Es cierto que casi nadie cree ya (¡afortunadamente!) que la masturbación produzca desórdenes mentales, acné, ceguera y el sinfín de innumerables males que se le suponían, pero todavía no se usa la palabra con entera libertad, ni se habla del tema abiertamente, ni se reconoce de manera natural su práctica. Hacer el amor con un@ mism@ continúa siendo, en muchos casos, un secreto inconfesable de la sociedad. Para Betty Dodson, directora de Terapias Sexuales de EE.UU, el objetivo es conseguir que la masturbación se considere como una forma primaria de expresión sexual. Precisamente finaliza el libro con un capítulo llamado: historias de masturbaciones, en el que se incluyen las cartas de personas que le relatan sus experiencias relativas a la masturbación. Este libro es, por tanto, una guía para conocer, sin culpa, ni vergüenza, a través de explicaciones claras, con lenguaje directo y llano, e ilustraciones de la propia autora el placer que proporciona uno de los últimos tabúes sexuales de nuestra sociedad: sexo para un@.
Betty Dodson
Sexo para uno
El placer del autoerótismo
ePUB v1.2
Superluper12.04.12
Titulo original en ingles:
Sex for one
Ilustraciones de Betty Dodson
1989 Edición en español
Traducción: Ana Botas
Primera edición ePub Abril 2012
Me dedico este libro,
porque sin el amor
que siento por mí misma
nunca lo hubiera escrito.
La masturbación es una forma primaria y natural del sexo. No es sólo una cosa de niños, o algo para las épocas solitarias entre un amante y otro, o para personas mayores que se han quedado solas.
Con el problema del SIDA cada día más patente, sería lógico pensar en la masturbación como la forma más segura del sexo. Pero hacer el amor con uno mismo sigue siendo el secreto inconfesable de la sociedad.
Antes se decía que el incesto era el último tabú; ahora, sin embargo, se usa la palabra con toda libertad. Incluso se han filmado películas sobre el tema. Pero, ¿por qué no se ha hecho una película sobre una mujer que aprende a llegar al orgasmo masturbándose y empieza a disfrutar del sexo con su pareja por primera vez? También sería muy educativo contar la historia de un hombre con problemas de eyaculación precoz, que se enseña a sí mismo a prolongar las erecciones mediante la masturbación y se convierte en un amante fantástico. Si se pusiera en práctica mi fantasía particular sobre la jubilación, cambiaría por completo la idea que se tiene sobre la tercera edad. Somos trece personas viviendo en comunidad. Cada luna llena nos reunimos delante de la tele para ver el último video pomo prohibido por el código moral. Después de hacer un té bien cargado, enchufamos nuestros vibradores y nos disponemos a pasar una tarde de orgasmos. Las mecedoras chirrían, los vibradores zumban y, de vez en cuando, uno de nosotros sonríe y mueve la cabeza después de uno especialmente bueno.
El rechazo de la masturbación es parte de la represión sexual. Desde la infancia hasta la madurez, la masturbación produce un sentimiento de vergüenza y de culpabilidad. Las personas que no mantienen una relación sexual consigo mismas son más fáciles de manipular. Yo creo que la clave para acabar con la represión sexual está en la masturbación; sobre todo para las mujeres que creen que son frígidas o que no saben con seguridad si están teniendo orgasmos con su pareja. Pero también para los hombres que no pueden Controlar la eyaculación precoz o que no logran llegar al orgasmo mediante la penetración.
Con la masturbación se aprende mucho sobre las reacciones sexuales, y se conocen los secretos del cuerpo y de la mente que la sociedad enseña a esconder. ¿Existe alguna forma mejor de entender lo que es el placer y cómo ser creativo en la cama? No hay que estar a la altura de nadie, ni satisfacer las necesidades de otro, No se tiene miedo a la crítica o al rechazo por haberlo hecho mal. La habilidad en la cama es como la habilidad en cualquier otra cosa: no se hereda por arte de magia, se aprende.
