El discípulo de la Fuerza Oscura (14 page)

BOOK: El discípulo de la Fuerza Oscura
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Luke siguió flotando en el agua caliente sintiendo el siseo de las burbujas que rozaban su piel. Después alzó la mirada hacia aquel retazo de estrellas confinadas en el orificio del techo y volvió a bajarla hacia las oscuras aguas del estanque.

—¿Podéis verlo? —preguntó.

El fondo del estanque empezó a brillar con un tenue centelleo luminoso, y se abrió de repente revelando un umbral al universo. Luke vio el glorioso esplendor de las estrellas, los brazos de la galaxia y los soles que estallaban en titánicos paroxismos de muerte y a las nebulosas que se fundían en una deslumbrante oleada de nacimiento.

Oyó los jadeos de sorpresa que brotaron de las bocas de los estudiantes Jedi cuando contemplaron la misma visión. Cada uno de ellos parecía haberse convertido en una silueta inmensamente libre e independiente de todo cuanto la rodeaba que flotaba sobre el universo, allí donde podían obtener la perspectiva final e insuperable, un auténtico panorama desde las alturas.

Luke sintió cómo el asombro palpitaba en su interior cuando identificó Coruscant y los mundos del Núcleo del Emperador. Vio los sistemas azotados por las batallas donde los maltrechos restos del Imperio se enfrentaban unos a otros en una cruenta guerra civil, y vio los sistemas vacíos que en el pasado habían estado controlados por el Imperium Ssi Ruuk hasta que los alienígenas fueron derrotados por las fuerzas combinadas rebeldes y del Imperio en Bakura. Luke reconoció y nombró planetas cuya superficie había pisado: Tatooine, Bespin, Hoth, Endor, Dathomir y muchos otros, incluido el mundo secreto de Anoth, donde él y el almirante Ackbar habían escondido al tercer bebé de Han y Leia.

Pero de repente los nombres y las coordenadas de aquellos planetas parecieron llenar su mente de disgusto, y Luke se riñó a sí mismo por haber estado pensando como si fuera un estratega o un piloto de nave espacial. Los nombres y las situaciones no significaban absolutamente nada. Cada mundo y cada estrella formaban parte del todo de la galaxia, de la misma manera que Luke y sus estudiantes también formaban parte de ella en el praxeum Jedi. De la misma manera que las plantas y los animales de la jungla que se extendía sobre sus cabezas...

Y entonces sus sentidos agudizados captaron un cambio repentino en las profundidades de las cámaras subterráneas donde se encontraban las válvulas volcánicas dormidas que proporcionaban el calor geotérmico al manantial de aguas minerales. Una burbuja acababa de reventar en algún lugar de la corteza de Yavin 4 y había dejado escapar un chorro de gases calientes que estaba ascendiendo a gran velocidad, filtrándose a través de las grietas de las rocas en un continuo hervor que subía incesantemente en busca de una ruta de huida..., y viniendo hacia ellos al hacerlo.

Una brecha oscura apareció en la imagen de la galaxia que había debajo de ellos. Cuatro estudiantes Jedi se agitaron en una repentina ondulación llena de alarma y se debatieron en el agua caliente, chapoteando e intentando llegar a la orilla. Otros estudiantes empezaron a sucumbir al pánico y se rodearon con los brazos.

Luke se enfrentó a su miedo y luchó con él hasta dominarlo, y cuando habló hizo que su voz sonara potente y segura de sí misma, como había intentado que sonara en el pasado cuando estaba negociando con Jabba el Hutt. Las palabras brotaron rápidamente de sus labios, llenando los segundos que les quedaban.

—Un Jedi no siente el calor o el frío —dijo—. Un Jedi puede hacer que el dolor se extinga y desaparezca. ¡Utilizad la Fuerza para fortaleceros!

