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Authors: Eduardo Galeano

Tags: #Ensayo

Las venas abiertas de América Latina (38 page)

BOOK: Las venas abiertas de América Latina
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Argentina disputa a Brasil el papel de plaza predilecta de las inversiones imperialistas, y su gobierno militar no se quedaba atrás en la exaltación de las ventajas, en este mismo período: en el discurso donde definió la política económica argentina, en 1967, el general Juan Carlos Onganía reafirmaba que las gallinas otorgan al zorro la igualdad de oportunidades: «
Las inversiones extranjeras en Argentina serán consideradas en un pie de igualdad con las inversiones de origen interno, de acuerdo con la política tradicional de nuestro país, que nunca ha discriminado contra el capital extranjero»
.
[348]
Argentina tampoco impone limitaciones a la entrada del capital foráneo ni a su gravitación en la economía nacional, ni a la salida de las ganancias, ni a la repatriación del capital; los pagos de patentes, regalías y asistencia técnica se hacen libremente. El gobierno exime de impuestos a las empresas y les brinda tasas especiales de cambio, amén de muchos otros estímulos y franquicias. Entre 1963 y 1968, fueron desnacionalizadas cincuenta importantes empresas argentinas, veintinueve de las cuales cayeron en manos norteamericanas, en sectores tan diversos como la fundición de acero, la fabricación de automóviles y de repuestos, la petroquímica, la química, la industria eléctrica, el papel o los cigarrillos,
[349]
En 1962, dos empresas nacionales de capital privado, Siam Di Tella e Industrias Kaiser Argentinas, figuraban entre las cinco empresas industriales más grandes de América Latina; en 1967 ambas habían sido capturadas por el capital imperialista. Entre las más poderosas empresas del país, que facturan ventas por más de siete mil millones de pesos anuales cada una, la mitad del valor total de las ventas pertenece a firmas extranjeras, un tercio a organismos del Estado y apenas un sexto a sociedades privadas de capital argentino
[350]
.

México congrega casi la tercera parte de las inversiones norteamericanas en la industria manufacturera de América Latina. Tampoco ese país opone restricciones a la transferencia de capitales ni a la repatriación de utilidades; las restricciones cambiarias brillan por su ausencia. La
mexicanización
obligatoria de los capitales, que impone una mayoría nacional de las acciones en algunas industrias,
«ha sido bien acogida, en términos generales, por los inversionistas extranjeros, quienes han reconocido públicamente diversas ventajas a la creación de empresas mixtas»
, según declaraba en 1967 el Secretario de Industria y Comercio del gobierno:
«Cabe hacer notar que aun empresas de renombre internacional han adoptado esta forma de asociación de compañías que han establecido en México, y es también importante destacür que la política de mexicanización de la industria no solamente no ha desalentado a la inversión extranjera en México, sino que después de que la corriente de esa inversión rompió un récord en 1965, el volumen alcanzado en ese año fue nuevamente superado en 1966»
.
[351]
En 1962, de las cien empresas más importantes de México, 56 estaban total o parcialmente controladas por el capital extranjero, veinticuatro pertenecían al Estado y veinte al capital privado mexicano. Estas veinte empresas privadas de capital nacional apenas participaban en poco más de una séptima parte del volumen total de ventas de las cien empresas consideradas.
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Actualmente, las grandes firmas extranjeras dominan más de la mitad de los capitales invertidos en computadoras, equipos de oficina, maquinarias y equipos industriales; —General Motora, Ford, Chrysler y Volkswagen han consolidado su poderío sobre la industria de automóviles y la red de fábricas auxiliares; la nueva industria química pertenece a la Du Pont, Monsanto, Imperial Chemical, Allied Chemical, Union Carbide y Cyanamid; los laboratorios principales están en manos de la Parke Devis, Merck & Co., Sidney Ross y Squibb; la influencia de la Celanese es decisiva en la fabricación de fibras artificiales; Anderson Clayton y Lieber Brothers disponen en medida creciente de los aceites comestibles, y los capitales extranjeros participan abrumadoramente de la producción de cemento, cigarrillos, caucho y derivados, artículos para el hogar y alimentos diversos
[353]
.

