—Los controles dentro de la cabina son los que te dan esa sensación y te permiten sentir cosas como esto. —Luí toma el brazo de Mark y lo arroja haciéndolo dar una vuelta por el aire. Desde afuera se puede apreciar la cabina de juego de Mark también girando.
—¡WAAAA! —grita Mark antes de caer al piso—. ¡ME DOLIÓ! ¡¿Por qué hiciste eso?!
—Para que dejemos de hablar y experimentes. Puedes sentir el calor del fuego, el peso de un arma y dolor si te golpeo. ¿Qué crees que sentirás si te pego un tiro… o si incluso te mato? —y diciendo esto Luí comienza a levantar su arma hacia Mark.
Mark, asustado, toma el arma que ya tenía en las manos, la levanta y le dispara en una pierna a Luí que cae al piso soltando un grito de dolor y una carcajada.
—¡OOOUUUU JAJAJAJ, cómo duele! ¡La puta madre!
Mark se queda mirando asustado.
—Tarde o temprano tenés que saber lo que se siente —dice Luí y dispara al cuello de Mark. La sangre empieza a salir a borbotones y Mark se revuelca en el piso por un minuto antes de morir.
Una chicharra comienza a sonar en la máquina de Mark y la cabina se abre. El dueño del local se apresura a sacarlo. Mark está convulsionando, le da una inyección y se tranquiliza inmediatamente. Al poco tiempo Mark despierta, está transpirado y confundido, se palpa el cuello. Luí está a su lado.
—¡Sos un hijo de puta! ¿Por qué no me avisaste antes? —comienza a gritar Mark—. No quería experimentar eso. ¡Por Dios, casi me muero!
—Si lo hubieses sabido no habrías venido, es necesario hacer esto para que te endurezcas, ya te acostumbrarás…
—Eso es todo lo que necesitarás saber por ahora —dice el anfitrión de Hikaru—. Vamos dentro.
Hikaru y su compañero entran al Cyber. Hikaru mira a la pasada la escena con los muchachos, el dueño del local y la caja de primeros auxilios.
—¿Qué ha sucedido allí?
—Eso… tan solo principiantes, a muchos les pasa. Se necesita de un estómago fuerte para jugar.
Hikaru y su compañero ya se encuentran en el juego, en medio de un campamento militar con carpas, bastante precario.
—Por cierto, no nos hemos presentado. Mi nombre es Han.
—Han, mucho gusto, yo soy… Suigen.
—Bien Suigen, este es un nivel de principiantes Hay ciertas cosas que aprenderás acá que en el tutorial no se encuentran. Primero deberás elegir tu clase. Yo por ejemplo me desempeño mejor como francotirador, así que llevo el equipo de uno. ¿Con qué personaje te identificas más? Francotirador, fusilero, explorador, médico, ingeniero…
—No lo sé, nunca se me presentó una elección así antes.
—Elige un explorador entonces, comenzarás con el equipo mejor balanceado. No te preocupes, podrás cambiar tu clase cuando lo desees. En este momento, al ser tu primera vez en el juego, eres un soldado raso, pero irás subiendo de rango de a poco. Escucha bien, el secreto está en sobrevivir. Yo te iré enseñando las técnicas básicas, nada de hacerse el héroe o de correr a campo abierto pensando que nadie te estará viendo. Ahora jugaremos un mapa de 25 contra 25, más adelante serán de 50 contra 50, ¡y más grandes si se quiere! Siempre habrá un ojo que vigile, y ten la seguridad de que te darán un tiro si haces algo estúpido. Podrás hacerlo las primeras dos veces, pero por experiencia propia sé que no querrás volver a hacerlo. No es una experiencia agradable… Bien, vamos a reconocer el terreno y las armas.
—Espera —dice Hikaru.
Han se da vuelta y Hikaru le hunde un cuchillo en la garganta, se queda fascinado y a la vez asqueado del realismo del juego. Comienza a carnear un poco el cadáver exponiendo sus órganos, mientras el resto de los soldados de la base se quedan perplejos por el morbo.
