Para los estudiosos de la vida y la obra de Christie siempre ha sido un pequeño misterio por qué «La captura de Cerbero» no se publicó en la revista
The Strand
después de los otros once «Trabajos», ya que a primera vista parece ser una omisión inexplicable. El descubrimiento de una versión del relato hasta la fecha desconocida y por supuesto inédita, con una ambientación y una trama completamente distintas, tal vez nos ayude a resolver este rompecabezas.
En «La captura de Cerbero», Poirot emprende una vez más la búsqueda de una persona desaparecida, y en este sentido su duodécimo «Trabajo» recuerda a otras misiones similares, como «La hidra de Lerna» y «El cinturón de Hipólita». Pero ahí termina toda similitud, ya que en esta tarea final sobreviene un aspecto sin precedentes: la persona a la que busca ha muerto.
Aunque en la serie del Club del Crimen, de Collins, finalmente se llegasen a publicar
Los trabajos de Hércules
el 8 de septiembre de 1947, y aunque Christie añadió un prefacio introductorio en el que explicaba el criterio empleado en la empresa que acomete Poirot (véase el capítulo 11), sigue siendo desconcertante que no se publicase el duodécimo relato en
The Strand
. La revista había acogido de buena gana los relatos de Christie a lo largo de los años treinta y cuarenta, llegando a resaltar a menudo su nombre en la cubierta para atraer a más compradores. La propia Christie comenta explícitamente este relato en el prefacio a la edición de 1953, de Penguin, de
Los trabajos de Hércules
, cuando procede a explicar que en el proceso de escritura de este conjunto de relatos, «al llegar al último, con “La captura de Cerbero”, cedí por completo a la desesperación». Lo dejó a un lado por espacio de seis meses, y «de pronto un buen día, mientras subía por las escaleras mecánicas del metro, se me ocurrió la idea. Pensando en ella con gran excitación, estuve subiendo y bajando por aquellas escaleras hasta un total de ocho veces». Sin embargo, tal como veremos, si bien ésta podría ser la verdad, dista bastante de ser toda la verdad…
Pista n° 1
Los «Trabajos» del uno al once se publicaron por vez primera en el Reino Unido en la revista
The Strand
, empezando en noviembre de 1939 («El león de Nemea») hasta culminar en septiembre de 1940 («Las manzanas de las Hespérides»). El 12 de enero de 1940, Edmund Cork escribió a Christie con respecto al duodécimo relato, explicándole sin embargo que
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no lo iba a publicar (a esas alturas ya se habían publicado tres) y proponiéndole que pensara en escribir otro relato con el cual sustituirlo de cara a una eventual publicación en formato de libro.
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ya había efectuado un pago de 1.200 libras por los relatos escritos, y si decidieron no publicar uno, como es posible que en efecto indicasen a Edmund Cork, no tenían derecho a esperar uno en sustitución del mismo. El 12 de noviembre de 1940 (después de que se publicasen los «Trabajos» en
The Strand
sin incluir «Cerbero»), Christie escribió a la redacción para solicitar la devolución del «relato de Cerbero» con el objeto de «hacer uno nuevo». Pero hasta el 23 de enero de 1947 (es decir, a comienzos del año en que se publicó el libro) no se remitió por fin la segunda versión.
Pista n° 2
El Cuaderno 44 contiene prácticamente todas las notas referentes a los doce relatos. A primera vista parece que se urdió la trama y se procedió a la redacción y revisión de todos ellos a la vez, ya que la mayoría de las notas concuerdan con los «Trabajos» terminados tal y como los conocemos. Pero un examen más a fondo, a la luz del descubrimiento de la versión alternativa del relato y de esta correspondencia, demuestra que se trata de un relato en potencia muy distinto. Las notas iniciales para la última media docena de relatos comienzan y en algunos casos terminan en una página impar del Cuaderno 44, dejando la página par en blanco, y siguen la secuencia del libro. Las notas tomadas con vistas a la primera versión de «Cerbero», hasta la fecha inédita, siguen este mismo patrón. En cambio, las notas de la versión recogida en el volumen están insertadas, con una tinta distinta y una caligrafía que difiere en algunos rasgos, en una página par, comprimidas fuera del lugar que les correspondería en la secuencia, entre las que tomó para preparar «Las yeguas de Diómedes» y «El ganado de Gerión». No es irracional suponer que cuando encontró la inspiración para rehacer el relato, Christie volvió a sus notas originales e insertó la nueva idea tan cerca como pudo de la idea original. Además, las notas posteriores están escritas a bolígrafo, mientras que las notas originales, como las correspondientes a todos los demás «Trabajos», están tomadas a lápiz.
