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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (34 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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PARTE III.

Me referiré ahora a una o dos cosas dichas por el Trabajo y que tienen una relación
indirecta
con el tema de la Oración. El Trabajo dice que en, la Oración del Señor, como en las Parábolas y dichos de los Evangelios, hay un significado dentro de su significado. Por eso se dice en el Trabajo que los Evangelios son una prueba para el nivel de comprensión de un hombre, y también que a medida que un hombre cambia también cambian para él los Evangelios. En la Oración del Señor las ideas son innumerables. Cada frase tiene sus octavas interiores. Son tantas las cosas que hay en ella para el hombre que ha forjado las ideas del Trabajo en su mente que hablar extensamente de la Oración del Señor es lo mismo que hablar de cada aspecto y de cada cosa en el Trabajo mismo. Leer a veces la Oración y reflexionar sobre todas sus conexiones, empezando con la octava de la Inteligencia Divina del Sol en la cual el Hombre fue creado y todo cuanto dice el Trabajo sobre el hombre y su estado interior y lo que debe hacer para despertar, es dar a la Oración su verdadero sentido. La repetición de las palabras es inútil.

Ahora me referiré a una de las frases de Cristo que he citado en mi disertación anterior, la cual dice que un hombre debe orar por una cosa y tener fe en recibirla, y la obtendrá. "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y
os vendrá." (Marcos XI, 24)
Ahora bien, se dice en el Trabajo que un hombre no debe esperar a tener la fuerza para hacer algo, sino que debe actuar, si éste es su propósito, como si ya la tuviera, y entonces
la atraerá.
Esperar hasta tener la fuerza y la comprensión para hacer algo —estoy hablando del Trabajo— imposibilita hacerlo. Pero cada uno de ustedes debe pensarlo por sí mismo.

Agregaré ahora unas pocas cosas. Todas las oraciones que se hacen por compasión de sí son, por supuesto, inútiles. Orar por los otros es sólo posible mediante la comprensión de sus dificultades y así mediante la comprensión de sí, porque se comprende a los demás sólo hasta el punto en que se comprende uno a sí mismo. Todo trabajo consiste en preparar los centros inferiores para la recepción de las influencias provenientes de los centros superiores. El hombre tiene dos centros plenamente desarrollados en él y que pertenecen a los niveles superiores de inteligencia. Pero aun cuando estén trabajando todo el tiempo en él, no puede oírlos. Sus influencias tocan el estado de Recuerdo de Sí, pero no van más lejos. Por eso todo trabajo, es oración: porque la verdadera oración estriba en poner al Hombre en relación con el Cielo, y todo trabajo sobre sí estriba en purificar los centros inferiores y poner orden en la mente mediante la enseñanza del conocimiento correcto, de modo que las influencias de los centros superiores puedan oírse.

Se puede hablar de diferentes clases de oración:

  1. La Oración por la Iluminación o Comprensión.
  2. La Oración acerca de la Tentación.
  3. La Oración acerca de uno mismo y acerca de los otros.

La Oración acerca de la Tentación se refiere a la tentación acerca del Trabajo. No es contestada necesariamente, porque el Trabajo la contestará si uno persevera en su enseñanza y se esfuerza en aplicarla y usarla. Es menester recordar que la tentación en el Trabajo y en todo lo que se refiere a él es necesaria con el fin de cambiar a un hombre, y de ello se sigue que si ora a este respecto, su oración no será contestada, pero si en lugar de ello trabaja logrará una respuesta. Como dije, orar cuando se debe trabajar, esperar ayuda cuando es preciso esforzarse, es ocioso.

En lo que respecta a la oración acerca de uno mismo, primero es preciso orar por los otros y por último por uno mismo. Recuerden que hay tres niveles de Trabajo —Trabajo por el Trabajo, Trabajo con los demás, Trabajo sobre uno mismo. Orar sólo por uno mismo, trabajar sólo en lo que respecta a uno mismo y a los que están relacionados por intereses egoístas con uno no puede dar resultado alguno. Tres fuerzas deben entrar en la oración, y esto es demasiado difícil de explicar ahora, pero las encontrarán en la Oración del Señor si reflexionan bastante tiempo sobre este particular.

