Stoner aprendió que los hombres mataban a las mujeres porque al mundo no parecía importarle y lo perdonaba.
Trabajó en docenas de casos de homicidio y resolvió un porcentaje importante de ellos. Dedicó tiempo a las familias de las víctimas en detrimento de la suya. Sus hijos crecieron rápido. Pasó la mitad de los cumpleaños de éstos en lugares donde habían asesinado a alguien. El índice de asesinatos en el condado de Los Ángeles continuó creciendo. Él mantuvo a raya el voluminoso papeleo y soportó los atascos de tráfico en la autopista. Resolvió asesinatos nuevos y asesinatos antiguos y siguió con suicidios y accidentes laborales. En un año resolvió diecinueve casos de veinte. Tuvo compañeros buenos e hizo la mitad del trabajo. Tuvo compañeros malos e hizo todo el trabajo. Algunos casos le infundieron nuevas energías. Otros lo aburrieron. Trabajó en un millón de casos del tipo «mamá-ha-matado-a-papá» o «papá-ha-matado-a-mamá». Trabajó en la investigación de dos millones de muertes en bares mexicanos en los cuales los cuarenta testigos afirmaban que se encontraban en el aseo y no habían visto nada. Algunos casos le traían a la memoria temas de sexo desenfrenado. Algunos casos lo hacían dormir como si la comida le hubiese resultado indigesta. Le siguió la pista al Acechador Nocturno. Resolvió el caso «mini-Manson» y arrestó a varios maníacos que se cargaban chaperos. Los asesinatos se acumulaban. Aquella vida le produjo «fatiga por implicación en casos de homicidios». Se tomó unas vacaciones y sufrió el «síndrome de abstinencia de la implicación». Ponía el mismo empeño en todos los casos y los discriminaba en la mente y en el corazón. Las fechas de los juicios se acumulaban; comprendían una gran variedad de asesinatos. Algunos eran recientes; otros, viejos. Hacía juegos malabares con una amplia variedad de datos y rara vez fracasaba en el estrado de los testigos.
Pasó ocho años en la «autopista de los cadáveres abandonados». No tenía ganas de dejarla. Su único sueño era sencillo y completamente estúpido.
Quería limitar «sus» asesinatos a unos cuantos que tuvieran sentido.
Su sueño se hizo realidad. Lo consiguió porque a Bob Grimm se le metió un asunto entre ceja y ceja. Quería resolver el caso del Cotton Club. Por eso, a principios del 87, destinó a Stoner al Departamento de Casos No Resueltos.
Stoner protestó. Los casos no resueltos eran trabajo para gente con más años. El sólo tenía cuarenta y seis. Quería trabajar en casos nuevos. Grimm le dijo que se callara e hiciese lo que le ordenaba.
El caso del Cotton Club era famoso. La víctima era un golfo rijoso del mundo del espectáculo llamado Roy Radin. Lo habían matado en el 83. Al parecer, su muerte estaba relacionada con el tráfico de drogas y el mundillo del chismorreo de Hollywood. Y todo ello, a su vez, con un local de mierda, el Cotton Club.
Grimm le dijo que trabajaría con Charlie Guenther. Se trataba de una buena noticia, ya que Charlie Guenther era quien de verdad había resuelto el caso Charles Manson. También había resuelto el caso de Gary Hinman, en esta ocasión para la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff y arrestado a dos psicópatas llamados Mary Brunner y Bobby Beausoleil. Después de matar a Hinman, éstos habían escrito «cerdo» y «político cerdo» en las paredes de la casa. En la escena del crimen del caso Tate-LaBianca habían aparecido leyendas similares. Guenther fue a buscar el expediente del caso al DPLA. Brunner y Beausoleil estaban en la cárcel a la espera de juicio cuando ocurrió el caso Tate-LaBianca. Guenther indicó a los agentes del DPLA que controlaran a los compañeros de aquellos, que vivían en el rancho Spahn Movie. No le hicieron caso. Por pura chiripa, varios meses después resolvieron el caso Tate-LaBianca.