Han sale de una carpa del campamento y camina hasta Hikaru que aún se entretiene con el cadáver.
—¡Como vuelvas a hacer eso no te enseñaré nada más! ¡No ha sido para nada agradable!
—Lo siento, es tan… —Hikaru pasa de mirar a Han a su antiguo cadáver—. ¿Qué pasó con su cara? Ya no eres tú.
—Ponen un rostro genérico en los cadáveres al cabo de un tiempo, para que no te distraigas viéndote a ti mismo… supongo…
Hikaru y Han se encuentran entre unos arbustos acechando el campo enemigo.
—Si queremos que subas de rango vas a tener que hacer puntos y, para hacer puntos, o bien matas a muchísima gente o cumples unos cuantos objetivos —susurra Han—. Matar gente puede ser la opción más sencilla… Pero analicemos un poco esta situación, esa de allí es la base de ellos, piensa que hay 25 enemigos en todo el nivel, la mayoría también totalmente nuevos. Lo más probable es que quieran salir a correr y matar gente, así que podemos contar con que la base estará prácticamente desierta. Ahora hay que considerar a algunos pocos que les guste simplemente esperar dentro de la base hasta que pase alguien por su mira. También hay que tener en cuenta que todo aquel que haya muerto aparecerá luego de tres minutos nuevamente en la base. Y que cuando entremos en la base todos nuestros enemigos recibirán un aviso de ataque y probablemente vuelvan rápidamente. Entonces…
—¡Entonces atacamos! —grita Hikaru.
Y salta hacia el campamento. A los pocos metros recibe dos tiros.
De vuelta juntos…
—Entonces, eso es lo que hace un principiante. Al menos pude detectar dos francotiradores en la base, y no he visto que se muevan, así que ahora sígueme a mí. Cuando te diga tomas la bandera y volvemos a nuestra base. Sígueme —juntos caminan agachados cubiertos por los arbustos hasta cerca de un árbol—. Ahora hay que escuchar.
A lo lejos se escucha una guerra menguando. En el campamento aparecen nuevas tropas que salen rápidamente corriendo. Hikaru levanta el arma y apunta, pero Han lo detiene bajando la punta del fusil.
—No, déjalos ir. Calma.
Cuando comienzan los tiros nuevamente Han dice:
—¡Ahora! Tenemos sólo tres minutos.
Han corre y trepa al árbol, las ramas de éste lo ayudan a pasar corriendo al otro lado de las rejas del campamento. Hikaru lo sigue detrás. Han pasa por la primera carpa y arroja una granada, sin detenerse saca su pistola y corre hacia la carpa de más allá. La punta de un fusil asoma por el costado de la carpa, Han dispara a través de la tela y mata al francotirador.
—¡A LA BANDERA! —grita Han.
Hikaru corre hacia el costado, saca su cuchillo y corta los hilos del mástil. La bandera cae y la ataja, la va enrollando mientras sale corriendo por el frente de la base. Han lo sigue con una mano en la espalda.
Han, en el juego, mira su reloj pulsera.
—Ya es tarde —le dice a Hikaru—, mañana vendré nuevamente con mis amigos a la misma hora. Si estás aquí podemos seguir entrenándote, aunque creo que ya estás listo para el próximo nivel.
—Seguro, no me moveré de aquí.
—Ok, pero procura descansar algo. No serías el primero en morir deshidratado en la esfera.
La esfera se abre, Han se baja y estira todos sus músculos en un gran bostezo.
Hikaru y Han se encuentran dentro de un edificio viejo y derruido.
Hikaru, rifle de francotirador en mano, espera órdenes de Han que observa el campo a través del agujero de un paredón. Han se da vuelta para observar a Hikaru.
—Veamos qué has aprendido durante el día mientras no estaba… Cien metros, tres tiros, ¡ahora!
