Diez negritos
(también conocida como
Y no quedó ninguno
) es la novela más famosa de Agatha Christie, su mayor logro técnico y la novela policíaca más vendida de todos los tiempos. De todos los títulos inspirados en el campo de las cantinelas infantiles o la canción popular, éste es el que más fielmente se mantiene con respecto a su origen. Aunque Christie adoptase por verso final el que dice: «Y fue y se casó y ninguno quedó» en el caso de la adaptación teatral de la novela, sí utilizó el final convencional de la canción para el momento culminante de la novela. La existencia de la canción popular es un tema constante a lo largo de la novela, en especial cuando los personajes se dan cuenta de lo que está pasando. El modo en que se produce cada una de las muertes contiene una resonancia discordante de los versos de la canción, aunque no termina de encajar del todo la muerte de Blore, puesto que la compleja idea del zoo aparece un tanto forzada.
Con la escritura de este libro Christie se marcó un desafío. En su
Autobiografía
describe cómo le atraía la dificultad de la idea central: «Tenían que morir diez personas sin que aquello resultara ridículo y sin que el asesino fuese obvio. Es un libro que escribí tras un tremendo esfuerzo de planificación… Era una trama clara, sencilla, desconcertante y al mismo tiempo encerraba una explicación perfectamente razonable… La persona que estaba realmente satisfecha era yo misma, puesto que sabía mejor que cualquier crítico lo difícil que me resultó escribirla».
Como ya vimos en el capítulo 2, ese «tremendo esfuerzo de planificación» no es evidente si nos ceñimos a los apuntes del Cuaderno 65, el único que concierne a esta novela. Este cuaderno, no obstante, contiene detalles interesantes sobre varios personajes que no consiguieron llegar a la versión final del libro. Si nos guiamos únicamente por las evidencias que exponen los cuadernos, parecería que fueron los propios protagonistas los que más problemas plantearon. En ningún momento aparecen listados los diez personajes. En un principio hubo ocho (he añadido posibles nombres a las dos listas, aunque Vera Claythorne, Emily Brent, Philip Lombard y el general MacArthur aparecen en la novela tal como se enumeran en el cuaderno, si bien se cambiaron algunos detalles de poca importancia en relación con el trasfondo de los personajes):
Diez negritos
Doctor… Borracho en una op… O negligente
[el doctor Armstrong]
Juez… Recapitulación injusta
[el juez Wargrave]
Hombre y mujer… Los criados (liquidaron a la señora mayor)
[El señor Rogers y señora]
Chica…
cuyo amante se pegó un tiro
[Vera]
Marido y mujer… Chantaje
Allenby… Hombre más bien joven… Alerta peligrosa
[Lombard]
E
n julio de 1939, cuando Collins comenzó a anunciar la publicación de
Diez negritos
en la revista
Booksellers Record
, dijeron simplemente que era «la mejor novela jamás escrita por Agatha Christie». Pero el artículo que apareció en el
Crime Club News
provocó la ira de la escritora, que escribió una carta de protesta a William Collins el 24 de julio desde Greenway House. Consideró que «cualquier libro se verá abocado al fracaso si uno sabe exactamente qué va a suceder a lo largo del mismo», pues pensaba que se había desvelado una parte demasiado extensa de la trama. Asimismo, incluyó una amenaza velada cuando recordó a su editor que estaban a punto de firmar un contrato para los próximos cuatro libros y que no lo haría a menos que le garantizasen que no iban a incurrir en ese mismo error de apreciación. A pesar de que Collins dijo que era «con toda certeza el mejor relato policíaco que jamás se haya publicado en el Club del Crimen, y creemos que, probablemente, el mundo entero proclamará que es el mejor relato policíaco de todos los tiempos», lo cierto es que difundieron demasiadas revelaciones. Es bastante obvio lo que quiso decir Christie. Se publicaron detalles, como la isla, la canción, las figurillas de porcelana que desaparecen; se dio a entender que el asesino se encontraba entre los personajes y, aún más censurable, revelaron que el último personaje que muere no es a la fuerza el malvado. Estamos completamente de acuerdo con Agatha Christie; lo único que omitieron en la publicidad fue revelar el nombre del asesino.
En una fase posterior, a juzgar por el cambio de lápiz a bolígrafo y la letra algo diferente, lo intenta de nuevo. Esta vez incluye doce personajes:
1. | Vera Claythorne… Secretaria de colegio… Va a una agencia a solicitar un trabajo en vacaciones |
2. | El señor juez Swettenham en un vagón de primera clase |
3. | El médico… Telegrama desde Gifford… ¿Podría reunirse con nosotros…? Etc. |
4 5. | El capitán Winyard y señora… Cartas… Amiga común, Letty Harrington… Venga a pasar el fin de semana |
6. | Lombard… Le visita un abogado o agente confidencial… Le ofrece cien guineas… O lo tomas o lo dejas |
7. | Estudiante universitario que atropella a los niños… Borracho como una cuba… Llega en coche |
8. | Llewellyn Oban… Cometió perjurio en un caso de asesinato… Hombre ejecutado |
9. | Emily Brent… Vestida de criada… Más adelante bebió ácido oxálico… Carta de un amigo que ha montado una casa de huéspedes… Estancia gratuita |
10 11. | Hombre y mujer, criados los dos |
12. | El general MacArthur… Durante la guerra mató innecesariamente a treinta hombres. |
Cada una de las listas incluye una combinación de marido y mujer, como es la del capitán Winyard y señora en esta última, aunque fueron descartados al final. La segunda lista se encuentra mucho más cerca de la de la novela, aunque es posible discernir el germen de los personajes en la primera tentativa de lista.
