Authors: Peter Rinearson Bill Gates
Dentro de una década, muchos hogares dispondrán de acceso a millones de imágenes y a todas las demás oportunidades de entretenimiento que he descrito y, desde luego, serán mucho más impresionantes que las que yo tenga cuando me mude a mi casa a finales de 1996*. Lo único que habré hecho con mi casa es sacar partido a estos servicios un poco antes, Disfruto experimentando y sé que algunos de mis conceptos de la casa funcionarán mejor que otros. Puede que decida ocultar las pantallas detrás de paredes convencionales o que tire a la basura los alfileres electrónicos, o que me aficione a los sistemas de la casa y me pregunte cómo me las pude arreglar sin ellos. Eso espero.
En plena manía de la autopista de la información, durante 1994 y en buena parte de 1995, parecía como si cada día alguna empresa o algún consorcio estableciera un hito en la carrera de construir redes interactivas de banda ancha, que llevarían entretenimientos de video a las comunidades residenciales. Las incesantes noticias sobre megafusiones y otras inversiones enormes crearon un ambiente de fiebre del oro: personas y empresas corrían con ímpetu para satisfacer la demanda de tecnología y contenido, por los que esperaban que les pagaran.
Los inversionistas estaban encantados con las ofertas de acciones relacionadas con la autopista. La atención que le dedicaron los medios de comunicación no tenía precedentes, especialmente cuando consideramos que lanío la tecnología de banda ancha como la demanda de los consumidores para servicios de entretenimiento interactivo estaban por demostrar.
El ambiente, cargado de un optimismo irrefrenable, hizo que los primeros días no narrados de la industria de la computadora personal parecieran tranquilos en comparación con esta época. El frenesí era embriagador.
Muchos de los anuncios de inversiones y fusiones de empresas parecían estar motivados por compañías que deseaban ponerse por delante de otras, más que por su entendimiento de la economía. Al mirar hacia atrás, está claro que el oro yace más profundamente y en lugares diferentes que lo que creían los prospectistas. La mayor parte de las compañías telefónicas y de televisión por cable habían estado centradas en el vídeo bajo demanda y algunas se veían intrigadas por la idea de los video-teléfonos.
No vieron con antelación que la computadora personal fuera a desempeñar papel alguno.
Era difícil adivinar de una manera fiable qué clases de aplicaciones interactivas atraerían al público, aunque yo supe cómo tendría que utilizar una red de banda ancha para perseguir mis intereses. A mí me gusta estar al día en los avances médicos, por ejemplo. Me gusta saber cómo reducir al mínimo los riesgos de salud de los que son de mi generación. De manera que yo quiero que una red de banda ancha me proporcione bienestar e información médica, así como aplicaciones que me ayudarán a formarme en otras áreas. Pero así era yo. ¿Desearían oíros usuarios consejo médico o nuevas clases de juegos o nuevos modos de contactar con la gente o hacer las compras desde casa o cómo obtener más películas? Nadie lo sabía.
Al enfrentarse a esta incertidumbre, las empresas de las industrias telefónicas, de televisión por cable y de software planificaron docenas de trabajos de campo de servicios de banda ancha en Norteamérica. Europa-Asia. Las empresas se prestaban a garantizar estos caros ejercicios para obtener una primera posición de partida a la hora de validar diseños de software e imaginar qué aplicaciones y servicios serían los que atraerían a los consumidores. Los estudios de campo eran el único camino para conseguir una experiencia válida para la gran inversión que requería llevarla televisión interactiva a las comunidades residenciales. Los modelos económicos empresariales eran inciertos y equivocarse en la loma de decisiones podría hacer que se dilapidaran grandes sumas de dinero. Un número sorprendente de empresas se comprometieron a moverse a toda velocidad mientras que otras procedían con más cautela.
En aquel momento surgió la Internet y se apoderó de la conciencia del público.
Casi de la noche a la mañana, la fiebre de! oro de la televisión interactiva murió, y nació la fiebre del oro de la Internet. De repente, la televisión interactiva estaba pasada de moda y la informática en red interactiva estaba en su apogeo. Darse cuenta de que la vinculación del consumidor con los servicios interactivos se produciría primero en la PC y que sólo más tarde involucraría a la televisión y otros dispositivos, supuso un gran cambio. La rapidez del cambio dejaba sin respiración. A mi me sorprendió sin estar en guardia, a pesar del hecho de que la creciente popularidad de la computadora personal fue decisiva para el cambio. Pero fue un desarrollo bienvenido. Se ajustó a la visión original de Microsoft de una «computadora personal sobre cada mesa de trabajo y en cada hogar».
La Internet también iba a satisfacer nuestro deseo de «información en la punta de los dedos».
