Son artefactos con un alto poder bélico, tal y como queda demostrado en el Informe-Diario, los cócteles molotov, y los vehículos incendiarios, que son relativamente fáciles de construir, son un ejemplo. Podríamos incluir en este apartado el lanzallamas casero, de fabricación muy elemental a partir de un bote con aerosol o cualquier otro elemento inflamable (matamoscas, lacas, pinturas, etc.) a cuyo orificio de salida se le aplicará una llama, como ya sabe prácticamente todo el mundo.
Explosivos:
Son más efectivos que los anteriores, por razones obvias, aunque su dificultosa elaboración y su peligrosidad los relega a esta posición. En cualquier caso, si se poseen los conocimientos necesarios para su elaboración, no hay duda de que son los más efectivos.
Otros:
Incluiríamos aquí toda clase de elementos cortantes o de impacto, tales como cuchillos, navajas, palos de béisbol o de escoba, espadas de todo tipo y elementos arrojadizos, cuya efectividad dependerá de la maña, de la experiencia del individuo en su manejo y de la parte del cuerpo Z sobre la que impacten. En cualquier caso, deberemos seguir los consejos que se detallan en el punto donde se habla de ellos.
NOTA
: Debo dejar constancia de que la efectividad de cada una de las armas o procesos identificados dependerá, además del arte del usuario, de las condiciones en las que se utilicen, para lo cual deberemos tener en cuenta el siguiente punto.
Nos ubicaremos en localizaciones o emplazamientos altos. Azoteas, terrazas y tejados se convierten en nuestros principales aliados, aunque estos últimos no son recomendables ya que presentan una inclinación que los hace peligrosos, sobre todo si tenemos en cuenta que estas técnicas se pondrán en práctica en circunstancias en que la iluminación será escasa o simplemente no existirá.
Emboscadas y trampas:
Son un recurso muy apreciable, sobre todo si contamos con terrenos propicios para ello. Los callejones estrechos y similares son fácilmente utilizables para este menester. Bastará con poner un señuelo o dominar la técnica de «la llamada de la naturaleza» exhibida por Serpiente para atraer al máximo número de Zs al lugar designado, taponando vías de evacuación una vez contemos con un número estimable de enemigos en nuestro callejón. La simple colocación de un coche en cada extremo lo convierte en una trampa mortal de mucha efectividad.
NOTA:
Ten en cuenta que si el astro rey es tu mayor aliado durante el día, la luna lo será por la noche, ya que, en los periodos astrológicos correspondientes con su ciclo, será la que te proporcione la suficiente visibilidad para poder poner en práctica las técnicas de defensa con garantía de éxito.
Para llevar a cabo el proceso de identificación de un Z, deberemos tener en cuenta los siguientes puntos:
Primera fase:
Una vez sufrido el ataque, la víctima presentará síntomas de desorientación, agnosia y discapacidad motriz leve, en su primer estadio, a los que se sumarán una leve cianosis y enrojecimiento en un segundo. En la víctima será visible una herida abierta localizable, en la mayoría de los casos en el cuello, aunque no se pueden descartar otras zonas que por lo general quedan desprotegidas de forma natural, como manos o cara (en cualquiera de los casos, fácilmente identificables). Recuerda que la víctima todavía conserva actitudes típicamente humanas y, más concretamente, consustanciales a su personalidad y/o modus vivendi. Una manera sencilla, y muy fiable, de identificar a un recién atacado es encontrarlo realizando alguna actividad a la que fuera aficionado mientras se están sufriendo los rigores de holocausto Z. A modo de ejemplo, serán actitudes sospechosas la práctica de cualquier deporte, actividades culturales, u otras, que se realicen en lugares que pudiéramos considerar peligrosos por su ubicación dentro de la ofensiva Z.
Segunda fase:
La víctima buscará un lugar, un nido, donde se producirá la transubstanciación propiamente dicha, es decir, donde el ser humano pasará a ser un Z. Es un proceso que podríamos asimilar al que llevan a cabo las crisálidas, aunque el resultado final no sea tan bello a nuestros sentidos, y durante el cual se efectuarán los cambios fisiológicos: los identificados por LR han sido los de carácter más evidente, detectables por medio de las intervenciones médicas más simples o gracias a las experiencias vividas durante estos días. Así pues, se han identificado una alteración del ritmo cardíaco (bradicardia) y una agudización de los sentidos del olfato y del oído. En la mayoría de los casos el individuo sufre pérdida de filamento piloso en forma de calvas, una sobreproducción de queratina que provoca el crecimiento inusualmente rápido de las uñas de las manos y de los pies y una incipiente fotofobia. Habría que añadir todas aquellas que se derivan de una lectura activa del apartado en el que se analizan los puntos mortales de un Z y del que se deduce que sus órganos vitales sufren las mutaciones necesarias para la supervivencia del nuevo ser (lamento no poder dar una explicación más pormenorizada, aunque tampoco es demasiado importante para el caso que nos ocupa).
