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Authors: Leandro Palencia

Hollywood queer (13 page)

BOOK: Hollywood queer
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Su padre, holandés, era editor de arte en el periódico "The Times" y su madre, inglesa, actriz. Después de un debut cinematográfico poco prometedor en
Come On George!
(Anthony Kimmins, 1939), donde sólo decía una frase y no aparecía acreditado, su carrera se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial. En ella logra el grado de mayor y es condecorado con siete medallas al valor. También pinta durante el conflicto, exponiéndose sus cuadros en el
Imperial War Museum
de Londres. Tras la contienda, Noel Coward, cautivado por sus interpretaciones, le anima a que se centre en los escenarios, que abandona definitivamente en 1958. En 1947 acepta sustituir a Stewart Granger en
Esther Waters
(Ian Dalrymple y Peter Proud, 1948) lo que propicia que los estudios Rank le ofrezcan un contrato de 14 años. Gracias a su aspecto agradable y elegante se convierte en un galán interviniendo en diversos géneros, especialmente comedias. En
Sueño de amor
(Charles Vidor, 1960) trabaja con George Cukor —Vidor muere al poco de comenzar el rodaje— y con la actriz bisexual Capucine (1933-1990). A pesar de que ésta admitía que prefería el sexo con mujeres mantiene un
affaire
con Bogarde, incluso piensan en casarse. Capucine, que era maníaco-depresiva, acabó suicidándose saltando por la ventana de un octavo piso. En
I Could Go On Singing
(Ronald Neame, 1963) Judy Garland es la coprotagonista. En 1968 Bogarde se instala con Forwood en la Provenza francesa. Habitan una alquería del siglo XV y comienza a aparecer en más cintas europeas, como la sadomaso-quista
Portero de noche
(Liliana Cavanni, 1974),
Providence
(Alain Resnais, 1977) con John Gielgud, o la hermética
Desesperación
(R.W. Fassbinder, 1978). Bogarde escribió que Fassbinder trabajaba muy similar a Visconti, sacando el máximo partido al ritmo, la composición o los personajes. Tras la muerte de Forwood, Bogarde se vuelve más retraído y se retira del cine con
Daddy Nostalgie
(Bertrand Tavernier, 1990). En 1992 le nombran Sir y desde 1996, tras sufrir un ataque, vive incapacitado. Le dio a sus abogados una orden para que no le resucitaran en caso de que volviera a tener otro. Bogarde era defensor de la eutanasia voluntaria llegando a ser Vicepresidente de esa organización. Nunca se casó ni tuvo hijos. Pensaba que «el cine es simplemente una forma de masturbación. Un alivio sexual para gente decepcionada».

BRANDO, MARLON

Marlon Brando, Jr

3 de abril de 1924 en Omaha (EE.UU.) — 1 de julio de 2004 en Los Ángeles (EE.UU.)

Considerado el mayor actor de cine de todos los tiempos. Darwin Porter, en la biografía de chismorreos "Brando Unzipped" (2004), revela que éste no sólo mantuvo relaciones sexuales con la mayoría de sus coprotagonistas femeninas sino también con James Dean, Montgomery Clift —con ambos tuvo
affaires
breves e intensos (en privado Brando llamaba a Clift "Princesa Trozo Diminuto", refiriéndose a su pene)-, Cary Grant —pasaron juntos un fin de semana en San Francisco, lapso en el que Brando se dio cuenta de que no quería ser una "jodida estrella de cine"-, John Gielgud —como contraprestación por su ayuda en
Julio César
(Joseph L. Mankiewicz, 1953)-, Stewart Granger —a quien persiguió hasta conseguirlo-, Tyrone Power —con quien jugueteaba en
ménage a trois-
y un largo etcétera entre quienes se encuentran Gore Vidal, Leonard Bernstein, Burt Lancaster, Rock Hudson, Clifford Odets, Tennessee Williams o Laurence Olivier. "Brando Unzipped" incluso llega a publicar una fotografía de mediados de los años cincuenta en la que supuestamente se ve al actor practicándole una felación a otro hombre. Además de todo eso le dio tiempo a casarse tres veces, tener nueve hijos —entre reconocidos y bastardos— y conquistar a numerosas mujeres, como a «casi todas las japonesas asociadas con la película
Sayonara
(Joshua Logan, 1957)». Según la actriz Kim Hunter, Brando la había dicho que después de mantener una intensa
liason
masculina se volvía locamente promiscuo con las chicas: «Me culpaba por dormir con un hombre y casi siempre lo purgaba yendo en la otra dirección». Hasta que su lado gay volvía a sobreponerse al heterosexual. Ya en la biografía de Gary Carey,
The Only Contender
(1976), Brando había admitido su bise-xualidad declarado que «Como la gran mayoría de hombres, he tenido algunas experiencias homosexuales de las que no me arrepiento en absoluto. Ya hay muchos que hablan de
Missouri
como de un film teñido de homosexualidad. Si hoy por hoy creen que Jack Nicholson y yo somos amantes, me parece bien que lo crean». Según Truman Capote, Brando le reconoció que «se había acostado con muchísimos otros (hombres), pero que no se consideraba homosexual... "Pensaba sólo que les hacía un favor"». Parece que los dos amores de su vida fueron su madre y el actor Wally Cox (1924-1973), su amigo desde la infancia. «Si Wally hubiera sido una mujer, podría haberme casado con él y habríamos vivido felizmente para siempre». Cuando Cox murió Brando guardó su cenizas en un armario y con frecuencia se ponía a hablar con ellas ya que no pasaba un día sin que no pensara en él. Según su hijo, Miko Brando, esparcieron entremezcladas las cenizas de ambos en el Death Valley de California.

