Los cuadernos secretos (13 page)

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Authors: John Curran

Tags: #Biografía, Ensayo, Intriga

BOOK: Los cuadernos secretos
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Libro

Escenario

¿Bagdad?

Hospital

Hotel
[En el hotel Bertram]

Piso     Idea del apartamento del tercer piso

Idea del cofre de Bagdad
[«El misterio del cofre español» y
Las ratas
]

Pequeña casa en Londres marido y mujer, niños, etc.

Parque     Regent’s Park

Escuela     Escuela de señoritas
[Un gato en el palomar]

Barco     ¿El
Queen Emma?
El
Western Lady

Tren     ¿visto desde un tren? ¿Por la ventana de una casa o a la inversa?
[El tren de las 4:50]

Playa     Y pensión
[seguramente,
Tarde en la playa
]

Aunque sea difícil de fechar con precisión, el siguiente extracto parece que date de finales de los años cuarenta. Se encuentra justo después de las notas tomadas con vistas a
La señora McGinty ha muerto
(aunque con un resumen de la trama completamente distinto) y las que corresponden a
El truco de los espejos
(también con una trama completamente distinta), y lo sigue una lista de sus libros con su propia caligrafía, el último título de los cuales es
Sangre en la piscina
(1946).

¿Ideas para la puesta en escena?

Condiciones como las de El cuervo blanco. Comenzar por el asesinato… Una persona prominente, por ejemplo un ministro (¿del tipo de Aneurin Bevan?)… ¿de vacaciones? Interrogatorio del personal a su servicio… Su mujer… Una secretaria…

Varón
[secretario]
… Dificultades: no sé nada de la vida de los ministros

¿Jefe de farmacia en un hospital? ¿Un médico joven que investiga sobre la penicilina?

¿Un grupo de expertos? ¿Local? La señora AC, de la BBC, llega a emitir su programa… Muere… ¿No es la verdadera señora AC?

¿Un gran hotel? ¿Imperial? No, ya está hecho

¿Tienda? Worth’s en pleno desfile de modelos… Selfridges… Un departamento de unos grandes almacenes en plenas rebajas

Algunas de las referencias de este extracto tal vez requieran una aclaración.
El cuervo blanco
es una novela de 1928, de Philip MacDonald, miembro del Club del Crimen; hace referencia al asesinato de un influyente hombre de negocios cometido en su propio despacho (como en
Un puñado de centeno
). Aneurin Bevan fue ministro de Sanidad del Reino Unido entre 1945 y 1951. El puesto del jefe de farmacia era un cargo del que Christie tenía un profundo conocimiento tanto por su vida de aprendiz de farmacia como por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial (
El misterio de Pale Horse
contiene un gesto que apunta en esta misma dirección). «Imperial» es una referencia a
Peligro inminente
, aunque el hotel aparece con el nombre de Majestic. Y Worth’s, como Selfridge’s, es una famosa cadena de grandes almacenes.

El detalle de que «la señora AC llega a emitir su programa» nos recuerda que, aunque Christie rechazó infinidad de peticiones a lo largo de su trayectoria para que compareciese en la radio o en la televisión, al menos una vez participó en un programa en el que se comentaban los discos que uno se llevaría a una isla desierta, titulado
In the Gramophone Library
, emitido en agosto de 1946. Y el compungido comentario «Dificultades: no sé nada de la vida de los ministros» —que es mi comentario preferido en todos los cuadernos— demuestra que respetaba a pie juntillas la antigua máxima que afirma: «Escribe sobre aquello que conozcas».

¡Sorpresa, sorpresa!

Sin embargo, el elemento más inesperado que hay en los cuadernos, al menos para mí, es el hecho de que muchas de las mejores tramas de Christie no brotan forzosamente de una sola idea de magnitud devastadora. Consideraba todas las posibilidades cuando delineaba la trama y no se circunscribía a una idea, por buena que pudiera parecerle. En muy contadas ocasiones la identidad del asesino se da ya desde el comienzo del relato.

