Mi novia (5 page)

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Authors: Fabio Fusaro

Tags: #Autoayuda

BOOK: Mi novia
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El primero dice que la novia «es» fiel. Lo cual supone que esa es su forma de ser y nunca la va a cambiar. Eso es algo que no lo podría asegurar ni ella misma.

Supongamos que la novia del primer personaje naufraga en altamar y llega a una solitaria y paradisíaca isla. Junto con ella también llega a la isla un muchacho que trabajaba en el barco haciendo show de stripper. Un tipo alto, con un lomo más que perfecto, una cara que concuerda totalmente con el cuerpo y como si todo esto fuera poco, muy caballero, simpático e inteligente.

Son los únicos sobrevivientes del naufragio. Con el correr de los días, ambos comienzan a sentir deseos por el otro. Hasta que otro barco los rescate pasarían años.

¿Qué creen que sucederá entre ellos?

Obviamente yo creo lo mismo.

¿Pero la chica no era fiel?

Sí. Pero las circunstancias hicieron que dejara de serlo.

Entonces no era fiel.

Había sido fiel hasta ese momento, que no es lo mismo. La fidelidad no era algo que llevaba en la sangre. No era como Cacho, que era bueno, y aunque estuviera en una isla no le haría mal a nadie.

Ella fue fiel hasta que dejó de serlo.

Ustedes podrán pensar que la situación descripta es demasiado extrema. ¿Cuánto menos extrema debía ser la situación para que esta chica siguiera siendo fiel a su novio?

Si la fidelidad hubiera sido para ella una forma de ser, el stripper no le hubiese podido tocar un pelo ni en cien años.

El segundo dice: «Mi novia hasta ahora me fue fiel».

Sin duda está más acertado en su apreciación que el primero. Claro que para asegurarlo con total certeza debería haber estado al lado de ella, desde que se pusieron de novios hasta el presente, sin quitarle la vista de encima ni un minuto.

El tercero dice: «Mi novia hasta ahora supongo que me fue fiel».

Indudablemente el más acertado. Fundamentales el «hasta ahora» y el «supongo», para hacer de su afirmación una frase inobjetable. Porque nadie sabe a ciencia cierta hasta cuando puede durar esa fidelidad. Ni siquiera nadie puede asegurar que esa fidelidad exista.

No lo olvidemos. Ninguna mujer «es» fiel. A lo sumo «está siendo» fiel.

Tal vez.

No te alejes de tus amigos

Federico cuando se enamoraba, tenía una frase predilecta:

«Olvídense de mi». Se la decía indefectiblemente a sus amigos cada vez que se ponía de novio.

El lo decía medio en joda, medio en serio. Pero hay quienes se alejan de todo sin decirlo. El amor los ciega. No les interesa otra cosa.

Dejan el deporte, los eventos familiares, su grupo de rock, sus hobbies, sus amigos, todo. Dejan todo. Sólo les interesa su novia. Y así pasan un año, dos, tres, hasta que un día la novia les canta menos diez y se les acabó el mundo. Ya no practican su deporte, están lejos de su familia, no tienen más grupo de rock, no más hobbies. Y lo peor de todo, están totalmente desconectados de la vida de sus amigos.

Su vida se dividía 60% en su novia y 40% en obligaciones como trabajar o estudiar. O sea que ahora se encuentra con el 60% de su vida totalmente vacío y eso es desesperante.

El sentimiento de abandono de estas personas ante un alejamiento de su pareja es mucho mayor al de una persona que mantuvo su relación con sus amistades mientras duró el noviazgo, y es por este motivo que las metidas de pata que se mandan en pos de una rápida recuperación de su pareja, no hacen más que alejarla aún más y enviarlos más al fondo de las arenas movedizas.

Los amigos son las personas que van a ocupar el tiempo que cuando estamos de novios ocupa nuestra pareja. Vamos a necesitarlos. No para contarles toda nuestras intimidades, que como dijimos anteriormente es algo que no debemos hacer, sino para distraernos y no pasar la vida entera con la mente y el corazón enfocados en ellas.

Mientras estemos con nuestros amigos, no vamos a estar escribiendo una carta, ni llamando por teléfono, ni yéndolas a buscar al trabajo, ni a la facultad, ni al colegio.

Mientras estemos con nuestros amigos vamos a tener muchas oportunidades de reírnos, y mientras se ríe no se sufre.

Mientras estemos con nuestros amigos tendremos mayores posibilidades de que nos presenten otra mujer, que si bien no nos hará olvidar a la nuestra (o sí), nos servirá para valorarnos un poco más, para darle celos, para salir en grupo en lugar de tirarnos en una cama a llorar.

Cuando mejor estés con tu novia, más cerca tratá de estar de tus amigos. Porque un día podés no tenerla, y ese día vas a valorar el hecho de no haberte alejado de ellos. Los amigos no son otra cosa que la familia que elegimos.

Alguien escribió una vez: «Un amigo es una luz, brillando en la oscuridad».

Nada más acertado. Cuando se sufre por amor, todo se ve oscuro. Y los amigos son esa luz que te ayuda a encontrar el camino.

