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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Ciencia Ficción, Misterio, Fantástica, Cuentos

Cuentos completos (66 page)

BOOK: Cuentos completos
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—¿Qué es lo que quería preguntar? —inquirió Aton—. Recuerde, por favor, que nuestro tiempo es limitado. En poco más de hora y cuarto comenzarán a ocurrir anomalías; después… ya no habrá tiempo para hablar.

—Bien, empecemos. —Theremon se acomodó en un sillón y cruzó sus manos sobre el pecho—. Su gente se lo toma tan en serio que estoy comenzando a creerle a usted. ¿Podría usted explicarme con claridad en qué consiste el fenómeno?

Aton estalló.

—¿Pretende decir que ha estado todo este tiempo cubriéndonos de ridículo sin saber lo que hemos estado diciendo?

—No se ponga furioso —dijo Theremon—. No es tan malo como usted dice. Sí he captado una idea general sobre lo que ustedes han intentado explicar al ciudadano medio: que el mundo se verá cubierto de Tinieblas dentro de escasas horas y que la humanidad se volverá loca. Lo que yo quiero saber es la parte científica del asunto.

—No lo haga, no lo haga —estalló Sheerin—. Si se lo pregunta a Aton, empezará a remitirle a libros y más libros, le traerá enciclopedias y monografías, tratados, diagramas y toda la pesca. Se lo explicará de cabo a rabo. Por el contrario, si me lo pregunta a mí se lo expondré en el más profano de los lenguajes.

—De acuerdo; se lo pregunto a usted.

—Entonces, tomaré antes un trago. —Sheerin se quedó mirando a Aton.

—¿Agua? —gruñó Aton.

—¡No sea bobo!

—No sea bobo usted. Nada de alcohol ahora. Sería demasiado cómodo emborrachar a mis hombres en estos momentos. No puedo permitirles caer en la tentación.

El psicólogo gruñó para sus adentros. Se volvió hacia Theremon, lo atravesó con la mirada y comenzó.

—Usted sabrá, supongo, que la historia de la civilización de Lagash presenta un carácter cíclico, ¿comprende?, cíclico.

—Lo sé —comentó Theremon con, cautela—; sé, al menos, que ésa es la teoría arqueológica. Pero, ¿ha sido demostrada?

—Más o menos. En este último siglo se ha visto confirmada. El carácter cíclico es (mejor dicho: era) uno de los grandes misterios. Ha habido otras civilizaciones antes de la nuestra, nueve en conjunto, y hay rastros de otras tantas. Alcanzaron un nivel comparable al nuestro y todas, sin excepción, fueron destruidas por el fuego al alcanzar la cúspide de su cultura.

»Y nadie podría decir por qué. Todos los imperios fueron arrasados por el fuego sin dejar tras sí la menor indicación de las causas.

—¿Tuvieron también una Edad de Piedra?

—Probablemente, aunque nada conocemos de ese período, excepto que el hombre de esa edad era un poco más inteligente que los monos. De modo que podemos olvidarlo.

—Entiendo. Prosiga.

—Hubo muchas explicaciones sobre las catástrofes reiteradas, a cada cual más fantástica. Algunos dijeron que se debía a periódicas lluvias de fuego; otros, que Lagash atravesaba un sol cada equis tiempo; y también los hubo que propusieron hipótesis más descabelladas. Pero hay una completamente diferente que ha sido transmitida y conservada a través de los siglos.

—Lo sé. Se refiere usted a ese mito de las «Estrellas» que se encuentra en el Libro de las Revelaciones de los Cultistas.

—¡Exactamente! —exclamó Sheerin con satisfacción—. Los Cultistas dijeron que cada dos mil cincuenta años Lagash penetra en una inmensa zona en la que todos los soles desaparecen, sobreviniendo una total oscuridad en todo el mundo. Entonces, las cosas llamadas Estrellas aparecen, despojan a los hombres de su razón y los convierten en semejantes a brutos, de tal manera que los hombres destruyen la civilización que ellos mismos construyeron. Naturalmente, los Cultistas mezclaron todo esto con un montón de nociones místico-religiosas, pero la idea central puede extraerse.

