Historia del Antiguo Egipto (21 page)

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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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La V Dinastía

La explicación de los orígenes de la V Dinastía dada en el Papiro Westcar se puede contrastar con las pruebas contemporáneas de los reinados de Sahure y Neferirkara. En su mastaba de Guiza, la reina Khentkawes se identifica con un título único: «madre de dos reyes del Alto y el Bajo Egipto». Este mismo título aparece en su pirámide (recientemente descubierta por arqueólogos checos), situada cerca de la pirámide de Neferirkara en Abusir. Si la Khentkawes de Guiza y la de Abusir son la misma persona, los dos hijos mencionados en su título serían Sahura (Horus Nebkhau, 2487-2475 a.C.) y Neferirkara (Kakai, Horus Userkhau, 2475-2455 a.C.) y el Papiro Westcar tendría razón en parte. Las pirámides de estos dos reyes se encuentran en Abusir, como todas las de los reyes que construyeron templos solares (y probablemente también la de Shepseskara, 2455-2448 a.C.). La calzada de acceso que comunicaba el templo del valle y el templo de la pirámide del complejo funerario de Sahura estaba decorada con relieves muy conseguidos que anticipan los más conocidos de la calzada del rey Unas (2375-2345 a.C.). Los reyes de Abusir forman un grupo estrechamente unido y sus monumentos presentan muchas similitudes.

El templo de la pirámide de Neferirkara ha proporcionado el más importante grupo de papiros administrativos del Reino Antiguo. Estos documentos arrojan luz sobre el día a día del funcionamiento de un complejo piramidal e incluyen registros detallados de los productos entregados, listas de los sacerdotes de servicio, inventarios del equipamiento del templo y cartas. No obstante, el complejo piramidal quedó sin terminar y su templo del valle y la calzada de acceso fueron posteriormente incorporados por Nyuserra a su propio complejo funerario.

El rey Shepseskara (Horus Sekhemkhau, 2455-2448 a.C.) fue el más efímero del grupo de Abusir y todavía no se ha encontrado ninguna referencia ni textual ni arqueológica a su templo solar. Esto probablemente se deba a la brevedad de su reinado. La del rey Raneferef (Isi, Horus Neferkhau, 2448-2445 a.C.) fue incluso menor. Si bien su pirámide no llegó más allá de sus hiladas inferiores, el templo alto ha proporcionado recientemente papiros comparables a los encontrados en el templo de Neferirkara.

El templo solar del rey Nyuserra (Iny, Horus Setibtawy, 2445-2421 a.C.) se encuentra en Abu Ghurab, al norte de Abusir. El último rey en construir un templo solar fue Menkauhor (Ikauhor, Hous Menkhau, 2421-2414 a.C.). Su pirámide no se ha focalizado todavía, pero las tumbas de sus sacerdotes y otros indicios sugieren que puede estar escondida bajo la arena en algún lugar en el sureste de Abusir o en Sakkara Norte.

La innovación más sorprendente de la administración egipcia durante este período fue la desaparición de los miembros de la familia real de los cargos más importantes. Otro rasgo notable fue el habilidoso modo en que los templos solares se incorporaron al sistema económico del país. Algunos de los nombramientos de sacerdotes en los templos solares eran puramente nominales, para permitir que el titular del mismo disfrutara de los beneficios derivados del cargo, entre los cuales puede encontrarse el usufructo
ex officio
de terrenos del templo. Lo mismo sucedía con los cargos del personal de las fundaciones piramidales. No existían grandes contradicciones entre las necesidades del mundo de los dioses y los muertos y las necesidades de los vivos. Es posible imaginar sin problemas un sistema en el que la mayor parte del producto nacional estaba destinado, en teoría, a cubrir las necesidades de los soberanos difuntos, sus templos solares y los santuarios de los dioses locales; pero que, en realidad, se destinaba a mantener a la mayor parte de la población egipcia.