Si vas a sacar un arma, dispará

Nos gusta indagar. La vamos de detectives y nos enorgullecemos de nuestra inteligencia cuando las descubrimos en algo turbio. Hacerlas pisar el palito nos hace sentir superiores. ¿Pero después qué?

Generalmente, y aunque no nos guste reconocerlo, nos enojamos, las cagamos a pedos, amagamos con dejarlas, lloran un poco y las perdonamos con la condición de que no vuelvan a hacerlo.

Unos tigres.

Lo único que se logró con todo esto fue que ella sepa que a pesar de lo que hizo nosotros no pudimos dejarla. Punto en contra. Tiene vía libre para hacerlo de nuevo.

Federico sospechaba que durante un período de un mes y medio en el que estuvieron distanciados hacía un tiempo, su novia Andrea había salido, o al menos había tenido algún episodio amoroso, con un vecino llamado Rómulo. Ella le había jurado que en ese tiempo no había estado con nadie. Como no tenía pruebas, pero estaba bastante seguro, elaboró una estrategia para sacarle la verdad.

Fue así como una tarde, Federico llega a la casa de Andrea con cara de orto, la sienta en el living, la mira seriamente y le dice: —Me enteré.

—¿De qué? —pregunta obviamente Andrea.

—Me contaron con quien saliste cuando estuvimos peleados.

—¿Qué te contaron?

—Decímelo vos —responde Federico en banana.

—Yo no salí con nadie —insiste Andrea sin mucha convicción.

—Mirá —dice Federico— me molestó bastante enterarme por otro lado. Me embola que me mientas y no quiero que sigas haciéndolo. Si me decís vos misma la verdad tal vez podamos remontar la situación. Si no, no sé.

—¿Qué te pueden haber dicho? —dice Andrea como para sí misma. —No sé, decímelo vos —insiste Fede.

Andrea baja la cabeza con cara de pobrecita temerosa y le confiesa: —Bueno… en aquella época en que estuvimos peleados… yo salí con Marcelo.

Ahí a Federico se le trastocó todo. El esperaba escuchar el nombre «Rómulo» y pintó un Marcelo.

—¿Qué Marcelo?

—El chico del segundo piso.

«La puta que lo parió», pensó Fede, pero como su sospecha era con Rómulo siguió adelante con la farsa.

—Asi que con Marcelo… mirá vos… pero no, no fue eso lo que me contaron, así que seguí.

Andrea, luego de quedarse un rato en silencio mirando hacia abajo dijo:

—Bueno… también salí con Juan Cruz…

—¿Juan Cruz??? ¿Tu compañero de trabajo?

—Sí.

Otro más y de Rómulo nada.

—Eso tampoco fue lo que me contaron —dijo Federico, no pudiendo dar crédito a lo que estaba pasando.

—Bueno… no sé que te pudieron haber dicho… también pasó algo con Dante…

En resumen, Andrea le nombró al pobre Federico siete tipos. Ninguno era Rómulo.

Al reconocer el romance con el séptimo, Andrea le asegura que no hubo ninguno más y le exige que le diga que fue lo que le habían contado, dado que sí o sí tenía que ser mentira.

Federico, que a esta altura no le daba la cabeza para seguir con ningún tipo de estrategia le dice: —Me dijeron que saliste con Rómulo. —Te mintieron. Con Rómulo no salí.

Federico se puso muy mal. Su querida novia era una atorranta que en un mes y medio se había atracado a siete tipos y le había mentido diciéndole que no había salido con nadie.

Pero claro, no estaba preparado para dejarla. La quería mucho y realmente no esperaba encontrarse con las respuestas que se encontró luego de aplicar su estrategia. Había sacado un arma pero no estaba listo para disparar. Lo único que logró entonces con todo esto fue sentirse mal, pero mal en serio, de sólo imaginarse a Andrea revolcándose con cada uno de los siete mal paridos esos, y encima le demostró que estaba tan muerto con ella que podía perdonarle todo.

Ojos que no ven, corazón que no siente.

No hagas investigaciones al pedo.

Si las hacés y encontrás lo que sospechabas, actuá como creés que debería actuar otro en tu lugar. De lo contrario lo único que vas a lograr es que te pierdan respeto y que crean, o mejor dicho se den cuenta, que con vos pueden hacer cualquier cosa.

Si vos la querés tanto que no tenés la capacidad de dejarla haga lo que haga, son fundamentales dos cosas:

Que ella no lo sepa.

Que cambies esa forma de actuar y hagas que tu mente empiece a manejar las cosas y no tu corazón, o tu relación con ella va a tener corta vida.

El objetivo final de todas ellas

Las mujeres dicen tener variados objetivos en la vida.

Muchas de ellas siguen una carrera universitaria para más adelante ejercer su profesión. Otras tal vez quieran ser deportistas reconocidas, famosas actrices o modelos.

Esas mujeres no nacieron para cocinarle al marido y atender a los hijos, dicen ellas.

