El
Intrépido
se lanzó hacia delante a las órdenes de Desjani. Geary se inclinó para ver qué objetivo había seleccionado el sistema de combate del crucero de batalla. Un crucero de batalla clase D que estaba saltando en sentido ascendente en un intento de pasar por encima del cuerpo principal.
¿Por qué no va más rápido? De acuerdo con lo que he leído, un clase D debería ser capaz de hacer eso mucho mejor de lo que lo está haciendo.
Geary subrayó el objetivo en su propio visualizador y recibió los datos correspondientes sobre la estimación de daños.
Ah. Lo han golpeado bien. Parece como si hubiera perdido buena parte de su capacidad de propulsión.
Al acercar la imagen del crucero de batalla síndico con los sensores ópticos del
Intrépido
. Geary pudo ver los daños infligidos en forma de agujeros horadados sobre la superficie de la nave enemiga. En un principio, el aspecto de la nave era muy bueno, líneas bien dibujadas y una sensación de suave amenaza desprendiéndose de ella, pero ahora mismo en su casco lo único que se veían eran los agujeros y las combaduras.
Una confrontación entre un clase D y el
Intrépido
hubiera estado muy pero que muy igualada, si no fuera porque el buque de guerra síndico ya había recibido una buena ración de golpes.
En ese momento a Geary le vino otra cosa a la cabeza y alejó la imagen proyectada en su visualizador para centrarse en revisar los vectores de movimiento de las naves de la Alianza más cercanas. Hasta donde podía saber él sin necesidad de preguntar, el crucero de batalla
Vanguardia
y el crucero de batalla
Impávido
se habían fijado como objetivo el mismo buque de guerra síndico. Geary solicitó los datos remotos del resto de naves y pudo confirmar que se habían marcado como objetivo también el crucero de batalla clase D y que estaban obteniendo las estimaciones necesarias para ejecutar también la interceptación.
—Van a llegar allí primero —remarcó en voz alta el capitán.
La capitana Desjani asintió con la cabeza, dejando patente su frustración.
—No puedo llegar antes que ellos sin acelerar hasta un punto tal que mi objetivo podría quedar emborronado. Prefiero ser la que dé el tercer golpe que arriesgarme a no darle a ese cabrón —sentenció Desjani.
Geary volvió a mirar en dirección a su visualizador, en el que las líneas curvas surcaban el espacio trazando el rastro de las trayectorias previstas para los buques de guerra tanto de la Alianza como de los síndicos y formaban un paisaje extrañamente hermoso con las estrellas como telón de fondo. A esta escala, Geary podía ver fácilmente cómo los caminos de las múltiples naves de la Alianza iban convergiendo con las trayectorias de todas y cada una de las naves síndicas.
Esto ya no es una batalla. Los síndicos que han logrado sobrevivir se enfrentan a una fuerza tan superior en número y que ya les ha infligido tantos daños ya que esto es sencillamente una matanza.
Sé que tenemos que destruir a las fuerzas de combate síndicas para sobrevivir, ¿pero por qué no tendrán los síndicos cabeza suficiente como para rendirse cuando está claro que la situación no tiene salida?
Por otro lado, la situación de la flota de la Alianza parecía no tener salida posible dentro del sistema interior síndico y la opción de rendirse era bastante poco apetecible.
Finalmente Geary captó lo irónico de la situación, pues realmente esta matanza unilateral era lo que le habría sucedido a la flota de la Alianza en el sistema interior síndico si se hubiera partido en dos y cada uno hubiera tratado de huir por su cuenta.
El
Vanguardia
fue el primero en llegar hasta el crucero de batalla clase D y machacándolo con una cortina de lanzas infernales que disparó sobre él justo antes de seguir avanzando con las miras puestas en el siguiente objetivo. El
Impávido
vino después, atacando desde un ángulo distinto, de tal manera que sus disparos impactaron contra la popa del crucero de batalla síndico. Inmediatamente después, una serie de explosiones secundarias hicieron saltar por los aires partes de la popa del buque de guerra síndico y lo dejaron vagando erráticamente por el espacio, según parecía, ya sin control alguno.
—Nos toca —inspiró Desjani—. Consultor de sistemas de combate, ¿queda algo en ese casco que tengamos que destruir?
El
Intrépido
se metió por debajo del desastrado crucero de batalla síndico, que seguía dando tumbos por el espacio mientras escupía a ráfagas irregulares cápsulas de salvamento desde su interior.
—Capitana —informó el consultor de sistemas de combate—, estamos detectando que hay sistemas en funcionamiento entre las naves.
—O sea que no está muerto todavía —observó Desjani con una sonrisa de oreja a oreja—. Que las lanzas infernales apunten a la sección intermedia del crucero de batalla. Abran fuego cuando el objetivo se encuentre dentro del radio de tiro.
