Roehuesos - Novelas de Tribu (8 page)

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Authors: Bill Bridges y Justin Achilli

Tags: #Fantástico

BOOK: Roehuesos - Novelas de Tribu
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Carlita contempló la multitud de nuevo y vio al padre Cisneros que la miró y asintió con la cabeza de tal forma que en cierto sentido reforzó la decisión de la joven.

—¿Qué dijo? —preguntó John Hijo del Viento del Norte.

—Veneró a Gaia y reconoció a Selene y dijo que todos nos hiciéramos Crinos —susurró Carlita a su manada reunida—. Para poder entendernos todos y parecer más duros y todo eso.

Uno a uno, los Garou presentes pasaron a la forma Crinos, una transformación salvaje que se realizó en un silencio muy poco habitual.

—El tiempo que tenemos es breve. La bestia se levanta y una manada debe enseñar de nuevo los colmillos con la esperanza de derrotarla. —Mientras Traga Fuego pronunciaba estas palabras, Carlita intercambió una mirada seria con Julia—. Ésta es la profecía de Antonine Gota de Lágrima; esta tercera manada debe triunfar allí donde las otras han fracasado. Aliento del Invierno, adelántate.

Un Garou de piel blanca salió de la primera fila con el cuerpo completamente marcado con cicatrices de batalla. Los adornos parecían nórdicos así que Carlita supuso que pertenecía a la Camada de Fenris. El lobo habló.

—Soy Aliento del Invierno, del clan Forja del Klaive. Os cuento ahora una historia que no es mía, sino que me fue contada por un testigo, el Galliard Mephi Más Veloz que la Muerte.

El Galliard de la Camada de Fenris contó la historia de la batalla que la manada de Mephi había librado contra los Danzantes de la Espiral Negra y de los horrores que acontecieron a sus compañeros de manada. El Galliard contó con orgullo una victoria que les había arrancado con esfuerzo la tribu Wyrm. Pero Mephi había escapado llevando consigo indicios de una horrible criatura que pronto proyectaría su sombra tenebrosa sobre ellos.

El Galliard también habló del río Tisza, que, según observó Mephi mientras él y su manada luchaban contra los Danzantes de la Espiral Negra en el mundo de los espíritus, se había desviado del curso de su equivalente físico. Algo había desviado el río pero ¿qué y con qué propósito?

También habló del destino de la segunda manada y de sus muertes valerosas luchando contra las nuevas y extrañas criaturas del Wyrm. Entre ellos estaba Mari Cabrah, que ahora estaba sumida en un coma que no podía curar nadie en el Forja del Klaive. Los enemigos habían ido en su busca, pero Mephi Más Veloz que la Muerte había corrido con ella escapándose por un puente lunar a no se sabía donde.

El Galliard se calló y luego empezó un lamento profundo que le salió desde el fondo de la garganta, un lamento que creció y se convirtió en aullido, la Endecha por los Caídos, rindiendo homenaje a las manadas caídas que habían muerto luchando contra Jo'cllath'mattric. A partir de ese aullido, Aliento del Invierno empezó una serie de cantos rítmicos que enfatizaban el hecho de que la profecía de Antonine Gota de Lágrima se había cumplido, no una vez, sino dos… y las estrofas terminaban con la sugerencia de Antonine de que haría falta una tercera manada.

Cuando el Galliard terminó, Traga Fuego habló de nuevo.

—Acontece ahora que la tercera manada debe ocupar su lugar en la profecía de Antonine. Miembros de la tercera manada, venid ante mí.

¿Qué quería decir? ¡Nadie le había dicho a Carlita que se preparara para algo así! Abrió mucho los ojos pero no tenía elección, ya que John Hijo del Viento del Norte, el muy imbécil, ya se estaba dirigiendo hacia el centro. Julia ni siquiera miró a Carlita, probablemente para no ofrecerle una salida compasiva y Ojo de Tormenta la siguió sin ruido.

Incómoda, con una timidez más propia de la adolescente humana Carlita que de su sangre lobuna, ella también se dirigió al centro de la nave. Tragó aire pero esperó estarse comportando con la suficiente dignidad para… pero bueno, joder, si sentía la sangre acumulándose en las orejas.

—¿Es esta la tercera manada? —Entonó una voz desde el fondo del consejo, obviamente sin poder creérselo.

—Estos cachorros van a morir seguro —dijo otra voz.

—Las profecías andan muy baratas —le siguió una tercera llena de sarcasmo.

Traga Fuego ahogó los comentarios de los detractores con voz atronadora mientras Carlita deseaba no estar en la forma Crinos. Tenía que luchar para contener la ira que la inundaba con demasiada facilidad cuando estaba en esa forma.

—Entre los Galliards reunidos, ¿recuerda alguno las historias anteriores sobre Jo'cllath'mattric? El nombre nos resulta familiar, pero no la historia de su derrota definitiva.

«
Eso
—pensó Carlita—,
so cabrones, no habléis tanto de que vamos a fracasar nosotros si vosotros no podéis cumplir vuestras propias obligaciones
».