El ejemplo más dramático es
La casa torcida
(véase también el capítulo 4). Con la sobrecogedora revelación de que el asesino es un niño, sigue siendo a día de hoy una de las grandes sorpresas de Christie, y pertenece por derecho propio a la misma categoría que
El asesinato de Roger Ackroyd
,
Asesinato en el Orient Express
,
Telón
y
Noche eterna
. (Para ser justos, preciso es señalar que al menos otras dos escritoras, Ellery Queen en
La tragedia de Y
y Margery Allingham en
El misterio de la casita blanca
, ya habían explotado esta idea, sólo que con mucha menos eficacia.) A esas alturas ya había utilizado la estratagema de que el narrador fuera el asesino, otro ardid en el que el policía era el asesino, la maniobra según la cual el asesino son todos los personajes y la treta de que todos son víctimas. Antes de leer los cuadernos, me había imaginado a Agatha Christie sentada ante su máquina de escribir, sonriente, astuta y aplicada a su tarea en el momento de ponerse a mecanografiar el siguiente «Christie para Navidades», en 1948, tejiendo una novela en torno al elemento de que una niña de once años pudiera ser una asesina a sangre fría. No fue así, ni mucho menos. Basta con echar un somero vistazo al Cuaderno 14 para comprender que Christie consideró la posibilidad de que fueran Sophia, Clemency y Edith, además de Josephine, las asesinas en este caso. No se trató de disponer la totalidad de la trama en torno a Josephine como si ella fuese el único hecho inalterable de la misma. No era ésa la razón de ser de su novela; la espeluznante identidad del asesino había de ser tan sólo uno más entre los muchos elementos sujetos a consideración, y no por fuerza el elemento clave.

Una vez más, en ningún momento de las notas tomadas con vistas a su última y sobrecogedora sorpresa,
Noche eterna
(véase el capítulo 12), aparece la menor indicación de que el narrador sea el asesino. No fue cosa de que pensara: «Voy a probar otra vez el truco de
Ackroyd
, sólo que esta vez usaré un narrador de la clase obrera. Además, voy a empezar por el encuentro y el noviazgo, que forman parte de la trama, en vez de comenzar después de la boda». Hay desde luego una breve mención en el Cuaderno 50 a que uno de los personajes es amigo de Poirot, quien presumiblemente había de investigar el caso; sólo en una ocasión se habla de la idea de contar la historia en primera persona. La inspiración de ese final sorprendente le vino mientras trabajaba en la trama, y no a la inversa.

Podría decirse que la última de las novelas de detectives que sigue una serie de pistas ingeniosas,
Se anuncia un asesinato
(véase el capítulo 5), parece dejar lugar a una única solución, aun cuando haya un momento en el que Letitia Blacklock parezca ser la segunda víctima de Mitzi, quien ya ha asesinado a su esposo, Rudi Sherz. No era cuestión de escribir una novela en la que apareciese una presunta víctima que en efecto asesinara a quien la chantajea durante un juego cuidadosamente ideado. Tampoco nació
Asesinato en Mesopotamia
(véase el capítulo 8) con la idea de que un marido matase a su mujer teniendo la coartada perfecta; Christie también sopesó la posibilidad de que hubiera sido la señorita Johnston y, de hecho, la propia señora Leidner llegó a ser una firme candidata al papel de asesina durante gran parte de la urdimbre de la trama. La ambientación en una excavación arqueológica parece haber sido la única idea fija en la construcción de la novela, mientras el resto de la trama se tejía en torno a ese lugar, y no a la inversa.

Aunque aún nos pueda parecer sorprendente, se trata de una forma de elaborar la novela que está acorde con su método de trabajo en general. Su punto fuerte radica en la fertilidad mental sin trabas de ninguna especie y en su falta de sistema. Su inspiración inicial podía ser la maldición de unos gitanos
(Noche eterna)
, una excavación arqueológica
(Asesinato en Mesopotamia)
o un anuncio de prensa
(Se anuncia un asesinato)
. Después, dejaba rienda suelta a su nada desdeñable imaginación para que se adueñase de la idea, y de manera infalible, al cabo de un año, aparecía la última novela de Christie en las estanterías. Y algunas de las ideas que no llegaban a formar parte de dicha obra maestra bien podían volver a la superficie en una novela publicada al año siguiente, o diez años después.

Así nos hacemos una idea más clara del modo en que abordaba Christie la construcción de sus relatos. Utilizando los cuadernos como una mezcla de caja de resonancia y bloc de bosquejos literarios, ideó y desarrolló sus narraciones, seleccionó y rechazó, afiló y pulió, rehízo y recicló. Y, según tengo la esperanza de demostrar por medio de un análisis detallado en los capítulos siguientes, a partir de este caos aparente logró producir una serie de obras únicas e inmortales.