E
L BOMBARDEO DEL
F
ONDO
M
ONETARIO
I
NTERNACIONAL FACILITA EL DESEMBARCO DE LOS CONQUISTADORES

Dos de los ministros de gobierno que declararon ante la comisión parlamentaria sobre la desnacionalización industrial de Brasil reconocieron que las medidas adoptadas bajo el gobierno de Castelo Branco para permitir el flujo directo del crédito externo a la empresas habían dejado en inferioridad de condiciones a las fábricas de capital nacional. Ambos se referían a la célebre Instrucción 289, de principios de 1965: las empresas extranjeras obtenían préstamos fuera de fronteras a un siete u ocho por ciento, con un tipo especial de cambio que el gobierno garantizaba en caso de devaluación del cruzeiro, mientras las empresas nacionales debían pagar cerca de un cincuenta por ciento de intereses por los créditos que arduamente conseguían dentro de su país. El inventor de la medida, Roberto Campos, la explicó así: «
Obviamente, el mundo es desigual. Hay quien nace inteligente y hay quien nace tonto. Hay quien nace atleta y hay quien nace tullido. El mundo se compone de pequeñas y grandes empresas. Unos mueren temprano, en el primor de su vida; otros se arrastran, criminalmente, por una larga existencia inútil. Hay una desigualdad básica fundamental en la naturaleza humana, en la condición de las cosas. A esto no escapa el mecanismo del crédito. Postular que las empresas nacionales deban tener el mismo acceso que las empresas extranjeras al crédito extranjero es simplemente desconocer las realidades básicas de la economía... »
.
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De acuerdo con los términos de este breve pero jugoso Manifiesto capitalista,
la ley de la selva es el código que naturalmente rige la vida humana y la injusticia no existe, puesto que lo que conocemos por injustícia no es más que la expresión de la cruel armonía del universo. Los países pobres son pobres porque... son pobres; el destino está escrito en los astros y sólo nacemos para cumplirlo: unos, condenados a obedecer; otros, señalados para mandar. Unos poniendo el cuello y otros poniendo la soga
. El autor fue el artífice de la política del Fondo Monetario Internacional en Brasil.

Como en los demás países de América Latina, la puesta en práctica de las recetas del Fondo Monetario Internacional sirvió para que los conquistadores extranjeros entraran pisando tierra arrasada. Desde fines de la década del cincuenta, la recesión económica, la inestabilidad monetaria, la sequía del crédito y el abatimiento del poder adquisitivo del mercado interno han contribuido fuertemente en la tarea de voltear a la industria nacional y ponerla a los pies de las corporaciones imperialistas. So pretexto de la mágica
estabilización monetaria
, el Fondo Monetario Internacional, que interesadamente confunde la fiebre con la enfermedad y la inflación con la crisis de las estructuras en vigencia, impone en América Latina una política que agudiza los desequilibrios en lugar de aliviarlos. Liberaliza el comercio, prohibiendo los cambios múltiples y los convenios de trueque, obliga a contraer hasta la asfixia los créditos internos, congela los salarios y desalienta la actividad estatal. Al programa agrega las fuertes devaluaciones monetarias, teóricamente destinadas a devolver su valor real a la moneda y a estimular las exportaciones. En realidad, las devaluaciones sólo estimulan la concentración interna de capitales en beneficio de las clases dominantes y propician la absorción de las empresas nacionales por parte de los que llegan desde fuera con un puñado de dólares en las maletas.

En toda América Latina, el sistema produce mucho menos de lo que necesita consumir, y la inflación resulta de esta
impotencia estructural
. Pero el FMI no ataca las causas de la oferta insuficiente del aparato de producción sino que lanza sus cargas de caballería contra las consecuencias, aplastando aún más la mezquina capacidad de consumo del mercado interno de consumo:
una demanda excesiva, en estas tierras de hambrientos, tendría la culpa de la inflación
. Sus fórmulas no sólo han, fracasado en la estabilización y en el desarrollo, sino que además han intensificado el estrangulamiento externo de los países, han aumentado la miseria de las grandes masas desposeídas, poniendo al rojo vivo las tensiones sociales, y han precipitado la desnacionalización económica y financiera, al influjo de los sagrados mandamientos de la libertad de comercio, la libertad de competencia y la libertad de rnovimiento de los capitales. Los Estados Unidos, que emplean un vasto sistema proteccionista —aranceles, cuotas, subsidios internos— jamás han merecido la menor observación del FMI. En cambio, con América Latina, el FMI ha sido inflexible: para eso nació. Desde que Chile aceptó la primera de sus misiones en 1954,
los consejos
del FMI se extendieron por todas partes, y la mayoría de los gobiernos sigue hoy día, ciegamente, sus orientaciones.
La terapéutica empeora al enfermo para mejor imponerle la droga de los empréstitos y las inversiones
. El FMI proporciona préstamos o da la imprescindible luz verde para que otros los proporcionen. Nacido en Estados Unidos, con sede en Estados Unidos y al servicio de Estados Unidos, el Fondo opera; en efecto, como un inspector internacional, sin cuyo visto bueno la banca norteamericana no afloja los cordones de la bolsa; el Banco Mundial, la Agencia para el Desarrollo Internacional y otros organismos filantrópicos de alcance universal también condicionan sus créditos a la firma y el cumplimiento de las
Cartas de intenciones
de los gobiernos ante el omnipotente organismo. Todos los países latinoamericanos reunidos no alcanzan a sumar la mitad de los votos de que disponen los Estados Unidos para orientar la política de este supremo hacedor del equilibrio monetario en el mundo: el FMI fue creado para institucionalizar el predominio financiero de Wall Street sobre el planeta entero, cuando a fines de la segunda guerra el dólar inauguró su hegemonía como moneda internacional. Nunca fue infiel al amo
[355]
.