Las prácticas religiosas de los antiguos egipcios diferían de forma local y estaban estratificadas socialmente. Casi cada zona de Egipto poseía su dios local, que para sus habitantes era la deidad más importante, algo sobre lo que influyó poco la elevación de Ra a la categoría de dios del Estado. En realidad, los anales muestran que en ese momento los reyes comenzaron a prestar más atención sí cabe a los dioses locales de todas las zonas del país al hacer donaciones, a menudo de tierras, a sus santuarios o eximiéndoles del pago de impuestos o del trabajo obligatorio.

Continuaron enviándose expediciones a los lugares tradicionales fuera de Egipto, sobre todo para traer turquesa y cobre de Wadi Maghara (Sahura, Nyuserra y Menkauhor) y Wadi Kharit (Sahura) en el Sinaí, además de gneis de las canteras al noroeste de Abu Simbel (Sahura y Nyuserra). Durante el reinado de Sahura y Nyuserra hay una referencia a una expedición destinada a conseguir bienes exóticos (malaquita, mirra y electro, una aleación de oro y plata) del Punt, un país africano situado en algún lugar entre la cabecera del Nilo y la costa de Somalia. Continuaron los contactos con Bíblos (Sahura, Nyuserra y Neferirkara). El descubrimiento de objetos con los nombres de varios reyes de la V Dinastía en Dorak, cerca del mar de Mármara, es ambiguo.

Durante la V Dinastía hubo un incremento en el número de sacerdotes y funcionarios que pudieron construirse tumbas gracias a sus propios esfuerzos. Algunas de estas mastabas se encuentran entre las más grandes y mejor decoradas del Reino Antiguo, como sucede en el caso de las tumbas de Ti (Sakkara) y Ptahshepses (Abusir), ambas probablemente del reinado de Nyuserra. Muchas de ellas se encuentran en cementerios provinciales más que en la cercanía de las pirámides reales. Inevitablemente, esta relajación de la dependencia respecto al favor real vino acompañada de la correspondiente variedad en la forma y calidad artística de las estatuas y relieves. Los textos «autobiográficos» que aparecen en estas tumbas proporcionan nuevos datos sobre la sociedad contemporánea. La mayoría de ellos consisten en frases convencionales y temas menos habituales relativos a menudo a la relación del dueño de la tumba con el rey. Esta tendencia continuaría durante el resto del Reino Antiguo.

Los reyes de los Textos de las pirámides

A la muerte de Menkauhor se respiraban en el ambiente vientos de cambio, pero los detalles del proceso se nos escapan. Un cierto grado de estandarización y racionalización domina las actividades constructivas regias. Los sucesores de Menkauhor no construyeron templos solares, si bien la posición del dios sol permaneció intacta. El largo reinado del rey Djedkara (Isesi, Horus Djedkau, 2414-2375 a.C.) conecta al grupo de soberanos de Abusir con aquéllos que los siguieron. Algunos de sus funcionarios fueron enterrados en la necrópolis de Abusir, lo que nos indica continuidad en vez de ruptura, pero la pirámide del rey se encuentra en Sakkara Sur. Sus modestas dimensiones (78,5 metros de lado y 52,5 metros de altura) fueron, con la excepción de su sucesor inmediato, Unas, adoptadas por el resto de reyes importantes del Reino Antiguo (Teti, Pepi I, Merenra y Pepi II).
Las máximas de Ptahhotep
, una importante obra literaria del Reino Antiguo, donde se sintetizan las normas de conducta que debe seguir un funcionario con éxito, se adscriben al visir de Djekara.

