Diáspora (22 page)

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Authors: Greg Egan

BOOK: Diáspora
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La Fragua sólo había resultado ser una completa pérdida de tiempo como atajo a las estrellas.

Blanca dijo:

—Nos habéis acercado a la verdad. Eso nunca es una derrota.

Gabriel rió amargamente.

—¿No? Ya se habla de clonar miles de copias de Carter-Zimmerman y enviarlas en todas direcciones, para ayudarnos a alcanzar a los gleisners. Si se hubiesen podido recorrer al instante los agujeros de gusano, habrían unido toda la galaxia; podríamos habernos trasladado de una estrella a otra con la misma facilidad con la que nos desplazamos de una panorama a otro. Pero ahora estamos destinados a la fragmentación. Algunos clones de C-Z volarán a las estrellas, pasarán siglos... y para cuando lleguen las noticias a las otras polis no les importará. Nos separaremos. — Empujó un puñado de polvo, acelerando su caída por el precipicio—. Yo iba a construir una red que cubriese todo el universo. Ése era yo: el ciudadano que lo pondría todo en las palmas de nuestras manos. ¿Ahora quién soy?

—El instigador de la próxima revolución científica.

—No. —Negó lentamente con la cabeza—. No puedo girar esa esquina. Puedo vivir con el fracaso. Puedo vivir con la humillación. Puedo seguir mansamente a los gleisners al espacio, más despacio que la luz, aceptando que después de todo no hay métodos mejores. Pero no esperes que mire lo que ha envenenado mis sueños y lo acepte como una triunfante revelación.

Blanca observó cómo miraba taciturnamente a la distancia. Il se había equivocado, durante siglos: la elegancia de la teoría de Kozuch nunca había sido suficiente para Gabriel. Así que la posibilidad de descubrir y corregir sus errores no le consolaba.

Blanca se puso en pie.

—Vamos.

—¿Qué?

Le cogió de la mano.

—Salta conmigo.

—¿Adonde?

—No a otro panorama. Aquí. Por el borde.

Gabriel observó dubitativamente a Blanca, pero se puso en pie.

—¿Por qué?

—Te hará sentirte mejor.

—Lo dudo.

—Entonces hazlo por mí.

Il sonrió con pesar.

—Vale.

Se colocaron en el borde de piedra, sintiendo el polvo alrededor de sus pies. Gabriel dijo, sorprendido:

—Me hace sentirme inquieto el saber que voy a ceder el control de mi icono. Debe ser algo primitivo. ¿Sabes que incluso los exuberantes alados sufrían una gran respuesta emocional a la caída libre? Para ellos lanzarse al vacío era a menudo una maniobra útil, pero conservaron el deseo instintivo de terminar lo antes posible.

—Bien, no te asustes y vuela, o jamás te perdonaré. ¿Listo?

—No. —Gabriel estiró el cuello hacia delante—. Esto no me gusta nada de nada.

Blanca le apretó la mano y dio un paso al frente, y las leyes del mundo imaginario les hicieron caer.

9. Grados de libertad

POLIS CARTER-ZIMMERMAN, ESPACIO INTERESTELAR

58 315 855 965 866 TEC

21 DE MARZO 4082, 8:06:03,020 TU

Blanca se sentía obligada a visitar el Casco al menos una vez al año. Todos en Carter-Zimmerman sabían que il había escogido experimentar algo de tiempo subjetivo durante el viaje a Fomalhaut —a pesar de la decisión de Gabriel de permanecer congelado durante la duración del viaje— y en realidad sólo había una razón aceptable para hacerlo.

—¡Blanca! ¡Has despertado! —Enif ya había visto a Blanca y había saltado hacia il a cuatro patas, atravesando la cerámica marcada por los micrometeoritos, tan seguro en sus movimientos como siempre. Alnath y Merak vinieron detrás, a una velocidad ligeramente más prudente. La mayoría de los Osvald empleaban software de corporeidad para simular hipotéticos carnosos adaptados al vacío, incluyendo pelajes aislantes y herméticos, comunicación infrarroja, palmas y suelas de adhesividad variable y reparación simulada de daño por radiación también simulado. El diseño era perfectamente funcional, pero considerando que cada clon especial de la polis Carter-Zimmerman era apenas más grande que uno de esos Cachorrillos Estelares, tener uno de pasajero era imposible. El Casco no era más que una ficción plausible, un panorama sintético que fusionaba el cielo real con una nave espacial imaginaria de varios cientos de metros de largo; miles de veces más pesada que la polis, sólo podría haber sido realidad si hubiesen pospuesto la Diáspora durante algunos milenios para fabricar todo el antihidrógeno que habría hecho falta para impulsarla.

Enif casi chocó con Blanca, pero se apartó justo a tiempo, sujetándose apenas. Siempre estaba demostrando sus habilidades especificas para el Casco, pero Blanca se preguntó qué habrían hecho los demás si Enif se hubiese equivocado con la adhesión y hubiese salido despedido al espacio. ¿Habrían violado la física tan cuidadosamente simulada para recuperarle mágicamente? ¿O habrían montado una misión de rescate?

