Read Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Online

Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (5 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
12.33Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads
Birdlip, 29 de mayo, 1941 Comentario I
De los medios adicionales de observación de sí

¿Nota usted qué diferencia hay entre su propia vida y la vida en general? ¿Qué quiere decir con el término
mi vida, como
cuando dice: "Mi vida fue una vida feliz" o "Mi vida fue una vida desdichada"? ¿Quiere decir "que las cosas exteriores fueron agradables o no, o que las cosas interiores, que sus estados de ánimo y sentimientos fueron agradables o no? Estará de acuerdo conmigo «en que a veces una persona que goza de una buena situación externa en la vida con suficiente dinero y con buen ambiente, y sin sufrir desdicha alguna, etc., es desdichada y miserable, y por otra parte una persona en circunstancias muy diferentes y aun adversas, es muchas veces todo lo contrario. Examinemos esta situación más detenidamente. ¿Qué es nuestra vida; esta cosa de la que hablamos con tanta volubilidad sin darnos cuenta de lo que es en realidad? Cuando las gentes desean contarnos gratuitamente la historia de su vida, ¿a qué se refieren en realidad? Hablan de
eventos,
de otra gente, de cosas externas. Pero nuestra vida consiste de dos cosas distintas, que para los fines de la observación de sí deben comprenderse. Nuestra vida consiste no sólo de eventos, sino de
estados.
Los estados son interiores y los eventos exteriores. Los estados son estados de uno mismo, es decir, estados interiores, tales como las malas disposiciones, el hábito de preocuparse, los hábitos de temor y superstición, presentimientos, depresión, por una parte, o, por la otra, estados mejores, estados de sentirse feliz, estados de gozo y misericordia. Están en uno —es decir, todos los estados son estados de uno mismo. Los eventos son exteriores y nos llegan de fuera. Ahora bien, el estado interior puede corresponder a un evento exterior, o puede ser provocado por él o no tener relación alguna con él. Pero, ante todo, es preciso comprender que los estados y los eventos son dos cosas diferentes, antes de pensar de qué modo se relacionan entre sí. Tomemos, por ejemplo, un suceso agradable. ¿Acaso su estado interior corresponde a este suceso? ¿Puede decir de supuro que cuando tuvo lugar el evento exterior su estado interior le correspondía? Sabe que va a suceder algún evento deseable y lo está esperando. ¿Puede decir que cuando tuvo lugar, su estado interior lo recibió de un modo feliz? ¿O admite que, aunque el evento tenga lugar tal como lo esperaba, con frecuencia falta algo? ¿Qué es lo que falta? Lo que falta es el correspondiente estado interior que debía combinarse, por así decirlo, con el evento exterior que se esperaba con tanta impaciencia. Y, como todos ustedes probablemente saben, por lo general el evento que no se esperaba en absoluto es el que nos proporciona nuestros mejores momentos.

Ahora expongamos esta idea: La correspondencia de los estados interiores con los eventos exteriores. A menos de estar en un estado apropiado no es posible combinarlo correctamente con el evento feliz. Sin embargo la gente, al pensar en su vida, se inclina a creer que está constituida sólo de
eventos exteriores
y que si cierto número de
eventos exteriores
de una clase u otra les hubiera o no sucedido, su vida habría sido desdichada. Pero la capacidad de una persona para la vida depende de su desarrollo interior, de la calidad de sus estados interiores. Porque internamente, en lo que concierne a nuestros estados, está el
aparato para vivir
, y si este aparato, por ejemplo, está abrumado por la compasión de sí y las preocupaciones y otras emociones negativas, no importa cuan deleitables sean los eventos exteriores, nada puede suceder con propiedad, simplemente porque el
aparato para vivir
—es decir, la persona en sí— está en una completa incapacidad de combinarse de un modo afortunado con tales eventos que, provenientes de la vida exterior, podrían producirle placer y deleite. Una persona piensa efectuar un viaje al extranjero y cuando éste tiene lugar, es un
evento.
Pero puede ser tan mezquina, tan preocupada por las pequeñas cosas carentes de importancia, etc., que todo el viaje no es sino un desastre. Y en tal caso el
estado interior
del hombre es el culpable. Por eso si nos preguntamos en qué consiste
nuestra vida,
no podemos decir que consiste meramente de
eventos,
pues consiste en mucho mayor grado de
estados.
Supongamos que un hombre, cuyo principal placer es ser pesimista y melancólico, le dice que la vida es un mal negocio y no merece vivirse, ¿supone acaso que esto se debe a una falta de
eventos
apropiados o a los
estados
interiores del hombre? ¿Puede creer que invitándolo a una alegre fiesta lo hará cambiar? La enfermedad está en el hombre mismo y todos los días vemos a gentes que hacen su propia vida y la vida de los otros miserables debido a sus perversos estados interiores.

