El discípulo de la Fuerza Oscura (16 page)

BOOK: El discípulo de la Fuerza Oscura
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—Cálmate, Chewbacca —dijo Cetrespeó en voz baja y suave—. Pronto tendrás una oportunidad de hablar. ¿Estás totalmente seguro de que no deseas que retoque un poco tus palabras para que resulten más adecuadas a las circunstancias? Ya sabes que soy un androide de protocolo, y estoy muy familiarizado con las exigencias de esta clase de situaciones.

Chewie resopló una negativa no muy ruidosa pero tajante. Wedge les hizo callar con un siseo para poder oír hablar a Qwi. Su voz musical no tembló ni vaciló, y Wedge empezó a sentir cómo el calor del orgullo se iba extendiendo por su pecho.

—El
Triturador de Soles
es el arma más formidable jamás concebida —estaba diciendo Qwi—. Yo lo sé mejor que nadie, pues la he diseñado. Pertenece a un orden de magnitud todavía más peligroso que la mismísima
Estrella de la Muerte
. Ya no se encuentra a disposición de los poderes imperiales..., pero me preocupa cuáles puedan ser las intenciones de la Nueva República. Me he negado a revelar cómo funciona por una razón, pero habéis mantenido oculto al
Triturador de Soles
en vuestros hangares de investigación durante semanas. Habéis hurgado en él, lo habéis estudiado y habéis intentado descifrar sus secretos. Vuestros esfuerzos no os servirán de nada.

Hizo una pausa para respirar hondo, y Wedge se preocupó al pensar que quizá le estaba fallando el valor. Pero Qwi enseguida irguió su esbelta silueta y volvió a hablar.

—Os apremio a que destruyáis el
Triturador de Soles
—dijo—. Un arma tan poderosa no debería ser confiada a las manos de ningún gobierno.

Mon Mothma, que parecía estar muy cansada y pálida, bajó la mirada hacia Qwi Xux. El anciano general Jan Dodonna estaba sentado debajo de ella y a su izquierda, y fue el primero en hablar.

—Según los informes que nos han proporcionado nuestros ingenieros, el arma no puede ser destruida —dijo—. La armadura cuántica hace imposible incluso el intentar desmantelarla, doctora Xux.

—Entonces deben encontrar otra manera de hacer desaparecer el
Triturador de Soles
—dijo Qwi.

El senador Garm Bel-Iblis se puso en pie. El antiguo enemigo de Mon Mothma parecía estar bastante irritado.

—No podemos permitirnos el lujo de perder un arma tan poderosa —dijo—. El
Triturador de Soles
nos proporciona una ventaja táctica que no se encuentra al alcance de ninguno de nuestros enemigos imperiales.

—Basta —dijo Mon Mothma con voz temblorosa. El rubor que cubría sus mejillas hacía resaltar todavía más la palidez de su piel—. Hemos discutido este asunto en muchas ocasiones, y mis opiniones no han cambiado —siguió diciendo—. Un arma que posee un poder destructivo tan horripilante es un artefacto brutal e inhumano. El Emperador quizá fuese lo suficientemente monstruoso como para tomar en consideración la posibilidad de utilizarla, pero la Nueva República jamás se rebajará a semejante barbarie sean cuales sean las circunstancias. No necesitamos tal arma, y su presencia sólo sirve para dividirnos. Vetaré cualquier intento de seguir estudiando el
Triturador de Soles
, y me opondré hasta mi último aliento a quien sugiera utilizarlo contra cualquier enemigo, ya sea imperial o de otra clase.

Contempló en silencio a sus jefes militares, y Wedge se sintió un poco intimidado por la ira y la convicción que habían impregnado su voz. El asiento sin ocupar del almirante Ackbar, que siempre había defendido la cordura y la moderación, era como el terrible vacío de una profunda herida. Wedge apremió en silencio a Qwi a que volviese a hablar y expusiera su idea.

—Disculpadme, pero me estaba preguntando si se me permitiría hacer una sugerencia —dijo Qwi en aquel mismo instante, como si hubiera leído los pensamientos de Wedge—. El
Triturador de Soles
no puede ser destruido mediante los métodos normales, por lo que deberíamos utilizar el piloto automático para enviarlo al corazón de una estrella o por lo menos, al núcleo de un gigante gaseoso, donde resultaría totalmente imposible recuperarlo.

—Bastaría con un gigante gaseoso —dijo el general Crix Madine—. Las presiones existentes en el núcleo son tremendamente superiores a las que pueden soportar incluso nuestras naves más sofisticadas. El
Triturador de Soles
nunca podría ser sacado de allí.

Bel-Iblis miró a su alrededor, y sus oscuros ojos lanzaron destellos de ira.

—Muy bien —dijo, como si estuviera presintiendo la derrota y comprendiera que un gigante gaseoso era un poco más aceptable que la furia cegadora de una estrella—. Enviadlo al núcleo de un gigante gaseoso, y olvidémonos del
Triturador de Soles
ya que no puede servirnos de nada.

Mon Mothma alzó una mano como si fuera a emitir una directiva oficial, pero Bel-Iblis se le adelantó.

