Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (76 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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En cualquier caso, la inscripción con los nombres de medidas de peso da la impresión de que Dios pesaba el valor de los caldeos en comparación con los persas, encontrando a Caldea «falta de peso», es decir, la más débil. Esto recuerda las escenas de la
Ilíada
, el poema épico griego, cuando Zeus consulta a los Hados colocando las hazañas de dos combatientes en balanzas distintas para ver cuál superaba al otro. Quizá sea éste el origen de la visión de Dios que sopesa a Baltasar en la balanza.

Este incidente dramático ha dado origen a la frase familiar de «la escritura en la pared», para indicar que puede producirse un desastre inminente en medio de un éxito aparente.

Darío el medo

Desde luego, según el libro de Daniel, el episodio siguiente fue bastante dramático:

Daniel 5.30.
Aquella misma noche fue muerto Baltasar...

Daniel 5.31.
Y Darío, rey de Media, se apoderó del reino a los sesenta y dos años.

En el 538 aC, Gobrias, general de Ciro de Persia, condujo un ejército sobre la ciudad de Babilonia; Ciro tenía entonces sesenta y dos años de edad. Babilonia no presentó resistencia. Baltasar resultó muerto al mantener la lucha en la última trinchera, en alguna parte fuera de la ciudad.

Pero ¿qué hay de Darío el medo? ¿Quién era? Al parecer, nadie. Surge del convencimiento de que aparecieron sucesivamente cuatro imperios: caldeo, medo, persa y griego (v. este mismo cap.); entre ellos, el caldeo y el medo tuvieron una existencia conjunta, y ambos cayeron ante los persas. La convicción del autor de que existieron cuatro imperios consecutivos, le lleva a suponer que Babilonia tenía que rendirse a un medo, y que sólo después sustituyó Ciro a la Media.

En cuanto al nombre de Darío, dado al mítico conquistador medo de Babilonia, debió tomarse del Darío que subió al trono persa en el 521 aC, diecisiete años después de la caída de Babilonia, y que fue el más capaz y famoso de los monarcas persas.

El resto del libro de Daniel se fecha a sí mismo en el reinado de Ciro unas veces, y otras en el de Darío el medo, y no puede ganarse nada tratando de poner fechas determinadas a los capítulos. El autor no describe incidentes reales, y no piensa en fechas concretas.

En un punto, da el nombre del padre de Darío el medo:

Daniel 9.1.
El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la nación de los medos...

El padre del auténtico Darío de Persia era Histaspes. Si Asuero es Jerjes I de Persia (v. cap. 17). entonces era hijo de Darío, no su padre.

Se cuenta entonces la famosa historia de que Daniel fue arrojado a un cubil de leones por haber violado un edicto (que Darío firmó engañado) que prohibía hacer súplica alguna a nadie menos a él. Las públicas plegarias de Daniel a Dios fueron consideradas como una violación de tal edicto. Sin embargo, se envió un ángel para que lo protegiera de los leones y no sufrió daño alguno. Una vez más, se hace referencia a los monarcas seléucidas, y el lector tiene la seguridad de que Dios se ocupa de él en todo momento.

Daniel 6.28.
Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.

De ese modo se afirma que a Darío el medo le sucedió Ciro el persa, conforme a la errónea concepción histórica del autor.

El cuerno pequeño

El resto del libro de Daniel es una serie de visiones apocalípticas, con los datos de la historia humana (tal como los veía el autor) disfrazados en forma de simbolismo místico, probablemente para evitar problemas con las autoridades. La primera visión que se describe es la de cuatro animales (representación de los cuatro reinos) que surgen sucesivamente del mar:

Daniel 7.4.
La primera bestia era como león, con alas de águila

Daniel 7.5.
una segunda , semejante a un oso

Daniel 7.6.
otra tercera, semejante a un leopardo con cuatro cabezas

Daniel 7.7.
vi la cuarta bestia, terrible, espantosa, sobremanera fuerte, con grandes dientes de hierro..., y tenía diez cuernos.

Daniel 7.8.
Estando yo contemplando los cuernos, vi que salía de entre ellos otro cuerno pequeño, y le fueron arrancados tres de los primeros...

Evidentemente, la primera bestia es el león alado que dio origen a la idea de que Nabucodonosor comía hierba (v. este mismo cap.), y representa al imperio caldeo. El oso es el imperio medo; y el leopardo, el imperio persa. Las cuatro cabezas del leopardo son los cuatro monarcas persas que el autor volverá a mencionar más adelante. La cuarta bestia es el imperio macedonio establecido por Alejandro el Magno, cuyas enormes hazañas de conquista asombraron a todos los espectadores y que en las eras futuras siguieron siendo un prodigio de la historia.

