Authors: Peter Rinearson Bill Gates
Antes de la Revolución Industrial, la mayor parte de las personas vivían o trabajaban en el campo. La preocupación principal de la humanidad era la producción de alimentos. Si en aquellosmomentos alguien hubiera pronosticado que, solo en un par de siglos, no sería necesaria más que un porcentaje muy pequeño de personas para producir alimentos, todos aquellos campesinos se hubieran sentido preocupados por el futuro de sus vidas. Muchos de los tipos de trabajos que la gente desempeña en la actualidad no existían hace unas cuantas décadas. La gran mayoría de los 501 oficios censados por la Oficina del Censo de Estados Unidos en 1990 ni siquiera existían 50 años antes. Aunque no podemos predecir cuáles serán las nuevas categorías de trabajo, creo que la mayor parte de ellos se relacionarán con necesidades sentidas en los campos educativo, de los servicios sociales y del ocio.
Lo que sí sabemos es que cuando la red interactiva ponga en contacto directo a compradores y vendedores, las personas que se dedican a la intermediación se sentirán presionadas. Es la misma clase de presión que se ha producido entre las tiendas pequeñas ante la competencia de las grandes comercializadoras, como Wat-MarI y Price Cósico, que practican políticas mercantiles, particularmente eficaces. Cuando uno de estos centros, como Wat-Mari, se instala en un área rural, los comerciantes locales acusan el golpe. Unos sobreviven, oíros no, pero el efecto económico en la región es reducido. Podemos lamentar las implicaciones culturales del fenómeno, pero los grandes almacenes y las cadenas de comida rápida prosperan porque los consumidores, que votan con su dinero, tienden a apoyar a los distribuidores que les permiten participar de sus ahorros debidos a la productividad, en forma de precios más bajos.
Reducir el número de intermediarios es otra forma de reducir costos.
Producirá cambios económicos, pero no más rápidos que los originados en el comercio al por menor en la última década. Habrán de transcurrir muchos años antes de que Internet se utilice lanío en la relévenla como para que descienda significativamente el número de intermediarios. Hay mucho tiempo para prepararse. Hasta puede ocurrir que no hayamos pensado ni siquiera en los puestos a que dichos intermediarios desplazados podrían trasladarse. Hemos de esperar y ver qué tipo de trabajo creativo nos depara la nueva economía, pero, como quiera que la sociedad necesita mucha ayuda, todo el mundo acabará teniendo multitud de cosas que hacer.
Los abundantes beneficios producidos por los incrementos de productividad no constituyen consuelo alguno para quienes ven amenazados sus puestos de trabajo. No puede decirse a alguien que se ha formado para desempeñar un cargo que ya no se necesita, que se ponga a aprender para realizar otro.
Los ajustes no son sencillos ni rápidos, pero al final acaban haciéndose imprescindibles. Prepararse para el próximo siglo no resulta fácil porque es casi imposible adivinar los efectos secundarios que tendrán los cambios que podemos prever y, por supuesto, los que no podemos ni anticipar. Hace cien años, la humanidad asistió al nacimiento del automóvil. Parecía seguro que haría fortunas, e igual de cierto que arruinaría algunos puestos de trabajo e industrias. Pero hubiera sido difícil predecir cuáles iban a ser sus consecuencias específicas. Puede que hubiéramos aconsejado a nuestros amigos de la Acmé Buggy Whip Company que sacaran brillo a sus currículo vitae, y quizá que empezaran a aprender un poquito sobre motores, pero ¿hubiéramos sabido invertir en bienes raíces para centros comerciales?
La formación dirigida a capacitar a las personas para resolver problemas generales será más importante que nunca. La formación es el mejor modo de preparar a las personas para un mundo en cambio. Cuando se producen cambios en la economía, las personas y las sociedades formadas adecuadamente suelen desenvolverse mejor. El premio que esa sociedad paga por las capacitaciones adecuadas es el ascenso, por lo que aconsejo que se adquiera una buena formación básica y después se continué aprendiendo.
Que se adopten nuevos intereses y se adquieran nuevos conocimientos a lo largo de toda la vida.
Muchas personas se verán expulsadas de lugares en donde se encuentran a gusto, pero eso no significa que no sepan que siguen siendo valiosas.
Esto significa que lanío las personas como las empresas tendrán que estar dispuestas a reinventarse a sí mismas —posiblemente más de una vez. Las empresas y los gobiernos pueden ayudar a formar a los trabajadores, pero la responsabilidad principal y última en su formación compete a la persona misma.