—Y hablando de un tema estrechamente relacionado con éste, espero que no hayan olvidado que la Instalación de las Fauces continúa siendo una amenaza —dijo—. La almirante imperial puede haberse marchado con sus Destructores Estelares, pero los científicos siguen dentro del cúmulo de agujeros negros. Según el informe del general Solo, cuentan con un prototipo de
Estrella de la Muerte
plenamente capaz de operar.

Chewbacca se puso en pie y lanzó un rugido ensordecedor. El sonido creó ecos en toda la cámara, y detuvo todas las conversaciones. Cetrespeó agitó sus brazos de metal dorado.

—¡Todavía no, Chewbacca, todavía no! Aún no es nuestro turno de hablar.

Pero Mon Mothma miró al cada vez más nervioso wookie e inclinó la cabeza.

—¿Tienes algo que decirnos, Chewbacca? Bien, entonces te ruego que lo hagas.

Chewbacca pronunció una larga frase retumbante en su lengua. Cetrespeó permaneció inmóvil junto al wookie mientras hablaba, y fue traduciendo rápidamente lo que decía con su atiplada voz sintética.

—Chewbacca desea recordar a esta augusta asamblea que la Instalación de las Fauces no sólo acoge a un gran número de científicos imperiales altamente inteligentes, sino que también sirve como prisión a muchos cautivos wookies que llevan casi una década allí. Chewbacca desea sugerir respetuosamente que...

Cetrespeó alzó una mano metálica delante de la boca del wookie.

—¡No corras tanto, Chewbacca! Lo estoy haciendo lo mejor posible... —El androide giró sobre sí mismo y volvió a encararse con la Jefe de Estado y los altos cargos de la Nueva República—. Discúlpenme. Chewbacca desea solicitar con el máximo respeto que el Consejo de la Nueva República tome en consideración la posibilidad de enviar una expedición a la Instalación de las Fauces, y que ésta sea organizada de tal manera que cumpla la doble función de grupo de rescate y fuerza de ocupación de la Instalación de las Fauces.

Chewbacca lanzó un rugido, pero Cetrespeó no se inmutó.

—Ya sé que no es lo que dijiste, Chewbacca, pero es lo que querías decir..., así que calla y deja que acabe.

»Ejem... Con una fuerza de ocupación semejante, la Nueva República podría garantizar la seguridad y el paradero de cualquier terrible superarma que haya sido desarrollada en la Instalación de las Fauces. Chewbacca les agradece el tiempo y la consideración que le han dedicado, y les desea que tengan un buen día.

El wookie le lanzó un puñetazo y Cetrespeó perdió el equilibrio y cayó, agitando sus brazos y piernas doradas con su habitual torpeza envarada hasta quedar sentado en el suelo.

—Oh, cállate —dijo el androide—. Todos los cambios que he introducido han sido mejoras.

Mon Mothma contempló a los miembros del Consejo. Todos ellos parecían muy complacidos con la sugerencia de enviar una expedición a la Instalación de las Fauces. Qwi Xux fue retrocediendo poco a poco hacia Wedge sintiéndose tan nerviosa como aliviada, y Wedge le dio un suave apretón en el hombro felicitándola por su actuación. Qwi le sonrió, y Wedge le devolvió la sonrisa.

—Creo que todos estamos de acuerdo..., por una vez —dijo Mon Mothma, y logró curvar los labios en la sombra de una sonrisa—. Organizaremos una fuerza de ocupación y rescate que partirá hacia la Instalación de las Fauces. Debemos actuar con decisión y lo más pronto posible, pero no tan deprisa como para cometer errores.

Mon Mothma miró a su alrededor, y la expresión de su rostro parecía indicar que lo único que deseaba en aquellos momentos era salir de la cámara y volver a sus aposentos, donde podría descansar. Wedge frunció el ceño, sintiéndose cada vez más preocupado por ella.

—Si no hay ningún otro asunto que tratar, queda levantada la sesión —dijo Mon Mothma.

9

El Destructor Estelar
Gorgona
entró en órbita, un inmenso cuchillo de hoja ancha dispuesto para atacar. El navío insignia estaba flanqueado por el
Basilisco
y el
Mantícora
, dos cruceros de batalla plenamente operacionales.

El comandante Kratas transmitió un mensaje desde su consola de navegación.

—Estamos orbitando Dantooine —dijo.

Daala juntó sus manos enguantadas a la espalda y se volvió hacia el puente de mando.

—Lleven a cabo un barrido de sensores —ordenó, y esperó en silencio mientras el teniente calibraba sus instrumentos para que examinaran la superficie visible del planeta.

—Es un mundo muy primitivo, almirante. No hay industrias detectables. Unas cuantas aglomeraciones de nómadas... —Hizo una pausa—. Un momento... He detectado un grupo en el terminador.

Daala estudió la masa de remolinos azules, marrones y verde aceituna que formaban el rostro del planeta, y contempló cómo el filo de luz diurna se iba deslizando lentamente sobre la superficie.