—¡Has despertado! ¡Justo un año después!

—Asi es. He decidido convertirme en vuestro equinoccio vernal, para que sigáis en contacto con los ritmos del mundo natal. —Blanca no podía evitarlo; desde que había descubierto que el punto de vista de los Osvald les hacía tragarse cualquier astrojerga como si fuese algo asombrosamente profundo, había ido exagerando cada vez más en busca del último vestigio de ironía que hubiese podido sobrevivir a su perfecta adaptación a los rigores mentales del viaje interestelar.

Enif suspiró con alegría:

—¡Serás nuestro oscuro sol naciente, una imagen transitoria y nostálgica en nuestra retina colectiva! —Los otros se pusieron a su altura y los tres se pusieron a discutir seriamente la importancia de permanecer en sincronía con los ciclos antiguos de la Tierra. El hecho de que todos fuesen ciudadanos de quinta generación nacidos en C-Z que jamás se habían sentido ni remotamente afectados por las estaciones no parecía merecer ningún comentario.

Cuando clonaron la polis Carter-Zimmerman un millar de veces y lanzaron los clones hacia mil destinos, la gran mayoría de los ciudadanos que participaban en la Diáspora había decidido, muy razonablemente, congelar sus instantáneas hasta la llegada, ahorrándose el tedio y el riesgo. Si el archivo de la instantánea era destruido
en ruta
sin haber sido ejecutado desde el momento de la clonación, no seria una pérdida ni tampoco una muerte. Muchos ciudadanos también habían programado sus exoyós para activarlos sólo en un sistema que resultase ser lo suficientemente interesante, eliminando así incluso el riesgo de la decepción.

En el otro extremo, noventa y dos ciudadanos habían escogido experimentar cada uno de los miles de viajes, y aunque algunos aceleraban tanto que comprimían cada viaje en unos pocos megataus, el resto participaba de la curiosa creencia de que el tiempo subjetivo equivalente al carnoso era el único ritmo «honesto» con el que enfrentarse al mundo físico. Eran los que exigían los puntos de vista más rigurosos para evitar volverse locos.

—Bien, ¿qué noticias hay? ¿Qué me he perdido? —Blanca aparecía en el Casco no más de una o dos veces al año, dejando que los Osvald diesen por supuesto que pasaba el resto del tiempo en congelación. Dado que sólo había escogido despertar en éste, el más corto de los viajes, una aproximación tan aguada a la Experiencia de la Diáspora les hubiese resultado consistente a sus compañeros de viaje, aunque no exactamente loable.

Merak se alzó sobre las patas traseras, frunciendo el ceño amistosamente, las venas de la garganta bajo su pelaje violeta todavía pulsando visiblemente tras la carrera.

—¿De verdad no lo sabes? ¡Procyon se ha movido casi
un sexto de grado
desde tu última vez! ¡Y Alfa Centaurí casi el doble! —Cerró los ojos durante un momento, demasiado maravillado para continuar—. ¿No lo sientes, Blanca? ¡Debes hacerlo! La exquisita sensación del
paralaje
, de moverse entre las estrellas en tres dimensiones...

Privadamente, Blanca había bautizado a los ciudadanos que usaban ese punto de vista —muchos, pero no todos, eran Cachorrillos Estelares— «los Osvald», por el personaje de
Espectros
de Ibsen que cierra la obra repitiendo absurdamente, «El Sol. El Sol».
Las estrellas. Las estrellas
. Cuando no se quedaban mudos de emoción por el cambio de paralaje, les hipnotizaban las fluctuaciones de las estrellas variables o las órbitas lentas de algunas binarias que se podían ver con facilidad. La polis era demasiado pequeña para venir equipada con instalaciones astronómicas serias, y en cualquier caso, los Cachorrillos Estelares se ceñían servilmente a su falsa y limitada visión biológica. Pero se regodeaban bajo la luz de las estrellas y se deleitaban en las inmensas escalas de distancia y tiempo del viaje porque habían remodelado sus mentes para hacer que hasta el último detalle de la experiencia fuese interminablemente placentero, infinitamente fascinante y portentosamente significativo.

Blanca se quedó algunos kilotaus, dejando que Enif, Alnath y Merak le mostrasen la nave imaginaria, le señalasen cientos de minúsculos cambios en el cielo —explicando en todo momento lo que significaban— parándose de vez en cuando para presumir de il ante sus amigos. Cuando il dio finalmente a entender que su tiempo casi había acabado, fueron al morro y observaron reverentemente el destino. En un año, Fomalhaut no había cambiado apreciablemente de brillo y no había estrellas cercanas que se pudiesen ver pasar alejándose, por lo que incluso Merak tuvo que admitir que no había mucho a destacar.