La masturbación es la primera actividad sexual natural. Con ella, las personas descubren sus sentimientos eróticos y aprenden a no avergonzarse de ellos ni de sus genitales. Es la mejor manera de ir conociendo el sexo y de desprenderse de viejos temores e inhibiciones. Para nosotras, las mujeres, es una forma de adquirir confianza y poder comunicarnos sin miedo con nuestros amantes. Cuando nos preguntan qué es lo que más nos gusta, tenemos que olvidarnos de la eterna mentirijilla: «Todo lo que me haces me gusta».
A finales de los «sexy años sesenta», durante mí evolución erótica, la masturbación sin complejos empezó a ser muy importante para mí. Como mi vida sexual pasó de cero a ser fantástica, quería que todo en mundo lo supiera. Empecé expresando mi alegría por medio del arte erótico. Luego, comencé a escribir artículos y a hablar de la liberación sexual de la mujer. En aquella época creía que las mujeres sufrían la represión sexual más que los hombres, y la masturbación como liberación se convirtió en mi argumento feminista. Enseguida me convertí en una experta en el tema, sobre todo porque nadie más quería hablar de ello en público.
Cuando empecé a conversar con las mujeres sobre la masturbación en mis Terapias Sexuales, me di cuenta de que eran necesarias unas sesiones dedicadas por entero al sexo. Lo siguiente que hice fue organizar una escuela de masturbación para feministas dispuestas a afrontar directamente una relación sexual Consigo mismas, además de la liberación sexual. En 1974, la revista
Ms
. publicó un articulo acerca de mis ideas sobre la masturbación. La reacción del público fue tan positiva que decidí publicar un librito en el mismo año, titulado
Liberating
Masturbation (La masturbación como liberación; reflexiones sobre el amor en solitario)
. Tuvo tan buena acogida que, de pronto, me di cuenta de que tenía un trabajo de jornada continua y no sabía como dejarlo. «Soy una artista con clase, no una artista pajillera», argumentaba. Pero comprometerse cotí una idea es como tener un niño: hay que darle amor incondicionalmente, incluso los días que más odiaba ser «la madre de la masturbación».
Todos los años renunciaba a enseñar masturbación en mis terapias y todos los años organizaba la escuela otra vez. Ser profesora de sexo sin ningún tipo de título académico era una osadía por mi parte, pero ¿dónde podría haberme licenciado en masturbación? Decidí que mi formación en Bellas Artes sería la excusa para estudiar la estética del sexo en solitario. A veces, me veía a mí misma como una artista en acción y mis escuelas me parecían simplemente una nueva forma de hacer arte. Otras veces, me veía luchando contra molinos de viento, y quería esconderme en mi estudio y que la gente se olvidara de mí para siempre. Pero después de catorce años dedicada a esta materia tan singular me he concedido un doctorado en Masturbación.
Antes estaba convencida de que la masturbación llevaba al sexo, pero ahora sé que la masturbación es sexo. La próxima vez que alguien te pregunte «¿Cuándo tuvo su primera experiencia sexual?», debería responder que su primer contacto con el sexo fue la masturbación, tío la primera vez que tuvo relaciones con alguien.
Me imaginaba que, en la década de los años ochenta,
masturbación
sería una palabra más de nuestro vocabulario y que estaría incluida en todos los programas de educación sexual del Bachillerato. Pero aquí estoy, todavía, intentando mentalizar al personal sobre el tema. Algunos de mis amigos me preguntar por que sigo insistiendo en lo mismo, si «hoy en día todo el mundo sabe que la masturbación no es nada malo». Sin embargo, la verdad es que todavía no se usa la palabra con entera libertad, ni se habla del tema abiertamente sobre todo cuando uno habla de su propia vida sexual. Es cierto que casi nadie cree ya que la masturbación produzca desórdenes mentales o verrugas; pero aunque la mayoría de los libros y artículos actuales sobre en sexo rechazan los viejos mitos sobre la masturbación, la condenan sutilmente al no hablar prácticamente de ella. Y lo peor es que se sobreentiende que la masturbación está bien para sustituir a algo mejor. Lo primero que hago cuando compro un libro sobre sexo es buscar el capítulo dedicado a la masturbación, para ver cual es la postura del autor al respecto.