Hubo una corta pausa en la que Sheerin lanzó, un profundo suspiro.

—Ahora, pasaremos a la Teoría de la Gravitación Universal. —Lo dijo de tal manera que incluso las mayúsculas tuvieron su sonido particular. Y, en aquel momento, Aton se apartó de la ventana, bufó con ostentación y salió airadamente de la sala.

Los otros dos se quedaron mirando su partida.

—¿Qué pasa? —preguntó Theremon.

—Nada de particular —repuso Sheerin—. Dos hombres tenían que haberse presentado hace varias horas y aún no han aparecido. Es un caso que raya la restricción de personal porque todos, excepto los realmente esenciales, están en el Refugio.

—¿Cree usted que han desertado?

—¿Quiénes? ¿Faro y Yimot? Claro que no. Aunque no les convendría no aparecer cuando todo esto empiece. —Se puso en pie de repente y parpadeó—. Por cierto, mientras Aton se encuentra fuera…

Trotó hacia la ventana más cercana, se agachó y de la caja inferior del enmarcado sacó una botella de líquido rojo que brilló sugestivamente cuando la agitó.

—Espero que Aton no sabrá nada de esto —puntualizó mientras volvía a su silla—. No hay más que un vaso. Como invitado de la casa, tiene usted preferencia. Yo tomaré de la botella. —Y escanció un leve y escaso chorrito con sumo cuidado.

Theremon se irguió para protestar, pero Sheerin adoptó una actitud digna.

—Respete a sus mayores, joven.

El periodista se sentó con expresión de angustia en el rostro.

—Sigamos, pues, viejo pícaro.

La nuez de Adán del psicólogo se movió repetidas veces mientras mantenía la botella levantada; luego, con un eructo de satisfacción, comenzó de nuevo.

—Bien, ¿qué sabe usted sobre la ley de la gravitación?

—Nada, excepto que su desarrollo es muy reciente, todavía no lo bastante como para decirse que esté totalmente fundamentada, y que su fórmula es tan difícil que sólo una docena de hombres en Lagash pueden presumir de entenderla.

—¡Venga, hombre! ¡Absurdo, ridículo! ¡Mentira infame! Puedo resumirle la fórmula en una frase. La Ley de Gravitación Universal estipula que existe una fuerza de atracción entre todos los cuerpos del universo, fuerza que, entre dos cuerpos dados, es proporcional al producto de sus masas partido por el cuadrado de sus distancias.

—¿Eso es todo?

—¡Es suficiente! Llevó cuatrocientos años desarrollarla.

—¿Cómo tanto? Tal y como usted lo ha dicho parece bastante simple.

—Porque las grandes leyes no surgen por inspiración divina, sino que hay que pensar e investigar duramente para encontrarlas. Ordinariamente se obtienen tras el trabajo colectivo de muchos siglos de actividad científica. Después que Genovi 41 descubrió que Lagash tenía un movimiento de traslación alrededor del sol Alfa y no al contrario (y esto ocurrió hace cuatrocientos años), los astrónomos se pusieron a trabajar sobre esta base. Los complejos movimientos de los seis soles fueron registrados, analizados y confrontados. Hipótesis tras hipótesis, las conclusiones primarias eran confrontadas con las secundarias, rectificadas, comprobadas las rectificaciones y nuevamente arriesgadas las hipótesis. Fue un trabajo infernal.

Theremon agitó la cabeza y extendió su vaso para que fuera llenado de nuevo. Sheerin se mantuvo incólume, pero luego sirvió unas cuantas gotas a regañadientes.

—Hace veinte años —continuó— se descubrió que la Ley de Gravitación Universal daba cuenta exacta de los movimientos orbitales de los seis soles. Y fue un gran triunfo.