Luke recordó el momento en que había caminado sobre la lava durante una de las pruebas por las que le había obligado a pasar Gantoris. Después concentró toda su voluntad en el deseo de obtener una protección extra para su cuerpo, formando una envoltura imaginaria tan delgada como un pensamiento y tan fuerte como ese mismo pensamiento alrededor de su piel desnuda.

Luke recorrió los rostros llenos de preocupación de sus estudiantes con una rápida mirada. Vio cómo Kirana Ti cerraba sus verdes ojos y apretaba los dientes hasta hacerlos rechinar: cómo Kam Solusar clavaba la vista en la nada, pero se las arreglaba para parecer seguro de sí mismo a pesar de todo: y que Streen, el ermitaño de las nubes de Bespin, no parecía entender nada y sin embargo reaccionaba instintivamente aumentando su protección.

Las burbujas terminaron su agitado viaje llegando a la superficie del estanque, y en ese mismo instante Dorsk 81, el clon de piel amarilla llegado del planeta burocrático, se debatió frenéticamente y empezó a ir hacia la orilla. Luke enseguida se dio cuenta de que no disponía del tiempo necesario para ponerse a salvo. Si Dorsk 81 no alzaba sus defensas personales durante los próximos segundos, se cocería vivo cuando el gas recalentado se mezclara con la atmósfera de la gruta.

Gantoris agarró a Dorsk 81 antes de que Luke pudiera moverse, aferrando el hombro desnudo del alienígena con su mano encallecida.

—¡Ven conmigo! —exclamó Gantoris, alzando su voz para hacerse oír por encima del estridente siseo.

La superficie del manantial caliente ya se estaba llenando de burbujas de gases volcánicos. Luke vio cómo un muro de protección increíblemente sólido y potente rodeaba a Gantoris y Dorsk 81... y un instante después los gases surgidos de las entrañas de la luna de Yavin 4 hicieron erupción a su alrededor y agitaron las aguas convirtiéndolas en un furioso hervidero espumeante.

Luke sintió la punzada del intensísimo calor, pero la rechazó con un esfuerzo de voluntad. Después pudo sentir cómo la potencia iba creciendo poco a poco a medida que los estudiantes comprendían lo que debían hacer y se reforzaban unos a otros. La oleada de calor abrasador sólo duró unos segundos, y la hirviente superficie del estanque no tardó mucho en ir recobrando la inmovilidad.

La ventana al universo se había esfumado.

—Ya es suficiente por esta noche —dijo Luke, dejando escapar un suspiro de satisfacción. Trepó por la orilla del manantial de aguas minerales y se puso en pie, rociando el suelo con las gotitas que se desprendían de su cuerpo desnudo. Pudo oler las nubes de vapor sulfuroso que brotaban de su piel mientras buscaba a tientas hasta encontrar los ásperos pliegues de la túnica Jedi que había dejado en el suelo—. Pensad en lo que habéis aprendido.

Los estudiantes empezaron a reír y a intercambiar felicitaciones, y fueron saliendo uno a uno del estanque. Gantoris ayudó a Dorsk 81, y el alienígena le dio las gracias antes de ponerse la túnica.

—La próxima vez seré más fuerte —dijo Dorsk 81 en la penumbra.

—Sé que lo serás.

Luke fue hacia Gantoris mientras su estudiante empezaba a pasarse la túnica por encima de su oscura cabellera.

—Te has portado muy bien, Gantoris —dijo.

—No era más que calor —replicó Gantoris, y su rostro se puso muy serio—. Hay cosas mucho peores que el calor... —Hizo una breve pausa, y después habló en el tono de quien revela un gran secreto—. Maestro Skywalker... No eres el hombre oscuro que aparecía en las pesadillas que tuve en Eol Sha. Ahora lo sé.

