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Authors: Betty Dodson

Tags: #Autoayuda, Ensayo, Erótico

Sexo para uno (6 page)

BOOK: Sexo para uno
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¡Lo más importante es que les hacia reír! Nos reíamos durante horas, semana tras semana, mes tras mes. Estaban horrorizadas, divertidas, avergonzadas, picadas por la curiosidad y, al final, muy agradecidas. Descubrí que la mayoría tenía orgasmos a escondidas gracias a la masturbación y simulaba que los tenía en la cama. Antes de dejar el grupo, compré una caja de vibradores eléctricos y los repartí, asegurándoles que a los hombres les gustaban las mujeres marchosas. Algunos de los vibradores terminaron en el fondo de un armario, pero las mujeres valientes convirtieron la masturbación y el vibrador en una parte de sus vidas.

La represión sexual femenina no iba a desaparecer de un día para otro sólo porque yo quería que desapareciera. Me uní a la revolución más larga de la historia —la liberación de la mujer. En 1920 se nos permitió votar, y de pronto estábamos luchando por la igualdad de derechos. Todo iba tan despacio que me pareció que 1973 era el momento adecuado para empezar a reivindicar la igualdad de orgasmos. Me daba mucho miedo dejar mi carrera artística para convertirme en una profesora de sexo, pero a la vez me hacía ilusión. Lo único malo era que no tenía ningún título. ¿Cómo iba a dar clases sin título? Entonces me acordé de que mi experiencia como mujer era suficiente. Únicamente tenía que reunir a las mujeres y lo demás vendría a continuación.

Las imágenes genitales

Cuando tenía diez años me entró curiosidad por como era yo
por ahí abajo
. Una tarde que no había nadie en casa, cogí un espejo de mi madre y fui a mi cuarto. Entraba mucho sol por la ventana y vi claramente mis genitales infantiles. Me quedé horrorizada. Tenía una cosa colgando, como lo que tienen los pollos en el cuello. Inmediatamente maldije la masturbación e hice un trato con Dios. Si Él hacía que desaparecieran esas cosas que tenía colgando, prometería dejar de toquetearme, ordenaría mi cuarto y sería buena con mis hermanos pequeños.

Después de unas semanas de abstinencia examine mis deformidades genitales otra vez. Esta vez lo hice con más detenimiento y me di cuenta de que tenía el labio menor izquierdo más pequeño que el derecho. Decidí cambiar de lado y seguir toqueteándome basta que los dos estuvieran iguales. Después, lo dejaría para siempre. Durante el resto de mi infancia, y hasta la madurez, me masturbé con el dedo en el lado izquierdo de mis genitales. Mis labios menores no se igualaron, ni se cayeron. Nunca le conté a nadie lo de mi deformidad. Era otro defecto más de los muchos que tenía, y durante mucho tiempo me sentí muy incómoda con mi cuerpo.

A los treinta y cinco años seguía teniendo una mala imagen mental de mis genitales. En el pasado
me había tirado
a muchos hombres, pero estaba demasiado incomoda para tener un orgasmo. No me parecía muy higiénico que alguien me chupara los genitales. Además, me lo vería todo. Si algún amante me hacia sexo oral enseguida le hacía volver a la postura
normal
.

Después de divorciarme estaba dispuesta a probarlo todo, Blake me enseñó el sexo oral, y descubrí que no era sólo un sustituto de algo mejor. Mis orgasmos eran mucho más intensos. Un día, después de un clímax muy profundo, me dijo: «Tienes un coño precioso. Déjame que te vea a la luz». Se puso las gafas, y casi me muero. Enseguida dije: «Preferiría que no lo hicieras». Y pensé que esto sólo se le ocurriría a un loco pervertido. Me preguntó qué problema había, y me puse colorada. Le confesé que me había estirado los labios menores. Me miró perplejo. Luego me abrazó y me dijo: «Cariño eres perfectamente normal. Hay muchas mujeres como tú. Y te diré aún más, es mi estilo favorito».

Tuve suerte de que fuera experto en genitales femeninos. Se fue directo hacia un armario y volvió con un montón de revistas porno que trataban sobre los distintos tipos de genitales femeninos, con su correspondiente término en argot. Me quedé sorprendida, pero me interesaba bastante. Debía ser humillante para estás mujeres posar con liguero y medias de rejilla, enseñándolo todo. A pesar de ello, empecé a mirar las fotos y, efectivamente, había una vulva como la mía, y otra, y otra. Estuvimos viendo varias revistas juntos y aprendí mucho sobre el aspecto de los genitales femeninos. ¡Qué alivio! Aquel día descubrí que no era fea ni deforme. ¡No me lo podía creer! Todos los años que estuve yendo al psicoanalista no me habían ayudado a sentirme a gusto con mi cuerpo. No me extraña que no me gustara el sexo oral y que siempre quisiera hacer el amor a oscuras. Después de pasar media hora viendo revistas porno, cambió mi actitud hacia el coño.

