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Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Diego San José,Kike Díaz de Rada

Tags: #Humor

Todos nacemos vascos (16 page)

BOOK: Todos nacemos vascos
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Y es que ser vasco es una gozada, pero no resulta nada fácil. Casi todos los actos del vasco están sometidos a consideración. Y puede pecar tanto por exceso como por defecto. Hay un rígido baremo establecido por reglas no escritas que determinan la
vasquitud
de cualquier acto. Si el vasco se queda corto, habrá enseguida quien le diga: «¡Huy, qué poco vasco te ha quedado eso!». Si se pasa, tampoco podrán callarse y le espetarán: «¡No seas casero, la
óspera
!».

Además, siempre hay que contar con la presión de la mirada sobre uno mismo, el temor al ridículo y la necesidad de identificación con la cuadrilla.

Claro, tanta vigilancia acaba cansando, y algunos vascos empiezan a pensar que vivirían más tranquilos si pudieran hacerse sorianos, riojanos o maños, aunque sea por un rato. Pues que lo sepan: para los nacidos en Euskadi, es imposible dejar de ser vascos. Nacer en Tolosaldea, comer alubias rojas desde niño, jugar al frontón, hablar euskera, quejarse cada año de lo caras que están las angulas, ir a los toros a San Sebastián, ver los fuegos y tomar un helado son hechos que dejan una marca indeleble en la personalidad. Una marca que no se puede quitar con nada. En todo caso, se puede maquillar.

En cuanto a ese librillo titulado
Dejar de ser vasco es fácil si se sabe cómo
, queremos advertir que se trata de un camelo manipulador, al igual que ese producto de la teletienda, el
Euskalfinn
,
la desvasquitud definitiva
, un método láser que promete «acabar con tu identidad de la raíz a las puntas». Son engañabobos que ofrecen milagros imposibles.

Está claro, pues: el vasco no puede renunciar a su identidad. Como mucho, puede disimularla. A continuación, le damos algunos consejos para que usted pueda pasar desapercibido si lo desea.

1. Agarre la botella de rioja reserva del 94, sírvase con normalidad un tercio de la copa y rellene el resto, hasta el mismísimo borde, con gaseosa. Pruebe esa asquerosidad y emita unos gruñiditos de placer.

Infalible. Nadie le tomará por vasco. Ahora es seguro que le van a tomar por idiota, por lo que recomendamos dejar esta práctica sólo para situaciones de alto riesgo.

2. Acuérdese del cumpleaños de su suegra y regálele esos caramelos sabor violeta que le gustan tanto.

Definitivo. Nadie recuerda cuándo hizo usted el último regalo. Cuidado con las suegras impresionables, no les vaya a dar algo.

3. Bese a su mujer en público, a poder ser delante de sus hijos. Incluya achuchón y mano bajando de la cadera al culo.

Muy indicativo. Un verdadero vasco desea a su mujer, pero nunca en público y mucho menos con regodeo y delante de sus hijos.

4. Acuda a la misma playa nudista que su jefe e intente mantener una conversación seria con él en pelotas. Temas sugeridos:

—La supremacía de la universidad del Opus sobre las demás.

—La importancia de los sementales en la cría del ganado bravo.

—La recuperación de la uva mazuelo.

—La dificultad del par tres del hoyo 5.

5. Churrasque la chuleta, déjela como una suela y argumente que desde que estuvo en Argentina no se la puede comer de otra manera.

Impresionante. Si usted ha viajado y se ha dejado influir por lo que ha visto fuera en vez de cantar las excelencias de nuestra forma de hacer, va a despertar más sospechas que una mochila sin dueño en un avión.

6. Cambie el mus por la petanca.

Genial. Se está
desvasquizando
usted a una velocidad vertiginosa.

7. Declárese partidario de que la mujer desfile en el Alarde de Irún y Fuenterrabía, y defienda que forme parte de las sociedades gastronómicas como miembro de pleno derecho.

Este ataque a la sacrosanta tradición le valdrá la expulsión fulminante de la sociedad gastronómica. En este momento, usted ya no parece del
txoko
, podría ser de cualquier sitio. Si se atreve además a decir que las mujeres aparcan el coche mejor que los hombres, le expulsarán también de la cuadrilla por
pichafloja
, calzonazos,
mangarrán
y por emitir declaraciones que constituyen falta grave.