Necesariamente buscará un lugar oscuro y preferiblemente húmedo, aunque ésta no es una condición imprescindible, por lo que tendremos especial cuidado. Ni que decir tiene que jamás se deberán hacer incursiones en lugares que presenten estas características, a no ser que se tomen las medidas adecuadas, que estudiaremos en posteriores puntos.
Tercera fase:
El proceso en sí consume unas doce horas, después de las cuales el Z deberá alimentarse de forma abundante, ya que durante el proceso el organismo ha consumido gran cantidad de nutrientes que deberá restablecer. Evidentemente su dieta pasa a ser exclusivamente carnívora, aunque sentirá una especial predilección e incluso la irresistible necesidad de alimentarse con carne humana. Es el momento de mayor peligrosidad, por lo que se debe evitar a toda costa permanecer en las cercanías de cualquier individuo recién transubstanciado. Sin embargo, es durante el proceso cuando el Z es más vulnerable, ya que permanecerá en hibernación, sin inmutarse, hasta que se complete el ciclo. Serán evidentes en este punto todas las manifestaciones físicas de las que ha sido protagonista: tanto la cianosis como el enrojecimiento de los ojos, así como la alopecia galopante y las demás, se ponen de manifiesto en todo su esplendor. Son tan evidentes que no merecen más atención de la que ya se les ha prestado.
Para llevar a cabo el proceso de localización de un Z deberemos tener en cuenta los siguientes puntos:
Persianas bajadas:
Son un indicativo de que posiblemente la casa, apartamento o similar haya sido habilitado como nido y de que, por lo tanto, con toda seguridad encontraremos Z en fase tres. Para cerciorarte, puedes tener en cuenta los dos siguientes puntos.
Olor:
Un Z despide un olor nauseabundo muy característico. Una vez percibido, nuestro sentido olfativo lo reconocerá en cualquier circunstancia, a no ser que suframos un proceso gripal o afección que lo impida, en cuyo caso deberemos extremar las medidas de precaución. Es una señal a la que deberemos prestar atención siempre, en especial si nos encontramos ante un posible nido: olisquear caninamente el ambiente puede proporcionarnos las pistas necesarias.
Excrementos:
Tal y como puso de manifiesto uno de los componentes de LR, es posible pronosticar la cercanía de Zs en las inmediaciones en función de las características físicas del excremento Z en cuestión. Así, su textura, color e incluso pestilencia evidenciarán el tiempo transcurrido desde su evacuación y la distancia a la que pudiera encontrarse el enemigo. Tienen un valor incalculable como medio de protección, como se especificará más adelante.
Abandonar nuestra vivienda y dejarnos arrastrar por el estulto comportamiento de la masa. El lugar más seguro durante las primeras horas de ataque es cualquiera menos las calles. Permanece en tu vivienda e intenta relajarte.
Permanecer en el exterior, fuera de nuestro escondrijo, en las horas críticas, que se localizan durante la noche: en especial durante el amanecer y el anochecer, ya que suelen ser periodos de difícil discernimiento y cuando la confianza de estar todavía a salvo nos puede inducir a cometer imprudencias.
Relacionada con la anterior: visitar o frecuentar lugares oscuros o con condiciones termohigrométricas favorables para albergar procesos transubstanciales. Si fuese totalmente imprescindible, se tomarán las medidas necesarias.
No debemos caer en la tentación de reconocer en un transubstanciado actos o comportamientos similares a los que realizaba la persona que conocíamos. Ésta es la principal causa de muerte de los incautos. Debemos asegurarnos de que las relaciones familiares, amistosas y de camaradería, o de cualquier otro tipo, que mantuviéramos con la víctima del ataque quedan radicalmente anuladas. La condición humana del afectado ha desaparecido, y no dudará en alimentarse de nosotros al menor descuido. Esta situación se ve especialmente agravada si el Z en cuestión es familiar nuestro, ya que tendemos indefectiblemente a descubrirle muestras de su ya desaparecida humanidad, lo que nos convierte en presas fáciles para él. Es éste el punto en el que tendremos que poner mayor atención y mentalizarnos de que en casos como éstos no debemos dudar lo más mínimo. Jamás deberemos dudar de proceder a la eliminación del individuo, sea familiar o amigo, e incluso si mantenemos vínculos contractuales con obligaciones pecuniarias o de cualquier otro tipo en nuestro beneficio. Se aconseja no dejar de repetir la siguiente frase: «Es un Z».
