Mi novia

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Authors: Fabio Fusaro

Tags: #Autoayuda

BOOK: Mi novia
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Te dejó tu novia. La única mujer que te importa en la vida. Sentís que nunca vas a encontrar otra como ella. Es más, no te interesa encontrar otra. Todavía no lo podés creer. No sabes como hacer para seguir viviendo. El dolor es insoportable. Pensás que no puede ser que se haya olvidado de todo lo que te dijo, de todo lo que te prometió, y eso sólo ayuda a que te sientas peor. ¿Imaginarla con otro? Ni hablar. No tenés ganas de comer, ni de salir, imposible concentrarse en estudiar, difícil trabajar. No podés pensar en nada que no sea en verla, en hablarle, en convencerla, en recordarle que te ama y que la amas, y que la única manera de vivir es estar juntos. Sólo querés llamarla por teléfono o ir a buscarla…

Si estás viviendo una situación similar a ésta, debes sentir que estás sobre arenas movedizas, donde cada vez que haces un movimiento para salir a flote, te hundís más. Bueno, voy a darte una buena noticia: tenés en tus manos algo así como el elefante de Tarzán para ayudarte a salir de esa situación.

Fabio Fusaro

Mi novia

Manual de instrucciones

ePUB v1.0

Gonzakpo
20.09.12

Título original:
Mi novia. Manual de Instrucciones.

Fabio Fusaro, 2001.

Editor original: Gonzakpo (v1.0)

ePub base v2.0

Seguí atentamente el orden correlativo de los capítulos cualquiera sea el momento por el que estés pasando.

Si alguna premisa te salió mal volvé al capítulo uno. No sirve continuar con distinta novia…

¡Bienvenido al club!

Te dejó tu novia.

La única que te importa en la vida.

Sentís que nunca vas a encontrar otra como ella. Es más, no te interesa encontrar otra.

Todavía no lo podés creer.

No sabés como hacer para seguir viviendo.

El dolor es insoportable.

Pensás que no puede ser que se haya olvidado de todo lo que te dijo, de todo lo que te prometió, y eso sólo ayuda a que te sientas peor.

¿Imaginarla con otro? Ni hablar.

No tenés ganas de comer, ni de salir, imposible concentrarse en estudiar, difícil trabajar.

No podés pensar en nada que nos sea en verla, en hablarle, en convencerla, en recordarle que te ama y que la amás, y que la única manera de vivir es estar juntos.

Sólo querés llamarla por teléfono o ir a buscarla, y que ella te abrace llorando y te diga que fue todo una equivocación, que te quiere como siempre, que la perdones, que nunca más va a pasar, que no puede vivir sin vos, que estos días en los que no estuvo cerca tuyo fueron un infierno, que se la pasó llorando todo el tiempo y que las amigas no sabían como hacer para consolarla.

Y vos decirle: Sí, mi amor, a mí me pasó lo mismo, te quiero, te amo, ya está, ya pasó chiquita, no llores más.

¿Entonces qué hacés? Las vas a buscar con tus mejores ropas, recién bañado y perfumado a la salida del trabajo, o de la facultad, o del colegio.

Pero, oh sorpresa, cuando la ves de lejos, antes de que ella te vea, notás que venía muy divertida riendo con unos compañeros. ¿Pero cómo, no se supone que ella también está destruida por esta ruptura? Caramba…

Y acá viene lo peor. Cuando te ve… no te abraza… no llora, no te dice que no puede vivir sin vos, ni que te quiere, ni una mierda.

Es ahí donde te sentís en un callejón sin salida, y el dolor se hace más intenso porque cada vez la ves más lejos.

Sentís que ya ni verte le provoca nada. ¿Y ahora? ¿Cómo sigue esto? De alguna manera tiene que seguir dado que es imposible asumir que la perdiste, porque no podrías seguir viviendo, ¿no?