Guenther estaba de vacaciones. Grimm le dijo a Stoner que se fuera acostumbrando a Casos No Resueltos y estudiara el expediente inicial del Cotton Club. Stoner hojeó expedientes viejos para captar la manera de funcionar del departamento. Algo lo condujo a Phyllis
Bunny
Krauch: fecha de defunción: 12/7/71.
Era un caso semifamoso. Un periodista se ocupó de él en su época. El caso de Bunny Krauch supuso una hecatombe en la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff.
Bunny West creció en el seno de una familia rica de Pasadena. A finales de los cincuenta se casó con un hombre llamado Robert Krauch y tuvo cuatro hijos con él. Krauch trabajaba de periodista en el
Herald
de Los Ángeles, uno de cuyos peces gordos era su padre.
Bunny Krauch era hermosa, cariñosa y patológicamente alegre. Robert Krauch era posesivo y tenía mal genio. Bunny caía bien a todo el mundo. Robert no caía bien a nadie.
A principios de los sesenta los Krauch se trasladaron a Playa del Rey. Compraron una confortable casa en primera línea de mar. Robert se creó mala fama. La gente lo consideraba un excéntrico. Se movía por Playa del Rey en bicicleta y emitía vibraciones hostiles.
Marina del Rey se había puesto de moda. Era un puerto con botes, yates y muchos bares y restaurantes, a poco más de un kilómetro de Playa.
El Charlie Brown's abrió en el 68. Era a la vez bar de autoservicio y parrilla, con clientela cambiante. Todas las camareras llevaban unos
tops
muy escotados y minifalda. El gerente era de los Lakers. Daba coba a los jugadores y sus chicas salían con ellos. El Charlie Brown's se convirtió en un centro frecuentado por astros del deporte.
Bunny Krauch obtuvo allí trabajo de camarera. Hacía el último turno y se iba poco antes de medianoche. Empezó a vivir separada de la familia, a un kilómetro de distancia de ésta.
No resultaba fácil trabajar en el Charlie Brown's. Las camareras siempre estaban esquivando a tíos que les querían meter mano. Cada noche las sobaban y tocaban.
El rey de los sobones era un tal Don. Trabajaba de fumigador. Era feo y había pasado de los cincuenta. Las camareras no lo soportaban. Se hizo amante de Bunny. Nadie se lo explicaba.
Don tenía veinte años más que Bunny. Era asqueroso. Era un sobaculos y un borracho.
El asunto duró tres años. Don y Bunny se veían en un motel de Admiralty Way. Se encontraban en Charlie Brown's y en otros restaurantes de Marina. No les preocupaba ser discretos. Las amigas de Bunny conocían el paño. Robert Krauch, no.
Robert se hizo una vasectomía. Bunny dijo que quería tomar la píldora. Le regulaba la menstruación.
Robert no entendía qué había podido ocurrir.
Bunny murió en su coche. Había aparcado en un callejón sin salida cerca del Charlie Brown's. Alguien la estranguló. Le ató dos servilletas del local alrededor del cuello y tiró de ellas. Apareció violada y sodomizada. Tenía el vestido subido y la blusa rota. Murió poco después de medianoche, tras salir del Charlie Brown's. Con el uniforme puesto.
La encontró un vigilante jurado. La Brigada de la Oficina de Homicidios del Sheriff se hizo cargo del caso.
Don contaba con una coartada. Robert Krauch dijo que en el momento del asesinato él estaba durmiendo en casa. Un testigo vio a un hombre en bicicleta cerca del lugar del crimen. Robert Krauch aseguró que no era él y que no tenía ni idea de que su mujer lo engañaba.
El vigilante era el principal sospechoso. Una mujer había denunciado que dos años atrás él y su primo la habían violado y sodomizado. Era su palabra contra la de ellos. La policía creyó en la de ellos. El caso se archivó.