Para el autor, la parte del imperio de Alejandro que estaba bajo el gobierno de su general Seleuco y de sus descendientes es lo más importante, porque los judíos sufrieron persecuciones bajo las seléucidas. En particular, el primero de ellos fue Antíoco IV, el octavo monarca de la dinastía, que accedió al trono en el 175 aC.

El simbolismo de los diez cuernos y el «cuerno pequeño» adicional parece claro. Cada cuerno es un rey del linaje seléucida, y Antíoco es el cuerno pequeño. Al parecer, se convirtió en rey al cabo de una breve guerra civil entre facciones rivales. Antíoco resultó victorioso, arrancando tres cuernos, dejando siete y convirtiéndose en el octavo rey.

El anciano de muchos días

El «anciano de muchos días» es Dios, claro está, representado como un anciano porque existía desde el principio de los tiempos y antes aún. La versión King James pone «Anciano» con mayúscula, pero la Revised Standard Version suprime la letra mayúscula.

En lugar de las bestias destruidas, se establece un reino nuevo:

Daniel 7.13.
... un como hijo de hombre ... se llegó al anciano de muchos días ...

Daniel 7.14.
Fuele dado el señorío, la gloria y el imperio ... que nunca desaparecerá.

A veces se sugiere que esto es una sentencia mesiánica; que el cuarto reino es el imperio romano y que el hijo del hombre representa a Jesús. (Por eso pone «Hijo» con mayúscula la versión King James; la Revised Standard Version no lo hace.) Más probable parece que lo que aquí quiere decirse es que al Estado judío ideal se le dará un reino eterno, representado con aspecto de hombre y no con el de las bestias, que significan los diversos reinos paganos e idólatras.

Gabriel

Luego, Daniel vio muertas a las bestias antes del juicio:

Daniel 7.9.
... fueron puestos tronos, y se sentó un anciano de muchos días, cuyas vestiduras eran blancas como la nieve, y los cabellos de su cabeza como lana blanca...

Los cinco capítulos últimos de Daniel están en hebreo. Ello quizá signifique que fueron escritos por autores diferentes a los de los seis capítulos anteriores. O, tal vez, el hecho de que se cambie al hebreo sirva para encubrir más la traición que encierran las visiones descritas en tales capítulos.

Se describe otra visión. Un carnero con dos cuernos (Media y Persia) es destruido por un macho cabrío con un cuerno largo (Macedonia bajo Alejandro el Magno). Al macho cabrío le salen luego varios cuernos entre los que aparece uno pequeño; otra referencia a los reyes seléucidas y a Antíoco IV. El significado de la visión se le explica a Daniel en términos sobrenaturales:

Daniel 8.16.
Y oí una voz de hombre que ... gritaba y decía: Gabriel, explícale a éste la visión.

Gabriel («héroe de Dios») es un producto de la elaboración del concepto de los ángeles que los judíos hicieron bajo influencia persa. Gabriel es uno de los cuatro arcángeles (ángeles de Dios principales), o de los siete, o de los doce, o de los setenta, según el autor que desentrañe las interrelaciones místicas.

Tal vez debido a su función en el libro de Daniel, suele considerarse a Gabriel como mensajero de Dios; es el que explica los propósitos divinos a los seres humanos. En el Nuevo Testamento, es Gabriel quien anuncia a María que va a ser madre de Jesús; en las leyendas mahometanas, es Gabriel quien lleva a Mahoma al cielo y le dicta el Corán.

En leyendas judías posteriores, concebidas para rellenar los detalles omitidos en los anteriores libros bíblicos, fue el ángel Gabriel quien asumió forma humana y dirigió al joven José al lugar donde sus hermanos pastoreaban los rebaños. Según la leyenda, Gabriel fue uno de los que enterraron a Moisés, y uno de los que derrotaron al ejército de Senaquerib.

Daniel es el único libro del canon judío en que se da nombre a los ángeles. Fuera de él, sólo aparecen nombres de ángeles en los apócrifos y en el Nuevo Testamento. Este es otro indicio de la tardía composición de Daniel.