Derivada de la anterior: Intentar intimar o mantener cualquier tipo de relación con un Z. Son total y absolutamente asociales e indomables, e intentar alimentar a un Z, o domesticarlo, de cualquiera de las maneras, supone un riesgo inaceptable, incluso si el parentesco con el afectado fuera íntimo.
Utilizar ropa de abrigo gruesa y difícil de traspasar o desgarrar. Lo ideal sería contar con chalecos antibalas o cotas de malla, como las que se utilizaban en la Edad Media, que podemos encontrar en museos y exposiciones de la época. En caso de que esta opción sea inviable, la primera medida será nuestra elección. Prestar especial atención a las partes de nuestro cuerpo más desprotegidas, en particular al cuello, ya que es el punto más vulnerable y por el que los Zs sienten predilección: las arterias que allí se ubican sacian totalmente las expectativas de cualquiera de ellos. Sobre esta parte de la anatomía recaen el cien por cien de los ataques Zs perpetrados en condiciones normales. Serán válidas y efectivas prendas tales como bufandas, bragas, vendajes, collares (los de perro con púas son de especial resistencia y eficacia) o cualquier otro elemento que proporcione seguridad en esta zona. Mención especial merecen las manos, ya que en la mayoría de los casos pasan desapercibidas a nuestra atención y se convierten en uno de los focos de propagación más importantes. Así pues, unos guantes de cota de malla, como los utilizados en las carnicerías, serían los de primera elección, dada su resistencia. En su defecto, cualesquiera otros. Un gorro, o un casco que permita una buena visibilidad, sería el complemento ideal para proteger la cabeza.
No utilizar jamás colonias, perfumes o líquidos perfumados, ya que se convierten en nuestro principal reclamo. Como ya hemos dicho, los Zs cuentan con un sentido olfativo desarrollado y son capaces, una vez han aprendido a reconocer estos olores, de localizar víctimas o lugares habitados por humanos tan sólo con husmear el aire y seguir el rastro. No es recomendable verter líquidos de uso típicamente humano, como lejías o detergentes, en rellanos o zonas próximas a nuestro escondite. El procedimiento correcto será hacernos con excrementos Z y proceder a restregarlos sobre la puerta principal, ventana o incluso fachada, ya que esto evitará que el Z les preste atención: el olor de un congénere le hará buscar otra alternativa. De igual modo, y sin ánimo de caer en la escatología, podremos utilizar esta técnica para realizar una aplicación directa sobre nuestro organismo, lo que nos proporcionará inmunidad a su olfato.
Elegir correctamente nuestro campamento base, desde el que controláramos el avance del ataque y en el cual esperaremos a que el panorama mejore con el paso de los días o se convierta en irreversible de todas todas. En principio se debería contar, como mínimo, con un dispositivo de seguridad blindado con cámaras exteriores que hiciesen controlable todo el perímetro, con puertas y ventanas blindadas y sistemas autónomos de luz y agua, sin perjuicio de cualesquiera otros elementos que mejorasen el mecanismo en sí.
Un ataque Z es totalmente previsible; incluso podríamos sufrir un nuevo brote, y más teniendo en cuenta los antecedentes de los que acabamos de ser protagonistas. En cualquier caso, sólo sobrevivirían los que hubieran adoptado el mayor número de medidas al respecto.
Evitaremos plantas bajas, dando prioridad a viviendas altas y, si es posible, con acceso a áticos o azoteas (véase el punto siguiente). Si no has llevado a cabo un proceso de adaptación de tu vivienda para un posible ataque Z, primero deberás elegir un lugar que cumpla con las condiciones de ubicación anteriores. En caso de que te sea imposible instalarte en un piso alto, comprueba que las ventanas cuentan con rejas o similares que impidan el acceso y que la puerta es blindada; si la vivienda no cumple estos dos requisitos, abandónala. Una vez ubicado en una casa con los mínimos exigidos, sigue las recomendaciones del punto siguiente.
Hemos de tener presente que será nuestro refugio hasta el cese de las hostilidades y en él deberemos poner la máxima atención. Recuerda que el seguimiento escrupuloso de estas recomendaciones aumentará la seguridad de tu vivienda, aunque lamentablemente no nos hará inmunes a posibles ataques. Si todavía no has realizado las reformas necesarias para hacer de tu casa un lugar inexpugnable, es conveniente que te lo plantees antes de que pueda ser demasiado tarde; en el caso de LR, ha sido la clave para su supervivencia.