Los detectives interrogaron al vigilante, quien negó haber violado y matado a Bunny Krauch. Lo sometieron sin éxito al detector de mentiras.
Se asignó al caso media docena de detectives. Varias docenas más trabajaron en él de forma voluntaria. El caso hizo furor en Homicidios. Contaba con el ingrediente de una hermosa víctima en un medio corrupto. Era
Laura
puesta al día en una época de promiscuidad. Todos los polis se sentían hechizados por Bunny Krauch. Querían encontrar al asesino y que le dieran bien por culo. Querían conocer a todas las chicas del Charlie Brown's. Querían poner Marina patas arriba.
Lo hicieron. Volvieron el Charlie Brown's del revés e interrogaron a todos los clientes que se hubieran sobrepasado con la muchacha siquiera una vez. Interrogaron a los jugadores de los Lakers y a las camareras que salían con ellos. Interrogaron a macarras y a tipos con antecedentes por delitos sexuales. Persiguieron el fantasma de Bunny.
Algunos bebían demasiado. Otros se enamoraron. Los hubo que se acostaron con mujeres decentemente. Unos pocos dieron el gran salto más allá del sexo y del asesinato y tiraron sus vidas familiares por la borda a cambio de mujeres a las que acababan de conocer.
Bunny Krauch echó un maleficio sobre la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff. Stoner la amaba por ello. Lamentaba que a otras mujeres les doliera. Él sabía mantener las cosas bajo control. Sabía mantener cerrado dentro de él lo que tenía con las mujeres.
Se enamoró locamente de Bunny. Deseó que los tipos que daban el gran salto supieran amar tanto como él.
Conectó bien con Charlie Guenther. A ambos les gustaba trabajar hasta el límite.
Leyeron el expediente del Cotton Club, juntos y por separado. Hablaron con el investigador que aún estaba vivo y fueron de inmediato al grano.
Todo empezó con la denuncia de la desaparición de una persona. El denunciante era la mano derecha de Roy Radin. Radin se alojaba en los apartamentos de un complejo hotelero de West Los Ángeles. El 13 de mayo del 83 salió del edificio con una traficante de cocaína llamada Laney Jacobs. Radin y Jacobs se habían peleado, pues ésta creía que aquél había ordenado a uno de sus camellos que le robara droga y dinero. Radin y Jacobs trabajaban para un ex productor llamado Robert Evans. Regateaban sobre el proyecto de la película
Cotton Club
. Era un tema mordaz.
Radin y Jacobs se habían encontrado para limar diferencias. Tenían previsto ir a cenar a La Scala, en Beverly Hills. Radin temía que le jugasen sucio. Le había pedido a un amigo, Demond Wilson, que siguiera la limusina de Laney. Wilson había sido actor; solía aparecer en la serie televisiva
Sanford and Son
.
Radin se marchó con Laney. Wilson le perdió la pista. Radin desapareció de la faz de la tierra.
El DPLA no encontró a Laney Jacobs. Bob Evans no sabía dónde estaba Roy Radin. La policía pensaba que Radin era un embaucador y que tarde o temprano aparecería. Las investigaciones se suspendieron.
Al cabo de cinco semanas Radin apareció muerto. Un apicultor encontró el cuerpo en lo alto de Caswell Canyon, cerca de Gorman. Se hallaba en avanzado estado de descomposición. En torno a él había fragmentos de casquillos del calibre 22. Alguien había metido un cartucho de dinamita en la boca de Radin después de que éste hubiese muerto. La explosión no le hizo perder los dientes. El forense logró identificar el cuerpo gracias a la dentadura.
Gorman estaba en el condado de Los Ángeles. Carlos Avila y Willy Ahn, de la Brigada de Homicidios de la Oficina del Sheriff, se hicieron cargo del caso.