Al poco tiempo pinté mi primer autorretrato genital. Mientras posaba para mí misma delante de un espejito, me di cuenta de que durante todos los años que había pintado desnudos, los genitales femeninos no habían sido más que un triángulo de pelo. Era otro ejemplo más de mi ignorancia sobre el sexo y sobre mi propio cuerpo. Hubiera sido todo muy distinto en mi evolución sexual si hubiera podido ver dibujos bonitos de los genitales de personas adultas en un libro sobre el sexo.

Nunca me había gustado la palabra
coño
. Se utilizaba siempre en un sentido negativo. Cuando los hombres la usaban enfadados, me daba asco y miedo. Pero cuando un amante la decía con pasión, me parecía muy sexy. Casi todas las mujeres decían
vagina
, pero científicamente la vagina es lo que une los genitales exteriores con el útero. Sería más correcto usar la palabra
vulva
, que abarca los labios mayores y los labios menores, y entre ellos se abren la uretra y la vagina. Pero suena como una marca de coche: «Mi vulva es muy rápida». También se puede decir
pudenda
, pero es un poco excesivo «Mi pudenda pedante». Aunque me gustan mucho los animales, la palabra
conejo
tampoco me parecía la más adecuada. No me quedaba más remedio que decir
genitales femeninos
, a no ser que me decidiera a usar la vieja palabra
coño
. Un día que estaba muy inspirada, me puse delante del espejo y repetí en voz alta: «Coño, coño, coño....», como cien veces hasta que me entró la risa. Al final dejó de tener un sentido negativo. Y para continuar con el proceso de aceptación de mis genitales empecé a usar esta palabra.

En 1973 empezamos a planear la primera conferencia del NOW sobre la sexualidad femenina. En una de las primeras reuniones que tuvimos, una amiga me preguntó: «¿Qué te gustaría hacer en la sesión plenaria?» Contesté sin vacilar: «Quiero poner unas diapositivas para feministas con el conejo partido». Todas se echaron a reír. Tuve que explicar que era argot porno y que se refería a un determinado tipo de vulva. Una de las mujeres dijo que le parecía un término muy machista. Le aseguré que se me ocurriría uno mas adecuado y que traería las diapositivas. En el primer borrador de la conferencia, ésta se llamó
La creación de una estética para los genitales femeninos
, que es una manera fina de decir
Hay que cambiar la actitud hacia el coño
. Me daba lo mismo cómo se titulara. El caso es que me dejaran hacerlo.

Empecé a llamar a mis amigas para pedirles que posaran para la primera pornografía feminista. Reaccionaron todas muy bien, y alrededor de veinte mujeres y dos fotógrafas se encontraron en mi piso. Era una reunión fantástica. Las luces y la cámara estaban colocadas en el dormitorio. Las mujeres estaban charlando en el salón, mientras se recortaban el bello púbico de diferentes formas para los retratos de sus coños. Nos turnamos para posar con nuestros genitales en una posición natural, luego con los labios mayores abiertos, y una enseñando el clítoris. Después, cada una de nosotras tenía un espejo, y teníamos que poner nuestros genitales de la forma que más nos gustara.

Se oían toda clase de
huuus
y
haaas
, y comentarios como: «Qué bonito». «Mira qué textura, parece una perla», y «Qué color tan exquisito». De vez en cuando se oían aplausos, cuando una mujer exponía sus genitales con un arte especial. Empezamos a ver formas y dibujos, y a asociarlos con la naturaleza: una concha, una flor, una piña, una orquídea e, incluso, la barba del pollo (ahora encuentro que los pollos son muy sexy). Descubrí que había diferentes estilos: el coño clásico con mucha simetría, un estilo barroco con pliegues complicados y cortinajes, el coño gótico con arquerías, y el danés moderno con trazos sencillos. Había muchos coños con forma de corazón. Cuando nos dimos cuenta de que el dibujo de un corazón era igual que los genitales de una mujer cuando se abren los labios exteriores, cambió para nosotras todo el simbolismo del corazón.

Descubrimos que había una enorme variedad de clítoris —desde perlas pequeñas como semillas hasta joyas de un tamaño considerable. En el diccionario, el término
phallus
se refiere tanto al pene como al clítoris. Estábamos cambiando nuestra imagen de eunuco a la de mujer fálica. También existía una gran variedad en la distancia entre el clítoris y la apertura de la vagina. Una mujer que tenía el clítoris muy cerca de la vagina decía que podía alcanzar el orgasmo sólo con la penetración. Creí que tenía las bases para una nueva teoría, hasta que otra mujer con las mismas características dijo que siempre necesitaba estimulación en el clítoris para tener un orgasmo. Había una mujer que no conseguía que sobresaliera su clítoris. Estaba convencida de que no tenía hasta que se apretó con los dedos a ambos lados. Sólo se veía la punta de su tímido clítoris. Pero funcionaba igual de bien que cualquier otro.

