Gataca (58 page)

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Authors: Franck Thilliez

Tags: #Thriller, Intriga, Poliiciaca

BOOK: Gataca
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—Dígame —murmuró con tristeza.

—Dijo: «Los muertos siempre pueden estar vivos. Basta con creer en ellos y regresan».

Tras esas palabras, se dirigió a la timonera, hizo sonar orgullosamente la sirena y dio más potencia al motor.

Unas horas más tarde, el barco arribó al pequeño puerto de São Gabriel. Entre la multitud de autóctonos se alzaba un europeo con una bonita camisa gris medio desabrochada y gafas de sol.

Unas gafas de sol con una de las varillas remendada con pegamento.

Lucie sintió que el corazón le daba un vuelco y sus ojos se anegaron de nuevo. Con un suspiro, miró silenciosamente las ondas negras, tenebrosas, bajo las cuales, sin embargo, vivían miles de especies. Desde lo más hondo de su tristeza se dijo que incluso lo más sombrío podía ser portador de esperanza y de vida.

Epílogo

El cielo del Norte depositaba sus tintes plateados sobre las tumbas. Lucie se santiguó ante el panteón de sus hijas, alzó el cuello de su chaqueta y enlazó su brazo con el de Franck Sharko. Un viento frío, que descendía del septentrión, arrancaba las últimas hojas de los álamos y anunciaba un riguroso mes de noviembre. Decían que el invierno iba a ser muy duro. Para Lucie y Sharko no lo sería tanto como lo había sido el verano.

Sola en las amplias avenidas, la pareja acabó por desaparecer y regresó al centro de Lille a pie. A media tarde, los comercios estaban llenos de gente, los vagabundos mendigaban o se calentaban sobre las salidas de ventilación, y los autobuses y tranvías transportaban como de costumbre a trabajadores, estudiantes y paseantes: gentes que seguían cada cual su propia trayectoria pero que participaban, sin ni siquiera darse cuenta de ello, en la gran obra de la Evolución.

Franck y Lucie tenían intención de entrar en un café de la Grand-Place a charlar un rato pero, sin pensarlo dos veces, el comisario asió a su compañera de la mano y la llevó hacia el Vieux-Lille, a la calle Solitaires. Entraron allí en un pequeño café de aspecto anodino, el Némo. El rótulo era nuevo, el establecimiento había sido adquirido recientemente por un antiguo camionero. En cuanto cruzó el umbral, Sharko sintió que tenía el corazón en un puño. Respiró el olor agradable de los viejos ladrillos y del cemento poroso. Se sentaron bajo una pequeña bóveda poco iluminada. Sharko observó a su alrededor, con los ojos brillantes.

—Fue aquí donde conocí a Suzanne. Yo era militar. Hacía mucho tiempo que no había vuelto a poner los pies aquí.

Cogió las manos de Lucie entre las suyas. Sus dedos volvían a ser gruesos y su puño sólido.

—En este sitio tan importante para mí deseo repetirte que te quiero, Lucie.

—Yo también te quiero. Si supieras…

—Lo sé.

Se miraron sin hablarse, como hacían a menudo, y pidieron dos tazas de chocolate que les sirvieron rápidamente. Sharko hizo girar su dedo índice sobre el borde de su taza ardiente.

—Supe ayer que habías ido a ver a tu comandante de policía. Que te habías informado acerca de las posibilidades de reintegrarte en el 36 del Quai des Orfèvres. La Criminal parisina… Kashmareck te aprecia mucho, parece que está haciendo mucho por ti y tu solicitud tiene muchas posibilidades de ser aceptada. ¿Por qué lo haces?

Lucie se encogió de hombros.

—Sólo quiero estar cerca de ti. Quiero que estemos juntos, siempre. Que trabajemos en equipo.

—Lucie…

—En el grupo de Manien han hecho limpieza gracias a tus revelaciones. Hay puestos vacantes. Ya no tengo nada que hacer en Lille… Demasiados recuerdos.