—¿Nadie recuerda la historia? —rugió Traga Fuego—. ¿Los contadores de historias y los recitadores no logran recordar las palabras de sus versos?

Se adelantó una Garou con una mirada extraña en la cara. Carlita la había visto antes por la iglesia; era una de las residentes permanentes del túmulo, se llamaba Canción de Selene y era la Cantacuentos novata del lugar después de la muerte del anciano Cantacuentos anterior, que había pasado los últimos días de su vida buscando precisamente las historias que exigía Traga Fuego.

—¿Si se me permite hablar, jefe de clan? —Traga Fuego asintió—. Antes de fallecer mi mentor Rovio, me contó muchas de las historias que rodean a este túmulo, que su mentor le había contado a él y así sucesivamente durante muchas generaciones antes de nuestro nacimiento. Ahora todos sabemos, puesto que estamos aquí, que el clan de las Trece Penas ha sido siempre un lugar donde los Garou han venido a hablar, discutir sus diferencias y enterrar sus agravios. En estos tiempos modernos es muy sencillo coger simplemente un coche o un avión, pero no era ese el modo de hacer las cosas hace cientos de años. Cuando los Garou tenían que viajar largas distancias en aquel tiempo recurrían primero a la Umbra.

Se sucedieron los murmullos y los lamentos por toda la multitud. Carlita tenía una cierta sospecha de a donde iba a ir a parar todo aquello pero todavía no estaba totalmente segura.

—¿Qué estás diciendo, Canción de Selene? —preguntó Traga Fuego y Carlita creyó poder detectar una leve sospecha de orgullo en la voz del jefe de clan.

—No es algo nuevo para nosotros que varios puentes lunares confluyen en este túmulo. Algunos todavía permanecen abiertos mientras que otros han caído en desuso y otros se han olvidado por completo. Sin embargo creo que uno de los que no se utilizan llega cerca de la guarida de Jo'cllath'mattric; sé que va hacia el este y oigo el agua goteando cuando escucho cerca del punto de convergencia. Si son ciertas las antiguas leyendas, reposa cerca del río Tizsa.

—¿Y a qué túmulo lleva esta senda? —preguntó Traga Fuego.

—No estoy segura, pues es una senda que lleva mucho tiempo sin ser utilizada —respondió Canción de Selene—, pero si las canciones de los ancestros dicen la verdad, es un túmulo verdaderamente antiguo, en otros tiempos habitado por los Señores de la Sombra antiguos y que conocía su famoso pariente, el huno al que llamaban Atila.

Un murmullo de asombro recorrió a los reunidos y Carlita gruñó. ¿Qué película de estrenos de televisión era aquella? ¿Atila el Huno?

—Es más —dijo Canción de Selene—, se dice que es el legendario lugar donde se acumuló su tesoro, vigilado durante todos estos años por espíritus unidos por la obligación de esconder sus secretos de todos los que no pertenecían al clan de ese túmulo. Ni siquiera los Señores de la Sombra que todavía viven recuerdan mucho sobre ello y no están seguros de si estas historias son ciertas.

—¿Por qué no lo han investigado? —gritó alguien—. ¿Saben si es todo mentira?

Otros gruñeron y murmuraron que todo el asunto no era más que una fantasía sin un solo hecho que la apoyase, pero Traga Fuego los miró furioso haciéndoles callar y luego le hizo un gesto con la cabeza a Canción de Selene para que continuase.

—Podemos abrir un puente lunar hacia el centro viejo del túmulo, aunque no estoy muy segura de que sus espíritus le den la bienvenida a los que entren.

—Que así sea —dijo Traga Fuego—. Allí es donde debe ir la tercera manada, pues allí está el río Tisza, que lleva hasta Jo'cllath'mattric.

Carlita tuvo ganas de vomitar, no se sentía en absoluto preparada para soportar la presión que toda una sala de bien considerados Garou había puesto sobre sus hombros. Miró a sus compañeros de manada y vio que Julia compartía su misma consternación mientras que John Hijo del Viento del Norte sonreía, como si estuviera deseando sufrir una muerte gloriosa. No pudo leer la expresión de Ojo de Tormenta en la forma Lupus.

Grita Caos posó la mano sobre el hombro de Carlita.

—Recuerda la lección del Uktena, no luches contra la corriente, sino que debes guiarte por ella, donde quiera que te lleve.

—¿Ah sí? —dijo Carlita—. ¿Y cómo hago para no ahogarme?

Capítulo siete

Después de terminar el consejo todo el mundo salió en fila de la iglesia para volver a sus habitaciones o reunirse en pequeños grupos a susurrar entre ellos. Excepto Carlita, que se separó de su manada y se fue a dar un paseo por los jardines. Necesitaba aire libre y espacio, un tiempo sola para pensar en cómo enfrentarse a todo lo que estaba pasando.

Su primera reacción había sido de horror pero ya se estaba acostumbrando a todo aquello. Con cada nueva sorpresa que le esperaba detrás de cada esquina, las últimas semanas se habían unido en un solo contorno borroso. Le había resultado muy duro orientarse y acostumbrarse a la nueva situación (primero la envían a Nueva York y ahora aquí, a España) pero aquel consejo había sido la gota que había colmado el vaso, después de eso podía enfrentarse a cualquier cosa, ya no podía pasarle nada peor.