En el DPLA estudiaron la denuncia de persona desaparecida. Calificaron a Laney de importante traficante de cocaína. Supieron que estaba liada con un guardaespaldas llamado Bill Mentzer. Localizaron a Jacobs en Aspen, Colorado. Decidieron no detenerla por el momento. No lograron localizar a Mentzer.
Pasaron los meses. Willy Ahn se puso enfermo. Supo que tenía un tumor cerebral que podía ser canceroso. No obstante, siguió trabajando en el caso. Carlos Avila comprobó el ordenador del DPLA y averiguó que Bill Mentzer era sospechoso de asesinato.
La víctima, una negra fea de ochenta kilos, se llamaba June Mincher. Casi todo el mundo pensaba que era un travestido o un hombre. Era prostituta, tenía una agencia de contactos y la extorsión no guardaba secretos para ella.
Estaba chantajeando a una familia adinerada. El nieto era una de sus víctimas. La familia contrató a un investigador privado llamado Mike Pascal para que le diera una lección. Pascal le encargó el trabajo a Bill Mentzer. Mentzer blandió la pistola ante June Mincher y un tipejo con que estaba follando en su apartamento. Mincher siguió presionando a la familia. La mataron a balazos el 3 de mayo del 84. Mentzer era el sospechoso número uno, pero no había ninguna prueba concluyente contra él.
Avila no encontró a Mentzer. Pasaron los meses, Avila trabajó en nuevos casos de asesinato y volvía al caso Radin cuando tenía algo de tiempo. Will Ahn estaba ya muy enfermo.
Un miembro de la Brigada de Narcóticos del DPLA llamado Freddy McKnight se fue de la lengua con un tipo de la Oficina del Fiscal del Distrito. McKnight dijo que tenía información interna relacionada con el caso Roy Radin. Estaba a punto de destapar un gran escándalo en la Oficina del Sheriff.
El tipo de la fiscalía de distrito telefoneó a Bob Grimm. Grimm telefoneó a su contacto en el DPLA y le dijo que presionase a McKnight. Éste acabó por ceder y les contó su historia a Grimm y a Avila.
McKnight tenía un confidente de nombre Mark Fogel. Tentó a Fogel con gran cantidad de cocaína de Laney Jacobs. Fogel poseía una empresa de limusinas. Bill Mentzer y un tipo llamado Bob Lowe conducían para él a tiempo parcial. Fogel dijo que Mentzer y Lowe estaban metidos en el caso Radin. Fogel se limitó a soplarle a McKnight que éstos tenían un gran negocio de coca entre manos: iban a pasar dos kilos por el aeropuerto de Los Ángeles. La droga pertenecía a Laney Jacobs. McKnight se dispuso a arrestar a Mentzer y Lowe en el mismo aeropuerto.
Avila se unió al equipo. La detención se produjo sin aspavientos. Les quitaron los dos kilos a Mentzer y a Lowe, que se negaron a hablar de la muerte de Radin. Enseguida salieron bajo fianza.
Mentzer y Lowe compartían un apartamento en el valle. Avila obtuvo una orden de registro. Encontró una foto de Mentzer y dos hombres desconocidos en el desierto. Se parecía al lugar en que se había descubierto el cuerpo de Radin. Avila encontró la documentación de un coche. El día de la desaparición de Roy Radin Laney Jacobs le había dado un Cadillac a Bob Lowe.
Avila visitó de nuevo la escena del crimen. Se trataba del lugar exacto que aparecía en la foto. Avila se la enseñó a sus testigos. Nadie conocía a los dos hombres que estaban con Mentzer.
Willy Ahn murió. Mentzer y Lowe se libraron de los cargos por tráfico de drogas gracias a un defecto de forma. Avila acudió al fiscal del distrito, quien leyó el resumen elaborado por el policía sobre el caso Radin y rechazó investigarlo. Dijo que se sostenía sobre pruebas demasiado débiles.