Ahora bien, en la observación de sí, es menester distinguir entre los eventos exteriores y los estados interiores y observar dónde se está situado, tanto en relación con el estado interior como con la naturaleza del evento exterior. Los eventos exteriores son de cualquier clase. La vida exterior no es una suave hoja de papel sobre la cual nos arrastramos como hormigas. Está llena de sierras y valles, de buen tiempo y mal tiempo. Esta es la naturaleza de la vida pero, por regla general, todos los sucesos que consideramos excepcionales, o al menos desagradables, son la enfermedad, la guerra, etc. La vida es una serie de diferentes acontecimientos que se suceden, en mayor o menor escala, y salen al encuentro del hombre, y cada acontecimiento posee su naturaleza especial. Y los estados interiores son asimismo de distinta clase. Todo el trabajo personal se refiere a los estados interiores y ya habrán oído hablar de los estados equivocados que es preciso modificar y no identificarse con ellos. Si ustedes trabajan sobre estos estados equivocados y tratan de apartarse de ellos, entonces los sucesos desagradables de la vida no los tocarán, por así decirlo, con tanta facilidad, y no les extraerán su fuerza. Los eventos son
influencias
que cambian a cada momento en sus variadas combinaciones; algunos son mejores que otros, pero en este nivel inferior del universo donde estamos todos deben aceptarse conscientemente, aunque algunos de ellos son muy peligrosos y es menester no identificarse con ellos de ninguna manera. De lo que se acaba de decir, queda claro que se debe considerar la vida como una sucesión de
estados interiores, y
una verdadera historia de nuestra vida debe ser una historia de esos estados y en especial de nuestras emociones negativas. Vivir empero en este amplio mundo interno sólo accesible a cada persona a través de la observación de sí y siempre invisible a los demás es el peor crimen que se pueda cometer. Por eso este trabajo empieza con la observación de sí y el descubrimiento de los estados equivocados en uno mismo y con el trabajo para contrarrestarlos. De este modo la vida interior se purifica y puesto que ella atrae nuestra vida exterior, debido al cambio de nuestros estados interiores, al no alimentar a unos y al alimentar a otros, alteramos asimismo no sólo nuestra relación con los
eventos
provenientes del exterior sino también con la naturaleza de los eventos que nos llegan día tras día. Sólo de este modo podemos cambiar la naturaleza de los sucesos que nos ocurren. No podemos cambiarlos directamente, pero podemos cambiarlos a través de los
estados
cambiantes, es decir, empezando a poner orden en la desordenada casa donde vivimos. No son los sucesos cotidianos los que tienen importancia como haber perdido algo o que algo le haya ido mal o que alguien lo haya olvidado o le haya hablado con grosería, sino su reacción a todos ellos, es decir, en qué estado de sí estaba usted, pues es allí donde radica su verdadera vida y si sus estados interiores eran apropiados nada en la naturaleza de los estados exteriores puede dominarlo. Trate pues de distinguir, como ejercicio para vivir más conscientemente, entre los estados interiores y los eventos exteriores, y trate de enfrentarse con cualquier suceso exterior, después de haber observado su naturaleza, con la actitud interior apropiada, con el estado apropiado. Si no puede, reflexione luego acerca de ello. En primer lugar, trate de definir la naturaleza del evento y observe si ese género de evento le sucede a menudo y trate de examinarlo más claramente en términos tales como "Esto se llama llegar tarde" o "Esto se llama perder cosas" o "Esto se llama recibir malas noticias" o "Esto se llama sorpresa desagradable" o "Esto se llama trabajo duro" o "Esto se llama estar enfermo". Empiece de esta manera sencilla y pronto verá cuan diferentes son los sucesos personales, y cómo nuestra vida exterior está cambiando todo el tiempo, y lo que no podía hacer en cierto momento, lo puede hacer en otro. Porque los eventos se asemejan al abrir y cerrar de las puertas. Entonces será capaz de ver, respecto de los pequeños sucesos de la vida cotidiana, qué eventos fueron parcialmente provocados por usted, y qué eventos son accidentales, y así sucesivamente. Luego reflexione sobre su estado y en qué estado se enfrenta usted con algún evento característico y si ese estado es el instrumento apropiado que es preciso usar, el billete apropiado que es preciso ofrecer, el método idóneo que es preciso emplear para ese suceso. Respecto de muchos eventos es menester aprender a ser
pasivo,
por ejemplo, no reaccionar en absoluto, no hacer nada. Mas la pasividad exige una fuerte actividad interior de conciencia, para impedir que cualquier reacción mecánica tenga lugar cuando el evento, al entrar como una impresión mecánica, toque la maquinaria puramente asociativa de la mente y el sentimiento que equivocadamente consideramos como nosotros mismos.