La confesión cogió desprevenido a Luke y le sorprendió bastante. La penumbra le impedía ver la expresión de Gantoris. Sabía que Gantoris había padecido premoniciones terribles cuando estaba en Eol Sha, pero no había vuelto a hablar de sus pesadillas desde que llegaron a Yavin 4. Luke abrió la boca disponiéndose a preguntarle por qué había decidido hablarle de ellas precisamente en aquel momento, pero Gantoris giró sobre sí mismo y se deslizó en silencio junto a los otros estudiantes, dejándolos atrás mientras iniciaban el regreso por los túneles sumidos en la oscuridad.

Los estudiantes se habían reunido en la pista de descenso para seguir con sus ejercicios. La mañana de Yavin 4 era tan húmeda como de costumbre, y las nieblas subían lentamente hasta llegar a la cima del Gran Templo. Los sonidos que brotaban de la jungla eran como un zumbido continuo que se agitaba alrededor de los estudiantes mientras practicaban las extrañas y a veces incluso un poco ridículas lecciones que les permitirían mejorar su equilibrio sobrenatural y llevar a cabo sus primeras y más simples hazañas de levitación.

Luke iba y venía por entre ellos mientras los estudiantes trataban de hacer las cosas que Yoda le había enseñado en los neblinosos pantanos de Dagobah. Sonrió al ver cómo Kirana Ti y Tionne, la joven trovadora e historiadora, unían sus fuerzas. Las dos mujeres se concentraron, y acabaron consiguiendo alzar por los aires a Erredós en un gran esfuerzo de concentración. El androide había estado recorriendo la pista para arrancar la maleza y los hierbajos que siempre estaban amenazando con invadirla, y lanzó un indignado chorro de pitidos y silbidos electrónicos apenas descubrió que sus orugas tractoras estaban girando en el aire.

Gantoris surgió repentinamente de las sombras que llenaban la entrada del templo y entró en la luz caliginosa de la mañana. Luke se volvió hacia él.

—¡Vaya, Gantoris, me alegra mucho ver que podemos contar con tu compañía! —exclamó, combinando el buen humor con una leve sombra de reproche mientras alzaba significativamente la mirada hacia el gigante gaseoso, cuya masa anaranjada ya había subido lo suficiente para llenar una gran parte del cielo.

Gantoris tenía el rostro tan enrojecido como si se hubiera quemado, pero en la parte de su frente donde tendrían que haber estado sus cejas sólo había piel lisa y dura. Había recogido su abundante melena negra en una larga trenza que le colgaba por debajo de los hombros.

—Me he estado preparando para una nueva prueba —digo Gantoris, y después deslizó una mano por entre los pliegues de su túnica y extrajo un cilindro negro.

Luke parpadeó con expresión asombrada al ver una espada de luz recién construida.

Erredós cayó estrepitosamente al suelo con un chillido de terror cuando la sorpresa hizo que Kirana Ti y Tionne fueran incapaces de seguir manteniendo su estado de concentración. Los otros estudiantes interrumpieron sus ejercicios y se volvieron hacia Luke y Gantoris para observarles con los ojos llenos de asombro.

—Lucha conmigo, Maestro Skywalker —dijo Gantoris, y se quitó la túnica para revelar el uniforme acolchado de capitán que llevaba cuando era líder de sus gentes en Eol Sha.

—¿Dónde has conseguido una espada de luz? —preguntó cautelosamente Luke mientras su mente funcionaba a toda velocidad.

Ninguno de sus estudiantes tendría que haber progresado lo suficiente como para poder dominar la tecnología implícita en aquel aspecto de la disciplina Jedi.

Gantoris acarició los controles de la empuñadura y la hoja resplandeciente surgió de ella con un siseo estridente, un núcleo incandescente de energía ribeteado por franjas de un color violeta oscuro. Movió la muñeca agitando la hoja de un lado a otro para probarla, y un zumbido que hacía vibrar los huesos hendió el aire.

—¿Acaso la verdadera prueba del Jedi no es construir su propia espada de luz?

Luke decidió que debía actuar con la máxima prudencia posible.

