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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Valiente (4 page)

BOOK: Valiente
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Su propia formación era un desbarajuste, pero en aquel momento no tenía tiempo para ponerse a ordenarla. Tenía ventaja sobre la fuerza perseguidora síndica que los había seguido hasta Ixion, y no quería que los navíos de combate enemigos dañados y los que ayudaban en las reparaciones escapasen.

Como si le leyese la mente, Desjani señaló las representaciones de las naves de reparación enemigas.

—Las evaluaciones preliminares indican que van bastante cargadas. No podrían escapar demasiado rápido ni aunque se separasen de las naves en las que están realizando las reparaciones.

—Es una lástima que nuestras auxiliares sí puedan ir rápido por estar vacías —comentó Geary. Entonces, ambos se miraron como si se les ocurriese la misma idea—. ¿Tenemos posibilidades de alcanzar esas naves síndicas intactas? No podemos utilizar los recambios que hayan fabricado, pero si tienen materias primas a bordo, podemos transferirlas a nuestras naves auxiliares.

Desjani, pensativa, se frotó la nuca con una mano.

—Los síndicos podrían programar los núcleos de energía para que se sobrecarguen una vez hayan abandonado la nave. Teniente Nicodeom —dijo hacia uno de los consultores—, usted es ingeniero, ¿cree que harán saltar por los aires las naves de reparación cuando establezcamos contacto?

El teniente frunció el ceño durante un instante mientras miraba su visor.

—Se hace explotar una nave sobrecargando los núcleos cuando se considera que recuperar la nave es muy poco probable, capitana. Nosotros, por mucho daño que causasen, no lo haríamos en un sistema que controlamos. Por lo que sé, los síndicos siguen esa misma política.

—¡Y este es un sistema estelar síndico! —Desjani miró a Geary, entusiasmada—. Abandonarán las naves en cuanto les disparemos, pero las dejarán intactas. Saben que no podemos quedarnos en el sistema, así que querrán recuperarlas cuando nos vayamos, y además no saben que pretendemos saquearlas. Lo único que tenemos que hacer es asegurarnos de que no se den cuenta de que vamos a por las naves de reparación que están intactas hasta que tengamos a mano tantas como necesitamos.

—Está bien. —Geary intentó calmarse. Parecía demasiado bueno para ser verdad, aunque seguía sin ser fácil conseguirlo—. Podemos mandar a la mayoría de los destructores y de los cruceros ligeros contra las naves síndicas dañadas de forma independiente, y por otra parte enviar a los acorazados y a los cruceros de batalla hacia las naves de reparación y las dañadas que las acompañan. Algunas de las dañadas podrían tener todavía una potencia de artillería destacable si consiguen activar sus sistemas de combate antes de que los interceptemos. No obstante, también tenemos que atacar a la flotilla síndica que está operativa, situada a treinta minutos si nos damos prisa, por lo que... —Entonces se dio cuenta de algo—. No hay nadie en la puerta hipernética. Los síndicos han sacado de allí a la flotilla que la custodiaba.

Desjani contuvo el aliento.

—¿Podríamos...? No, no seremos capaces de llegar a la puerta antes que sus naves de guardia. Todavía no nos han visto. —Y no lo harán hasta que la luz procedente del punto de salto los alcance en unos veintiséis minutos—. Pero cuando lo hagan, seguirán teniendo una gran ventaja.

—Eso me temo —dijo Geary. En condiciones normales, una puerta hipernética enemiga no sería una opción, puesto que era imposible usarla, sin embargo el
Intrépido
transportaba una llave hipernética síndica que les había proporcionado un supuesto traidor enemigo que había ayudado a atraer a la flota de la Alianza a las profundidades del espacio síndico y a emboscarla en su sistema nativo. El enemigo, a sabiendas de que no podían dejar que la flota de la Alianza volviese a casa con la llave, había demostrado estar dispuesto a destruir sus propias puertas hipernéticas con tal de que la Alianza no pudiese utilizarlas.

Aquello no solo era decepcionante, sino también muy peligroso.

—Aunque podríamos correr el riesgo —añadió Desjani—. Si finalmente no conseguimos evitar que destruyan la puerta, podríamos soportarlos. Los escudos pudieron resistir casi sin problemas la descarga que produjo la explosión de la puerta de Sancere.

Geary negó con la cabeza.

—Una nova, capitana Desjani —dijo en voz baja para que solamente ella lo escuchase. Ella hizo una mueca y asintió con la cabeza. Según los mejores cálculos de los que disponían, la energía resultante de la explosión de una puerta hipernética podía variar entre nada en absoluto y el equivalente a una nova, es decir, una estrella explotando. Ninguna nave podría sobrevivir a eso, ni siquiera escapar—. No, ir a la puerta no es un objetivo realista.

Todavía no le había dicho que la flota de la Alianza podría ver modificado su destino una vez que estuvieran en el sistema hipernético síndico. Ni a ella ni a ninguno de los capitanes. No podía seguir así. Algunos de sus oficiales, incluyendo a Desjani, tenían que saber que había otros enemigos en su contra además de los síndicos.

