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Authors: Franklin López Buenaño
—Las pérdidas en los
gastos de infraestructura. Ejemplos: la concesión del puerto de Manta, que
fracasó; las excesivas instalaciones del aeropuerto internacional de Santa
Rosa; la demora en el puente sobre el río Babahoyo; los millones que pagaron a
Enarsa por no construir Coca-Codo Sinclair.
—El costoso equipo de
seguridad del presidente. El nuevo avión presidencial, y otro, más grande y
lujoso, que piensan comprar. El chef belga.
Las extensas comitivas del presidente en sus viajes al exterior.
Debe
quedar claro que, a pesar de la retórica de la redistribución y reducción de la
pobreza, los recursos del Estado, que son de todos los ecuatorianos están
siendo desperdiciados. Es que (el que parte y reparte…) el gasto público, en
lugar de ser un remedio, es un perjuicio.
Compramos más que lo que vendemos
Dicen
que hay muchos pobres. No obstante, hay récords de ventas de automóviles; en
los días feriados, no se puede conseguir alojamiento en los lugares de
recreación y los transportes públicos se abarrotan; en los restaurantes de
lujo, no hay mesas libres. Y, sin embargo, los economistas insisten en que la
economía está mal. Veremos más adelante que, en la medida del desempeño
económico del país,
la producción por
persona
cayó en 2009 en 1%, aproximadamente; es decir que el Ecuador
produjo casi lo mismo que el año anterior. Aunque en 2010 se prevé una mejora
en el crecimiento (3,7%), esto es bajo si se compara con lo que se pronostica
para Perú, Uruguay o Brasil en el mismo período (8,3%, 8,7% y 7,5%, *
respectivamente) y es el más bajo de la región excepto por Venezuela, cuya
economía se prevé caerá en 1,3%.
* Calculados por el Fondo
Monetario Internacional. V.
http://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/reo/2010/whd/wreo1010s.pdf
.
Entonces,
si no está creciendo la producción, ¿por qué la gente paga para divertirse, se
venden autos y se abarrotan los restaurantes? Porque la producción no crece,
pero la demanda sí.
La
demanda crece porque el gasto público ha crecido. Hay más burócratas: se
calcula que “trabajan” para el Gobierno aproximadamente 454 mil personas. Entre
2007 y 2010, aumentaron 95 mil empleados del Estado. El costo de los
trabajadores públicos representará más del 10% del PIB y 60% del gasto
corriente para 2010.* Se crearon ocho superministerios. Los superministros
tienen asistentes, secretarias, asesores; a todos se les paga. Se subió el
sueldo a los maestros, miembros de la Policía y las FF.AA.; no digo que esto
esté mal, sino que estos recursos incrementan la demanda.
* Según el Observatorio de la
Política Fiscal.
Como
tienen más platita (un aumento en sueldos de 45% en cuatro años no cae mal a
nadie), cambian de carrito y de celular. Los que menos ganan compran en los almacenes
chinos; los otros, en los centros comerciales de lujo.
Pero,
como no estamos produciendo, ¿de dónde salen esos productos que consumimos? ¡De
las importaciones! Entre el primer trimestre de 2006 y el primer trimestre de
2010, han crecido en 62% (en dólares corrientes, sin contar importaciones de
combustibles). Si vendemos al exterior menos que lo que compramos, ¿de dónde
sale la plata para pagar esos gastos? Un gran parte de préstamos. Igualito a lo
que nos pasa a usted, a mí, y a todo el mundo: si se gasta más que los
ingresos, la única salida es endeudarse. Por eso es que necesitamos que los
chinos, los venezolanos, los iraníes, nos presten.
El gasto público es infructuoso
La
izquierda que llevó al poder a Correa ha vivido del mito de que un mayor gasto
social significa menos pobreza. No es verdad. Los datos que permiten demostrar
la falsedad de este mito son clarísimos. Entre 2001 y 2006, el gasto público
creció en promedio en 14%. En esos años, la pobreza cayó a un promedio de 3
puntos anuales. En 2008, el gasto se disparó en 70% y la pobreza cayó solamente
un punto.
El
economista mexicano Roberto Salinas León resume el mito del gasto social en dos
puntos: (1) aumentarlo no crea riqueza, solo la transfiere de un lugar a otro
y, para reducir la pobreza, hay que crear riqueza; (2) el problema no es la
cantidad de recursos, sino el desperdicio de ellos por la mala gestión de las
entidades públicas.