Suspiró con tristeza y añadió:

—Mientras no presentes tu dimisión, te seguiré.

—No puedo presentar la dimisión. Ahora no. Alguien mató a Frédéric Hurault cerca del 36 para que yo investigara el caso. Hallaron mi ADN en su ropa y estoy prácticamente seguro de que no fui yo quien lo dejó allí en un descuido. Hurault era padre de dos gemelas. Estoy convencido de que ese «alguien» estaba al corriente de lo de Clara y Juliette… Ese asesinato iba dirigido a mí. Ahora que tengo la mente más clara, tengo la certeza de que me han enviado un mensaje a través de un cadáver.

Lucie meneó la cabeza.

—Precisamente, tienes la mente demasiado clara. Conoces como yo la fuerza de las coincidencias. Son coincidencias, nada más. Nadie anda tras de ti. Ese crimen no es más que un suceso como tantos otros.

—Tal vez, pero ahora que vuelvo a estar de servicio no abandonaré mis funciones antes de haber resuelto este último caso.

Lucie echó azúcar en su chocolate y lo removió con la cucharilla.

—En ese caso, haré igual que tú. Y quiero trabajar contigo. Contigo y sólo contigo.

Sharko acabó por sonreír.

—Hace dos meses juramos que íbamos a dejarlo todo, ¡Dios mío!

—Sí, pero el paisaje de
A través del espejo
ha vuelto a desfilar de nuevo. No tenemos elección.

—No tenemos elección.

Intercambiaron una sonrisa sincera y se besaron.

—¿Crees que formaremos un buen equipo? —preguntó Sharko.

—Ya lo hemos demostrado, ¿no crees?

Callaron y cada uno bebió su chocolate, con la mirada perdida. Los recuerdos de su reciente investigación aún los asediaban… Georges Noland acabó por confesar las identidades que correspondían a los siete perfiles genéticos del libro de Terney. Hombres y mujeres, jóvenes, estaban siendo en aquellos momentos objeto de exámenes, ecografías y resonancias magnéticas, incapaces de comprender lo que les sucedía. Noland había confesado, pero ¿quién podía asegurar que no había llevado a cabo otros experimentos, otras inseminaciones, de las que no habría quedado constancia? ¿Y si tenía cómplices? ¿Hasta dónde había llegado en su locura? ¿Había confesado toda la verdad a la policía u ocultaba parte de ella en el fondo de su cerebro enfermo?

En cuanto a Napoléon Chimaux… Seguía aún en algún lugar en el corazón de la selva. Sacarlo de allí y obligarlo a confesar su responsabilidad no iba a ser una tarea sencilla.

A Coralie Lambert no se la pudo salvar. Cuando fue hospitalizada, millones de pequeñas medusas ya habían invadido su cuerpo, GATACA se había multiplicado desde los primeros meses del embarazo y había provocado un proceso mortal inevitable. Su bebé vino al mundo en perfecto estado de salud, pero ocultando en sus entrañas un monstruo dormido. Cabía esperar que genetistas, biólogos y virólogos hallasen una manera de aniquilar a GATACA antes de que aquel bebé inocente se transformara, un día, en un Grégory Carnot o un Félix Lambert.

Asaltado por sus recuerdos, buenos y malos, Sharko apretó los labios. La Evolución construía cosas maravillosas pero a la vez sabía hacer gala de una extrema crueldad. El policía se repetía a menudo la frase que Noland le dijo en su último cara a cara: «La Evolución es una excepción. La regla es la extinción». Tenía razón… La naturaleza hacía experimentos, sin cesar, probaba millones, miles de millones de combinaciones de las cuales sólo unas pocas iban a perdurar a través de los milenios. En esa alquimia se desarrollaban forzosamente monstruosidades: el sida, el cáncer, GATACA, las grandes epidemias, los asesinos en serie… La naturaleza no alcanza a distinguir el bien del mal, simplemente trata de resolver una ecuación increíblemente compleja. Una cosa era cierta: había corrido un riesgo enorme al crear al hombre.