El primer paso tiene que ver con la informática. Las computadoras ponen nerviosas a todas las personas antes de llegar a entenderlas, menos a los niños. Por supuesto que la gente pierde dalos, pero el daño no suele ser irreversible casi nunca. La industria ha trabajado para hacer cada vez más difícil perder datos y más fáciles recuperarlos, cuando se cometen errores. La mayor parle de los programas cuentan con comandos que hacen sencillo probar algo y anularlo rápidamente. Los usuarios ganan confianza a medida que descubren que los errores no son catastróficos, Y a continuación comienzan a experimentar. Las PC proporcionan lodo tipo de oportunidades para experimentar. Cuanta más experiencia se adquiera con ellas, mejor se sabrá qué es lo que se puede hacer y qué no. Así, dejan de ser amenazas para convertirse en herramientas. La computadora no es más que una máquina que nos ayuda a realizar ciertas tareas con más eficacia, al igual que el tractor o la máquina de coser.
Otro temor que expresa la gente es que las computadoras serán tan «inteligentes» que tomarán el poder y de alguna manera superarán a la inteligencia o dejarán de necesitarla. Yo no creo que esto se vaya a producir en lo que me quede de vida, aunque pienso que acabará habiendo programas que recreen algunos elementos de la inteligencia humana. Los científicos informáticos que trabajan en el estudio de la inteligencia artificial llevan décadas tratando de construir una computadora que compone el entendimiento y el sentido común con los humanos. En 1950, AlanTuring formuló la que se ha dado en llamar prueba de Turing: tendremos una máquina en verdad inteligente el día que podamos mantener una conversación simultánea con una computadora y con una persona, sin que las veamos, y dudemos cuál es cada una de ellas, Hasta el momento, todas las predicciones sobre grandes avances en inteligencia artificial han demostrado ser excesivamente optimistas. En la actualidad, incluso simples tareas de aprendizaje van muy por delante de la computadora más capaz del mundo. Cuando parece que las computadoras son inteligentes es porque se han programado específicamente para hacer alguna tarea específica de una manera clara, como el hecho de hacer o tratar miles de millones de movimientos ajedrecísticos con el fin de jugar al ajedrez con un nivel de maestro. Computadoras como la Deep Bine, la máquina que IBM desarrolló expresamente para jugar al ajedrez, pueden vencer a veces a los mejores jugadores humanos del mundo como ya ocurrió en el segundo intento con Gary Kasparov. ¿Pero qué quiere decir esto? La habilidad de una computadora que juega al ajedrez no es una aproximación a la inteligencia humana en ningún sentido. Simplemente refleja la capacidad de la computadora para considerar a la vez miles de millones de resultados diferentes a partir de un movimiento potencial.
Cuando el campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov venció a la Deep Blue en una partida en 1996, admitió que se había asustado cuando la computadora ganó la primera partida de la serie. Pero ésta fue la única partida que ganó la computadora. Kasparov ganó tres partidas e hizo tablas en dos y venció finalmente el encuentro, que se presentó como un espectáculo del hombre contra la máquina: pero en realidad el reto era entre un humano. Kasparov, y un comité de programadores y de jugadores de ajedrez que utilizaban una herramienta, la Deep Blue, para que desarrollase sus estrategias determinadas de antemano cuidadosamente.
Kasparov ganó esa serie, pero no la segunda como ya se indicó. Sin embargo, esa victoria de la máquina no debe ofender la dignidad humana, sino considerarse como la constatación de que una persona con prismáticos puede ver objetos lejanos mejor que otra sin ellos. Como las computadoras se programan para realizar tareas especializadas, no aprenden, y si no aprenden.
No plantean amenaza alguna a los humanos.
Sin embargo, me preocupa la posibilidad de que, muy a largo plazo, las computadoras y el software puedan llegar a adquirir verdadera inteligencia. Es imposible predecir un calendario porque el progreso en inteligencia artificial es increíblemente lento. Pero una vez que las máquinas puedan aprender en realidad, podrán realizar la mayor parte de las cosas que hacen los humanos hoy. Esto hará que nos cuestionemos quien controla a quién y cuál es el propósito global de nuestra especie.
Por supuesto que estas preocupaciones no son nuevas. Quizá sea la novela Fninkenstein, escrita en 1818 por Mary Shelley, la historia más famosa de una criatura inteligente fabricada por el hombre que llega a controlar a su creador. En 1942, cuando tenía poco más de 20 años. Isaac Asimov publicó las tres leyes de la robótica, donde propuso las medidas que hemos de observar para asegurar que las máquinas inteligentes no ejerzan un peligroso nivel de juicio independientes «I. Un robot no puede herir a un ser humano o permitir, mediante su pasividad, que un ser humano resulte herido. 2. Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la primera ley, 3. Un robot debe proteger su propia existencia en tanto que dicha protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley».
Más recientemente, películas como Tennincuar han despertado temores sobre la perspectiva de conflictos entre personas y máquinas inteligentes.
A corto plazo, me preocupa la adquisición de poder por parte de los terroristas. La tecnología está capacitando a grupos pequeños de personas para llevar a cabo acciones muy destructivas. Se trata de una tendencia temible, porque el armamento defensivo no puede seguir el ritmo de los avances en el armamento ofensivo. De manera que no dejo de preocuparme por la tecnología, a pesar de mi optimismo general.