—La espada de luz puede parecer la más sencilla de las armas, pero aprender a emplearla correctamente exige mucho tiempo —le explicó—. Quien no esté acostumbrado a manejarla tiene tantas probabilidades de hacerse daño a sí mismo como de hacérselo a su oponente. No estás preparado para esto, Gantoris.

Pero Gantoris permaneció tan inmóvil ante él como si fuera un coloso massassi desgastado por las inclemencias del tiempo, sosteniendo la hoja reluciente de su espada de luz en posición vertical delante de su cara.

—Si no activas tu espada de luz y luchas conmigo, te partiré por la mitad ahora mismo. —Hizo una pausa y sonrió sarcásticamente—. Supongo que eso sería un destino bastante indigno de un Maestro Jedi, ¿verdad?

Luke se quitó de mala gana la túnica con un encogimiento de hombros. Después descolgó su espada de luz del cinturón de su mono de vuelo gris y lo activó, haciendo surgir la hoja verde amarillenta mientras sentía cómo la Fuerza palpitaba a través de su cuerpo.

Los otros estudiantes seguían observándoles en silencio y con los ojos llenos de asombro. Luke se preguntó cómo podía haber llegado a cometer un error de cálculo tan grande, y cómo se las había arreglado Gantoris para obtener acceso a una información que sólo habría tenido que estar al alcance de un estudiante avanzado.

Dio un paso hacia adelante mientras alzaba su hoja. Gantoris le contempló sin parpadear. Luke vio que sus ojos ribeteados de rojo ardían con una intensidad insondable, y sintió una punzada de temor.

Cruzaron sus hojas con un chisporroteo de energía que se disipó en el aire en una primera finta para evaluarse el uno al otro. Luke sintió la resistencia de las hojas de energía y el flujo de la Fuerza. Su espada de luz volvió a chocar con la de Gantoris, esta vez con más ímpetu que la primera, y un diluvio de chispas voló por los aires.

De repente Gantoris abandonó toda pretensión de estar haciendo una mera prueba, y se lanzó sobre Luke repartiendo feroces tajos y mandobles con su sable blanco violeta. Luke detuvo cada golpe, pero se limitó a luchar a la defensiva para no provocar a su estudiante y enfurecerlo todavía más de lo que ya estaba.

Gantoris no dejaba escapar ningún sonido mientras lanzaba un golpe detrás de otro. Las espadas de luz entrechocaban con un deslumbrante destello de resplandores multicolores. La furia que se había adueñado de Gantoris asombró a Luke, y fue retrocediendo poco a poco hasta el comienzo de la jungla, sintiéndose cada vez más preocupado ante aquella terrible violencia.

Gantoris siguió atacando. Luke se concentró en olvidar la presencia de los otros estudiantes que les estaban observando.

—¿Ya soy un Jedi? —preguntó Gantoris con voz enronquecida.

Luke paró su golpe y bloqueó el siguiente, inmovilizando las dos hojas en un siseante choque de energías repentinamente liberadas.

—El adiestramiento exige diligencia y compromiso... y control —murmuró entre dientes—. Un Jedi debe saber algo más que cómo construir una espada de luz. ¡También debe aprender cómo y cuándo hay que utilizarla!

Luke se lanzó hacia adelante tomando repentinamente la ofensiva. Lanzó un golpe detrás de otro, evitando cuidadosamente hacer ningún daño a Gantoris, pero atacando con una inconmovible confianza en sí mismo y mostrando todo su dominio del arma de energía a cada momento.

—La espada de luz es el arma de un Caballero Jedi, pero un verdadero Jedi rara vez la utiliza para resolver una disputa —dijo—. Siempre es preferible pensar más deprisa que tu oponente y adelantarte a él con tus maniobras, pero cuando se ve obligado a hacerlo... ¡Entonces un Jedi golpea con la velocidad del rayo y con una potencia irresistible! —añadió mientras hacía bajar su espada de luz en un mandoble impulsado por todas sus fuerzas.

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