Las venas abiertas de América Latina (50 page)

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Authors: Eduardo Galeano

Tags: #Ensayo

BOOK: Las venas abiertas de América Latina
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[42]
John Collier,
The Indians of America
, Nueva York, 1947.

[43]
Según Darcy Ribeiro, op. cit., con datos de Henry F. Dobyns, Paul Thompson y otros.

[44]
Emilio Romero,
Historia económica del Perú
, Buenos Aires, 1949.

[45]
Enrique Finot,
Nueva historia de Bolivia
, Buenos Aires, 1946.

[46]
Obras citadas.

[47]
Antonello Gerbi, Una disputa del Nuevo Mundo, México, 1960, y Daniel Vídart, op. cit.

[48]
Lewis Hanke,
Estudios sobre fray Bartolomé de Las Casas y sobre la lucha por la justicia en la conquista española de América
, Caracas, 1968.

[49]
J. M. Ot Capdequí, op. cit.

[50]
Un miembro del Servicio Norteamericano de Conservación de Suelos, según John Collier, op. cit.

[51]
Daniel Valcárcel,
La rebelión de Túpac Amaru
, México, 1947.

[52]
Alexander von Humboldt,
Ansicbten des Natur, tomo tr. Citado
en Adolf Meyer-Abich y otros, Alejandro de Humboldt (1769-1969), Bad Godesberg, 1969.

[53]
Tulio Halperin Donghi,
Historia contemporánea de América Latina
, Madrid, 1969.

[54]
Ernest Gruening,
Mexico and its Heritage
, Nueva York, 1928.

[55]
Alonso Aguilar Monteverde,
Dialéctica de la economía mexicana
, México, 1968.

[56]
Los últimos charrúas, que hacia 1832 sobrevivían saqueando novillos en las campiñas salvajes del norte del Uruguay, sufrieron la traición del presidente Fructuoso Rivera. Alejados de la espesura que les daba protección; desmoniados y desarmados por las falsas promesas de amistad, fueron abatidos en un paraje llamado la Boca del Tigre:
«Los
clarines tocaron a degüello —cuenta el escritor Eduardo Acevedo Díaz (diario
La Epoca
, 19 de agosto de 1890)

[57]
John Kenneth Turner,
México bárbaro
, México, 1967. Arturo Bonilla Sánchez, Un problema que se agrava: la subocupación rural, en Neolatifundismo y explotación, De Emiliano Zapata a Anderson Clayton & Co., varios autores, México, 1968.

[58]
René Dumont,
Tierras vivas. Problemas de la reforma agraria en el mundo
, México, 1963.

[59]
Eduardo Galeano,
Guatemala, país ocupado
, México, 1967.

[60]
Los mayas quichés creían en un solo dios, practicaban el ayuno, la penitencia, la abstinencia y la confesión; creían en el diluvio y en el fin del mundo: el cristianismo no les aportó grandes novedades. La descomposición religiosa comenzó con la colonia. La religión católica sólo asimiló algunos aspectos mágicos y totémicos de la religión maya, en la tentativa vana de someter la fe indígena a la ideología de los conquistadores. El aplastamiento de la cultura original abrió paso al sincretismo, y así se, recogen, por ejemplo, en la actualidad, testimonios de la involución con respecto a aquella evolución alcanzada: «Don Volcán necesita carne humana bien tostadita». Carlos Guzmán Bõckler y Jean-Loup Herbert,
Guatemala: una interpretación histórico-social
, México, 1970.

[61]
Las
bandeiras
paulistas eran bandas errantes de organización paramilitar y de fuerza variable. Sus expediciones selva adentro desempeñaron un papel importante en la colonización interior de Brasil.

[62]
Celso Furtado, op. cit.

[63]
Celso Furtado, Formación económica del Brasil, México, 1959.

[64]
C. R. Boxer, The Golden Age of Brazil (1695-1750), California, 1969.

[65]
Augusto de Lima Júnior,
Vila Rica de Ouro Preto. Sintese histórica e descritiva
, Belo Horizonte, 1957.

[66]
C. R. Boxer, op. cit.

[67]
C. R. Boxer, op. cit. En Cuba se atribuían propiedades medicinales a las esclavas. Según el testimonio de Esteban Montejo, «había un tipo de enfermedad que recogían los blancos. Era una enfermedad en las venas y en las partes masculinas. Se quitaba con las negras. El que la cogía se acostaba con una negra y se la pasaba. Así se curaban en seguida». Miguel Barnet,
Biografía de un cimarrón
, Buenos Aires, 1968.