Birdlip, 6 de junio, 1941 Comentario II
De los medios adicionales de observación de sí

SECCIÓN I.

Lo que sigue a continuación es un comentario, que se refiere a la idea de los diferentes "Yoes" en nosotros. Como saben ustedes, en este sistema de enseñanza, el hombre no es considerado como una unidad. La falta de unidad en el hombre es la fuente de todas sus dificultades y penas. El cuerpo del hombre es una unidad y trabaja como un todo organizado a menos de estar enfermo. Pero la vida interior del hombre no es una unidad y carece de organización y no trabaja armoniosamente como un todo. El hombre, respecto de su estado interior, es una multiplicidad, y desde un ángulo de esta enseñanza, se habla de esta multiplicidad interior en términos de "Yoes" o egos en el hombre. El hombre no tiene un "Yo" permanente sino una multitud de diferentes "Yoes" que a cada momento se hacen cargo de él y hablan por él como si fuera con su voz: y desde este punto de vista se compara al hombre con una casa en desorden en la cual no hay amo sino multitud de sirvientes que hablan en nombre del amo ausente. Como ustedes probablemente saben, el mayor error que se puede cometer es suponer que los otros poseen o que se tiene, un "Yo" permanente e inmutable. El hombre nunca es el mismo por mucho tiempo. Está cambiando continuamente. Pero imaginar que si una persona se llama Jaime es siempre Jaime, es completamente falso. Ese hombre a quien llama Jaime tiene en él otros "Yoes", otros egos, que se hacen cargo de él en diferentes momentos, y aunque Jaime no guste de la mentira, otro "Yo" en él —llamémoslo Pedro— gusta de la mentira y así sucesivamente. Tomar otra persona como una sola y misma persona en todo momento, suponer que es un único "Yo", es abusar de ella y al mismo tiempo es abusar de uno mismo. Una multitud de diferentes personas vive en cada uno de ustedes. Estos son todos los diferentes "Yoes" que pertenecen a la personalidad, que es preciso observar, y tratar de conocer, de otro modo ningún
conocimiento de sí es
posible —es decir, si uno busca en verdad el
conocimiento de sí y
no invenciones e imaginaciones acerca de uno mismo. Ninguno de ustedes tiene un "Yo" verdadero, permanente, inmutable. Ninguno de ustedes tiene una verdadera unidad de ser. Todos ustedes no son sino una multitud de personas diferentes, algunas mejores y otras peores, y cada una de estas personas —cada uno de estos "Yoes" en ustedes— en ciertos momentos se hace cargo de ustedes y les hace hacer lo que quiere y decir lo que desea y sentir y pensar como siente y piensa. Pero ya conocen todo esto y ahora quiero hablarles más detalladamente de la
doctrina de los muchos "Yoes"
en el hombre y darles algunas ideas acerca de su profundo sentido y significación. Si alguno de ustedes no puede comprender lo que sigue, se debe a que no tienen aún suficiente práctica de la observación de sí, en cuyo caso es preciso tener paciencia y esperar un poco, o porque, si hace mucho que están ustedes en el trabajo, no han empezado a observarse, seriamente todavía, es decir, no han comenzado el trabajo sobre sí y quizá ni siquiera pensaron seriamente en lo que significa. En este último caso, lo único que les puedo decir es que deben tratar realmente de hacer un esfuerzo para comprender lo que significa, mediante una cabal observación de sí, tan pronto como sea posible, porque el tiempo cuenta en el trabajo, y las oportunidades tienen tendencia a disminuir si no se las aprovecha cuando es posible, porque está en la verdadera naturaleza de las cosas llegar demasiado tarde para que se produzca un cambio interior, el cual sólo es posible mediante la observación de sí y el conocimiento de sí que derivan de él.