Las estrategias cambiaron bruscamente en todas las empresas de comunicaciones, de informática, de software y de contenido que habían estado poniendo hitos a lo largo de la esperada ruta de la autopista de la información. Muchos planes se abandonaron de repente, a medida que el éxito creciente de la Word Wide Web demostró que la gente pagaría por la conexión y por contenido interactivo de muchas clases, aunque tal contenido fuera servido por conexiones de banda estrecha lentas, hasta el extremo. Se cancelaron casi todos los ensayos de banda ancha. Era mucho menos importante que el hecho de que millones de personas estuvieran ya demostrando su entusiasmo por la interactividad y poniendo de manifiesto sus intereses específicos, pasándose incontables horas en los sitios Web.
Este vibrante mercado a corlo plazo para la conexión interactiva significó que las aplicaciones estrella interactivas podrían evolucionar junio con los incrementos en el ancho de banda para los hogares. Cientos de nuevas empresas se convirtieron en proveedoras de servicios Internet, miles de nuevas páginas corporativas Web aparecieron cada semana y las empresas de hardware y de software informático comenzaron a crear productos para Internet.
La industria había supuesto que los servicios de red residenciales comentarían con aplicaciones de entretenimiento, como películas bajo demanda, y que luego evolucionarían a través de la compra desde el hogar a una nueva categoría de servicios de información interactivos. La Internet puso esta progresión en sus justos términos: como no podía efectuar el intercambio de dinero de manera fácil o segura, el comercio electrónico se demoro, y la mayor parte de la información de la red terminó por ser libre.
A medida que la gente se veía surtida por los millones de estas increíbles fuentes diversas, los servicios de información interactivos se convirtieron en la primera categoría de aplicaciones estrella en lugar de en la ultima. A medida que el software de Internet mejoró, se hizo factible el comercio y promete ser una importante actividad en la red.
Finalmente, cuando las auténticas redes de banda ancha lleguen a los hogares veremos las aplicaciones de entretenimiento que fueron la base del temprano optimismo en torno a la televisión interactiva.
A menudo, las personas que padecen una fiebre del oro se sienten tan cautivadas por el sueño de obtener riqueza rápidamente que invierten más de lo necesario en las áreas obvias e ignoran oportunidades más sutiles a largo plazo. En una fiebre del oro real, la temperatura conduce casi siempre a catástrofes financieras para muchos de sus pronosticadores.
Aunque algunos ganarán mucho dinero y el conjunto de la economía tiende a beneficiarse.
En las minas de oro de California se hicieron pocas fortunas hace un siglo y medio. No había suficiente oro para lodos y la inflación masiva hizo que la vida de los prospectistas que fracasaron fuese particularmente dura. Un huevo cocido costaba 75 centavos, un precio muy superior a lo que costaba antes de que comenzase la fiebre del oro en 1849. La mayor parle de los ganadores no fueron mineros, ni la mayor parte de los éxitos se produjeron de la noche a la mañana. Un inmigrante alemán llamado Levis Strauss estableció una mercería en San Francisco tres años después de que comenzase la fiebre del oro. Veinte años mas tarde, en 1872, un sastre de Nevada ofreció a Strauss participar a medias en la explotación de una patente de pantalones en denim ribeteados. Desde entonces se han vendido más de mil millones de pantalones vaqueros Levi; es lo que podríamos llamar 'oro azul.
El legado más duradero de la fiebre del oro de California fue el desarrollo económico del oeste americano por parte de los pioneros quienes, con una actitud optimista de «poder hacer», moldearon la psicología de los estadounidenses. La fiebre del oro impulsó la economía de California y la capacitó para evolucionar rápidamente. En 1848, California tenía una base económica agrícola que atrajo sólo a 400 colonos: al año siguiente, con el comienzo de la fiebre del oro, llegaron a ella 25.000. Una década después, las manufacturas constituían una parle mucho mayor de la economía de California que la producción de oro y la renta per cápita del estado era la más alta del país.
La fiebre del oro de Internet es una fuerza para el progreso económico.
Está generando un nivel inusitadamente alto de inversiones, a medida que las empresas ensayan diferentes enfoques. Cada gran limitación de la Internet, desde su cuestionable seguridad a su caótico contenido, ha lanzado a docenas de empresas a trabajar para resolver el problema. En el camino se perderá muchísimo dinero. Lo que hoy día parecen ser nichos lucrativos pueden demostrar ser mercados de alta competitividad con márgenes de beneficios bajos, o puede que simplemente no lleguen a ser populares. Es notable lo elevadas que son las cotizaciones de las empresas relacionadas con Internet si consideramos lo difícil que es conseguir diferenciarse y obtener beneficio. La renta total de las actividades en la red ha sido pequeña y los beneficios han constituido una gran suma negativa, pero las empresas y las personas siguen en ella porque tienen fe o, podríamos decir, la fiebre del oro.