La silueta tambaleante del crucero de batalla no era un objetivo fácil, pero las lanzas infernales del
Intrépido
salieron como un relámpago y se estrellaron contra el casco de la nave síndica en el momento en el que el
Intrépido
pasaba a toda velocidad a su altura. Prácticamente todos los disparos golpearon contra la zona intermedia del crucero de batalla.
—Ya no se registra actividad alguna en los sistemas —indicó el consultor mientras los escombros del crucero de batalla se perdían en la distancia a sus espaldas, todavía escupiendo de manera irregular naves de salvamento de vez en cuando.
—No merece la pena que le demos otro pase —decidió Desjani—. Trasladando objetivo a crucero pesado en cero dos cero grados relativos, tres uno grados ascendente, radio cero coma tres segundos luz. —El
Intrépido
se balanceó como resultado de las órdenes de sus sistemas de maniobra, se arqueó hacia arriba y ligeramente hacia un lado describiendo una leve curva. El crucero síndico, que también mostraba las marcas de los daños que ya se le habían infligido anteriormente en la batalla, trató de dar la vuelta y escapar, pero estaba demasiado cerca y no disponía de una ventaja suficiente como para llevar su plan a buen puerto. Desjani ajustó la trayectoria del
Intrépido
y lanzó una acometida a corta distancia contra el crucero pesado que seguía lanzado a la huida. Los escudos del
Intrépido
absorbieron con facilidad las series irregulares de disparos expelidos por el crucero enemigo, mientras que la nave de la Alianza devolvió una serie de descargas pesadas dirigidas contra el navío síndico que primero derribaron los escudos que le quedaban al crucero y después se incrustaron en la nave misma.
—Evaluación de daños —bramó Desjani mientras el
Intrépido
y el crucero se alejaban el uno del otro enfilando trayectorias divergentes.
—El crucero síndico ha sufrido daños graves —informó rápidamente el consultor—. Impactos confirmados en todas las zonas del casco. Señora, acabamos de detectar cápsulas de salvamento abandonando el crucero.
—¿Hemos confirmado la defunción del crucero? —inquirió Desjani. El consultor dudó por un momento y volvió a recapitular la información que recogían los sensores del
Intrépido
.
—Hay daños graves y el crucero ya no parece estar bajo control, pero no puedo confirmar su defunción —insistió el consultor.
Desjani frunció el ceño como si estuviese sumida en sus pensamientos.
—Podría tratarse de una artimaña. —Desjani examinó la zona—. Y no hay otras naves síndicas en la zona que no se hayan visto obligadas a entrar en combate o que no hayan sido tomadas ya. Vamos a darle otra pasada con el
Intrépido
.
El
Intrépido
empezó a dar la vuelta trabajosamente para realizar una nueva embestida sobre la nave síndica, empleando sus sistemas de propulsión para frenar y permitir así un giro ajustado aunque de proporciones descomunales. Apenas habían comenzado a darse la vuelta cuando un destructor de la Alianza pasó como un rayo a la altura del crucero síndico y le propinó unos cuantos golpes más. Instantes después, cuando el
Intrépido
había ejecutado unos dos tercios de su movimiento de giro, el consultor volvió a llamar la atención de la capitana.
—Hay más cápsulas de salvamento abandonando el crucero. Montones de ellas —informó el consultor.
Geary le dedicó una media sonrisa a Desjani.
—Supongo que se han imaginado que iba usted a volver a la carga —indicó el capitán.
—Como si les fuéramos a permitir escapar en algún caso —replicó Desjani antes de lanzar una nueva orden a su tripulación—. Continúen con la maniobra de tiroteo en carrera pero no disparen hasta que no les dé la orden de hacerlo. —Geary y Desjani observaron con atención el objetivo a medida que el
Intrépido
giraba aún más atrás, estrechando ahora la distancia sobre el maltrecho crucero pesado, pero a casi dos décimas de segundos luz de distancia a causa de la reducción de velocidad necesaria para realizar el giro—. Dos cápsulas de salvamento más, por lo que veo —comentó Desjani. Momentos después, hubo una explosión de luz producida por el estallido del núcleo de energía del crucero—. Tal vez haya sido un accidente, pero si su intención era hacernos daño, lo han hecho explotar demasiado pronto.
—Es difícil saberlo —replicó Geary—. Tal vez solo quisieran volar la nave para que no nos pudiésemos hacer con ella.
Desjani soltó un bufido.
—Un crucero pesado abandonado no tendrá demasiadas cosas en las que podamos estar interesados. Ya habrían destruido cualquier material de Inteligencia que pudiera tener un cierto valor. Lo único que habríamos hecho nosotros con él sería hacer estallar el núcleo de energía para que los síndicos no pudieran volver a usarlo. Nos han ahorrado el problema. —La capitana miró su visualizador con frustración—. No nos quedan más objetivos por aquí cerca.