Otro
mito que debe desterrarse es el de que
el
gasto público dinamiza la economía y baja el desempleo
. En 2008, el gasto
público creció más que el PIB, o sea, el gasto no tuvo ningún efecto
multiplicador en la economía y cada dólar gastado por el Gobierno aumentó la
producción en menos de USD 1. El desempleo, a pesar de ese aumento del gasto
público, en septiembre de 2009 fue de 9,1%, significativamente más alto que en
septiembre de 2007 cuando era 7,1%. * Claro que todo esto se agravó por el
famoso mandato 8, que mató la contratación por horas.
* Según cifras publicadas por
el INEC.
Sería inútil
repetir los perjuicios económicos y emocionales que producen el desempleo y el
subempleo. La ciencia económica afirma que el sueldo y el salario deben estar
íntimamente ligados a la productividad porque, si no, se producen distorsiones
en el mercado laboral, sobre todo con respecto a los niveles de empleo.
El
gráfico muestra cómo la tasa de desempleo (las líneas de color rosado) tiene
una tendencia a subir y se ha agravado desde junio de 2007 hasta septiembre de
2009,* aunque el subempleo (líneas color azul) tiene una tendencia a disminuir.
Es importante anotar que el desempleo comenzó a subir en cuanto se supieron los
resultados electorales para la Asamblea Constituyente (diciembre 2007), cuando
se institucionalizó la inflexibilidad laboral. La productividad en el Ecuador
ha permanecido prácticamente constante (en 1991 la productividad laboral
promedio fue de 13,94, para el 2000 había descendido a
12,87**) pero los sueldos han aumentado por
razones políticas. El problema se ha agravado porque el trabajo por horas y la
tercerización fueron eliminados por la Revolución Ciudadana.
* Cifras del Instituto Nacional
de Estadísticas y Censos (INEC). Revisar el sitio web
http://www.inec.gov.ec/web/guest/ecu_est/est_soc/enc_hog/enc_emp_sub
.
** Según cifras publicadas en
World Development Indicators.
El
Gobierno sostiene que cifras recientes demuestran que el desempleo ha bajado al
7,7% entre diciembre de 2006 y diciembre de 2009 y que 197 000 personas dejaron
de ser pobres extremos, lo cual evidenciaría una drástica declinación de los
niveles de indigencia en el Ecuador. El problema está en que el desempleo se
redujo no porque se hayan creado nuevos empleos, sino porque los trabajadores
están abandonando la economía, muchos emigran a otros países. Para el segundo
trimestre de 2010, la Población Económicamente Activa (PEA) se redujo en 2,9%
(131 875 personas) en relación al segundo trimestre de 2009. Todo esto,
mientras la población en edad de trabajar aumentó en 3,2%.
Si a
esto añadimos que (según un editorial de
El
Universo
, 23 de septiembre de 2010) la Secretaria Nacional del Migrante
denunció que, en los dos últimos años, más de 200 ecuatorianos habrían
desaparecido en el intento por emigrar ilegalmente a Estados Unidos. Un
desaparecido cada tres días, aproximadamente. ¿Cuántos habrán logrado traspasar
la frontera ilegalmente? La emigración clandestina sigue lamentablemente siendo
una opción para compatriotas nuestros, que la escogen ahora sabiendo incluso
que pueden perder no solo su libertad, sino hasta la vida a manos de criminales
desalmados. ¿No son estos los resultados perversos de políticas mal ejecutadas
basadas en ideas mal concebidas?
En
2001, la carga tributaria promedio fue del 29,23%: para las familias más pobres
fue del 22,06% y para las de clase media, 35,81%. Los impuestos “incorporados”
en los precios hacen que se aumenten en 23,43%.* Un profesor universitario
calculó cuánto pagaba en impuestos: a la renta, contribuciones al seguro
social, IVA, ICE, predial y otros, y era ¡el 50% de su sueldo! La mitad de lo
que ganaba se lo llevaba el Gobierno, incluyendo la Municipalidad.
* Ver López (2001).
Reproduzco
el correo electrónico de un ecuatoriano radicado en EEUU a un amigo que vive en
el Ecuador y que describe de manera aguda y penosa el costo de los impuestos.
»¿Los ecuatorianos somos ricos…?
