber para con tu padre, que ni siquiera los agraciados olvidarían si fueran dignos. No, mi señora, te estoy pidiendo que nos ayudes a descubrir un medio para salvar del xenocidio a un pueblo decente e indefenso, los pequeninos.»
Pero Wang-mu no dijo nada, porque ésa era una de las primeras lecciones que había aprendido del Maestro Han. «Cuando tienes la sabiduría que otra persona sabe que necesita, ofrécela libremente. Pero cuando la otra persona no sepa todavía que necesita tu sabiduría, guárdatela para ti. La comida sólo parece atractiva a un hombre hambriento.» Qing-jao no ansiaba la sabiduría de Wang-mu, ni la ansiaría nunca. Por tanto, Wang-mu sólo podía ofrecer silencio. Sólo podía esperar que Qing-jao encontrara su propio camino a la debida obediencia, a la decencia compasiva, o a la lucha por la libertad.
Cualquier motivo serviría, siempre y cuando la brillante mente de Qing-jao pudiera ser reclutada para su bando. Wang-mu nunca se había sentido más inútil que ahora, mientras contemplaba al Maestro Han trabajar en las cuestiones que le había dado Jane. Para poder pensar en el viaje más rápido que la luz, estaba estudiando física; ¿cómo podía ayudarlo Wang-mu, cuando tan sólo estaba aprendiendo geometría?
Para pensar en el virus de la descolada, estaba estudiando microbiología: Wang-mu apenas estaba aprendiendo los conceptos de gaialogía y evolución. ¿Y cómo podía servir de ayuda cuando contemplaba la naturaleza de Jane? Era hija de obreros, y sus manos, no su mente, sostenían su futuro.
La filosofía estaba tan por encima de ella como el cielo sobre la tierra.
—Pero el cielo sólo parece estar lejos de ti —le dijo el Maestro Han cuando le contó su problema—. En realidad, está a tu alrededor. Respiras, lo absorbes y lo expulsas, aunque trabajes con las manos en el lodo. Ésa es la filosofía verdadera.
Pero ella sólo entendía que el Maestro Han se mostraba amable, y quería hacer que se sintiera mejor por su impotencia.
Sin embargo, Qing-jao no sería inútil. Por eso, Wang-mu le había tendido un papel con los nombres de los proyectos y las palabras clave para acceder a ellos.
—¿Sabe mi padre que me estás dando esto?
Wang-mu no respondió. De hecho, el Maestro Han lo había sugerido, pero Wang-mu consideraba mejor que Qing-jao no supiera que venía como emisaria de su padre.
Qing-jao interpretó el silencio de Wang-mu como ésta suponía que haría: que Wang-mu venía en secreto, por su cuenta, para pedirle su ayuda.
—Si mi padre me lo hubiera pedido, habría accedido, pues ése es mi deber como hija.
Pero Wang-mu sabía que Qing-jao no hacía caso a su padre últimamente. Podía decir que sería obediente, pero de hecho su padre la llenaba de tanta inquietud que, en vez de obedecer, Qing-jao se habría echado al suelo para seguir vetas todo el día a causa del terrible conflicto que reinaba en su corazón, sabiendo que su padre quería que desobedeciera a los dioses.
—No te debo nada —declaró Qing-jao—. Fuiste una servidora falsa y desleal. Nunca ha habido una doncella secreta más indigna e inútil que tú. Para mí, tu presencia en esta casa es como la presencia de cucarachas en la mesa.
Una vez más, Wang-mu contuvo su lengua. No obstante, también se abstuvo de inclinarse más. Había asumido la humilde postura de una criada al principio de la conversación, pero no se humillaría en la desesperada postración de un penitente.
«Incluso los más humildes tenemos orgullo, y yo sé, señora Qing-jao, que no te he causado ningún daño, que soy más fiel a ti ahora de lo que tú lo eres para contigo misma.»
Qing-jao se volvió hacia el terminal y tecleó el nombre del primer proyecto, que era «UNGLUING», una traducción literal de la palabra «descolada».
—Esto es una tontería de todas formas —masculló mientras repasaba los documentos y cartas enviados desde Lusitania—. Es difícil creer que nadie pueda cometer la traición de comunicar con Lusitania sólo para recibir estupideces como ésta. Es imposible como ciencia. Ningún mundo puede haber desarrollado un único virus tan complejo para incluir en su interior el código genético de todas las especies del planeta. Para mí sería incluso una pérdida de tiempo considerarlo siquiera.
—¿Por qué no? —preguntó Wang-mu. Ahora podía hablar, porque aunque Qing-jao declaraba que se negaba a discutir el material, lo estaba haciendo—. Después de todo, la evolución produjo sólo una especie humana.