8. Confunda el
pintxo
donostiarra de tres euros con la tapa gratuita del sur.

Diga que no lo paga, y si el camarero argumenta que se trata de un «
pintxo de foie
sobre camita de compota de manzana reineta con su guarnición», córtele por lo sano replicando que en Granada sacan unas tapas de paella de rechupete sin darse tanta importancia y sin pretender cobrar la cortesía.

9. ¡Han llegado las rebajas! No pierda el tiempo y láncese como un poseso a comprar su propia ropa. Pida consejo a esa dependienta tan guapa a la hora de elegir sus prendas interiores.

He aquí un valiente que, calzón en mano, se atreve a preguntar si ese Calvin Klein será de su talla. (Nótese que ya, de paso, podemos innovar en la marca de calzoncillos).

10. Visite sin reparos la sección de congelados del súper y luego pase con los lomos de merluza Findus por delante de su pescadera habitual.

Es usted un visionario. ¡Qué manera de emplear los
mass media
del mercado! Gracias a la labor periodística de su pescadera, todo el mundo se enterará de que usted «ya no parece de aquí».

11. Declárese
ovolacteovegetariano
.

Eso si consigue aprender a decir la palabrita correctamente. Realmente, esta prueba es sumamente dura; no hay más que pensar que le impedirá comer jamón de Jabugo. Reserve esta medida extrema para situaciones límite o para países no productores de delicias cárnicas.

12. Regatee. En cuanto le digan un precio, nada de poner cara de «qué barato es esto» y pagar religiosamente; ofrezca la mitad, vaya subiendo poco a poco, redondee el precio final y llévese un artículo de regalo.

Ahí le queremos ver. Si usted consigue una relación con el dinero de tintes mediterráneos, está todo dicho, va a parecer menos vasco que Jordi Pujol.

13. Rehúya la apuesta.

Sí, señor, como un cobardica. Si alguien le reta «mil euros a que…», usted pone cara de corderito y dice: «Epa, epa, epa, que yo no estoy para apostar».

14. Abra su corazoncito y cuente sus problemas personales a parientes, amigos y a cuantos tengan a bien aguantarle sus tostones.

Patético, pero necesario; muy eficaz si consigue hacerlo sin estar borracho. No olvide que el
cuentapenas
en Euskadi resulta más escaso que el lince ibérico.

15. Visite al psicoanalista.

Ésta es su última oportunidad, así que elija un argentino, páguele un pastón, descargue sus neuras y mantenga con su terapeuta una relación sexual (en la consulta, a ser posible). Nada más alejado de nuestra idiosincrasia… Aunque, bien pensado, si primero le escuchan, luego echan un polvo y le acaban cobrando un pastón, es como ir de putas pero con licenciados en psicología.

Nota de los autores

Hasta aquí, todo lo que podríamos contarle a usted. Le hemos revelado su identidad; le hemos definido y le hemos mostrado sus peculiaridades; hemos ahondado en sus raíces. Incluso hemos llegado hasta Dios, que no es poco. Ahora es su turno, sí, pero le recomendamos que, además, busque otra ocupación un poco más provechosa. Porque esto de «ser vasco» viste mucho, pero no le va a solucionar los problemas con la pareja, ni le va a servir para cancelar la hipoteca en el BBVA, ni tampoco le va a curar el dolor de muelas.

Y no nos engañemos, sabemos que usted, al leer el libro, estaba pensando en algún amigo suyo. Incluso ha hecho el test de
vasquitud
por él, pensando en cómo respondería. No se preocupe, a nosotros nos ha pasado lo mismo, hemos pensado en «otros» al escribirlo. Ya ve, si al final, vamos a tener algo en común. Y como decimos los vascos cuando nos despedimos de un amigo o de un ser querido:
¡Adeu!

Nota del editor madrileño

Este libro no es original, es una traducción del clásico infantil noruego
Todos nacemos noruegos
, escrito del tirón por Otto Larsen en 1992, mientras hacía cola en la Expo de Sevilla. Los autores se han limitado a sustituir «noruego» por «vasco», y lo jodido es que cuadra. Si usted tiene paciencia y folios, le animamos a que lo intente con su gentilicio particular y nos lo envíe a la editorial. Y como decimos los editores madrileños en la intimidad:
¡Adeu!

Fe de aciertos

Se ha encontrado un acierto en la página 148. Donde pone «Mario Moreno,
Cantinflas
», es, efectivamente, Mario Moreno,
Cantinflas
.

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