El reinado de Unas (Horus Wadjtawy, 2375-2345 a.C.) también fue largo. Su pirámide se encuentra junto a la esquina suroeste del recinto de Djoser, pero es incluso más pequeña que la de su predecesor. Su larga calzada, que se extiende a lo largo de casi setecientos metros, estaba decorada en su momento con escenas notables (en la actualidad muy fragmentadas), que superan los estereotipados medios de expresar la realeza egipcia o al menos la expresan de un modo nuevo. Incluyen el registro de acontecimientos sucedidos durante el reinado de Unas, como el transporte de columnas desde las canteras de granito de Asuán hasta el complejo piramidal del rey. Sin embargo, la mayor innovación de la pirámide de Unas, que sería característica de las restantes pirámides del Reino Antiguo (incluidas las de algunas reinas), fue que por primera vez encontramos los
Textos de las pirámides
inscritos en las paredes de la cámara funeraria y otras zonas del interior del edificio.
Los Textos de las pirámides
son la más antigua composición religiosa que se conoce del Egipto faraónico; algunos de sus elementos se crearon mucho antes del reinado de Unas y trazan el desarrollo de la religión egipcia desde la época predinástica. El difunto rey Unas se identifica con los dioses Ra y Osiris y se menciona como el Osiris Unas. La doctrina religiosa osiriana es, con mucho, la más importante de los
Textos de las pirámides
; pero las ideas asociadas al dios sol también son relevantes, así como los restos de conceptos relacionados con las estrellas y otros que probablemente sean incluso más antiguos. No obstante, la complejidad de los
Textos de las pirámides
hace que la interpretación de cada fórmula sea difícil y la comprensión de sus relaciones mutuas especialmente complicada. La razón para incluirlos en el interior de la pirámide era proporcionar al rey difunto unos textos que se consideraban esenciales para su supervivencia y bienestar en la otra vida. Es probable que su mera presencia bastara para hacerlos efectivos. Si la distribución de los
Textos de las pirámides
en el interior de la pirámide no es accidental, es poco probable que estén relacionados con un acontecimiento pasajero como el funeral.

La creencia de que tras la muerte el difunto entraba en el reino del dios Osiris se generalizó. Osiris, en un principio una deidad local del delta oriental, era un dios local crónico (relacionado con la tierra) asociado a la agricultura y a los acontecimientos anuales cíclicos de la naturaleza. Probablemente fuera la elección ideal para convertirse en dios universal de los muertos, puesto que los mitos relativos a su resurrección reflejaban la revitalización del suelo egipcio tras la retirada de la inundación anual (la cual estuvo sucediéndose hasta la construcción de una presa en Asuán y de la Gran Presa en la década de 1960). Las primeras etapas del desarrollo del culto a Osiris no están nada claras. Era un homólogo adecuado para el dios Ra y su prominencia pudo deberse a consideraciones de este tipo. No obstante, nuestras fuentes escritas son inadecuadas para establecer con exactitud cuándo sucedió. En las tumbas, los difuntos son descritos como
imakhu
(«honrados») por Osiris; en otras palabras, que sus necesidades en la otra vida quedaban satisfechas gracias a su asociación con él. El concepto de
imakhu
(que también puede traducirse como «ser provisto por») era una expresión de un notable
dictum
moral que recorría todos los niveles de la sociedad egipcia y que corregía los casos extremos de desigualdad social: las personas más ricas e influyentes tenían la obligación de cuidar de los pobres y socialmente desfavorecidos, del mismo modo en que el cabeza de familia era responsable de todos los miembros de la misma.

La VI Dinastía

Según Manetón, con el reinado de Unas terminó la V Dinastía, pues el siguiente rey, Teti (Horus Seheteptawy, 2345-2323 a.C.), lo sitúa ya en la VI Dinastía. No poseemos información segura sobre la relación personal existente entre Teti y sus predecesores; pero es probable que su esposa principal, Iput, fuera hija de Unas. Kagemni, visir de Teti, comenzó su carrera durante los reinados de Djedkara Isesi y Unas. El Canon de Turín también sitúa una división en este punto, seguida de una suma del total de reyes habidos entre Menes (el primer soberano de la I Dinastía) y Unas (la cantidad se ha perdido). Esto da mucho que pensar, porque el criterio para este tipo de divisiones en el Canon de Turín es invariablemente el cambio de emplazamiento de la capital y la residencia real.