—Pero en la Tierra había docenas de especies relacionadas. No hay ninguna especie sin parentesco. Si no fueras tan estúpida y rebelde, lo comprenderías. La evolución nunca podría haber producido un sistema tan escaso como éste.
—¿Cómo explicas estos documentos de la gente de Lusitania?
—¿Cómo sabes que realmente proceden de allí? Sólo tienes la palabra de ese programa de ordenador. Tal vez cree que esto es todo. O tal vez los científicos de allí son muy incompetentes, sin ningún sentido de cuál es su deber para recoger toda la información posible. No hay ni dos docenas de especies en este informe…, y mira, están emparejadas del modo más absurdo. Es imposible tener tan pocas especies.
—Pero ¿y si tienen razón?
—¿Cómo pueden tenerla? La gente de Lusitania ha estado confinada en una reserva diminuta desde el principio. Sólo han visto lo que esos pequeños hombres-cerdos les han mostrado. ¿Cómo saben que no les han mentido?
«Llamándoles hombres-cerdo… ¿es así como te convences, señora, de que ayudar al Congreso no provocará xenocidio? Si los llamas por un nombre de animal, ¿significa eso que es correcto llevarlos al matadero? Si los acusas de mentir, ¿significa eso que merecen la extinción?» Pero Wang-mu no dijo nada. Sólo volvió a hacer la misma pregunta.
—¿Y si éste es el retrato auténtico de las formas de vida de Lusitania, y la forma en que la descolada trabaja dentro de ellas?
—Si fuera cierto, entonces tendría que leer y estudiar estos documentos para hacer algún comentario inteligente al respecto. Pero no son ciertos. ¿Hasta dónde llegamos en tu aprendizaje antes de que me traicionaras? ¿No te enseñé gaialogía?
—Sí, señora.
—Bien, pues ahí tienes. La evolución es el medio por el cual el organismo planetario se adapta a los cambios de su entorno. Si hay más calor procedente del sol, entonces las formas de vida del planeta deben poder ajustar sus poblaciones relativas para compensar y bajar la temperatura. ¿Recuerdas el experimento clásico del Mundo Margarita?
—Pero ese experimento únicamente tenía una sola especie por toda la faz del planeta —objetó Wang-mu—. Cuando el sol se volvía demasiado caliente, entonces las margaritas blancas crecían para reflejar la luz de vuelta al espacio, y cuando el sol se volvía demasiado frío, crecían margaritas oscuras para absorber la luz y mantenerla como calor.
Wang-mu se sintió orgullosa de recordar tan claramente Mundo Margarita.
—No, no, no —se enojó Qing-jao—. No has comprendido el razonamiento, naturalmente. La cuestión es que de todas formas debía haber margaritas oscuras, aunque las claras fueran dominantes, y margaritas claras cuando el mundo estaba cubierto de oscuridad. La evolución no puede producir nuevas especies según la demanda. Está creando especies nuevas constantemente, a medida que los genes cambian, se dividen y se rompen por la radiación, y pasan entre especies por medio de los virus. Así, ninguna especie se cría a placer.
Wang-mu no comprendió la conexión todavía, y su cara debió de revelar su aturdimiento.
—¿Sigo siendo tu maestra, después de todo? ¿Debo mantener mi parte del acuerdo, aunque tú hayas renunciado a la tuya?
«Por favor —suplicó Wang-mu en silencio—. Te serviré eternamente si ayudas a tu padre en esta tarea.»
—Mientras la especie está junta, interrelacionándose constantemente, los individuos nunca oscilan demasiado, genéticamente hablando. Sus genes se recombinan de modo constante con otros genes de la misma especie, de modo que las variaciones se extienden por igual por toda la población con cada nueva generación. Sólo cuando el entorno los coloca bajo una presión tal que una de esas tendencias derivantes aleatorias cobra de repente un valor de supervivencia, sólo entonces morirán todos los individuos del entorno que carezcan de esa tendencia, hasta que la nueva tendencia, en vez de ser un brote ocasional, se convertirá en un definidor universal de la especie. Ése es el punto fundamental de la gaiología: el cambio genético constante es esencial para la supervivencia de la vida como conjunto. Según estos documentos, Lusitania es un mundo con un número absurdamente escaso de especies, y ninguna posibilidad de cambio genético, porque estos virus imposibles corrigen constantemente cualquier modificación que pudiera aparecer. Un sistema así no sólo no evolucionaría nunca, sino que también imposibilitaría la continuidad de la vida: no podrían adaptarse al cambio.
—Tal vez no hay ningún cambio en Lusitania.