Como si todo esto fuera poco te sorprende con alguna frase a modo de saludo como «¿A qué viniste?» o «¿Qué habíamos hablado?» Y ahí te quedás con un nudo en la garganta sin saber para dónde disparar. En realidad dispararías hacia tu sien.

Entonces la mirás a los ojos, con esa mirada que tiempo atrás la hubiera derretido, pero que aparentemente hoy no le mueve un pelo y le decís: —¿Podemos hablar?— Y ella, como molesta, te responde:

—Ya hablamos todo, ¿no?

—Bueno, está bien— le decís. Y en un intento por provocar algún tipo de reacción te das media vuelta y empezás a caminar, rezando por Escuchar un «¡Esperá, no te vayas!» que nunca llega.

Cansado de repetir episodios similares, probás con un llamado, y una carta, y unas flores, y un CD, y nada. Cada vez peor. Dios… es el fin.

Si estás viviendo una situación similar a ésta, debés sentir que estás sobre arenas movedizas, donde cada vez que hacés un movimiento para salir a flote, te hundís más. Bueno, voy a darte una buena noticia: tenés en tus manos algo así como el elefante de Tarzán para ayudarte a salir de esa situación.

Este libro fue escrito en base al análisis de mis experiencias personales y las de mis amigos, las cuales nos han dejado muchas enseñanzas que queremos compartir con vos.

Todas las historias narradas son absolutamente verídicas. Sólo fueron cambiados los nombre para respetar la privacidad de estas personas.

No soy el dueño de la verdad, ni todos los casos son exactamente iguales, pero les aseguro que luego de leer este libro, o a medida que lo vayan haciendo, van a ir sintiéndose más seguros con respecto a esa situación que tanto los tortura hoy.

Los resultados siempre van a ser positivos, porque si tu novia te quiere, en estas páginas vas a encontrar herramientas para recuperarla. Y si no te quiere, sea por el motivo que sea, ¿para qué querés que vuelva?

Más vale prevenir que curar

Tal vez tu situación no sea exactamente la anterior, pero te la ves venir. Desde hace algún tiempo la notás rara. Aparecieron en su actitud lo que llamaremos «I.D.Q.» (Indicadores de Quilombos) que podrían ser:

  • Ya no te mira como antes.
  • No reacciona de la misma manera ante un «te quiero».
  • Cuando te atiende por teléfono no demuestra la misma emoción que hace un tiempo atrás.
  • Se ve molesta si le preguntás «¿me extrañaste?»
  • Le da lo mismo hacer el amor que ver una película o ir a tomar un café.
  • Cuando se ven no se calienta en arreglarse mucho.
  • Está más peleadora de lo habitual.

Y por lo general todo esto desemboca en los padres de todos los IDQ: los famosos «Estoy confundida» y «Necesito un tiempo».

Por lo general los IDQ nunca vienen de a uno, y son una señal inequívoca de que algo malo está por suceder. Seguramente son producto de que algún compañero de colegio, facultad o trabajo le gusta. O tal vez no le guste pero le anda atrás y las muy estúpidas se agrandan como sorete en kerosene.

O tal vez alguna amiga le esté llenando la cabeza en contra tuyo con el objeto de presentarle algún amigo, hermano o primo, o simplemente por romper las pelotas, que para eso son mandadas a hacer.

Ella en realidad te quiere a vos (por lo menos en la mayoría de los casos es así), pero el otro turro/a te hace la pelea desde las sombras y lamentablemente eso es una ventaja a su favor.

Lo que erróneamente tendemos a hacer cuando empiezan a aparecer los IDQ es intensificar nuestras demostraciones de amor tratando de verla más seguido, diciéndole cosas lindas, regalándole flores, chocolates, sea monkeys, o cuanta pelotudez se nos ocurra.

Con las mujeres en estos casos hay que actuar como con los caballos de salto. Los caballos de salto tienen todos los mejores cuidados, duermen calentitos en un box, tienen la mejor comida, el más esmerado aseo, en fin, más de lo que cualquier animal podría pedir. Así y todo de vez en cuando estos caballitos se ponen medio loquitos, medio histéricos y no quieren darle bola a su dueño. Cabecean, tiran patadas, no se quieren dejar montar, etc.