El hecho mismo de que el trabajo empiece con la
observación de sí
es suficiente trina de los muchos "Yoes" en el hombre es que mientras un hombre siga considerándose
como uno no
puede cambiar. Pero, ¿acaso han pensado por sí mismos, por qué esto es así? Todos ustedes saben que este trabajo consiste en hacer que un hombre piense por sí mismo, y que prestar atención a las ideas de este sistema sin pensar en ellas por uno mismo y de este modo incorporarlas es pura pérdida de tiempo. El trabajo no es algo externo, sino interno, y la gente que imagina que el trabajo, como organización externa, le hará progresar, está tristemente equivocada acerca de su significado. El hecho mismo que el trabajo empiece con la
observación de sí es
suficiente para mostrar que exige un esfuerzo personal de cada individuo y sólo cada uno de ustedes puede observarse a sí mismo y nadie puede hacerlo por ustedes. Ahora bien, sólo a través del esfuerzo de la observación de sí un hombre llegará eventualmente a darse cuenta de que no es uno y así podrá destruir la ilusión de que es un individuo permanente que no sufre cambio alguno. Porque mientras un hombre sustente esa ilusión de que es siempre una y la misma persona, no puede cambiar y, como ustedes saben, la finalidad de este trabajo es producir un cambio gradual en nuestra vida interior. De hecho, la totalidad de este trabajo se fundamenta en la idea de que el cambio de sí o la transformación de uno mismo es una posibilidad definida en todo ser humano y es la verdadera meta de la existencia. Pero el punto inicial de este cambio de sí permanece oculto mientras el hombre siga sustentando la ilusión de que es
uno.
El hombre debe comprender por sí mismo que no es
uno
sino
muchos
y sólo lo puede lograr mediante una imparcial observación de sí. Mas, por mucho tiempo, la ilusión de que es siempre una y la misma persona luchará con sus tentativas imparciales de observación de sí y le imposibilitará comprender la significación de sus observaciones. Tratará de encontrar excusas y de justificarse y así de aferrarse a la idea de que verdaderamente es uno y posee una individualidad permanente y que siempre sabe lo que está haciendo y pensando y diciendo y que siempre tiene conciencia de sí y control de sí en todo momento. Le será muy difícil admitir que esto no es así: Y por otra parte, es perfectamente inútil que pretenda creer que no es
uno
y no vea por sí mismo la verdad de ello. Es parte del
conocimiento
de este sistema de enseñanza el que el hombre no es uno sino muchos. A menos que un hombre vea la verdad de este conocimiento aplicándolo a sí mismo, mediante el trabajo sobre su ser, no llega a convertirse en comprensión. Un hombre puede decir: "Sé que no soy uno sino muchos —el trabajo lo dice así"—. Pero esto no es nada. El conocimiento sigue siendo externo al hombre mismo. Pero si lo aplica a través de una larga observación de sí empieza a ver su verdad, entonces dirá: "Comprendo que no soy uno sino muchos" y esto es una cosa muy diferente. El conocimiento habrá dado su fruto en él, y no será ya más mero conocimiento, sino comprensión, porque el hombre ha aplicado el conocimiento a sí mismo y por su intermedio ha trabajado sobre su propio ser. Y recordarán ustedes cómo en este sistema se hace hincapié en la diferencia entre conocimiento y comprensión y cuántas veces se dijo que en nuestra época el conocimiento ha ido mucho más allá de la comprensión, porque el hombre desarrolló únicamente el lado del
conocimiento
y no el correspondiente lado del
ser.

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
12.33Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Under Camelot's Banner by Sarah Zettel
Along the Broken Road by Heather Burch
Mountain Top Mystery by Gertrude Warner
Rosa by Jonathan Rabb
Lone Star Justice by Scott, Tori
Froggy Style by J.A. Kazimer
Long Snows Moon by Stacey Darlington
War Nurse by Sue Reid
I Found You by Jane Lark