La burguesía nacional latinoamericana tiene, bien es cierto, vocación de rentista, y no ha opuesto diques considerables a la avalancha extranjera sobre la industria, pero también es cierto que las corporaciones imperialistas han utilizado toda una gama de métodos del arrasamiento. El bombardeo previo del FMI facilitó la penetración. Así, se han conquistado empresas mediante un simple golpe de teléfono, después de una brusca caída en las cotizaciones de la bolsa, a cambio de un poco de oxígeno traducido en acciones, o bien ejecutando alguna deuda por abastecimientos o por el uso de patentes, marcas o innovaciones técnicas. Las deudas, multiplicadas por las devaluaciones monetarias que obligan a las empresas locales a pagar más moneda nacional por sus compromisos en dólares, se convierten así en una trampa mortal. La dependencia en el suministro de la tecnología se paga caro: el
know-how
de las corporaciones incluye una gran pericia en el arte de devorar al prójimo. Uno de los últimos mohicanos de la industria nacional brasileña declaraba, hace menos de tres años, desde un diario carioca: «La experiencia demuestra que el producto de la venta de una empresa nacional muchas veces ni llega a Brasil, y queda rindiendo intereses en el mercado financiero del país comprador».
[356]
Los acreedores cobraron quedándose con las instalaciones y las máquinas de los deudores. Las cifras del Banco Central del Brasil indican que no menos de la quinta parte de las nuevas inversiones industriales en 1965, 1966 y 1967 correspondió en realidad a la conversión de las deudas impagas en inversiones.

Al chantaje financiero y tecnológico se suma la competencia desleal y libre del fuerte frente al débil. Como las filiales de las grandes corporaciones multinacionales integran una estructura mundial,
pueden darse el lujo de perder dinero durante un año, o dos, o el tiempo que fuere necesario. Bajan, pues, los precios, y se sientan a esperar la rendición del acosado. Los bancos colaboran con el sitio: la empresa nacional no es tan solvente como parecía: se le niegan víveres. Acorralada, la empresa no tarda en levantar la bandera blanca. El capitalista local se convierte en socio menor o en funcionario de sus vencedores. O conquista la más codiciada de las suertes: cobra el rescate de sus bienes en acciones de la casa matriz extranjera y termina sus días viviendo gordamente una vida de rentista
. A propósito del
dumping
de precios, resulta ilustrativa la historia de la captura de una fábrica brasileña de cintas adhesivas, la Adesite, por parte de la poderosa Union Carbide. La Scotch, conocida empresa con sede en Minnesota y tentáculos universales, empezó a vender cada vez más baratas sus propias cintas adhesivas en el mercado brasileño. Las ventas de la Adesite iban descendiendo. Los bancos le cortaron los créditos. La Scotch continuaba bajando sus precios: cayeron en un treinta por ciento, después en un cuarenta por ciento. Y apareció entonces la Union Carbide en escena: compró la fábrica brasileña a precio de desesperación. Posteriormente, la Union Carbide y la Scotch se entendieron para repartírse el mercado nacional en dos partes: dividieron a Brasil; la mitad para cada una. Y, de común acuerdo, elevaron el precio de las cintas adhesivas en un cincuenta por ciento. Era la digestión. La ley antitrust, de los viejos tiempos de Vargas, había sido derogada años atrás.

La propia Organización de Estados Americanos reconoce
[357]
que la abundancia de recursos financieros de las filiales norteamericanas, «
en momentos de muy escasa liquidez para las empresas nacionales, ha propiciado; en ocasiones, que algunas de esas empresas nacionales fuesen adquiridas por intereses extranjeros»
. La penuria de recursos financieros, agudizada por la contracción del crédito interno impuesta porel Fondo Monetario, ahoga a las fábricas locales. Pero el mismo documento de la
OEA
informa que nada menos que el
95,7
por ciento de los fondos requeridos por las empresas norteamericanas para su normal funcionamiento y desarrollo en América Latina provienen de fuentes latinoamericanas, en forma de créditos, empréstitos y utilidades reinvertidas. Esa proporción es del ochenta por ciento en el caso de las industrias manufactureras.

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