Sheerin se puso en pie y se dirigió a la ventana, siempre con la botella en la mano.

—Y aquí llegamos al quid de la cuestión. En la última década la eclíptica de Lagash respecto de Alfa fue medida de acuerdo con la ley de gravitación y no coincidió con la órbita que se observaba; ni siquiera cuando se me incluyeron todas las perturbaciones debidas a los otros soles. O la ley no servía o allí había algún otro factor desconocido.

Theremon se levantó y se reunió con Sheerin en la ventana, contemplando, más allá de las vertientes cubiertas de bosque, las cúpulas de Saro City que reverberaban sanguinolentamente recortadas contra el horizonte. El periodista sintió que la tensión de lo incierto corroía sus entrañas mientras lanzaba una rápida ojeada a Beta. Brillaba rojizo en su cenit, pero su tono era apagado y malévolo.

—Continúe, señor —dijo suavemente.

—Con los años, los astrónomos especularon con hipótesis cada vez más absurdas… hasta que Aton tuvo la inspiración de buscar alguna fuente en el Culto. El jefe del Culto, Sor 5, le dio acceso a ciertos datos que simplificaron considerablemente el problema. Aton se puso a trabajar en esta nueva dirección.

»¿Podía haber otro cuerpo planetario opaco como el de Lagash? Si así fuera brillaría tan sólo reflejando la luz solar, y si estuviera formado por rocas azulencas, como gran parte de Lagash, entonces, en medio del abismo rojo del cielo, la constante luminosidad de los otros soles lo haría invisible… borrado por completo.

—¡Pero eso es una idea desquiciada! —exclamó Theremon.

—¿Lo cree así? Escuche esto: suponga que ese cuerpo orbita en torno a Lagash y que cuenta con tal masa, órbita y distancia que su atracción coincida con la desviación de la órbita de Lagash según la teoría. ¿Sabe lo que ocurriría?

El periodista negó con la cabeza.

—Pues que alguna que otra vez ese cuerpo se interpondría en el camino de algún sol —dijo Sheerin y apuró lo que quedaba en la botella.

—Sí, supongo que sí —convino Theremon.

—¡Naturalmente que sí! Pero sólo un sol se encuentra en su plano de revolución. —Señaló con el pulgar al diminuto sol que brillaba en lo alto—. ¡Beta! Y se sabe que el eclipse ocurre sólo cuando la disposición de los soles es tal que Beta debe encontrarse solo en su hemisferio y a la máxima distancia. El eclipse, contando la luna siete veces el diámetro aparente de Beta, cubrirá todo Lagash durante algo más de medio día, de manera que ninguna parte del planeta escapará a los efectos. Ese eclipse tiene lugar una vez cada dos mil cincuenta y nueve años.

La cara de Theremon se había convertido en una máscara inexpresivo.

—¿Ésa es la historia?

—Ni más ni menos —respondió el psicólogo—. El principio del eclipse comenzará dentro de tres cuartos de hora. Primero el eclipse, luego la Tiniebla universal y, quizás, esas misteriosas Estrellas… después la locura y el final del ciclo.

»Hemos tenido —añadió tras un rato de meditación— dos meses para convencer a Lagash del peligro, pero al parecer no ha sido tiempo suficiente. Ni dos siglos hubieran bastado. Nuestros informes y archivos han sido escondidos en el Refugio y dentro de poco fotografiaremos el eclipse. El próximo ciclo conocerá así la verdad y la humanidad estará preparada para el eclipse siguiente. Conseguir eso es también parte de la historia que usted deseaba.

Theremon abrió la ventana y un ligero soplo de brisa agitó las cortinas. Se asomó al exterior y el viento desordenó sus cabellos mientras permanecía absorto contemplando el resplandor carmesí del sol. Entonces, como en un arrebato, se volvió.

—¿Está seguro de que las Tinieblas nos volverán locos? ¿A mí también?

Sheerin se sonrió en tanto acariciaba la vacía botella con movimiento inconsciente.