¿Qué hacen sus dueños en estos casos?

¿Les dan mejor comida aún?

¿Los bañan más seguido?

¿Les agregan una estufita en el box?

No.

Todo lo contrario. Los mandan al campo.

Sí, los sueltan y les dicen: «Andá y saltá, cabeceá y pateá todo lo que quieras así te sacás las ganas».

Y el yocaba sale corriendo por el medio del campo, sin montura, sin riendas, sin nada, y salta, cabecea, patea, corre, relincha y todo lo que se le canta.

Al otro día vuelve caminando, mansito mansito, hacia su dueño y se le para al lado esperando que lo acaricie.

Ya se le fue la locura. Ya no tiene más ganas de joder.

Bueno, con estas yeguas, perdón, con las mujeres hay que actuar de la misma manera.

¿Se encabritan más de la cuenta? ¿Te cuestionan cualquier pavada? ¿Aparecen varios IDQ al mismo tiempo, y luego el clásico «Estoy confundida»? Bueno, más vale prevenir que curar. Mandala al campo como a los caballos de salto. Sin demostraciones de dolor decile OK y andate.

Eso sí, no la llames, no la veas y es fundamental que no tenga noticias tuyas ni por medio de amigos en común.

El tiempo que puede transcurrir en este estado es variable. Puede ser desde un día a… unos cuantos, pero no queda otra que tener paciencia y ponerse firme en esa postura porque ahí es donde se va a dar cuenta de lo que le está faltando, y es ahí donde le va a entrar a ella el miedo a perderte. Va a volver sin duda caminando mansita a comer de tu mano.

Frases prohibidas

Paula estaba muy enamorada de su nuevo novio Juan, hasta que a éste se le ocurrió la gran idea de decirle: «Mi amor por vos es tan grande que jamás se va a terminar, y no voy a perderte nunca, porque ese día voy a perseguirte hasta que vuelvas a estar conmigo».

Qué romántico. Un tigre el tipo. Seguramente pensó: «Con ésta mato».

Y mató nomás. Pero lo que mató fueron las ganas de Paula de seguir con él. Lo dejó al otro día.

En realidad no sabemos si Juan lo decía en serio o fue sólo para impresionar.

Si fue sólo para impresionar, realmente impresionó. Pero dudo que haya provocado el efecto esperado.

Algunas veces, en el afán de enamorarlas perdidamente, uno entra en la variante de decir cosas que en la totalidad de los casos producen un efecto contrario al que se busca al decirlas.

Es que cuando una mujer tiene la seguridad absoluta de que te tiene totalmente entregado y muerto de amor por ella, al punto que si no la tenés te morís, es como que ya se acabó el juego. ¿Y quién perdió? Bien… vas entendiendo.

  • Si me dejás me mato.
  • Siempre voy a estar con vos pase lo que pase.
  • Decime que me amás.
  • Quiero que seas la última mujer de mi vida.

Estas son algunas de las tantas frases prohibidas que iremos viendo a medida.

Cuando voy es porque vengo y cuando vengo es porque voy

Cesar Luis Menotti, luego de ganar la copa del mundo en el campeonato mundial de fútbol de 1978, realizó una serie de microprogramas didácticos que se emitían por televisión, donde enseñaba algunos de sus secretos. En uno de esos microprogramas el, en aquel entonces, director técnico de la selección argentina, repetía varias veces la frase: «Cuando voy es porque vengo, y cuando vengo es porque voy». Este era un truco para que los jugadores recibieran la pelota lejos de la marca.

Cuando un jugador quería que su compañero le entregara un pase cortito y al pie, amagaba a alejarse (Cuando voy es porque vengo…) y cuando quería que la pelota fuera lejos de su posición para ir picando a buscarla, amagaba a acercarse (…y cuando vengo es porque voy).

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