Mañana por la noche partirían hacia Tisza, hacia el dominio de Jo'cllath'mattric. ¿Cómo mejorar eso en el departamento de “mierda, no”? «
Imposible mejorar
—una pequeña sonrisa se le asomó a la cara—,
que me lo traigan, me lo cocino y me lo como para desayunar, comer, cenar y después de aperitivo de medianoche
».

Y con ese pensamiento se dio cuenta del hambre que tenía. Los monjes estarían en completas o en la cama y la cocina estaría prácticamente desierta; si bien los monjes eran un poco simples en lo que a comida se refería, Carlita estaba segura de poder encontrar en la alacena algo bastante más comestible que un whoper.

Se dirigió a la cocina volviendo sobre sus pasos por el jardín, y casi choca con Corre Hacia el Sol. Sorprendida, se puso en postura de defensa y ya estaba preparada para darle de un salto una patada en la cabeza antes de darse cuenta de quién era. Corre Hacia el Sol levantó las cejas como diciéndole «
Bueno, ¿qué vas a hacer?
», Carlita le dio un puñetazo travieso en el hombro.

—No deberías asustar a una chica —dijo—, nunca sabes qué te puede hacer.

—No estaba intentando pasar desapercibido —respondió el chico—. Tú estabas demasiado ocupada pensando, en lugar de mirar por donde ibas.

—Sí, bueno, perdona por eso. Nos vemos. —Carlita pasó por su lado tan deprisa como pudo pero se paró cuando sintió una de las manos del joven en el hombro.

—Oye, venía a buscarte —dijo—. Quiero disculparme por lo de ayer, en la verja. No sabía que eras tú.

—Sí, ya lo habías dicho. Bueno, vale, disculpas aceptadas. ¿Más?

El muchacho pareció sentirse herido pero no quitó la mano.

—No, hay otra cosa. Yo… yo sólo quería decirte que eres una chica muy valiente por hacer esto. —Quitó la mano y la levantó en señal de paz cuando la vio fruncir el ceño—. No quiero decir que no seas capaz, pero eres muy joven, eso no puedes negarlo. Esta amenaza… es demasiado grande para los jóvenes, no sé por qué os envían a vosotros pero parecen tener sus razones y ¿quién soy yo para ponerlas en duda?

Carlita le volvió a dar otro puñetazo juguetón.

—Sí, son los que más saben, ¿no? Mañana salvamos al mundo y volvemos a tiempo para el postre.

Corre Hacia el Sol sonrió.

—Menudo sentido del humor que tienes con lo que está pasando, lo admiro, pero no vine sólo para echarte piropos sino también para darte un consejo. Nuestra tribu es muy diferente en todo el mundo, quizá yo no sea como te esperabas, pero tú tampoco vas a ser lo que esperan otros. Europa del Este ve el mundo de una forma bastante pasada de moda, en ocasiones con bastantes prejuicios, sobre todo entre los Garou. Si hay algún Roehuesos en Serbia, trátalos bien pero ten cuidado. Han hecho muchos sacrificios para sobrevivir, algunos de ellos poco inteligentes.

—¿Así que me estás diciendo que vigile a los de nuestra misma clase? —Carlita se sentó en un banco cercano mirando a Corre Hacia el Sol con una mezcla de curiosidad e incredulidad.

—No, sólo prepárate para… las diferencias —dijo él sentándose a su lado—. En realidad, sospecho que tendrás que tener cuidado con todo el mundo, excepto con los Roehuesos. Hay una gran honestidad en la pobreza y no la astucia que van a emplear otros para proteger lo que es suyo.

Carlita asintió.

—Sí, supongo que eso es verdad, pero no siempre.

—La mayor parte de los Roehuesos de aquí tienen origen campesino, suelen crecer con unas creencias muy fuertes sobre lo que está bien y lo que está mal.

—Tampoco es tan diferente en América. Los puertorriqueños también saben de qué va eso.

—¿Eres puertorriqueña?

—No, soy americana, pero mi madre era puertorriqueña y yo crecí en un barrio puertorriqueño.

—Yo crecí en el campo, en Andalucía. Mi abuelo era anarquista durante la guerra civil, luchaba por la igualdad de clases.

—Supongo que todos tenemos que luchar nuestras propias batallas perdidas.

Corre Hacia el Sol sonrió pero era una sonrisa dolorosa.

—Sí, idealismo temerario, quizá; la utopía. Pero creo que mi abuelo tenía razón, yo creo que Gaia no ve clases sociales cuando mira a sus hijos, no importa lo que digan los Colmillos Plateados y los Señores de la Sombra.

—¿Tu abuelo era Garou?

—No, Parentela. No creo ni que lo supiera. Era un secreto familiar que sólo se desvelaba a los de linaje directo. La sangre Garou es por parte de mi madre.

—Que ironía.

Corre Hacia el Sol la miró confuso.

—¿El qué?

—Las diferencias entre los Garou y los humanos, eso también es una forma de diferencia de clases, ¿no?

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