Entre los personajes ocho y nueve del cuaderno se incluyen dos ajustes aún más finos de la trama. La mayoría de los huéspedes que acuden a la isla llegan por medio de invitaciones que les han extendido el señor y la señora Owens, algunas veces con las iniciales «U. N.», o, tal como apunta el juez Wargrave al final del capítulo 3, «echándole un poco de imaginación e incluso de fantasía,
DESCONOCIDO
»
[13]
. Las iniciales sufren algunas alteraciones y la primera nota que aparece debajo es con toda probabilidad la semilla de la idea. La segunda nota se refiere a la desaparecida colección de figuras de porcelana de la mesa del comedor:
Ulick Noel Nomen
Diez negritos en la mesa del comedor
Después de una página en blanco, las notas comienzan con el capítulo IX, y a lo largo de las seis páginas siguientes se traza el desarrollo del resto de la novela, incluida la escena en Scotland Yard. Esto significa que los últimos siete asesinatos (a partir del de Rogers) se tratan en un espacio relativamente corto, proporcionando por tanto aún más respaldo a la teoría de que la trama del libro se construyó en otro lugar y, en consecuencia, el Cuaderno 65 presenta la trama prácticamente terminada.
Capítulo IX
El juez se hace cargo… Exhibe una buena dosis de rapidez de ingenio… Armstrong y Wargrave… El juez tiene una idea.
Arrecia la tormenta… Todos se apiñan en una habitación… Nervios a flor de piel. A la mañana siguiente… Desaparece Rogers… No hay ni rastro de él… El desayuno no está servido. Los hombres buscan por la isla… Durante el desayuno… Vera observa…
Siete
Seis negritos. Crecen las sospechas sobre Emily… Un rostro la observa… Le pica una avispa… Abeja muerta en el suelo. Todos están aterrorizados… Se quedan todos juntos. Dónde está el viejo Wargrave… Lo encuentran vestido con una bata roja y una peluca. Él y Blore lo llevan a cuestas… En el comedor… Todavía quedan 5 negritos. Ellos son 3… El criminal
tiene que ser
Armstrong. Al final: ¡el cadáver que arrastra la corriente es Armstrong! Blore es aplastado por una roca que se desprende y cae sobre él. Vera y Lombard… Uno de nosotros… Los temores de ella… En defensa propia… Ella coge el revólver de él… Finalmente ella le pega un tiro…
Al fin… A salvo… Hugo
La investigación…
Las otras muertes… ¿Owen? ¿V y L los últimos? La señora R
[ogers]
y AM
[Marston]
han muerto…
Morris también ha muerto… Él hizo todos los arreglos…
Se suicida… Muerto…
El joven sugiere que fue Wargrave… Edward Seton fue declarado culpable… El viejo Wargrave era homosexual
Epílogo… Mensaje en una botella… Él describe cómo se hizo
Una idea descartada fue la de introducir a un «observador» a lo largo del desarrollo de la trama. Después de la muerte de Emily Brent leemos en el cuaderno que «un rostro la observa», y en el punto culminante de la narración, cuando Vera sube a su cuarto y en las notas se lee: «Sube a su habitación… La soga… Aparece un hombre que sale de la oscuridad», en retrospectiva el lector puede imaginar al asesino «observando» el desarrollo de su plan, tanto antes como después de la supuesta muerte, aunque a partir de estas breves referencias parece ser que Christie estuvo dándole vueltas a la idea de mencionar al «observador» anónimo. Bastante más efectivo y menos melodramático, en cambio, es el punto de vista que adoptó al final del capítulo 11, y que repitió en el capítulo 13, lo que nos permite compartir los pensamientos de los seis personajes supervivientes, incluidos los del asesino, pero sin identificar al pensador.
U
no de los grandes escritores de novela policíaca de Estados Unidos, contemporáneo de Christie y que firmaba con el seudónimo de Ellery Queen, aporta una interesante nota a pie de página. En su obra
En el salón de la Reina
(1957) revela cómo, en dos ocasiones durante su carrera literaria, tuvo que abandonar un libro que había comenzado a escribir tras leer el último de Agatha Christie. En el estudio que ha dedicado a Ellery Queen,
Royal Bloodline [Linaje real]
, Francis M. Nevins confirma que uno de esos libros esgrimía un argumento basado en la misma idea que
Diez negritos
.
La cita de Hércules Poirot para ir al dentista coincide con el asesinato de su odontólogo. Una hebilla de zapato y una desaparición seguida de otras muertes antes de que tenga tiempo de decir: «Diecinueve, veinte, mi plato sigue vacío»
[14]
.
Uno, dos, abróchame el zapato;
tres, cuatro, cierra la puerta;
cinco, seis, coge los palos;
siete, ocho, ponlos en orden;
nueve, diez, una gallina gorda;
once, doce, los hombres han de escarbar;
trece, catorce, las doncellas pelan la pava;
quince, dieciséis, las sirvientas en la cocina;
diecisiete, dieciocho, las criadas observan;
diecinueve, veinte, mi plato sigue vacío…