—No seas tonta, Wang-mu. Me avergüenza pensar que una vez traté de enseñarte. Todas las estrellas fluctúan. Todos los planetas se agitan y cambian en sus órbitas. Llevamos tres mil años observando muchos mundos, y en ese tiempo hemos aprendido lo que los científicos terrestres del pasado no llegaron a comprender: que las conductas son comunes a todos los planetas y sistemas estelares, y que son únicos en la Tierra y el Sistema Solar. Te digo que es imposible que un planeta como Lusitania pueda existir durante más de unas cuantas décadas sin experimentar un cambio ecológico que amenace la vida: fluctuaciones de temperatura, perturbaciones orbitales, ciclos volcánicos y sísmicos… ¿Cómo podría enfrentarse a eso un sistema con sólo un puñado de especies? Si el mundo tiene sólo margaritas claras, ¿cómo se calentará cuando el sol se enfríe? Si todas las formas de vida usan dióxido de carbono, ¿cómo se curarán cuando el oxígeno de la atmósfera alcance niveles venenosos? Tus supuestos amigos de Lusitania son tontos si te envían estupideces como ésta. Si fueran científicos de verdad, sabrían que sus resultados son imposibles.
Qing-jao pulsó una tecla y la pantalla de su terminal quedó en blanco.
—Has desperdiciado un tiempo del que no dispongo. Si no tienes que ofrecer nada mejor que esto, no vengas a verme de nuevo. Para mí eres menos que nada. Eres sólo un insecto que flota en mi clepsidra. Ensucias todo el cristal; no sólo el lugar donde flotas. Me despierto dolorida, sabiendo que estás en esta casa.
«Entonces apenas soy "nada" para ti, ¿verdad? —dijo Wang-mu en silencio—. Me parece que soy muy importante. Puede que seas muy lista, Qing-jao, pero no te comprendes a ti misma mejor que nadie.»
—Como eres una muchacha estúpida y vulgar, no me comprendes —espetó Qing-jao—. Te he dicho que te marches.
—Pero tu padre es el amo de esta casa, y me ha pedido que me quede.
—Personita estúpida, hermana de los cerdos, si no puedo pedirte que te marches de toda la casa, he dejado bien claro que me gustaría que te marcharas de mi habitación.
Wang-mu inclinó la cabeza hasta que casi, casi, tocó el suelo. Entonces salió de la habitación, sin dar la espalda a su señora. «Si me tratas de esta forma, entonces yo te trataré como a una gran dama, y si no detectas la ironía de mis acciones, entonces, ¿cuál de las dos es la tonta?»
El Maestro Han no estaba en su habitación cuando Wang-mu regresó. Tal vez estuviera en el cuarto de baño y regresaría en cualquier momento. Tal vez ejecutaba algún ritual de los agraciados, en cuyo caso no volvería hasta al cabo de varias horas. Wang-mu estaba demasiado llena de preguntas para esperarlo. Acercó los documentos al terminal, consciente de que Jane estaría observándola. Sin duda, también había sido testigo de todo lo sucedido en la habitación de Qing-jao.
Sin embargo, Jane esperó a que Wang-mu pronunciara las preguntas que Qing-jao le había formulado antes de empezar a contestar. Y entonces Jane respondió primero a la cuestión de la veracidad.
—Los documentos de Lusitania son auténticos —aseguró—. Ela, Novinha, Ouanda y todos los demás que los han estudiado están profundamente especializados, sí, pero además son muy competentes en su especialidad. Si Qing-jao hubiera leído la Vida de Humano, habría visto cómo funciona esa docena de especies.
—Pero me resulta difícil comprender lo que dice —suspiró Wang-mu—. He intentado pensar cómo puede ser cierto todo eso, que hubiera tan pocas especies para que se desarrollara una gaialogía real, y sin embargo el planeta está bastante bien regulado para albergar vida. ¿Es posible que no haya presión ambiental en Lusitania?
—No. Tengo acceso a todos los datos astronómicos de los satélites de allí, y en el tiempo en que la humanidad ha estado presente en el sistema Lusitania, el planeta y su sol han mostrado todas las fluctuaciones normales. Ahora mismo parece haber una tendencia a un enfriamiento global.
—Entonces, ¿cómo responden las formas de vida de Lusitania? El virus de la descolada no los dejará evolucionar…, intenta destruir todo lo que sea extraño, y por eso matará a los humanos y a la reina colmena, si puede.
La imagen de Jane, sentada en el aire en la posición del loto sobre el terminal del Maestro Han, alzó una mano.
—Un momento —pidió.
Luego la bajó.
—He estado repitiendo tus preguntas a mis amigos, y Ela está muy excitada.
Una nueva cara apareció en la pantalla, justo detrás y por encima de la imagen de Jane. Era una mujer de piel oscura y aspecto negroide; o una mezcla, tal vez, ya que no era demasiado oscura, y su nariz era fina. «Ésta es Elanora —pensó Wang-mu—. Jane me está mostrando a una mujer que vive a muchos años luz de distancia. ¿Le estará mostrando también mi cara a ella? ¿Cómo me ve esta Ela? ¿Le parezco estúpida sin remisión?»