Entró una pareja, unos jóvenes cogidos de la mano, que fueron a sentarse a una mesita redonda. Se miraban con timidez y Lucie leyó en sus ojos el dulce brillo de una relación incipiente. Un día, tal vez, sus cromosomas se abrazarían y sus genes se cruzarían. Los ojos azules de él, el óvalo de una mejilla, el pequeño hueco de un hoyuelo. El azar decidiría quién, si el padre o la madre, transmitiría esta o aquella particularidad física o mental al bebé. Su amor engendraría un ser pensante, inteligente, capaz de realizar cosas hermosas y que probaría que no somos simplemente unas máquinas de supervivencia.

En su ensoñación, Lucie miró a Sharko y se sorprendió al imaginar, por primera vez desde que se conocían, qué daría el fruto de su unión. Seguro que habría algo de Clara y de Juliette en ese futuro ser.

Sí, Clara y Juliette estaban en ella, en lo más profundo de su ADN, y no fuera de ella a dos metros bajo tierra. Bastaba una pequeña chispa para que una parte de sus pequeños tesoros recobrara la vida.

Y esa chispa se llamaba Franck Sharko.

A modo de conclusión

Hemos llegado al final de una gran aventura.

La escritura de este díptico me ha dado ocasión para reflexionar acerca del tema de la violencia. ¿De dónde procede? ¿Cuáles son sus cimientos, sus orígenes profundos? ¿Puede afectar a cualquiera y en cualquier momento?
El síndrome E
se interesa particularmente por la violencia en nuestra sociedad contemporánea y la manera en que se extiende entre los individuos del planeta, dejando de lado, voluntariamente, el factor cronológico. Calificaría ese procedimiento de «vertical»: dilución en el espacio y no en el tiempo. Con
Gataca
quería abordar el otro eje, el eje horizontal o cronológico, que abarca varios milenios. ¿Cómo ha evolucionado la violencia desde los primeros hombres hasta nuestra civilización moderna? ¿Por qué medios se propagó? ¿Genéticos o culturales?

Preparar y escribir estas dos historias ha sido una aventura difícil pero apasionante, que me ha permitido abordar temas tan increíbles como variados. Por hablar sólo de
Gataca
, espero haber logrado transmitir a los lectores, en estas páginas, el placer que experimenté al sumergirme en el universo de la antropología, la paleontología, la biología y sus múltiples ramas, a cuál más interesante.

La mayoría de los fenómenos científicos descritos en esta obra son verdaderos. Por increíble que pueda parecer, la lateralidad y la violencia están relacionadas. Eso no significa que los zurdos sean violentos, simplemente que son más numerosos en las sociedades violentas. La paleogenética permite hacer hablar a momias de varios miles de años de antigüedad. Aún no se ha explicado la extinción del hombre de Neandertal, pero la tesis del genocidio a manos del hombre de Cro-Magnon nunca ha sido descartada del todo.
Lyuba
, el bebé de mamut del que hablo brevemente, existe y su estado de conservación es impresionante. Toda la información relativa al ADN ha sido comprobada, en particular la presencia de una multitud de retrovirus fósiles en la larga cadena de nucleótidos que constituyen el llamado «ADN basura».

Las historias de coevolución o de carrera armamentística son fascinantes y se producen también, y de manera más evidente, entre los parásitos y sus huéspedes, pero ése es otro tema que podría incluso ser objeto de otro libro. En cuanto a la última parte, relativa a esa tribu amazónica y los experimentos de los que podría haber sido víctima…, léase
El saqueo de El Dorado: cómo científicos y periodistas han devastado el Amazonas
, de Patrick Tierney, o búsquese en Internet, y podrán formarse una opinión al respecto. Verán que realidad y ficción no están tan lejos como parece.