»Juan, cómo se ve que los árboles no te dejan ver
el bosque. ¿Cómo puedes llamarte pobre cuando eres capaz de pagar por un metro
cúbico de agua más del doble de lo que pago yo, cuando te das el lujo de pagar
tarifas de electricidad y/o de teléfono 60% más caras de lo que me cuestan a
mí?
»O cuando, por un carro que a mí me cuesta 10 000
dólares, tu puedes pagar 28 000 dólares, porque tú si puedes darte el gusto de
regalar
8 000 dólares al Gobierno, y
nosotros, no. ¡Pinche Juan!, ¡NO TE ENTIENDO!
»Pobres somos nosotros, los habitantes de Florida,
ya que el gobierno estatal, teniendo en cuenta nuestra precaria situación
financiera, nos cobra solo el 2% (hay otro 4% que es federal. Total: 6%) de
impuestos por IVA, y no 12% como a ustedes, los ricos que viven en el Ecuador.
Además, son ustedes los que tienen “impuestos de lujo” como el ICE (por
alcohol, cigarros, puros, cerveza, vinos, etc.), que alcanzan hasta el 120% de
impuesto, o los otros como el impuesto al activo, las matrículas, 2% nómina, 2%
hospedaje; y dichoso que todavía te das el lujo de pagar IVA por estos
impuestos.
»¿Porque, si ustedes no fueran ricos, qué sentido
tendría tener unos impuestos de ese calibre? ¿Pobre? ¿De dónde? Un país que es
capaz de cobrar el IR (Impuesto a la Renta) por adelantado como el Ecuador
necesariamente tiene que nadar en la abundancia porque asume que los negocios
de la nación y todos sus habitantes tendrán siempre ganancias y, por supuesto,
como su nombre lo indica: ricos.
»Los pobres somos nosotros, que no pagamos
Impuesto a la Renta si ganamos menos de 3 000 dólares al mes por persona. Y
allí pagan policía privada, mientras que nosotros nos conformamos con la
pública. Y envían a los hijos a colegios privados; y mira si seremos pobres
aquí, en EE.UU., que las escuelas públicas te prestan los libros de estudio
previendo que no tengas con qué comprarlos.
»A veces me pongo verde de envidia pensando que,
cuando en el Ecuador sacan un préstamo cualquiera, son capaces de pagar 28%
anual de intereses como mínimo. ¡Eso es ser rico! No como aquí, que apenas
llegamos al 8% (generalmente 7,8%), justamente porque no estamos en condiciones
de pagar más. Supongo que, como todo rico, tienes un carro y que estás pagando
8% o 10% anual de seguro; si te sirve de información, yo pago solo 345 dólares
por año. Y, como te sobra el dinero, tú si puedes efectuar pagos anuales de
hasta aproximadamente USD 1 000 por concepto de eso que ustedes llaman
matrícula, mientras que, acá, nosotros no podemos darnos esos lujos y, cuando
mucho, pagamos 15 dólares anuales por el “sticker”, sin importar qué modelo de
auto manejes. Pero, claro, eso es para gente apretada de recursos que no puede
erogar los enormes flujos que ustedes, los ecuatorianos, manejan.
» Saca la cuenta. ¿Quién es el rico y quién, el
pobre?
»Vamos, hermano, te quedaste porque eres rico. Son
los pobres como yo los que nos fuimos.
»Bueno, Juan, te mando un abrazo y, ahí, me
platicas luego que otros impuestos tienen el honor de pagar.
» Atentamente,
»Tu amigo pobre».
Afirma
Valdivieso (op. cit.): «Con el eufemismo de establecer la equidad en el
Ecuador, la Constituyente implantó una serie de impuestos confiscatorios, con
trabas a la inversión privada y cargas para la salida de capitales, sean éstos
para inversiones o sencillamente préstamos provenientes del extranjero. Es
comprensible que se trate de reducir técnicamente la desigualdad económica
mediante impuestos progresivos y no con una reforma brutal que ahuyente al
capital nacional o extranjero… Mientras en la mayoría de los países del globo
terráqueo se produce una tendencia convergente a reducir impuestos, en el
Ecuador, los asambleístas hicieron todo lo contrario: los subieron sin
ponderación. En ocho días y, seguramente, sin tener especialistas fiscales
dentro de la Asamblea, aprobaron la nueva ley impositiva».