En el mes de julio de 1942, el Dr. Nicoll prosiguió escribiendo sus comentarios sobre los Evangelios.

Birdlip, 15 de agosto, 1942
Nota sobre las emociones negativas

Hablaremos esta noche del Trabajo. Hablaremos de lo que significa el trabajo sobre sí en relación con las emociones negativas. El Trabajo dice:

"Tiene derecho a no ser negativo." Observen que el Trabajo no dice: "No tiene derecho a ser negativo." Una de las señales por las cuales se puede distinguir entre una enseñanza falsa y una enseñanza verdadera es que la enseñanza falsa insiste en que se haga algo que no se puede hacer o lo establece como una regla. Es la señal de una falsa enseñanza, por ejemplo, obligarle a prometer algo, o a jurarlo, o a hacer un voto de silencio y así sucesivamente. Un hombre —un hombre común— no puede cumplir una promesa en todas las circunstancias, porque no es una persona, sino varias personas. Una persona, un "Yo" en él, puede prometer o hasta atarse por un juramento. Pero otros "Yoes" en él, no querrán reconocerlo. Suponer que un hombre puede prometer algo es suponer que ya es
uno,
una unidad —es decir, un hombre que sólo tiene un "Yo" real, permanente que lo controla y así una sola voluntad. Pero un hombre tiene muchos "Yoes" y muchas voluntades diferentes. Supongamos que el Trabajo establezca una regla de este tenor: "No
debe
ser negativo. Debe jurar que no ha de ser nunca negativo. Si no cumple esta promesa, tendrá que abandonar el Trabajo." Si el Trabajo dijera esto, significaría que da por sentado lo que el
Hombre puede hacer.
Pero el Trabajo dice lo que el Hombre no
puede hacer
y esto es preciso percibirlo por medio de la observación de sí. Si sigue imaginando que
puede hacer,
si sigue pensando que siempre recuerda y cumple su propósito, entonces no habrá lugar en usted para el Trabajo y el Trabajo no podrá ayudarlo. No sentirá su desamparo interior. Si empieza a sentir su desamparo interior de un modo correcto, sentirá la necesidad del Trabajo para que lo ayude. ¿Cómo puede ayudarlo el Trabajo? Sólo puede ayudarlo si comienza por obedecerlo. Sentir la necesidad del Trabajo es sentir que necesita algo para que le sirva de guía. Si deja que alguien lo guíe, es menester que lo obedezca. Es preciso que trate de obedecer al Trabajo. Desde luego, si no entiende nada, no puede obedecer al Trabajo. De modo que es preciso pensar en lo que el Trabajo enseña para que se grabe claramente en su mente. Es preciso que piense, por sí mismo, con sus pensamientos más genuinos y personales, en lo que este Trabajo siempre le está diciendo. Si ha pensado de esta manera profunda, íntima, personal, verá que el Trabajo le dice más acerca de lo que
no hay que hacer
que acerca de lo que
hay que hacer.
Ahora bien, la gente muchas veces pregunta: "¿Qué es lo que tengo que hacer?" Por ese lado el Trabajo sólo dice dos cosas definidas: "Recuérdese a sí mismo", "Obsérvese a sí mismo." Esto es lo que debe tratar de hacer. Pero por otro lado el Trabajo dice muchas cosas sobre lo que no debe hacer. Dice, por ejemplo, que debe tratar de luchar contra la identificación, de luchar contra la mecanicidad, contra la charla mecánica y equivocada, contra toda clase de consideración interior, contra toda clase de justificación de sí, contra las diferentes imágenes de sí mismo, las formas especiales de imaginación, la antipatía mecánica, contra todas las variedades de compasión de sí y estimación de sí, los celos, los odios, con la vanidad, la falsedad interior, la mentira, el engreimiento de sí, las actitudes, los prejuicios, etc. Y habla expresamente de luchar contra emociones negativas en su conjunto. A veces se encuentra en el Trabajo una persona ansiosa y deseosa de saber exactamente
qué hacer.
Por regla general la gente que hace esta pregunta sólo presta atención exterior y no interior. Como saben, el Trabajo empieza con la atención interior. La observación de sí es atención interior. Una persona debe empezar a ver por sí misma a qué se asemeja y qué es lo que sucede en ella —por ejemplo, es preciso que vea por medio de la atención interna sus propias emociones negativas en lugar de ver sólo a las demás personas por medio de la atención exterior. Es preciso que vea qué significa identificarse con sus emociones negativas y qué significa no identificarse con ellas. Una vez que lo ve, ya logró la clave para entender el aspecto práctico del Trabajo. Las primeras etapas del Trabajo se llaman a veces "limpieza de la máquina". Una persona que constantemente dice: "¿Qué debería hacer?", después de haber oído la enseñanza práctica del Trabajo una y otra vez, se asemeja al hombre que tiene un jardín lleno de cizaña y dice ansiosamente: "¿Qué debería plantar en este jardín? ¿Qué plantas podrían crecer en él?" Lo primero que tiene que hacer es limpiar el jardín. Por eso el trabajo hace hincapié en
lo que no hay que hacer
—es decir, en aquello que es preciso detener, en aquello a lo cual no se debe ceder, en lo que debe impedirse, en lo que no debe alimentarse más, en lo que debe limpiarse en la máquina humana. Porque entre nosotros no hay nadie que tenga lindas y nuevas máquinas cuando entra en este Trabajo, sino máquinas oxidadas, sucias, que necesitan una limpieza diaria y por cierto una limpieza radical al comienzo. Y una de las mayores formas de suciedad son las emociones negativas y el habitual abandono a ellas. La mayor suciedad en el hombre es la emoción negativa. Una persona habitualmente negativa es una persona sucia, en el sentido del Trabajo. Una persona que siempre piensa cosas desagradables de las demás, que dice cosas desagradables, que no simpatiza con nadie, que tiene envidia, que siempre tiene algún motivo de queja, o alguna forma de compasión de sí, que siempre siente que no se la trata con justicia, tal persona tiene la mente sucia en el más verdadero y práctico de los sentidos, porque todas esas cosas son formas de emoción negativa y todas las emociones negativas son sucias. Ahora bien, el Trabajo dice que
tiene derecho a no ser negativo.
Como se lo señaló antes, no dice que
no se tiene derecho a ser negativo.
Si se examina la diferencia, se verá cuan grande es. Sentir que se tiene derecho a no ser negativo significa que se está bien encaminado hacia el verdadero trabajo sobre sí en relación con los estados negativos. Ser capaz de sentirlo atrae la fuerza que lo ayuda. Mantenerse erguido, por así decir, en sí mismo, en medio de todo el desorden de negatividad, y sentir y saber que no es necesario echarse en este desorden. Decir esta frase de un modo correcto a sí mismo, experimentar el significado de las palabras: "Tengo derecho a no ser negativo" es en realidad una forma de recuerdo de sí, de sentir un indicio del verdadero "Yo" que lo levanta a uno por encima del nivel de sus "Yoes" negativos que todo el tiempo le repiten
que tiene todo derecho a ser negativo.