[68]
Joaquim Felício dos Santos,
Memórias do Distrito Diamantino
, Río de Janeiro; 1956.

[69]
Augusto de Lima Júnior, op. cit.

[70]
Allan K. Manchester, British Preeminence in Brazil: it: Rice and Fall, Chapel Hill, Carolina del Norte, 1933.

[71]
Celso Furtado, op. cit.

[72]
Augusto de Lima júnior, op. cit. El autor siente una gran alegría por «la expansión del imperialismo colonizador, que los ignorantes de hoy, movidos por sus maestros moscovitas, califican de crimen».

[73]
Roberto C. Simonsen,
História económica do Brasil
(1500
-
1820), São Paulo, 1962.

[74]
Eponina Ruas,
Ouro Preto. Sua história, seus templos, monumentos
, Río de Janeiro, 1950.

[75]
Fernando Ortiz,
Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar
, La Habana, 1963.

[76]
Caio Prado Júnior,
Historia económica del Brasil, Bue
nos Aires, 1960.

[77]
Sergio Begú,
Economía de la sociedad colonial
. Ensayo de historia comparada de América Latina, Buenos Aires, 1949.

[78]
Celso Furtado,
Formación económica del Brasil
, México - Buenos Aires, 1959.

[79]
Josué Castro,
Geografía da forre
, São Paulo, 1963.

[80]
Ibid.

[81]
Ibid. Un viajero inglés, Henry Koster, atribuía la costumbre de comer tierra al contacto de los niños blancos con los negritos, “que contagian este vicio africano”.

[82]
El nordeste padece, por varias vías, una suerte de colonialismo interno en beneficio del sur industrializado. Dentro del nordeste, a la vez, la región del sertáo está subordinada a la zona azucarera a la cual abastece, y los latifundios azucareros dependen de las plantas industrializadoras del producto. La vieja institución del
senhor de engenho
está en crisis; los molinos centrales han devorado a las plantaciones.

[83]
Según las investigaciones del Instituto Joaquím Nabuco de Pesquisas Sociais, de Pernambuco, citadas por Kit Sim Taylor en
El
nordeste brasileño: azúcar y plusvalía
, Monthly Review, núm. 63, Santiago de Chile, junio de 1969.

[84]
Franklin de Oliveira,
Revolución y contrarrevolución en Brasil
, Buenos Aires, 1965.

[85]
René Dumont,
Tierras vivas
.
Problemas de la reforma agraria en el mundo
, México, 1963.

[86]
Josué de Castro, op. cit.

[87]
Celso Furtado,
Dialética do desenvolvimento
, Río de Janeiro, 1964.

[88]
Karl Marx, Discurso sobre el libre cambio, en
Miseria de la filosofía
, Moscú, s. f.

[89]
Vincent T. Harlow,
A
History of
Barbados
, Oxford, 1926.

[90]
Tadeusz Lèpkowski, Haití, tomo I, La Habana, 1968.

[91]
Ibid.

[92]
Hay una novela espléndida de Alejo Carpentier,
El reino de este mundo
(Montevideo, 1966), sobre este alucinante período de la vida de Hair. Contiene una recreación perfecta de las andanzas de Paulina y su marido por el Caribe.

[93]
Citado por Manuel Moreno Fraginals,
El ingenio
, La Flabana, 1964.

[94]
Ya habían irrumpido los saladeros en el Río de la Plata. Argentina y Uruguay, que por entonces no existían por separado ni se llamaban así, habían adaptado sus economías a la exportación en gran escala de carne seca y salada, cueros, grasas y sebos. Brasil y Cuba, los dos grandes centros esclavistas del siglo XIX, fueron excelentes mercados para el tasajo, un alimento muy barato, de fácil transporte y no menos fácil almacenamiento, que no se descomponía al calor del trópico. Los cubanos llaman todavía «Montevideo» al tasajo, pero Uruguay dejó de venderlo en 1965, sumándose así al bloqueo dispuesto por la OEA contra Cuba. De esta manera Uruguay perdió, estúpidamente, el último mercado que le restaba para este producto. Había sido Cuba, a fines del siglo XVIII, el prímer mercado que se abrió a la carne uruguaya, embarcada en delgadas lonjas secas. José Pedro Barrán y Benjamín Nahum,
Historia rural del Uruguay moderno (1851-1885)
, Montevideo, 1967.

[95]
Manuel Moreno Fraginals, op. cit. Hasta hace poco tiempo, navegaban por el río Sagua los
palanqueros
. «Llevan una larga vara con una punta de hierro. Con ella van hiriendo el lecho del río hasta que clavan un madero... Así, día a día, extraen del fondo del río los restos de los árboles que el azúcar talara. Viven de los cadáveres del bosque».