La apertura de la vagina no era en absoluto un agujero, sino pequeños pliegues rosas que adoptaban formas diferentes en cada mujer. Nos fijamos por primera vez en las diferencias del bello púbico. Algunas mujeres tenían unas matas oscuras y fuertes, y otras lo tenían fino y escaso. Una mujer se lo afeitó y se convirtió en nuestro
coño futurista
, Sus genitales eran fuertes y bonitos. La variedad de color iba del rosa pálido al marrón oscuro, y una mujer tenía el coño bicolor. Sus labios menores eran marrón oscuro rodeados de un color rosado. Otra mujer, que tenía unos genitales muy oscuros y un bello púbico negro, decía que su marido la llamaba
la orquídea negra
.

Mantuvimos conversaciones muy animadas durante toda la tarde. También hubo instantes de silencio en los que nos quedábamos todas pensativas. En un momento, cerré los ojos y vi todos los coños exquisitos, uno detrás de otro, en mi mente. Estábamos formando nuestras propias imágenes genitales —no la versión masculina de los
conejos
y los
chochos
, sino la versión femenina de la flor de loto abriéndose para la nueva era de Acuario.

Enseñé las diapositivas a mas de mil mujeres en la conferencia del NOW. Al final, cuando se encendieron las luces, hubo una ovación larguísima. Se me puso la carne de gallina, mientras tenía un orgasmo emocional con aquella multitud de amantes. Después de ese día muchas mujeres me contaron experiencias muy positivas. Hubo varias que me dijeron que sentían que habían cambiado de una forma drástica después de ver las diapositivas. Otras me contaron que ellas también habían creído que eran deformes durante mucho tiempo. Una mujer le pidió un aumento de sueldo a su jefe, ¡y lo consiguió! Al cambiar de actitud hacia su coño, había cambiado también la imagen que tenía de sí misma y pensaba que se merecía más dinero.

Un año después hice una serie de dibujos a tinta sobre las diapositivas para mi libro
La masturbación como liberación
, y la incluí en la exposición de las diapositivas, junto con un dibujo de una concha, otro de una orquídea, y un collar de un coño de jade. Me parecía que era una información visual importantísima para las mujeres, y me obligué a mí misma a decir que sí siempre que me pidieran que diera una conferencia. Viajé por todo el país con mi colección de diapositivas de los clítoris sagrados de las sacerdotisas del templo, o el conejo partido, según el punto de vista de cada uno. La diferencia entre erotismo y pornografía está en las personas que lo ven. Enseñé mis diapositivas de los genitales femeninos en Nueva York, New Jersey, Connecticut, Florida, Kansas, Colorado y California. Universitarios, grupos de mujeres y profesores de sexualidad tuvieron la oportunidad de cambiar su actitud hacia el coño. Me parecía que había reivindicado la palabra
coño
después de nombrarla mil veces con amor desde los diferentes escenarios —Germaine Creer fue el primero en utilizar el término en un articulo que leí en el año 1969, titulado «Ama a tu coño, mujer».

A finales de los años setenta, las imágenes genitales femeninas empezaban a ser un tema importante en el arte hecho por mujeres. Hasta entonces, las flores que pintaba Georgia O’Keeffe eran sólo eso, flores. Ella misma negaba que sus cuadros de temas florales fueran representaciones de vulvas. Entonces, Judy Chicago y compañía revolucionaron el mundo del arte con
La cena
. La mayoría de los treinta y nueve platos de cerámica que diseñó tenían un dibujo de un coño precioso. Muchas mujeres me mandaron diapositivas de sus cuadros de coños, incluyendo autorretratos genitales inspirados en mis dibujos a tinta. También recibí una pieza preciosa de cristal, que representaba el dibujo del coño que salió en la tapa de mi libro
La masturbación como liberación
. Llegó un momento en el que pensé que se acabarían haciendo sábanas y toallas con dibujos de coños. Una amiga mía, que era diseñadora, fabricó un papel pintado para decorar con vaginas, pero nunca lo vendió. Lo que sí tuvo bastante éxito fueron las joyas con temas genitales. Preciosos coñitos y pollas hechos de plata, oro, cristal y cerámica adornaban orejas, dedos y cuellos. Yo incluso me compré un trapo de cocina con un coño adorable en el medio.

En la universidad, algunos libros de texto sobre el sexo han incluido el tema de las imágenes genitales, y se discuten las diferencias entre las formas femeninas y las masculinas. Pero se ha hecho muy poco en el Bachillerato, donde más falta hace, sobre todo ahora que los jóvenes se desarrollan tan deprisa sexualmente. El mundo será más civilizado y humano cuando las bellas imágenes genitales y la actitud positiva hacia la masturbación formen parte de la educación de todos los jóvenes. Pero, a pesar de ello, hay ciertos avances. El otro día vi a la hija de una amiga con una chapa rosa que ponía VIVA LA VULVA.

Si todas las personas crecen con una imagen positiva de los coños y de las pollas, no creerán que son deformes. Es importante, sobre todo, que las mujeres vean imágenes genitales que incluyan el clítoris. Si la mujer entiende el papel que juega el clítoris en el placer sexual, le puede enseñar a su amante a estimularía para llegar al orgasmo.

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