Esa es una verdad a medias, porque la verdad de la milanesa es que el objetivo final de todas las mujeres es casarse y tener hijos. Aunque lo nieguen. Es lo único que les importa y para lo único que viven. Y pensar que tal vez se queden solteras les produce verdadero pánico.

Es por eso que cuando están de novias, y sobre todo después de determinada edad, es muy difícil que dejen a su pareja si no tienen a otro candidato bien agarrado de las pelotas.

Cuando pasan unos años de noviazgo, tienen dos opciones: o comienzan a tratar el tema del casamiento, o comienzan a tratar de encontrar otro novio.

Nora, en octubre del 97 y luego de cuatro años de noviazgo, le planteó seriamente a Gustavo que si no ponían fecha de casamiento no seguiría adelante con la relación. No quería sentir que estaba perdiendo el tiempo. Como verán, para ellas si no hay casamiento en vista, todo es una pérdida de tiempo.

Gustavo la quería, pero tenía menos ganas de casarse que de hacerse gárgaras con hormigas coloradas. Tanto es así que vivía solo, pero en el dormitorio tenía una cama de una plaza bien chiquita, como para que Nora no se tentara de quedarse a dormir alguna vez y que luego eso se haga costumbre y terminen viviendo juntos para luego decir: «Y ya que estamos por qué no nos casamos».

Dado que se vio en un callejón sin salida le dijo: «Bueno, nos casamos en octubre del 2000».

El esperaba que ella le pegara una patada en el culo y le dijera: «¿Me estás cargando? ¡Para eso faltan tres años!» Sin embargo, para su sorpresa, ella saltó de felicidad y corrió a contarle a familiares y amigos la gran noticia: «¡Tenía fecha de casamiento!»

Gustavo sentía que era un maestro. Había solucionado el problema pateando el nefasto evento nada menos que tres años para adelante.

Claro que Norita, como todas las mujeres, de boluda no tenía un pelo. Dos años se pasaron más que rápido y cuando Gustavo se quiso acordar y faltaba nada más que uno, y la tenía rompiendo las bolas con el vestido, la iglesia, el cura, la música, las flores, la comida, la luna de miel y la concha de su hermana. Estaba a full. No había posibilidades de ningún tipo de postergación.

Y octubre del 2000 llegó nomás.

Y se casaron.

Pero si rebobinamos un poco la cinta, vamos a ver que en determinado punto del pasado se creó una encrucijada: «O nos casamos o no seguimos». No importaba si se querían, ni si estaban bien juntos, ni nada. El objetivo, el único objetivo era casarse y tener hijos. Si no era con él, tenía que ser con otro y había que empezar a buscarlo sin «pérdida de tiempo».

Si esto aún no te pasó, ya te va a pasar. Si ella ve que el casamiento no está dentro de tus planes o posibilidades, lo mejor que puede pasarte es que como Nora a Gustavo te meta un palo en el culo para que te pongas las pilas y pongas una fecha.

¿Por qué digo «lo mejor que puede pasarte»? Porque la mayoría no lo hacen. Siguen de novias porque más vale pajero, perdón, pájaro en mano que cien volando, y en cuanto aparece algún boludo con plata y promesas de matrimonio las que vuelan son ellas. Y vos ni te enteraste cuál fue el verdadero motivo de la ruptura. Te torturás pensando que te dejó de querer y que se enamoró de otro.

Y te puede pasar como a tantos, que ahora ven a sus ex de lejos con sus maridos gordos y pelados, paseando el nene en el cochecito y subiéndose a una cuatro por cuatro.

Después de cierto tiempo de noviazgo, la facha, el amor, la fidelidad, la dulzura y el buen sexo te los metes en el culo. Lo único que les importa es formar una familia. Como Susanita de Mafalda.

Tenelo en cuenta.

Siempre les pasa a los demás

Nuestra novia es perfecta. Sería incapaz de hacer algo que realmente nos lastime. Todas las macabras historias de mujeres que les meten los cuernos a sus novios y/o maridos y de las peores maneras, son ajenas y lejanas.

Como por ejemplo la historia de Daniela.

Daniela era una pendeja de diecisiete años que estaba para matarla. De sólo verla te enamorabas, te calentabas, te volvías loco. Todo junto.

Estaba de novia hacía dos años con Claudio, un pibe cuyos padres tenían una casa en un country al que Daniela iba todos los fines de semana con sus dos hermanas (que tampoco estaban para tirarlas) y un grupo de amigos del novio que les tenían bastantes ganas.

A las chicas les gustaba ir al club del lugar. Allí podían tomar sol, ir al bar, o practicar algo de deporte. Los chicos de ese grupo preferían quedarse en la casa.

Hete aquí que de tanto ir solas al club, Daniela y sus hermanas se hacen amigas de otro grupo de chicos.

Una tarde, las chicas con sus nuevos amigos, estaban jugando un entretenido partido de voley cuando inesperadamente irrumpen en el club el novio de Daniela y sus amigos, a los cuales el hecho de ver a sus chicas tan divertidas con otros tipos, no les gustó ni medio. Fue entonces cuando empezaron a hacer comentarios provocativos desde el costado de la cancha.

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