PARTE II.

Todos ustedes han oído hablar de los niveles, pero algunos no han comprendido quizá qué significa un nivel superior en el sentido práctico. ¿Cuál es el nivel inferior y cuál es el nivel superior en uno mismo? El Trabajo nos va a hacer vivir en el nivel superior de nosotros mismos. Por ejemplo, supongamos que usted empiece a considerarse internamente. Empieza por echar cuentas, calculando lo que los otros le deben, pensando que lo tratan mal, preocupándose por lo que los otros piensan de usted, etc. Esta es una actividad del
nivel inferior
de sí mismo. Es decir, no puede vivir en un mejor nivel de sí mismo si se abandona todo el tiempo a la consideración interior. Ahora bien, supongamos que empiece a no gustar del sabor interior de la consideración. Entonces cuando la consideración interior empieza en usted, se da cuenta de ello y se siente incómodo. ¿Por qué? Porque ya ha empezado a experimentar a qué se asemeja un nivel superior. Se siente incómodo por razones de contraste. Ha visto algo mejor. Ya está en una posición que le permite hacer una elección interior. O en otro momento, si está en un estado negativo, ¿está en un nivel superior o inferior de sí mismo? Está en un nivel inferior y no será capaz de saborear lo que es un nivel superior mientras siga abandonándose sin control alguno a sus estados negativos. Es siempre cuestión de decisión interior, de elección interior. Si comienza a interesarse por sus
mejores estados
y lo que los daña, empezará a trabajar prácticamente sobre sí mismo. Los estados mejores pertenecen a niveles superiores de sí mismo. Están en usted, en diferentes niveles. Puede vivir en el subsuelo o más alto. Pero es preciso que vea todo esto por sí mismo y llegue a conocer
dónde está en sí mismo.
Pregúntese: "¿Dónde estoy yo? ¿Qué pensamiento y emociones lo acompañan, qué estados de ánimo, qué "Yoes"? Es preciso aprender no sólo con quién vivir en uno mismo sino
dónde vivir
en uno mismo.