Hikaru se levanta y sin demorarse hace dos tiros.
—Bum bum —cuenta Han con los dedos y luego observa el terreno de nuevo—. Mmm, estuvo bien.
—¡Vamos! ¿Solamente bien?
—Sí. Aún tienes que ser más rápido.
—Pero si hasta los he matado en fila india.
—¡Shh! —Han se concentra en escuchar—. Tenemos que movernos.
Comienzan a andar dentro del edificio. Se encuentran con una escalera que baja y una puerta a una habitación unos metros antes. Parece que Han va a seguir derecho.
—No —lo detiene Hikaru—. Por acá —entran a la habitación.
—Nos encerraste —dice Han.
Hikaru quita una tapa del suelo y descubre un hueco. Baja la cabeza para observar, ve un grupo de enemigos corriendo hacia la escalera.
—Puse una trampa en esa escalera hace un tiempo.
La trampa explota y con ella caen rodando algunos cuerpos por la escalera.
Hikaru sonríe y baja por el agujero a dar tiros de gracia a los cuerpos aún con vida.
—Suigen —dice Han—, después de esta demostración ya no hay mucho que te pueda enseñar, ahora sólo queda sobrevivir y mantener la mente abierta a este tipo de estrategias.
—Has sido un buen maestro Han, te lo agradezco.
Es de noche, Hikaru y Lau están escondidos en el taller de la universidad.
—Lau, todo parece marchar bien. Si lo que me dijo mi amigo es cierto, estoy seguro de haber destacado lo suficiente para llamar la atención de los militares. Ahora es sólo cuestión de tiempo para que pasen a reclutarme, podría suceder en cualquier momento. —Hikaru habla mirando al piso y Lau toma su mano.
Levanta la vista y se observan tristemente. Los ojos de Lau se ponen llorosos y, soltando su mano, se da vuelta, respira profundo y toma un chaleco que se encuentra sobre la mesa.
—Observa, hice esto para ti.
—¿Un chaleco antibalas? No es precisamente mi estilo, pero gracias —sonríe.
—No es un chaleco antibalas cualquiera. De hecho dudo que frene siquiera una. ¡Es una batería!
—¿Una batería?
—Sí, reemplacé las placas del material antibalas por unas baterías que encontré en el taller de electrónica. Luego las uní internamente entre sí y puse un enchufe aquí —le muestra el conector final—. Podrás conectártelo cuando necesites disponer de energía adicional.
—Eso es genial. No es discreto… pero es genial. Sin duda me vendrá bien en algún momento.
—Déjame ponértelo.
Lau entonces le pone el chaleco por debajo del resto de la ropa y luego se abraza a su espalda. Ella se duerme así y Hikaru permanece quieto toda la noche.
Hikaru se encuentra jugando MAD. El objetivo del mapa es tomar el fuerte. Cada fuerte se compone de unos cuantos galpones rodeados por una gran muralla con puestos defensivos.
En este momento la base de Hikaru está sufriendo un ataque.
Hikaru corre junto con Han por una escalera lateral del muro hasta la superficie. Ven por un segundo el panorama antes de tirarse atrás de unas bolsas. El fuerte está rodeado de un denso bosque, excepto por las rutas de acceso y los cien metros más cercanos al campamento que han sido desforestados. El fuego aliado se cruza con el enemigo en ese descampado. El fuerte tiene la mayor cantidad de bajas porque el enemigo se encuentra bien camuflado entre hierbas altas.
—Han, cúbreme —dice Hikaru y echa a correr hasta un puesto de defensa con una ametralladora apostada.
Luego de un tiempo Han llega a su lado. Un gran meka color rosa comienza a asomar entre la copa de los árboles e Hikaru gira la ametralladora hasta tomarlo como objetivo.
—¡No! ¡A él no! —grita Han.
Las balas que dispara Hikaru tienen poco efecto. Sólo llaman la atención del robot gigante, que encara hacia ellos arrojando una lluvia de misiles.