Blanca no tuvo el valor de recordarles que deliberadamente se habían cegado a la señal más espectacular del movimiento de la polis: a un ocho por ciento de la velocidad de la luz, el astroiris de proa producido por el efecto Doppler y centrado en Fomalhaut era demasiado tenue para que pudiesen verlo. El panorama en sí estaba basado en datos de cámaras con sensibilidad de un único fotón y resolución de longitudes de onda por debajo de un angstrom, así que la vista estaba allí si la solicitaban, pero la idea de traicionar su corporeidad para absorber esa información directamente, o tan sólo construir un cielo de falso color para exagerar el efecto Doppler hasta que fuese visible, les hubiese aterrorizado. Experimentaban el viaje a través de los simples sentidos de un carnoso adaptado al espacio plausible; cualquier embellecimiento sólo podía reducir la autenticidad y corrían el riesgo de que les condujese a la locura del abstraccionismo.

Il se despidió hasta la siguiente vez. Retozaron a su alrededor, protestando enérgicamente y rogándole que se quedase, pero Blanca sabía que la tristeza de esos tres no dudaría mucho.

De vuelta a su panorama hogar, Blanca admitió para sí haber disfrutado de la visita, Una breve dosis del incontenible entusiasmo de los Cachorrillos siempre ayuda a sacudir su perspectiva acerca de su propia obsesión.

Su panorama hogar actual era una planicie vitrea con fisuras bajo un cielo naranja intenso. A sólo unos pocos deltas del suelo, las nubes de un plata mercurial se elevaban en las corrientes ascendentes, se sublimaban convirtiéndose en vapor invisible para luego recondensarse abruptamente y caer de nuevo. El suelo sufría seísmos inducidos por fuerzas de las nubes que no tenían análogas en la física del mundo real. Blanca comenzaba a apreciar los patrones del cielo que presagiaban un gran seísmo, pero las reglas precisas, complejas propiedades emergentes de las leyes deterministas de bajo nivel, seguían siendo elusivas.

Pero el mundo y su sismología no era más que decorado y diversión. La razón por la que había elegido experimentar el tiempo durante el viaje recorría en zigzag varios kilodeltas del panorama.., y el sendero de diagramas de Kozuch, intentos fallidos por resolver ei Problema de la Distancia, pronto constituiría el rasgo geológico más llamativo de la planicie, superando incluso a las fisuras producidas por los seísmos más potentes.

Blanca flotó sobre el extremo más reciente del sendero, apreciando sus recientes y patéticos esfuerzos. Había empleando los últimos megataus intentando insertar un feo sistema de «correcciones de alto orden» en el modelo original de Kozuch, series infinitas de agujeros de gusano dentro de agujeros de gusano que había esperado que pudiesen dar sumas de distancia arbitrariamente largas pero finitas, fractales de cientos de miles de millones de kilómetros encajados en un espacio veinte órdenes de magnitud más pequeño que un protón. Antes, había trasteado con el proceso de creación y aniquilación en el vacío, intentando hacer que el espacio-tiempo del agujero de gusano se contrajese y expandiese al reposicionar las bocas. Ninguna de esas aproximaciones había servido de nada, y ahora que lo consideraba, se alegraba de que asi fuese; eran modificaciones
ad hoc
demasiado toscas para merecer ser ciertas.

Tras ser usada para crear el antihidrógeno que era el combustible de la Diáspora, un pequeño grupo de físicos de partículas —que no habían quedado totalmente desilusionados por el fracaso de su uso original— de C-Z Tierra habían reclamado el uso de la Fragua. Sus experimentos ya habían sondeado todas las especies de partículas conocidas hasta la longitud de Planck-Wheeler, y siempre que no se produjese ningún agujero de gusano transitable, los resultados seguían siendo perfectamente coherentes con la teoría de Kozuch. Para Blanca, esa daba a entender que la identificación original de Kozuch entre bocas de agujeros de gusano y partículas era correcta, y con independencia de lo que hubiese que modificar o descartar, esa idea debía seguir siendo el núcleo de la teoría revisada.

Pero en la Tierra, el consenso cada vez mayor era abandonar el modelo de Kozuch. Las seis dimensiones extras que habían permitido la diversidad de bocas de agujeros de gusano ya se describían como «la ficción matemática que confundió a los físicos durante dos mil años» y los teóricos se exhortaban unos a otros a adoptar una aproximación «más realista», empleando todo el vigor puritano de penitentes azotándose la espalda.

Blanca aceptaba que
era
posible que todas las predicciones con éxito de la teoría de Kozuch se hubiesen debido al «reflejo» en la estructura lógica de la topología de agujeros de gusano de otro sistema completamente diferente. El movimiento bajo la fuerza de la gravedad de un objeto que cae por un agujero que atraviesa el centro de un asteroide obedecería esencialmente a las mismas matemáticas que el movimiento de un objeto atado al extremo libre de un resorte ideal y anclado... pero si llevabas demasiado lejos la idea de uno como metáfora del otro, empezabas a obtener tonterías. El éxito del modelo de Kozuch podría deberse al hecho de que se trataba, la mayor parte del tiempo, de una metáfora extremadamente buena para un proceso físico mucho más profundo que en realidad se diferenciaba tanto de los agujeros de gusano extradimensionales como un resorte se diferenciaba de un asteroide.

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