Por razones de ritmo, he simplificado a propósito las explicaciones sobre los mecanismos complejos de los organismos humanos, en particular sobre la codificación de las proteínas, el comportamiento de los genes y los modos de replicación de los retrovirus. Como digo en la novela, GATACA posee una verdadera estrategia que funciona en todas las posibilidades, sea cual sea la generación. Para ello hubieran sido necesarias muchas páginas, así que quizá algún día les contaré más sobre ello de viva voz, en un futuro encuentro.

En cuanto a los zurdos que lean mi novela… ¡espero que esta historia les haya planteado un gran interrogante!

Para los curiosos a los que les interese la Evolución y la comprensión de ciertos misterios, sugiero los apasionantes libros de Jared Diamond (
El tercer chimpancé: origen y futuro del animal humano
), Yves Coppens, Richard Dawkins (en especial
El gen egoísta: las bases biológicas de nuestra conducta
) y, evidentemente, Charles Darwin, cuya obra
El origen de las especies
debería ser recomendada por todos los profesores de biología. En un tono más ligero, les aconsejo también la lectura de
Cro-Magnon toi-même
, de Michel Raymond, que da una excelente idea acerca de qué es la biología evolutiva. ¡Fue de ese libro de donde saqué la idea de los «bebedores de leche»!

Y ahora los personajes… Los lectores que ya conocen a Lucie Henebelle y a Franck Sharko desde ya hace muchos años se habrán dado cuenta de que su trayectoria no es fácil (es lo menos que cabe decir). Sin embargo, hay algo que he comprendido ahora y que es uno de los principales motores de mi escritura: construir buenos personajes es tan importante como crear una buena historia. Como diría un buen especialista en biología evolutiva (!), los conejos corren más deprisa que los zorros simplemente porque corren para sobrevivir. Franck y Lucie corren para sobrevivir, y es en el sufrimiento, la contradicción y la lucha donde mejor se expresan. Me gustan así, y deseo que me sigan acompañando en ese sentido.

Y puesto que me apasionan las cifras, no podía despedirme sin darles algunas sobre esta intrigante molécula de ADN. Sólo el cromosoma 1 descifrado completamente requeriría alrededor de 5.000 volúmenes de 6.000 páginas (es muy grande) y, si en lugar de escribirlo se desenrollara completamente de manera física, mediría ocho centímetros. Puestos uno tras otro, los cuarenta y seis cromosomas que forman el ADN de una sola de nuestras células darían un filamento de la altura de un hombre. Eso ya es espectacular, pero si hiciéramos lo mismo con todas las células que componen nuestro cuerpo, daría una longitud aproximada de… mil quinientos millones de kilómetros, lo que equivale a la distancia del Sol a Saturno.

Millones de kilómetros enroscados, retorcidos, ocultos en el corazón de nuestras células, de nuestra intimidad, desde el alba de los tiempos.

Una cosa es segura: la vida aún no nos ha revelado todos sus secretos.

Quiero expresar mi agradecimiento de corazón a todas aquellas personas que me han acompañado, animado y apoyado a lo largo de la escritura de este díptico. Pienso en primer lugar en Sylvain Billiard, conferenciante e investigador en biología evolutiva, sin el cual esta historia no existiría: tus anécdotas me han fascinado y me han hecho reflexionar sobre el sentido de la vida… Mi agradecimiento igualmente a los profesores Dubucquoi y Fily, al doctor Renouf y al doctor Tournelle, médico forense de gran talento. A Hervé Jourdan, hermano de pluma y capitán de policía en el 36, quien siempre respondió a mis preguntas con prontitud. A Laurent Guillaume, también hermano de pluma, por la precisión de sus explicaciones sobre el funcionamiento de la policía. A un tal Laurent B., por la información que me ha dado acerca de los conflictos internacionales. Muchas gracias igualmente a cuantos, de una u otra manera, han aportado una frase o una palabra. La suma de todas ellas ha dado dos libros…

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