Hikaru y Han corren a ponerse a salvo. Los misiles hacen polvo el muro. Hikaru está colgando a un costado del muro. La nube de polvo se disipa. Han yace en el piso con un caño atravesado en el estómago, aún vivo, con cara de dolor y los ojos en blanco. A Hikaru le cuesta subir. Comienza a correr mientras el ejército enemigo avanza valientemente por el descampado haciendo fuego de supresión. Hikaru siente un dolor profundo y caliente en el hombro, gira en el aire y por un segundo recuerda los mecanismos de la bola en la que se encuentra. Cae. Se levanta y baja por el muro, comienza a correr hacia el galpón a fuego cruzado. Dentro del galpón hay un grupo de ingenieros reparando un tanque que podría ser la única salvación. Naves aliadas regresan de la ciudad al fuerte para repeler el ataque, logran desorganizar un poco las filas pero caen debajo de los pies del meka enemigo que ya se encuentra en el patio central.
El tanque está listo y la persiana del galpón se eleva. Los pilotos del tanque se apuran a disparar. El meka detiene el impacto con el escudo del brazo derecho. Antes de que el tanque pueda realizar un segundo disparo, una lluvia de misiles barre el interior del hangar. Hikaru observa cómo, al momento de disparar los misiles, el meka abre unas pequeñas compuertas. Aprovecha entonces la oportunidad para tomar el bazooka de un cadáver y dispara a esas compuertas de las piernas. El robot pierde el equilibrio y cae de frente.
La muralla tiene un gran agujero por donde un tanque enemigo y tropas comienzan a penetrar la base. Hikaru se trepa a la espalda del meka. Bajo sus pies comienza a abrirse la cabina, toma su fusil y vacía el cargador dentro del robot. Un par de disparos de pistola responden al fuego.
Un tiro en el estómago de Hikaru lo hace volar del robot y caer inconsciente en el piso.
Hikaru despierta en una camilla donde una enfermera lo cuida. Han está ahí para felicitarlo.
—Suigen, has vencido a Dimitriv, el jugador invicto desde que comenzó MAD. Ya nadie se animaba a enfrentarlo. Créeme que acabas de hacer una fortuna, tu ranking debe estar ahora entre los cien mejores del mundo.
—Los cien mejores… —Hikaru sonríe.
—Tú, ven aquí, hay algo que te pertenece —dice un oficial de alto rango a Hikaru, y lo escolta hasta un hangar donde se encuentra el meka rosado—. Aquí lo tienes, es todo tuyo, sólo puede ser pilotado por aquella persona que vence al dueño anterior en un combate justo.
Hikaru sube las escaleras hasta la plataforma a la altura de la cabina y se mete dentro. Allí todo es igual a la bola del juego. Hikaru enciende el robot y sale por el techo del hangar. Desde allí puede ver su base, el bosque y más allá una ciudad de grandes edificios. “Detrás de la ciudad debe estar la fortaleza enemiga” piensa Hikaru. Sobrevuela la ciudad entre los edificios, observa combates que se llevan a cabo en todas partes. Una ventanita transparente aparece cerca de su rostro con la leyenda “Sólo sonido” y se escucha la voz de una persona:
—Piloto del meka rosa, necesitamos tu ayuda cerca de la plaza, hay un tanque que nos tiene acorralados, ¿podrías encargarte de él?
—Seguro —contesta Hikaru—, envíame las coordenadas.
La ventanita transparente se convierte de pronto en un pequeño mapa donde se indica un punto rojo. Hikaru vuela hasta allí y observa el tanque enemigo. Comienza a llover. Hikaru prepara el cañón del hombro y dispara un láser contra el tanque que comienza a derretirse generando una inmensa nube de humo espeso. De pronto, de la nube aparece otro meka de color gris un poco más pequeño que el de Hikaru, que embiste y choca contra él en un abrazo. En el campo de visión de Hikaru aparece otra pantalla con la imagen de su oponente, un joven albino.