La masturbación tiene muchos aspectos positivos y ayuda mucho a quien la practica: proporciona satisfacción sexual a personas que no consiguen encontrar pareja, es una solución para los adolescentes con ansias irreprimibles de sexo y evita embarazos no deseados. También es un buen remedio para las personas separadas y para las parejas, cuando uno de los dos está enfermo, cuando a uno no le apetece hacer el amor o cuando ninguno logra alcanzar el orgasmo mediante la penetración.
La masturbación también se puede hacer con otra persona o personas, como alternativa a la penetración. Es una parte muy importante de la actividad sexual de las parejas y una manera de apaciguar las prisas de los hombres. Proporciona satisfacción de una forma segura en los últimos meses del embarazo y alivia los dolores que produce la menstruación. Masturbarse es relajante y ayuda a conciliar el sueño. Y, por último, es la forma más segura de sexo, algo que se debería tomar en cuenta hoy día.
Hay que recordar que muchas personas no tienen una pareja estable, algunas porque así lo desean, otras porque están esperando que aparezca la persona apropiada y otras porque no tienen seguridad en sí mismas o tienen alguna tara física. Cuando alguien se separa después de un matrimonio muy largo, encuentra a veces dificultades para volver a establecer una relación duradera, pero sigue teniendo necesidades sexuales. Y lo mismo ocurre con las personas mayores, sobre todo una esposa o un marido viudos después de cincuenta años de matrimonio. Además de estos ejemplos, hay muchas personas que no tienen otra alternativa que la masturbación: aquellos que están en la cárcel, en residencias de ancianos o en instituciones psiquiátricas. El hecho de aceptar la masturbación puede cambiar la vida de muchas personas.
Otra razón por la que sigo insistiendo en lo mismo, y pidiendo al inundo entero que acepte el sexo en su forma más primitiva, es para aplacar las voces de grupos obstinados en tachar la masturbación de pecaminosa. La Iglesia Católica está a la cabeza de estos grupos. También está la minoría moral fundamentalista, que sigue aferrada a la doctrina de la culpabilidad sexual del Antiguo Testamento. (La historia bíblica sobre Onán desparramando su semilla ni siquiera se refiere a la masturbación, sino al coitus interruptus.) La oposición organizada contra la masturbación, igual que la oposición a la pornografía, es, en realidad, una oposición al placer sexual. Tener marcha se considera antisocial, cuando lo que es verdaderamente antisocial es estar reprimido.
Cuando estaba en Bachillerato, obsesionada con el sexo y con la cabeza llena de mitos románticos, creía que el acné que tenía era por abusar de la masturbación, y no sabía nada acerca de los métodos anticonceptivos. Era una víctima potencial de la represión sexual. ¡Qué distinto hubiera sido todo de haber tenido una profesora de Sexualidad en el colegio! Me imagino su primera charla: «El sexo cambia a lo largo de la vida. Después del sexo ardiente y romántico, que es lo único que sois capaces de entender ahora, llega la dulzura del Sexo con el matrimonio, luego el misticismo de la procreación, y finalmente, la comodidad o aburrimiento del sexo monógamo a largo plazo. Casi todos vuestros matrimonios terminarán en divorcio, tendréis otra etapa de sexo ardiente y romántico, y podréis empezar el ciclo de nuevo. Las lesbianas y los gays seguirán una evolución parecida. Algunos quizá estudien el sexo en profundidad y experimenten la bisexualidad o el sexo en grupo, olvidando normas y convencionalismos. Pero, ¡tomad nota!: el sexo más duradero es la relación amorosa con uno mismo. La masturbación siempre será parte de nuestra vida; durante la infancia, la adolescencia, en noviazgo, el matrimonio y el divorcio, y durante la tercera edad».