—¿Acaso sabe usted lo que ocurrirá cuando sobrevengan las Tinieblas, jovencito?

El periodista se quedó apoyado en la pared y reflexionó.

—No. Realmente no puedo ni imaginármelo. Pero ya tengo noticia previa de su existencia. Algo como… como… —gesticuló con las manos— como sin luz. Como una caverna.

—¿Ha estado usted alguna vez en una caverna?

—¿En una caverna? ¡Claro que no!

—Lo suponía. Yo lo intenté la semana pasada, solamente para ver qué tal se estaba en la oscuridad. Pero tuve que salir de estampida. Tuve que detenerme cuando ya perdía de vista la entrada y la iluminación se reducía a poder ver apenas la silueta de las paredes. Pero lo que veía en el interior, más al fondo, era la oscuridad completa, la nada. Nunca creí que una persona de mi peso pudiera correr tanto. Ni jamás pensé que se apoderara de mi ser el vacío que aquel lugar me produjo.

—Bueno, si sólo se tratara de eso, imagino que no habría para tanto. Yo no hubiera corrido de haber estado allí.

El psicólogo se le quedó mirando con los ojos contraídos.

—Corre usted mucho, joven. Le desafío a que haga la prueba corriendo las cortinas.

—¿Para qué? —exclamó Theremon con sorpresa—. Si tuviéramos cuatro o cinco soles brillando en este momento, no dudo que deseáramos amortiguar un poco la luz. Está bien así.

—He ahí la cuestión. Corra la cortina, sólo eso; luego venga aquí y siéntese.

—Como quiera. —Theremon cerró la ventana y tiró de la roja cortina, que se deslizó hasta acaparar toda entrada de luz, dejando la sala en una penumbra teñida de rojo crepuscular.

Los pasos de Theremon resonaron huecamente en el silencio mientras caminaba hacia la mesa. De pronto, se detuvo.

—No puedo verlo, señor —murmuró.

—Siga andando —ordenó Sheerin con voz extraña.

—Pero es que no puedo verlo, señor —El periodista comenzó a respirar agitadamente—. No puedo ver nada.

—¿Y qué otra cosa esperaba? —dijo la voz sin visible procedencia—. ¡Siga y siéntese!

Los pasos volvieron a sonar, vacilantes, aproximándose lentamente. Luego, se escuchó el ruido de un cuerpo que caía sobre un sillón. La voz de Theremon se deslizó débilmente:

—Ya estoy aquí. Me siento… muy… perfectamente.

—¿Le gusta?

—No… nada. Es más bien horrible. Las paredes parecen… —Se detuvo—. Parece como si se estuvieran acercando. Espero de un momento a otro que se ciernan sobre mí y yo tenga que verme obligado a empujarlas. Pero… ¡no me he vuelto loco! De hecho, creo que no es tanto como esperaba.

—Perfecto. Vuelva a correr las cortinas.

Hubo un ruido de pasos precipitados, la silueta del cuerpo de Theremon destacándose contra la cortina. Luego, el alivio de las cortinas deslizándose, provocando un leve pero feliz chirrido de anillas resbalando sobre rieles. La roja luz inundó la sala y Theremon miró fijamente al sol mientras lanzaba un gemido de alegría.

Sheerin se inclinó hacia adelante, esgrimió su índice y dijo:

—Fíjese que ha sido sólo una habitación a oscuras.

—Pero pudimos aguantar —dijo Theremon satisfecho.

—Sí, con una habitación a oscuras sí podríamos. Dígame, ¿estuvo por casualidad en la Exposición Centenaria de Jonglor?

—No, estaba demasiado lejos de donde me encontraba por entonces. Seis mil millas son demasiadas incluso para una exposición.

—Pues yo sí estuve. ¿Recuerda haber oído algo sobre el Túnel del Misterio, que, según decían, superaba todas las marcas en el terreno de la diversión y el entretenimiento?

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