PRUEBA B:
OTROS AUTORES DE NOVELA POLICÍACA
EN LOS CUADERNOS
 

A usted le gustan las novelas de detectives. A mí también. Las leo todas. Tengo autógrafos de Dorothy Sayers y de Agatha Christie y de Dickson Carr y de H. C. Bailey.

Un cadáver en la biblioteca
, capítulo 6

Aparte de «los trece a la cena», la lista ya citada del Cuaderno 41, Agatha Christie hace varias referencias a sus colegas los escritores a lo largo de los cuadernos. A continuación ofrecemos una selección de los citados:

E. C. Bentley

Además de su mención en relación con el Detection Club, se hace referencia a este autor en el Cuaderno 41. Se trata de una colaboración en la antología de Bentley titulada
A Second Century of Detective Stories
, que se publicó en 1938, en la cual se representa a Christie por medio de «El caso de la dama acongojada», de
Matrimonio de sabuesos
; no escribió un relato específico para su inclusión.

Un relato de HP para Bentley

G. K. Chesterton

Creador del padre Brown, el inmortal sacerdote y detective, y primer presidente del Detection Club, Chesterton hizo una aportación a la novela colectiva del club,
El almirante flotante
, novela escrita en colaboración con otros. La referencia que hay en el Cuaderno 66 es un recordatorio para proporcionarle un relato corto, seguramente para la antología que confeccionó en 1935,
A Century of Detective Stories
. Christie no escribió uno nuevo ex profeso, sino que le proporcionó «Un cantar por seis peniques».

Ideas para G. K. C.

John Creasey

En el Cuaderno 52 aparecen dos referencias, ambas muy similares, a John Creasey, escritor británico de novela negra, con casi seiscientos libros en su haber. Inmensamente prolífico, con gran variedad de seudónimos, también fue uno de los fundadores de la Crime Writers Association. En
Los relojes
, en la agencia de mecanógrafas en la que se concentra buena parte de la novela se hacen trabajos para autores de la misma línea que Creasey. No escribió ficción puramente detectivesca.

La señorita M
[artindale]
es agente jefe… Secretaria de Creasey… que escribía relatos de espías…

Rufus King

En el Cuaderno 35 y en dos ocasiones, durante el trabajo en la trama de
La señora McGinty ha muerto
, Christie menciona
Asesinato por latitud
, título de una novela de este escritor hoy olvidado, aunque su nombre no figura en los cuadernos.
Asesinato por latitud
consta de una ambientación típica de Christie, pues trata de un barco que ha dejado de tener todo contacto con tierra. Hay pocos títulos de King en la biblioteca de Greenway House.

Ambiente como el de
Asesinato por latitud
… algunos personajes, uno de ellos el asesino

A. E. W. Mason

Mason fue el creador del inspector Hanaud. La referencia que contiene el Cuaderno 35 remite a
En Villa Rose
, publicado en 1910, un caso en el que se habla de la muerte de una mujer de edad avanzada y las sospechas que se centran en su acompañante. Mientras elaboraba la trama de
La muerte visita al dentista
, Christie se acuerda de esta novela:

Se descubre a un asesino (¿mujer? ¿De edad avanzada? ¿Como
Villa Rose
?) Pista… la hebilla de un zapato

Edgar Allan Poe

El «inventor» del relato de detectives con la publicación de «Los asesinatos de la rue Morgue» en 1841; «La carta robada» es otro de los casos famosos que resuelve su detective, Auguste Dupin, a partir de la idea de que algo se pueda esconder a la vista de todos. La referencia que hace Christie se halla en relación con la fortuna escondida no en un sobre, sino en los propios sellos. Empleó este ardid en un relato, «Una extraña broma», y mucho más tarde en
La telaraña
. El concepto de la ocultación a plena vista también se emplea en «El león de Nemea».

Los sellos… Valen una fortuna… Están en las viejas cartas que hay en el escritorio…

Se menciona «La carta robada»… Miran uno de los sobres, con
sellos
de verdad

Dorothy L. Sayers

Lord Peter Wimsey, la creación de Sayers, debutó en 1923, en la novela titulada
Whose Body [Un cadáver con lentes]
. Además de la propia autora, Wimsey aparece citado en el Cuaderno 41; se trata de una referencia a Ronnie West, en
La muerte de lord Edgware
. También es posible que el nombre del doctor Peter Lord, en
Un triste ciprés
, sea un homenaje que rinde Christie a su gran contemporánea.

Ronnie West (un aire desenvuelto, como Peter Wimsey)

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