En general, la tecnología es una fuerza positiva que puede ayudarnos a resolver incluso nuestros problemas potenciales más enojosos. Hace dos siglos, el economista Thomas Mallhus advirtió de los peligros que suponían los incrementos de población. La superpoblación sigue siendo un grave problema potencial, dado el efecto del crecimiento exponencial, pero las tendencias recientes son alentadoras. El crecimiento de la población se ralentiza cuando la tecnología incrementa la riqueza y mejora la educación. Los problemas del medio ambiente y la escasez de recursos también deben lomarse en serio, pero pienso que muchos pronosticadores del juicio final subestiman mucho el potencial de la tecnología para ayudarnos a superar estos problemas.
Francamente, me sorprende el pesimismo que muchas personas sienten ante el futuro. El movimiento mundial hacia el capitalismo y la democracia es estimulante, aunque desigual. En medicina se continúan produciendo adelantos y la tecnología promete asombrosos desarrollos que mejorarán muchísimo la condición humana. De manera que, sin olvidar en forma alguna la seriedad de los problemas mundiales o los trances difíciles por los que atraviesan algunas sociedades, tengo que decir que el pesimismo acerca del futuro no parece justificado.
En cualquier caso, la computadora debería ser una fuente de optimismo para el futuro predecible. La computadora potencia la inteligencia humana de manera más bien mágica. Sería maravilloso que todo el mundo, rico o pobre, urbano o rural, viejo o joven, pudiera tener acceso a una computadora personal, pero éstas son todavía demasiado caras para la mayor parte de la gente. Ames de que el uso de la red interactiva global pueda llegar a integrarse plenamente en la sociedad, todos los ciudadanos, y no sólo la élite, deben disponer de una computadora conectada a Internet.
Esto no significa que lodos los ciudadanos deban tener un dispositivo de información en su casa. Una vez que la mayoría de las personas tengan instalados sistemas en sus hogares, quienes no los tengan pueden arreglarse con aplicaciones compartidas en una biblioteca, un colegio, una oficina de correos o un quiosco público. Tengamos en mente que la cuestión del acceso universal surge sólo si la red interactiva tiene un éxito inmenso, más éxito del que muchos comentaristas esperan que tenga.
Algunos de esos críticos que se quejan de que la red será tan popular que causará lodo tipo de problemas, se quejan también inadvertidamente de que no va a ser popular en absoluto.
Estoy convencido de que necesitamos instalar computadoras en nuestras aulas y bibliotecas. Cuando la sociedad decidió hace unas cuantas generaciones que todo el mundo debería que tener acceso a los libros, correspondió a los gobiernos, a los filántropos y a las empresas, todos juntos, hacer que ello sucediera; convertirlo en realidad, llevó mucho tiempo.
Las sociedades necesitan echar mano de lodos los recursos que puedan para hacer que el acceso universal vuelva a producirse de nuevo con las computadoras, Microsoft está entre las muchas empresas que tratan de desempeñar un papel en hacer que las computadoras entren en nuestras escuelas y bibliotecas. Por ejemplo, estamos trabajando con un cierto número de sistemas bibliotecarios en Estados Unidos y Canadá para hacer realidad la idea de que cualquiera que entre en ella puede sentarse ante una PC y utilizar la Internet. Hay algunas cuestiones claves que los estudios pilotos ayudarán a contestar. ¿Qué demanda hay para el acceso de las bibliotecas a Internet? ¿El acceso gratuito a las bibliotecas hace realmente que la gente trabaje con computadoras y con la red que no hubieran utilizado de otra manera? ¿Cuántas personas se necesitan para asegurarse de que el sistema se utiliza bien? Como las sociedades no pueden permitirse dólar a lodo el mundo de una computadora en casa, el hecho de proporcionarlas en las aulas y en las bibliotecas es nuestra mejor esperanza para un acceso amplio. Se necesitará que muchas empresas y comunidades trabajen juntas para conseguir que ello suceda.
La red interactiva plenamente desarrollada será asequible, casi por definición. Un sistema costoso que conecte a unas cuantas empresas grandes y a las personas adineradas no será la autopista de la información, sino sólo un camino de información privado. Internet no incentivará el desarrollo de suficiente contenido valioso si sólo el 10% más rico de la Suciedad puede utilizarlo. Los derechos de autor constituyen un cosió fijo, de manera que sólo podrán afrontarse si la audiencia es suficientemente elevada. Los beneficios de la publicidad no financiarán la autopista si no se conecta a ella una mayoría del mercado al que se dirige. Si se queda por fuera demasiada gente debido a su precio, o si la red no atrae a las personas suficientes, el precio del servicio caerá. A largo plazo, la red de información de banda ancha será un fenómeno de masas o no será nada.