Una nota más. Al ocuparse de un estado negativo, contemple el "Yo" en usted y no la persona con quien usted es negativo. La verdadera causa del estado negativo es el "Yo" que está hablando en usted y a usted y a quien usted está escuchando. Si permite que este "Yo" siga hablando y le presta atención, se volverá cada vez más negativo. Su solo fin es hacerlo a usted negativo y absorber tanta de su fuerza como le sea posible. Todo "Yo" negativo tiene un solo propósito —apoderarse de usted y alimentarse de usted y fortalecerse a sí mismo a expensas suyas. La verdadera causa de los estados negativos está en usted —en los "Yoes" negativos que sólo viven persuadiéndolo con sus verdades a medias y mentiras para dominarlo y estropearle la vida. Todos los "Yoes" negativos sólo desean destruirlo, arruinar su vida. Este es un muy buen ejercicio para practicar.

Birdlip, 25 de agosto, 1942
Nota introductoria al capítulo sobre el bien y la verdad

Toda la enseñanza esotérica considera al Hombre como si estuviese en dos niveles, a veces llamados "Tierra y Cielo". Toda la enseñanza esotérica dice también que si el Hombre en la tierra es aislado de todas las influencias provenientes de un nivel superior, la humanidad perecerá. Del mismo modo que la naturaleza física, tal como la contemplamos en el mundo visible externo, depende para su vida de la influencia del Sol, así el Hombre, en su mundo interior, depende de la influencia de un nivel superior. Si nadie en la Tierra recibiera esas influencias, el Hombre quedaría aislado y perecería. Por lo tanto, uno de los problemas del esoterismo radica en cómo mantener vivo este contacto o conexión. En diferentes momentos de la historia se experimentaron diferentes medios, pero todos tenían el mismo fin en vista. Por ejemplo, han existido diferentes clases de escuelas o "iglesias", que por un tiempo mantuvieron esta clase de conexión. Más tarde o más temprano esas escuelas o "iglesias" o focos peculiares creados para la recepción y transmisión de influencias superiores, han desaparecido, pero siempre aparecieron nuevos focos. La muerte de una "iglesia", si empleamos este término, a veces se llama diluvio en el lenguaje de las parábolas. La nueva iglesia es el arca que sobrevive y contiene representaciones de todas las formas de conocimiento y bien necesarios para un nuevo comienzo. Fueron muchas las etapas del Hombre, en cuanto a su contacto con influencias de un nivel superior, y, desde el punto de vista esotérico, el Hombre ha degenerado psicológicamente a este respecto. Para hablar en el lenguaje del Trabajo, el Hombre ya no vive más en el 3º Estado de Conciencia, ya no se recuerda más a sí mismo, y así está fuera de contacto con sus propios centros superiores y con sus influencias. En el Antiguo Testamento, se mencionan diferentes formas de enseñanza que en tiempos antiguos se impartieron en "iglesias". Por ejemplo, muchas de esas largas tablas de referencias a personajes que han engendrado a otros y que vivieron tantos centenares de años son registros de diferentes "escuelas" o ramas de "iglesias". Así, hubo una escuela o iglesia llamada "Noé". Otra existía en Mesopotamia y se llamaba en el momento de su desaparición Babel o Babilonia. La Iglesia judía empezó mucho más tarde. De hecho, el Antiguo Testamento es un archivo secreto de la historia del esoterismo.

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