[96]
Celso Furtado,
La economía latinoamericana desde la Conquista ibérica hasta la Revolución Cubana
, Santiago de Chile, 1969, México, 1969.

[97]
Moreno Fraginals ha observado, agudamente, que los nombres de los ingenios nacidos en el siglo XIX reflejaban las alzas y las bajas de la curva azucarera:
Esperanza, Nueva Esperanza, Atrevido, Casualidad; Aspirante, Conquista,Confianza, El Buen Suceso; Apuro, Angustia, Desengaño
. Había cuatro ingenios llamados, premonitoriamente,
Desengaño
.

[98]
René Dumont,
Cuba (intento de crítica constructiva)
, Barcelona, 1965.

[99]
Celso Furtado,
La economía lationamericana
, op. cit.

[100]
El director del programa de azúcar en el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos declaró tiempo después de la Revolución: «Desde que Cuba ha dejado la escena, nosotros no contamos con la protección de este país, el más grande exportador mundíal, ya que disponía siempre de reservas para atender, cuando era preciso, a nuestro mercado.» Enrique Ruiz García,
América Latina anatomia de una revolución
, Madrid, 1966.

[101]
Leland H. Jenks,
Nuestra colonia de Cuba
, Buenos Aires; 1960.

[102]
Puerto Rico, otra factoría azucarera, quedó prisionero. Desde el punto de vista norteamericano, los puertorriqueños no son suficientemente buenos para vivir en una patria propia, pero en cambio sí lo son para morir en el frente de Vietnam en nombre de una patria que no es la suya. En un cálculo proporcional a la población, el «estado libre asociado» de Puerto Rico tiene más soldados peleando en el sudeste asiático que cualquier otro estado de los Estados Unidos. A los puertorriqueños que resisten el servicio militar obligatorio en Vietnam se les envía por cinco años a las cárceles de Atlanta. Al servicio militar en filas norteamericanas se agregan otras humillaciones heredadas tras la invasión de 1898 y benditas por ley (por ley del Congreso de los Estados Unidos). Puerto Rico cuenta con una representación simbólica en el Congreso norteamericano, sin voto y prácticamente sin voz. A cambio de este derecho, un estatuto colonial: Puerto Rico tenía, hasta la ocupación norteamericana, una moneda propia y mantenía un próspero comercio con los principales mercados. Hoy la moneda es el dólar y los aranceles de sus aduanas se fijan en Washington, donde se decide todo lo que tiene que ver con el comercio exterior e interior de la isla. Lo mismo ocurre con las relaciones exteriores, el transporte, las comunicaciones, los salarios y las condiciones de trabajo. Es la Corte Federal de los Estados Unidos la que juzga a los puertorriqueños; el ejército local integra el ejército del norte. La industria y el comercio están en manos de los intereses norteamericanos privados. La desnacionalización quiso hacerse absoluta por la vía de la emigración: la miseria empujó a más de un millón de puertorriqueños a buscar mejor suerte en Nueva York, al precio de la fractura de su identidad nacional. Allí, forman un subproletariado que se aglomera en los barrios más sórdidos.

[103]
Fidel Castro,
La Revolución cubana (discursos)
, Buenos Aires, 1959.

[104]
A. Núñez Jiménez,
Geografía de Cuba
, La Habana, 1959.

[105]
René Dumont, op. cit.

[106]
Dudley Seers, Andrés Bianchi, Richard Jolly y Max Nolff,
Cuba, the Economic and Social Revolution
, Chapel Hill, Carolina del Norte, 1964.

[107]
K. S. Karol,
Les guérrilleros au pouvoir. L’tinéraire politique de la révolution cubaine
, París, 1970.

[108]
El precio estable del azúcar, garantizado por los países socialistas, ha desempeñado un papel decisivo en este sentido. También la ruptura del bloqueo dispuesto por los Estados Unidos, que se hizo añicos a través del tráfico comercial intenso con España y otros países de Europa occidental. Un tercio de las exportaciones cubanas proporciona dólares, es decir, divisas convertibles, al país; el resto se aplica el trueque con la Unión Soviética y la zona del rublo. Este sistema de comercio implica también ciertas dificultades: las turbinas soviéticas para las centrales termoeléctricas son de excelente calidad, como todos los equipos pesados que la URSS produce, pero no ocurre lo mismo con los artículos de consumo de la industria ligera o mediana.

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