Geary volvió a revisar su propio visualizador. El número de naves síndicas que seguían activas habían menguado con rapidez y los sensores del
Intrépido
no dejaban de registrar las defunciones de más navíos a cada segundo. Había unos cuantos síndicos que seguían intentando huir, pero los perseguidores de la Alianza se les acercaban desde distintos ángulos, así que las naves enemigas que quedaban iban a desaparecer del mapa en cuestión de minutos.
Se acabó. Geary miró al nubarrón de escombros a que había quedado reducido el crucero pesado que el
Intrépido
se había marcado como último objetivo. No quiero saber cuántas vidas humanas se han perdido durante las últimas horas. La gran mayoría de los que han fallecido eran enemigos nuestros que estaban tratando de matarnos y la cruda realidad es que eso es lo único que importa ahora mismo.
La estrella a la que los humanos habían llamado Kaliban tenía ahora un número muy superior de objetos orbitando a su alrededor. La mayoría eran de pequeño tamaño y pertenecían a los escombros desperdigados de lo que quedaba después de que los buques de guerra síndicos se hubiesen hecho volar por los aires ellos mismos o de que las naves de la Alianza hubiesen hecho lo propio para evitar que tales naves fueran rescatadas y reutilizadas por el enemigo. Entre los restos de la batalla también había un enjambre de cápsulas de salvamento síndicas esparcidas por el espacio con supervivientes a bordo que habían conseguido abandonar sus naves antes de que les sobreviniese el final. Pequeñas, desarmadas, y con lo justo para alcanzar un lugar en el que estar a salvo dentro del sistema Kaliban, las cápsulas de salvamento no suponían amenaza alguna para la victoriosa flota de la Alianza.
—Esos tripulantes podrían volver a combatir. De hecho, volverán a combatir —argumentó Desjani—. No estoy diciendo que debamos acostumbrarnos a fijarnos como objetivo las cápsulas de salvamento, pero rodear las cápsulas y convertir a los tripulantes en prisioneros podría ser una buena idea.
Geary le hizo ver que él ya había estado planteándose esa idea antes de menear la cabeza.
—¿Y dónde los meteríamos? Con ellos llenaríamos absolutamente todas y cada una de las celdas de todas las naves y todavía nos seguiría sobrando mucha gente. Amén de que no tenemos con qué alimentarlos.
Desjani hizo una mueca agria pero asintió con la cabeza.
—Seguridad y logística. Esas dos cosas siguen interponiéndose en el camino de un montón de buenas ideas —se quejó la capitana.
—Eso es cierto —sonrió Geary—. Aun así, he visto muchos planes que no se ceñían a la realidad y a quienes los idearon no pareció importarles mucho.
—Por supuesto que no. ¿Por qué permitir que la realidad te estropee un buen plan? —Desjani le devolvió la sonrisa a Geary—. Esta victoria ha sido estupenda, capitán Geary.
—Gracias. Quedan algunas cosas por rematar, no obstante. ¿Cómo podemos saber cuál de esas cápsulas de salvamento alberga a quienquiera que sea el oficial superviviente más veterano de la flota síndica?
Hubo que pasar un buen rato rebotando mensajes entre las varias cápsulas de salvamento existentes hasta que se localizó a la que llevaba a bordo al comandante síndico y se estableció comunicación con él. Como si fuera producto de un capricho del destino, el comandante general de los síndicos había sobrevivido a la batalla, si bien Geary se preguntaba si aquel oficial se iba a sentir agradecido por aquello durante mucho tiempo.
El impecable uniforme del director general síndico había sido mancillado por varios desgarros y quemaduras. Su rostro, tan pálido como si estuviese sufriendo una conmoción, tenía la mirada aturdida de quien no había sido capaz de asimilar todo lo que había ocurrido. Geary no reconoció al director general, pero el director general se quedó mirando a Geary con unos ojos que desvelaban que él si lo reconocía y que no se podía creer lo que estaba viendo.
—Así que es verdad —susurró el comandante síndico.
—¿El qué es verdad? —preguntó Geary, sabiendo ya de antemano cuál era la respuesta.
En lugar de responderle lo que se esperaba, el director general síndico pareció intentar adoptar una postura férrea.
—Mi fuerza no se va a… a rendir —tartamudeó.
Geary no pudo evitar arquear ambas cejas ante la sorpresa que le producía aquella declaración.
—En realidad esa opción ya no está disponible. No hay nada que rendir. Su fuerza ha dejado de existir. Todas sus naves han sido destruidas —informó Geary.