La primera capital, el Muro Blanco, se fundó a comienzos de la I Dinastía y es probable que hubiera ido perdiendo importancia en favor de los suburbios situados al sur, mucho más poblados y localizados aproximadamente al este de la pirámide de Teti. El nombre de esta parte de la ciudad, Djedisut, procedía del nombre del complejo funerario y la ciudad de la pirámide de Teti. No obstante, es probable que los palacios reales de Djedkara y Pepi I (posiblemente también el de Unas) ya hubieran sido construidos más al sur, en puntos situados en el valle que hay al este de la actual Sakkara Sur, separados de Djedisut por un lago, alejados así de la miseria, los ruidos y la pestilencia de una ciudad abarrotada. Esto podría explicar la elección de Sakkara Sur como emplazamiento de las pirámides de Djdkara y Pepi I.

Al igual que sucediera en las cercanías de la pirámide de Teti, el asentamiento cercano al complejo funerario y la ciudad de la pirámide de Pepi I recibió su nombre del de éstos: Mennefer (en griego Menfis). A finales del Reino Antiguo, aquél pudo haber quedado unido físicamente a los asentamientos localizados en torno al templo del dios Ptah, situado más al este, pasando a ser conocida toda la ciudad como Mennefer. Por lo tanto, es posible que el emplazamiento de la residencia real y de la propia ciudad cambiaran a finales de la V o comienzos de la VI Dinastía, lo que explicaría la división visible en el Canon de Turín, reflejada posteriormente en la narración de Manetón (Teti, el padre de Pepi I, se incluyó en el nuevo linaje de soberanos). Pero aquí nos adentramos en el reino de las especulaciones y sólo futuras excavaciones arqueológicas nos dirán qué parte de la misma está justificada.

Es posible que a Teti le siguiera el rey Userakara (2323-2321 a.C.), si bien su existencia se puede poner en duda. Parte de la confusión se debe a que Pepi I (Horus Merytawy, 2321-2287 a.C.), hijo de Teti y la reina Iput, fue llamado Nefersahor durante la primera parte de su reinado. Éste era su «prenomen», que recibía durante su coronación e iba precedido del título
nesu-bit
(«el del junco y la abeja»), en el interior de un cartucho ovalado. Posteriormente lo cambiaría por el de Meryra. El «nomen» o «nombre de nacimiento» Pepi (el número que lo suele acompañar es algo moderno, los antiguos egipcios no lo utilizaron nunca) es anterior a su ascenso al trono; va precedido del título
sa Ra
(«hijo del dios Ra») y también estaba escrito en un cartucho.

La situación interna de Egipto comenzó a cambiar. Teóricamente, la posición del rey permaneció intacta, pero resulta indudable que aparecieron dificultades. Esta impresión sólo en parte puede achacarse al incremento en el volumen y calidad de la información conservada, la cual nos permite conocer con mayor profundidad la sociedad egipcia y llegar más allá de la fachada monolíticamente monumental y terriblemente formal de los períodos anteriores. La persona del rey dejó de ser intocable: la biografía de Weni, un alto funcionario de la corte, menciona una conjura sin éxito contra Pepi I instigada a finales de su reinado por una de sus reinas. El nombre de ésta no se menciona, pero se sabe que se celebraron matrimonios políticos: en sus años de decadencia el rey se casó con dos hermanas, ambas llamadas Ankhnes-meryra («El rey Meryra [Pepi I] vive para ella»). Su padre, Khui, era un influyente funcionario de Abydos. Se trata de acontecimientos importantes, pero el crecimiento del poder y la influencia de los administradores locales (sobre todo en el Alto Egipto, alejado de la capital) y el correspondiente debilitamiento de la autoridad regia pudieron haber tenido unas consecuencias menos dramáticas, pero potencialmente mucho más serias. A finales de la V Dinastía se creó un nuevo cargo, el de «supervisor del Alto Egipto».

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