—Disponemos de poco tiempo para hacer muchas cosas antes de que nuestros perseguidores síndicos lleguen desde Ixion. Tenemos que acabar con el grupo grande de naves dañadas y auxiliares, eliminar tantas naves síndicas de otro tipo como nos sea posible, reabastecer nuestras naves auxiliares con lo que tengan las suyas, proteger a las nuestras ante cualquier intento desesperado del enemigo de contraatacar, y...

—Eso parece suficiente para empezar, ¿no? —dijo Desjani.

Su flota, que en aquel momento era una masa desordenada de naves, trepaba por el espacio que había entre el campo de minas y el punto de salto situado tras él, moviéndose a solo cero con cero cinco c. En el espacio no hay arriba o abajo, claro está, pero los humanos necesitan esos conceptos para orientarse. Hacía ya mucho tiempo que se había convencido de que la dirección sobre el plano era ascendente, y bajo el plano, descendente, hacia la estrella principal era estribor, y en dirección opuesta, babor. Esas convenciones eran el único modo de dar órdenes a las naves de modo que entendiesen lo que quería decir.

Para cuando la flota llegase a un lugar en el que pudiese acelerar hacia el enemigo, debería haber emitido ya las instrucciones del rumbo de cada nave. Tenía que organizarlo todo improvisando... ¿Por qué tenía que ocuparse de todo él solo? ¿Por qué no confiar en una oficial de la que sabía que hacía bien su trabajo, y a la que había visto trabajar durante meses?

—Capitana Desjani, ¿podría organizar el plan de los destructores y de los cruceros ligeros mientras yo me ocupo de las naves pesadas? Necesitamos que los grupos sean capaces de alcanzar tantas naves de reparación síndicas como sea posible al mismo tiempo.

La cara de la capitana se iluminó y asintió con la cabeza al instante.

—Ahora mismo, señor. Sincronizaré los visualizadores para que podamos coordinar los movimientos mientras los planeamos.

Se inclinó hacia delante y examinó su pantalla. Poco después sus manos comenzaron a volar sobre los paneles.

Geary se centró en su visor e intentó ver dónde se encontraban los cruceros pesados, los acorazados y los cruceros de batalla, a dónde tenían que dirigirse, y cuándo tenían que llegar. Las divisiones estaban mezcladas, lo cual complicaba el asunto, y muchas de las naves todavía estaban limitadas en lo que se refería al combate dado el daño sufrido la última vez que estuvieron en Lakota. Prácticamente todas tenían los sistemas de propulsión totalmente operativos, pero incluso con la experiencia que tenían preparando coreografías de movimientos navales, nunca habría conseguido organizar aquel maremágnum en el tiempo del que disponía si no hubiera sido por la ayuda que le prestaban los sistemas de navegación, que le ofrecían vías de interceptación en cuanto señalaba una nave y su objetivo. Mientras realizaba esta tarea, aparecieron los avances del trabajo de Desjani con los cruceros ligeros y los destructores, y al final se encontró adaptando sus planes a los de ella, al igual que ella hacía con los suyos.

—La Audaz está con el grupo grande de naves de reparación y naves dañadas —dijo Desjani rápidamente—. Bueno, lo que queda de ella.

Por lo que Geary pudo ver en los detalles, no quedaba demasiado. Los sensores ópticos de la flota eran lo suficientemente sensibles como para rastrear pequeños objetos a lo largo de un sistema estelar y podía ofrecer sin problemas una imagen nítida de un objeto a tan solo diez minutos luz de distancia. Dado que tenía todos sus sistemas de control y de combate destruidos, y que la forma de su casco estaba desfigurada por el brutal daño sufrido, los sensores habían tardado un poco en reconocer aquella mole como una nave de la Alianza. Aquel acorazado, uno de los tres que habían formado parte de la retaguardia que posibilitó la escapada del resto de la flota, estaba machacado. Su poderoso casco había recibido tantos impactos que parecía que el metal había sido destrozado por algún tipo de lluvia ácida y abandonado para que se desintegrase. Ya fuese durante el combate, o después de él, todas y cada una de las unidades de armamento de la Audaz habían sido destruidas, y aparentemente no quedaba tampoco ninguna unidad de propulsión operativa. Sin embargo, estaban llevando a la nave de la Alianza con ellos

—¿Qué hacen? ¿Por qué se llevan a la Audaz con ellos?

Desjani frunció el ceño, y un momento después lo relajó.

—La están utilizando como prisión. ¿Ve? Hay calor y pequeñas fugas de aire, lo que significa que los síndicos han sellado algunos compartimentos para que sean habitables. Apostaría a que la Audaz está abarrotada de prisioneros de guerra de la Alianza. Seguramente los están utilizando para las labores pesadas en las reparaciones de las naves síndicas.

—Joder. —Tenían que ajustar el plan; modificarlo para recoger también lo que quedaba en el acorazado de la Alianza antes de que...—. Tanya, ¿cree que harán explotar los núcleos de energía?

Ella asintió con expresión sombría.