Setenta semanas

El autor describe luego a Daniel en trance de considerar la predicción de Jeremías de que el reino de Judá se restablecerá probablemente en forma ideal, setenta años después de la destrucción del Templo. En general, a los judíos del tiempo de Zorobabel y de Nehemías les parecería que la profecía iba a cumplirse. Al fin y al cabo, los judíos volvieron a gobernar Jerusalén, y el segundo Templo se abrió a la adoración a los setenta años justos de la destrucción del primer Templo (v. cap. 15).

Pero para los judíos posteriores, especialmente para los que vivían bajo los seléucidas, debía haber cierta ironía en la predicción. El nuevo Estado de Jerusalén estuvo primero bajo el firme dominio de los persas, luego de los tolomeos, y después de los seléucidas. No sólo no llegó nunca el Israel ideal a dominar el mundo, sino que bajo los seléucidas estuvo amenazado de una extinción absoluta. ¿Cómo podía encajar todo eso con la profecía de Jeremías?

Debía modificarse tal profecía, y el autor de Daniel se volvió hacia la sabiduría mística de los números. Como muchos pueblos antiguos e incluso algunos filósofos griegos, los judíos creían que había toda clase de significados ocultos en los números, y que ciertos números especiales tenían una significación particular.

El siete, por ejemplo, era un número con un sentido especial. Su origen podría buscarse en que el sabat es el día séptimo; pero a su vez, esto parece tener una fuente babilónica, pues la semana de siete días surge del hecho de que había siete «planetas» en el cielo. Cada uno de los planetas estaba a cargo de un día de la semana. En las lenguas modernas existen restos de ello; en inglés, por ejemplo, tenemos el día del sol,
Sunday
, el de la luna (
moon
),
Monday
, y el de Saturno,
Saturday
; en francés, martes, miércoles, jueves y viernes son
mardi
(Marte),
mercredi
(Mercurio),
jeudi
(Júpiter) y
vendredi
(Venus).

Pero cualquiera que sea el origen de las especiales características del número siete, para Daniel era un número sagrado. Los setenta años de Jeremías eran siete décadas, ¿y no se incrementaría su significado sagrado multiplicándolo por siete? En vez de setenta años, habría setenta semanas (setenta veces siete) de años. Gabriel se lo explica a Daniel:

Daniel 9.24.
Setenta semanas están prefijadas sobre tu pueblo y sobre tu ciudad santa para poner fin a la prevaricación y cancelar el pecado...

La Revised Standard Version amplía las «setenta semanas» a «setenta semanas de años.

Setenta semanas de años, o 490 años a partir de la destrucción del primer Templo en el 586 aC, nos llevaría al 96 aC, fecha futura que el autor consideraba segura. Desde luego, resultó que el Estado ideal judío no se estableció en el 96 aC, y esa fecha no tiene ninguna significación especial en la historia judía.

Reinos de los tolomeos y los seléucidas

Un ungido príncipe

La visión de Daniel entra en mayores detalles:

Daniel 9.25.
...desde la salida del oráculo sobre el retorno y edificación de Jerusalén hasta un ungido príncipe
[221]
habrá siete semanas, y en sesenta y dos semanas se reedificarán plaza y foso...

Daniel 9.26.
Después de las sesenta y dos semanas será muerto un ungido...
[222]

Esto podría considerarse una referencia a Jesús, sobre todo a partir de la versión King James, que pone con mayúscula «Mesías» y «Príncipe». Pero la Revised Standard Version no lo hace; en el 9.25 dice «un ungido, un príncipe», y en el 9.26, «un ungido». Debemos recordar que el autor de Daniel habla oscuramente, al menos para nosotros. Sus lectores originales no debieron tener problema.

Lo que parece decir el versículo veinticinco es que pasarán siete semanas de años (cuarenta y nueve años) desde la profecía de Jeremías, o desde la destrucción del primer Templo en el 586 aC, hasta la llegada de un rey ungido que haga posible la reconstrucción. El transcurso de cuarenta y nueve años nos llevaría al 537 aC, que es efectivamente un año antes (538 aC) de que Ciro concediera permiso a los judíos para reconstruir; y recuérdese que el Segundo Isaías menciona concretamente a Ciro como a aquel cuya mano sostiene Dios, cosa que le hace un rey ungido (v. cap. 23).

Entonces es perfectamente lógico pensar que «Mesías el Príncipe» es Ciro de Persia. Después de Ciro hay sesenta y dos semanas de años (434 años) durante los cuales Jerusalén existirá como ciudad. Al final de ese tiempo, en el 104 aC, «se quitará la vida al Mesías».
[223]

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