Apenas puede caber la menor duda de que la situación política de la época y el retrato de Adolf Hitler en la sección
III
, apenas disimulado, fue la principal (y muy probablemente la única) razón del rechazo del relato. Es insólito en Christie que ya desde la primera página adquiera el relato un sesgo llamativamente político, hablando no sólo de la guerra inminente, sino también de la guerra pasada: «El mundo se encontraba en un estado de gran intranquilidad, todas las naciones alerta, en tensión. En cualquier minuto podía sobrevenir el golpe fatal y precipitar a Europa una vez más a la guerra». Más avanzado el relato se nos habla de «August Hertzlein… [que] era el dictador de dictadores. Sus belicosas manifestaciones habían concentrado a la juventud de su país y a las juventudes de los países aliados. Era él quien había prendido fuego a la mecha de Centroeuropa…». Y en el supuesto de que exista la menor duda, más adelante se le describe diciendo que tiene «la cabeza apepinada y un bigotillo negro».
Estos detalles se tuvieron que considerar demasiado próximos al estado real del mundo y a uno de sus pobladores en 1939, con lo que difícilmente pudo ser el relato una lectura escapista. Nunca se llegará a saber por qué decidió Christie escribir este relato, ya que hay pocos indicios en el resto de su obra de que tuviera alguna inclinación política en particular. Y es posible que el rechazo de
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le indignara más de lo que quiso admitir, ya que este mismo guión de un asesinato se utiliza en «Nueve, diez, una gallina gorda», un capítulo de
La muerte visita al dentista
, publicado al año siguiente, al tiempo que Poirot recuerda con afecto a la condesa Vera en «Trece, catorce, las doncellas pelan la pava», otro capítulo de esa misma novela. La redacción de la novela y del relato corto bien podría haber tenido lugar en un mismo tiempo.
En una entrevista para sus editores en Italia, Mondadori, concedida poco después de la publicación de
Pasajero a Frankfurt
en 1970, escribe que «nunca he tenido el menor interés por la política». Así pues, ¿por qué no rebajó sencillamente el tono del retrato y cambió el nombre del personaje? Irónicamente, el capítulo 17 de esa misma novela contiene más de una referencia de pasada a la idea principal del relato breve. ¿Es posible que treinta años después del rechazo sufrido Agatha Christie desenterrase la idea y la insertase en un libro muy distinto de aquél? ¿Es posible, por si fuera poco, que mucho después de que
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dejara de publicarse fuese ella quien riese la última, y riese mejor?
Hay notas que remiten a la versión inédita del relato en los Cuadernos 44 y 62:
Cerbero
¿Acude Poirot en busca de 2 amigos que supuestamente han muerto?
Lenin – Trotski – Stalin
Jorge II – la reina Anne –
Es preciso que no se les dé nombre (como Max Carrados en el relato de la habitación)
Poirot y Vera Rossakoff… dice a un amigo que «es capaz de devolver a los muertos a la vida»
El doctor Hershaltz
Hitler hizo un discurso maravilloso… Estoy deseoso de morir… y cae asesinado… un joven. Dos hombres, uno a cada lado… lo sorprenden revólver en mano. El joven era mi hijo… Quiero que se le devuelva a la vida.
El padre Lavallois… su converso… tenía previsto tomar la palabra ante una gran congregación… proponer un tratado de desarme internacional. El doctor Karl Hansberg… compila estadísticas… carta de presentación… de las autoridades médicas de Berlín… El médico al frente se ha dejado atraer por la religión… Las enfermeras tratan de impedirlo… Herr Hitler… le entrega una tarjeta.
Si bien las similitudes con Hitler están bastante claras en el relato, no aparece una sola mención del nombre…, hasta que leemos el Cuaderno 62. Sin embargo, el detalle que refiere «le entrega una tarjeta», que aparece al final de las notas, es desconcertante; algunas de las demás referencias también son un tanto misteriosas. Caso de que, como parece prácticamente seguro, estas notas se escribieran en 1939, ¿por qué se enumera en una lista a Lenin, Trotski y Stalin? Lenin murió en 1924, pero Trotski vivió hasta 1940 y Stalin hasta 1953; las otras dos figuras históricas habían fallecido mucho antes. Por añadidura, ninguno de ellos podría considerarse amigo de ninguno de los demás. Todos los nombres aparecen tachados en el Cuaderno 44, pero su presencia sigue siendo de todo punto inexplicable.
La referencia a Max Carrados remite al detective creado por Ernest Bramah y al relato «El juego que se desarrolla a oscuras»; tanto el personaje como el relato se habían anticipado ya en la colección
Matrimonio de sabuesos
, con Tommy y Tuppence, en la que Tommy emula al detective ciego en el relato titulado «Jugando a la gallina ciega».
Dos páginas en las que aparecen los dos conjuntos de notas para «La captura de Cerbero». Esta página (Cuaderno 44) remite a la versión publicada en
Los trabajos de Hércules
, y la página siguiente (Cuaderno 62)…
… a la recién descubierta versión anterior que se incluye en el «Apéndice». Nótese la diferencia de la caligrafía entre una y otra: han pasado casi diez años.