En torno a Internet se ha desarrollado un pequeño número de promesas inalcanzables. Un anuncio radiofónico que he escuchado dice que usted también puede hacer una fortuna a través de Internet incluso aunque ¡no haya usado nunca una computadora! No tiene más que pagar un curso y el secreto es suyo. En los comunicados de prenda y en los boletines de noticias, afirmaciones más sofisticadas, pero igualmente improbables, parecen prometer notables beneficios de éste o aquel producto de hardware o de software informáticos. Me he sorprendido de lo poco crítica que llega a ser la gente en la fiebre de Internet y cómo puede creer algunas de estas promesas. SÍ una empresa hubiera anunciado en 1994 que podría proporcionar pronto un programa de software que fuese muy superior a cualquiera de los que ya estaban en el mercado, la mayoría de la gente hubiera sido escéptica, y realmente es así. Pero hoy, alguien que haga el mismo anuncio pero adornado con «para Internet podría encontrar una mentalidad sorprendentemente abierta: software que es diez veces mejor que cualquiera de los existentes hasta ahora y para Internet, qué estupendo».
Hay que tener cuidado con las exageraciones publicitarias. El éxito de la inversión no es más seguro ahora que en los primeros días de la industria de la PC, cuando docenas de empresas ofrecían tipos de PC marcadamente distintos. Si usted hubiera invertido en Compaq, sería muy feliz ahora.
Si hubiera invertido en Mindset o en Gavelin o en Eagle Computer, las cuales constituían una inversión de alto riesgo en esa época, sería desgraciado. Estas empresas probablemente parecían constituir inversiones buenas, estaban fabricando ordenadores para la revolución de la PC, pero la competencia fue demasiado dura para la mayor parle de los que entraron en la industria. Como ocurre a menudo, algunas de las mejores inversiones demostraron estar en las empresas que perseguían oportunidades menos obvias. Intel proporcionaba microprocesadores, Microsoft diseñaba software y Hewlett-Packard fabricaba impresoras. A los fabricantes de otros componentes para la PC, como chips de memoria, también les ha ido bien desde el punió de vista de sus inversionistas, aunque a veces sólo de manera intermíteme, porque los mercados de los componentes son muy volátiles. A muchas empresas les ha ido mal a pesar de sus grandes esperanzas, su capital y su talento. La historia se repetirá.
Cuando la locura de Internet quede atrás, cosa que ocurrirá tarde o temprano, nos sentiremos impresionados por los grandes éxitos e incrédulos ante el fracaso de las aventuras que han salido mal. «¿Quién proporcionó fondos a estas compañías?, nos preguntaremos». «¿Qué tenían en la cabeza? ¿era sólo la manía de trabajar?».
En estos momentos debería estar claro que, aunque muestro precaución ante la mayor parte de las inversiones en Internet, creo en las oportunidades a largo plazo que ofrecen las redes interactivas. Prácticamente, todo lo que Microsoft hace en la actualidad refleja mi convicción de que la Internet va a crecer de manera que casi todas las personas en el mundo desarrollado, y gran número de otras en el mundo en desarrollo. Eran usuarios suyos. Las empresas, en la mayor parte de los campos, ignoran esto, lo cual supone un peligro para ellas-Hay muchas áreas distintas de inversión para Internet. Las compañías de cable, telefónicas y otras competirán para proporcionar la infraestructura de fibra óptica, inalámbrica y de satélite. Las empresas de hardware competirán para vender a los consumidores, servidores-conectores ATM, convertidores, ordenadores, televisores digitales, videoteléfonos y otros dispositivos de información. Un número relativamente pequeño de empresas de software competirán para proporcionar componentes de la plataforma de software de Internet, mientras que un número mucho mayor, muchos miles, producirá contenido para Internet, parte del cual creará nuevos mercados. Finalmente, millones de empresas y de individuos venderán información y entretenimiento en la red.
Las empresas de televisión por cable y las telefónicas de lodo el mundo se moverán a lo largo de cuatro caminos paralelos. En primer lugar, cada una de ellas irá detrás del negocio de las otras. Las empresas de cable ofrecerán servicios telefónicos y las compañías telefónicas ofrecerán emisiones de video. En segundo lugar, ambas clases de sistemas proporcionarán conexiones de ancho de banda medio para la Internet utilizando la RDSI, la ADSL o módems de cable (los cuales han quedado descritos en el capítulo 5). En tercer lugar, tanto las compañías telefónicas como las de cable se pasarán a la tecnología digital con el fin de proporcionar más canales de televisión y señales de mayor calidad.