—Nosotros lo hemos hecho. Ellos lo han hecho. Seguramente ya se están preparando para volver a hacerlo.

Entonces no había nada que perder. Una de las cosas que más le habían impactado había sido ver al personal de la Alianza preparar a sangre fría asesinatos en masa de prisioneros de guerra haciendo explotar los núcleos de energía mientras todavía estaban a bordo. Esa flota, su flota, no volvería a hacer algo así, pero, por lo que Geary sabía, no había tenido lugar ningún cambio del estilo en los síndicos. No debería tener miedo de darle a los síndicos una idea que seguramente ya tenían en mente. Geary dejó de hacer lo que estaba haciendo y manipuló los controles de comunicaciones.

—A todo el personal de los Mundos Síndicos del sistema estelar Lakota. Al habla John Geary, comandante de la flota de la Alianza. Quedan advertidos de que si matan mediante sobrecarga de los núcleos o cualquier otro medio atroz a alguno de los prisioneros de guerra localizados a bordo de la Audaz o en cualquier otra nave o ubicación, me aseguraré de que cada nave, transbordador o cápsula de los Mundos Síndicos de este sistema sea destruido. Dejen con vida a los prisioneros, y les prometo por mis antepasados que les permitiré escapar. Mátenlos, y les juro por los mismos que morirán del modo más doloroso posible.

El mensaje tardaría unos diez minutos en llegar a la formación que contenía a la Audaz, poco después de que los síndicos viesen la luz que anunciaba la llegada de la flota de la Alianza. Con suerte sería en poco tiempo.

—Eso debería ponerlos sobre aviso —dijo entre dientes Desjani, con los ojos de nuevo sobre el visor y las manos moviéndose a toda velocidad sobre los controles.

Geary se concentró en su trabajo, asegurándose de cubrir también los restos de la Audaz. Parecía que la tarea no se terminaba nunca. Los grandes arcos que trazaban las maniobras en el visor se intercalaban hasta formar un intrincado baile. Pese a que le había llevado solo unos segundos planear los movimientos de todas aquellas naves, era la impresión que le daba.

—Hecho —exclamó Desjani. Geary manipuló el último de los cruceros pesados, estudió la solución que le ofrecía el sistema, y asintió con la cabeza.

—Yo también. Repasemos mutuamente los planes, ¿vale? Asegurémonos de que tanto los navíos pesados como los ligeros están sobradamente coordinados como para apoyarse si fuese necesario.

—Estoy en ello, señor.

Observó su trabajo y el de Desjani, y vio los esbeltos arcos que proyectaban los cursos de las naves atravesando el espacio, y que en conjunto formaban una bella imagen que velaba sus funestas intenciones. El movimiento de los destructores y de los cruceros no coincidía exactamente con el curso de las naves más pesadas, pero todo parecía funcionar y se podía arreglar en el tiempo necesario para establecer contacto con el enemigo. Geary se preguntó si Desjani no lanzaría sin más a las naves sobre el enemigo, pero había coordinado cada movimiento de forma que operasen al unísono organizadas en formaciones improvisadas con las que se intentaba maximizar las capacidades para el combate de cada una de ellas. Estaba claro que Desjani no solo había visto cómo dirigía Geary a la flota, también había aprendido de ello. En conjunto, su trabajo había aprovechado al máximo la nueva disposición de la flota, puesto que había dividido aquella masa informe de naves en unas doce subformaciones, cada una de ellas centrada en, por lo menos, una división de cruceros de batalla o de acorazados.

—Está bien, bastante bien, de hecho.

—Por aquí igual, señor.

—¿Ha reaccionado ya la fuerza defensiva síndica?

—Todavía no, y no lo harán hasta dentro de otros... diecinueve minutos.

Era extraño pensar que solo habían pasado once minutos desde que llegaron al sistema estelar Lakota. No había forma de contrarrestar una reacción que aún no se había producido, y esperar a ver lo que hacían los síndicos seguramente sería un error puesto que cada minuto era crítico. Entonces Geary volvió a presionar los controles.

—A todas las unidades de la Alianza, al habla el capitán Geary. Se les están transfiriendo en estos precisos instantes las órdenes de maniobra del plan que vamos a seguir. Ejecútenlas en cuanto las reciban. Es fundamental que tomemos el control de todas las naves de reparación síndicas que sea posible antes de que se den cuenta de que pretendemos capturarlas y no destruirlas, por lo que todas las naves que se ocupen de esta tarea deben aproximarse tanto como sea posible antes del límite marcado. También es básico que no produzcamos accidentalmente una explosión del núcleo en ninguna de las naves de reparación síndicas. Creemos que hay prisioneros de la Alianza a bordo de los restos de la Audaz, por lo que deben asegurarse de no abrir fuego sobre ella. Las demás unidades, intenten infligir el máximo daño posible a cualquier enemigo que se ponga a tiro. La idea es que queden en tan mal estado para ser rescatados como sea posible. Usen tantas lanzas infernales como puedan, y empleen el resto de munición solo cuando sea absolutamente necesario.

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