—He descubierto lo que parecen ser las ruinas de una base de grandes dimensiones que al parecer está prácticamente abandonada —siguió diciendo el teniente—. La zona habitada no está muy desarrollada, y básicamente consiste en pequeñas moradas prefabricadas.

El teniente se rascó su corta cabellera castaña y se inclinó sobre su pantalla.

—Veo excavaciones en las que se están erigiendo nuevas superestructuras —dijo un instante después alzando la mirada hacia Daala—. La configuración que he detectado corresponde a una antena transmisora de gran tamaño, y quizá incluso podría tratarse de un generador de campo.

La frente de Daala se llenó de arrugas mientras pensaba a toda velocidad, intentando decidir cómo se habría enfrentado a aquella situación el Gran Moff Tarkin, su antiguo mentor.

El comandante Kratas pareció percibir su vacilación.

—No parecen ser capaces de ofrecer una gran resistencia —dijo como intentando tranquilizarla.

Daala frunció los labios.

—Seguiríamos siendo capaces de derrotarles aunque ofrecieran resistencia. No es eso lo que me preocupa... —Deslizó un delgado dedo a lo largo de su mentón y después apartó los mechones cobrizos de su cabellera recogiéndolos detrás de sus hombros—. Para empezar, destruiremos la base abandonada con nuestras baterías turboláser sin salir de la órbita. Será una exhibición destructiva realmente espectacular.

El Destructor Estelar de Daala tenía una potencia de fuego lo bastante grande para convertir planetas enteros en montones de escoria fundida, pero Daala no quería hacer eso con aquel mundo.

—Dantooine está demasiado alejado, y una demostración no resultaría efectiva —dijo—, pero aun así podemos utilizarlo de otra manera. Quiero que se ponga al frente de una fuerza de asalto, comandante Kratas. Coja dos transportes blindados del
Gorgona
y un par de cada una de las otras dos naves. Seis transportes blindados deberían bastar...

—¿Yo, almirante? Pero seguramente el general Odosk o cualquier otro oficial superior del Ejército Imperial...

—¿Tiene algún tipo de objeción que hacer a mis órdenes, comandante?

—No, almirante. En absoluto.

—Quiero que demuestre su versatilidad. ¿O es que no le hicieron tomar parte en esa clase de ejercicios cuando estaba en Carida?

—Sí, almirante —dijo Kratas—. Es sólo que... Bueno, pensé que resultaría más eficiente limitarnos a acabar con ellos desde la órbita planetaria.

Daala le fulminó con su mirada verde esmeralda.

—Pues entonces considérelo como un ejercicio más, comandante. Hemos pasado demasiado tiempo inactivos vigilando la Instalación de las Fauces, y no tendremos otra oportunidad de sorprender tan desprevenida a la Nueva República.

Warton se había convertido en un colono lleno de esperanzas, y cada día se levantaba lo suficientemente temprano para presenciar el pacífico amanecer impregnado de colores rosados de Dantooine.

Se estiró y salió de su unidad de alojamiento prefabricada autoerigible, disfrutando de cada momento del amanecer. Se sentía a salvo y en paz por primera vez en toda su vida.

Le dolían los huesos, pero se trataba del agradable cansancio resultado de un trabajo que deja satisfecho a quien lo hace. Nunca se recuperaría por completo de su penosa existencia en el torturado mundo de Eol Sha, pero el mero hecho de pasar un día sin terremotos, inundaciones de lava o géiseres de agua hirviendo ya bastaba para que se sintiera feliz.

Las otras unidades de la colonia, fabricadas con polímeros de colores abigarrados en los que había incrustadas ventanas de transpariacero, se extendían sobre las sabanas susurrantes de Dantooine. Todos los habitantes que habían sido rescatados del antiguo puesto avanzado de Eol Sha estaban de acuerdo en que los exuberantes pastizales que se agitaban impulsados por el viento y los árboles blba de grueso tronco y ramas retorcidas hacían que aquel lugar pareciese un paraíso.

El horizonte empezó a iluminarse por el sureste en el lugar donde no tardaría en hacerse visible el sol ambarino de Dantooine. Warton alzó la mirada hacia los cielos purpúreos y vio tres estrellas muy brillantes que se movían rápidamente sobre el telón formado por los otros puntitos de luz.

Seis meteoros surcaron el cielo de repente dirigiéndose velozmente hacia el horizonte, dejando tras de sí estelas brillantes que parecían huellas de garras luminosas. Un instante después el alarido supersónico de su descenso hizo añicos el silencio de las primeras horas de la mañana. Warton pudo ver el impacto de los meteoros, y la sabana quedó iluminada por el resplandor de las llamas que surgieron de la nada no muy lejos de la colonia.

Otros colonos de Eol Sha salieron a toda prisa de sus unidades de alojamiento, despertados por el estrépito llegado del cielo. Las ruinas desiertas de la vieja base rebelde que se alzaba no muy lejos al este de ellos sobresalían de los pastizales como enormes baluartes de adobe. Un pequeño equipo de ingenieros de construcción de la Nueva República iba y venía a toda prisa por su campamento.

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