Brando nació el mismo día que Doris Day. Su madre había sido mentora del desconocido Henry Fonda. Sus padres eran alcohólicos y Brando tuvo una infancia difícil, llegando a comentar Anthony Quinn que «Admiro el talento de Marlon pero no envidio el sufrimiento que lo ha generado». En 1944 debuta en el teatro y tres años después Elia Kazan le convierte de golpe en una estrella gracias al papel de Stanley Kowalski en la obra teatral "Un tranvía llamado deseo". Con ese papel se convierte en el estandarte del
Actor´
s
Studio
de Lee Strasberg, un estilo naturalista de actuación que buscaba la identificación del actor con las emociones del personaje. En su autobiografía de 1994, "Las canciones que mi madre me enseñó", Brando denuncia a Strasberg como un explotador de talentos. En 1949 abandona Broadway para centrarse en el cine, una decisión que muchos criticaron por desperdiciar su talento. La personificación de Kowalski en la pantalla (Kazan, 1951), con sus manierismos, sus diálogos mal articulados y su intensidad emocional, marcaron un hito en la historia de la actuación. Ningún intérprete tuvo tanta influencia sobre la siguiente generación de actores, aunque Kazan opinaba que Brando había arruinado a dos generaciones de actores. En los años cincuenta el mascullar de Brando, la mirada de Clift, la agitación de Dean les había convertido en rebeldes cinematográficos y en modelos de comportamiento para un público adolescente. En la cultura estadounidense de esa época la imagen del delincuente juvenil se asociaba con la erotización del cuerpo masculino y de la homosexualidad. El rebelde era considerado una amenaza para la diferencia de género, la familia y el orden social. Sólo podía ocasionar problemas un ser soltero, masculino y sin compromiso con mujeres que pudieran domarlo.
¡Salvaje!
(Laszlo Benedek, 1953) es el epítome del rebelde adolescente, una película muy popular gracias al atractivo sexual de Brando. En ella le preguntan contra que se rebela y él responde, «¿Qué es lo que ves?». Por
La ley del silencio
(Kazan, 1954) recibe un Oscar al mejor actor. En 1961 dirige y produce
El rostro impenetrable.
Esa década le resultó problemática, desarrollando un desprecio por la industria cinematográfica y un activismo político a favor de la ecología y de los derechos de los nativos estadounidenses. Tras la muerte de Clift, Brando le sustituye en
Reflejos en un ojo dorado
(John Huston, 1967), una actuación que algunos tildaron como el de un gran talento que había arruinado su potencial. Brando moduló el acento de su personaje a partir del de su amigo, Tennessee Williams. La película fue condenada por la National Catholic Office for Motion Pictures y se basada en la novela homónima de 1941 de Carson McCullers. Trataba de la pasión gay del comandante Weldon Penderton (Brando) por uno de sus subalternos. Durante el rodaje de
El último tango en París
(Bernardo Bertolucci, 1971), película sobre la menopausia masculina, la coprotagonista Maria Schenider refiere que Brando «no escondía su interés por los muchachos». De hecho, durante el rodaje mantuvo un intenso romance con el actor francés Christian Marquand. Brando llamó así a su primer hijo en honor de él. Por
El padrino
(Francis Ford Coppola, 1972) vuelve a recibir un Oscar, pero lo rechaza. Sólo el actor George Scott y el guionista Dudley Nichols tuvieron el mismo gesto. Desde entonces Brando ya sólo está en el cine por dinero. En
La isla del Dr. Moreau
(John Fran-kenheimer, 1996) podemos ver una interpretación amanerada.

BROOKS, LOUISE

Mary Louise Brooks

14 de noviembre de 1906 en Cherryvale (EE.UU.) — 8 de agosto de 1985 en Rochester (EE.UU.)

