Una de las muchas listas de libros esparcidas a lo largo de los cuadernos; ésta en concreto en dos páginas en las que se enumeran novelas negras de finales de los años treinta y comienzos de los cuarenta, con títulos de Simenon, Wentworth, Innes, Ferrars y Sayers, entre otros.
Sus editores enviaban a Agatha libros para que los leyera; esta página, en efecto, lleva por encabezamiento: «De parte de Collins».
Dos páginas de ejercicios probablemente preparatorios para un crucigrama.
Trama detallada de
Hacia cero
; capítulo 3, apartado El ABC del asesinato.
El arranque de
El misterio de la guía de ferrocarriles
(nótese que «murder», «asesinato», aparece en singular)
[9]
ilustra el empleo de las tachaduras como indicación de que la obra está ya realizada.
Del Cuaderno 35, correspondiente a
La muerte visita al dentista
: la esencia de la ficción detectivesca destilada en seis palabras.
Adoro las canciones de cuna, ¿tú no? Siempre tan trágicas y macabras. Por eso gustan tanto a los niños.
La ratonera
, I,
I
SOLUCIONES QUE SE REVELAN
La casa torcida • Cinco cerditos •
«La tarta de zarzamoras»
• Asesinato en la calle Hickory •
«¿Cómo crece tu jardín?»
• Inocencia trágica • Un puñado de centeno •
«Un cantar por seis peniques»
• Diez negritos •
«El club de los martes»
La atracción que ejerce la literatura infantil, tanto por los títulos como por los temas, en no pocas ocasiones ha servido de inspiración a los escritores de novela policíaca.
El crimen de las mil y una noches
, de Dickson;
Los crímenes del monóculo
, de Douglas Browne;
Blancanieves y la rosa roja
y también
Trenzas de oro
, de McBain;
Había una vez una anciana
, de Ellery Queen;
Ésta es la casa
, de Smith;
Había un malvado
, de Witting, y
Con mis ojitos
, de Fuller, son todas ellas novelas tomadas del cuarto en donde juegan los niños, mientras que
Los crímenes del obispo
, de S. S. Van Dine, utiliza las rimas infantiles de Mamá Oca como tema recurrente. La atracción es obvia, por la yuxtaposición de la inocencia infantil y lo espeluznante, el giro de lo cotidiano hacia lo macabro.
Sin embargo, fue Agatha Christie quien la hizo propia y la explotó de una manera más exhaustiva que cualquier otro autor. Existen numerosas referencias a canciones de cuna dispersas a lo largo de los cuadernos. En algunas ocasiones la idea no se desarrollaba más allá de una escueta nota (ver «Miscelánea», capítulo 4); en otras le suministraron el material para alguna de sus obras más importantes:
Diez negritos
,
Cinco cerditos
y
Tres ratones ciegos
/
La ratonera
. En algunos casos sólo fue un título, como
Asesinato en la calle Hickory
y
La muerte visita al dentista
[10]
; en otros, como
Diez negritos
y
Un puñado de centeno
, aportan al libro un esquema general; asimismo, la utilización de
La casa torcida
y
Tres ratones ciegos
es más simbólica que real. Los que más éxito han cosechado son sin duda
Cinco cerditos
y
Diez negritos
, en donde se sigue la rima de manera convincente e ingeniosa. El impacto dramático de una inocente canción de cuna que se transforma en la tarjeta de visita de un asesino es irresistible para una escritora de novela policíaca tan imaginativa como Agatha Christie.
Un cantar por seis peniques, un puñado de centeno
veinticuatro mirlos cocidos en un pastel;
cuando se abrió el pastel se pusieron a piar:
¿no era un plato delicioso para servírselo al rey?
El rey en su contaduría, contando sus dineros;
la reina en el salón, comiendo miel con pan;
la criada en el jardín, tendiendo la ropa a secar;
cuando bajaron los mirlos y le picotearon la nariz.
La cantinela infantil más fructífera fue «Un cantar por seis peniques», que le aportó no menos de tres títulos: la novela
Un puñado de centeno
y dos relatos cortos, «Un cantar por seis peniques» y «La tarta de zarzamoras»
[11]
. En el caso de los relatos cortos sólo inspiró los títulos, mientras que la novela sigue el patrón de la canción de manera realmente fiel.