Ella misma confesó que había mantenido dos relaciones lésbicas: una con Greta Garbo, la otra por «vanidad»: ¿La noche que pasó con Salka Viertel, a quien Brooks calificaba una amante «tierna y encantadora»? En todo caso, siempre se la consideró como una reputada lesbiana ya que era una mujer sexualmente liberada sin miedo a experimentar. Brooks explicó que esos rumores nacieron cuando compartía habitación con Fritzi La Verne —que sí lo era— porque les gustaba aparecer cogidas de la mano e ir a lugares de ambiente, «Pero sólo amé cuerpos de hombres». También se enorgullecía de no haber querido nunca nadie y de que no era apta para el matrimonio. Se casó dos veces. Brooks había «nacido para ser una solitaria, aunque temporalmente desvié mi camino de ermitaña por una carrera en el teatro y el cine». Según ella, una equivocación. Su
look gargonne
y sus audaces escotes sobre su pecho liso crearon una imagen de ambigüedad.
La caja de Pandora
(G. W. Pabst, 1929) es la primera película que contiene un personaje lesbiano. Brooks encarnaba a Lulú, un espíritu libre que buscando saciar sus propios deseos causa la perdición de hombres y mujeres. La iba a protagonizar Marlene Dietrich, pero el director prefirió a Brooks. La condesa Anna Geschwitz (Alice Roberts) se enamora apasionadamente de ella. La condesa combina la falda con chaqueta y corbata, sus gestos son muy femeninos y sus miradas la delatan. Es la única que ama a Lulú de verdad, altruista y abnegadamente. La apoya, la ayuda, se sacrifica por ella. Planea su huida, la entrega su pasaporte, dinero, se ofrece a un hombre. En el Acto IV, el de la boda de Lulú, bailan juntas en éxtasis, Geschwitz cerrados los ojos y Lulú mostrando una serie de emociones ambivalentes. Su baile es prácticamente un encuentro sexual. Cuando las separan, la condesa mira anhelante a su objeto de deseo y corre a abrazarla ante la incomprensión de ésta. Brooks repetía que nunca estudió interpretación y que «Yo estaba simplemente interpretándome a mí misma». Pabst la profetizó, «Tú vida es exactamente como la de Lulú y acabarás del mismo modo. Asesinada por un psicópata sexual». No, no acertó, sólo se convirtió en alcohólica. Cuando Don Bachardy la retrató la describió así, «una dipsómana seguro, probablemente ninfómana y ciertamente una maníaca autodestructiva». Una hermosa perdedora.

En 1922 fue a Nueva York para trabajar como bailarina, logrando serlo de Ziegfeld Follies. En 1927 Paramount la lleva a Hollywood. En
Mendigos de la vida
(William A. Wellman, 1928) aparece con el pelo corto y vestida de hombre. Cansada de la superficialidad de la meca del cine —ella leía en el plato al filósofo Arthur Schopenhauer— y de la intrusión de los estudios en su vida privada se va a Alemania en 1929, requerida por Pabst, que la ha visto en la
buddy comedy Una novia en cada puerto
(Howard Hawks, 1928). En sus dos películas para Pabst —la otra es
Tres páginas de un diario
(1929)— interpreta a una seductora pasiva, una inocente inmoral con cualidades masoquistas, tema favorito del cine de Weimar. Brooks, tozuda y temperamental, se niega a volver a EE.UU. para unas tomas sonoras de
¿Quién la mató?
(Malcolm St. Clair, 1929), donde también aparece Jean Arthur. Y cuando regresa sólo le ofrecen pequeños papeles en películas de serie B hasta que se ve forzada a retirarse. ¿Quizá incluida en alguna lista negra por ser una mujer libre e independiente que se negaba a ser un mero objeto de encanto y belleza? A partir de 1938 se gana la vida como oficinista o dependienta, agudizándose sus problemas con el alcohol, llegando a flirtear por una botella con cualquiera. Desde que cumple cuarenta años vive en un autoimpuesto exilio en Rochester (Nueva York) y comienza a escribir, brillantemente, y eso que George Cukor la había definido como «Una belleza vacía». Sus textos denuncian cómo la industria del cine masculino quiso manipularla y dominarla, cómo pudo escapar de la esclavitud. En 1953 una retrospectiva en Francia —«¡No es Garbo! ¡No es Dietrich! ¡Sólo es Louise Brooks!»— descubre su carisma para las nuevas generaciones y la instituye en el icono
flapper
de los años veinte. Un
revival
que no deja de producirse cada cierto tiempo. A mediados de los años cincuenta, un viejo amigo y ex amante, William S. Paley, el fundador de la CBS, le pasa una modesta pensión mensual hasta el final de su vida para intentar paliar la dura realidad en la que se encontraba. Brooks ya sólo permanece en cama rodeada de libros y de una botella. En 1965 el dibujante Guido Crepax se inspira en su mito para crear el cómic de la sexy Valentina.

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