De La Noche a La Mañana (27 page)

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Authors: Federico Jiménez Losantos

Tags: #Ensayo, Economía, Política

BOOK: De La Noche a La Mañana
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Cuando Planeta quiso hacer a la COPE del PSC

Esa diferencia en el análisis, que respondía también a nuestra diferencia de estilo, radiofónico, político o biorrítimico, no era mayor que la que diferenció durante muchos años a Antonio y a Luis, bien al contrario, porque además nosotros nunca reñimos del todo ni estuvimos meses sin hablarnos, como hacía Antonio. Por tanto, no tenía que haber provocado ninguna ruptura, ni siquiera enfrentamiento grave. Pero, ay, en medio de esa crisis o debate sobre el modelo de salir del hoyo, se produjo la enésima operación de caza y captura de la COPE por otra empresa multimedia. Esta vez el tiburón era el Grupo Planeta. Y en el asalto Luis Herrero jugó también, para no variar, el papel de hombre de diálogo mientras yo ocupaba el habitual de hombre-que-sobra-en-el-diálogo.

El análisis del Grupo Planeta sobre los males de la cadena, tal vez por venir de la Barcelona pujolista y maragalliana, era idéntico al de Julián Santamaría: la COPE era muy de derechas y muy antinacionalista. En consecuencia, como ya había defendido Nemesio en la Operación Timo del
ABC
, yo sobraba del todo y Luis casi del todo. Por supuesto, como en toda operación que buscara el visto bueno de La Moncloa, cabía una rebaja en la pena a las víctimas laborales del nuevo proyecto: Luis podía sobrevivir en
La mañana
rectificando e incluso podía volver a
La linterna
sin rectificar. Y yo podía sobrevivir a su lado como
mascletá
político-vocal para conservar la audiencia incondicional que, al cabo, era la única que teníamos. Suicidarse antes de forrarse no entraba en los cálculos de nuestros nuevos salvadores, cuyo propósito era originalísimo: construir un grupo multimedia al gusto de Aznar. La pieza clave era Antena 3 Televisión. ¿La COPE? Más barata que Onda Cero. ¿El fin último? Crear un grupo capaz de equilibrar al de Polanco pero con el mismo control de los contenidos políticos. O sea, lo de siempre.

José Manuel Lara invirtió dos mil trescientos millones en la cadena haciéndose con los paquetes de acciones de proyectos anteriores y llegando al 13 por ciento de la propiedad. Pero su intención era la misma que la de
ABC
, Vocento, Telefónica y Unedisa: quitar la gestión a los curas y encofrar políticamente la cadena dentro de un grupo multimedia que se llevase bien con Aznar, pero también con el PSOE, los nacionalistas y con toda criatura o institución bizcochable, para ir acumulando muchas concesiones televisivas y radiofónicas y cosechando muchísimos beneficios empresariales. La idea, aunque no original, parecía buena, pero ¿cómo identificar la línea política de un medio cuya línea no consistía en criticar a cualquier Poder sino en llevarse bien con todo el mundo? ¿Y cómo debía hacerlo la COPE? Pues nos lo dejó muy claro el hombre que Lara colocó en la COPE para teledirigir el
marketing
de la empresa, que se llamaba y se llama (hoy en Onda Cero) Ramón Mateu: nuestra línea tenía que ser, cito textualmente, «la del PSC».

Cuando me lo contó Luis, yo no salía de mi asombro.

—¿Que la COPE se salvará siguiendo la «línea Maragall»? ¡Pero si eso no es una línea; es un arabesco! Para nosotros sería imposible y para nuestra audiencia…

—Insoportable. No hace falta que lo digas. Pero eso es lo que ha dicho de palabra y por escrito a los obispos: nuestra línea debería ser la del PSC. Por lo menos está claro.

—Sí, bastante claro. Tanto como que ni tú ni yo vamos a dirigir la reconversión de las mesnadas católicas y liberales españolas al nacionalismo catalán de izquierdas.

—Es que además sería la ruina de la COPE.

—A éstos les importa la ruina de la COPE tanto como a Maragall la ruina de España. O sea, nada.

—Bueno, Fede, hemos visto ya otras operaciones parecidas y todas han terminado igual. No pasa nada por darles un poco de cuerda.

—Hombre, si es para que se ahorquen ellos, santo y bueno. Si es para ahorcarnos a nosotros, malo.

—¿Tú crees que el cura va a regalarle la COPE a Lara por dos o tres mil millones cuando ha rechazado cuarenta o cincuenta mil de Telefónica y de alguno más?

—Por gusto, no. Pero si se lo ordena la Superioridad, por supuesto que sí.

—En ese caso, tampoco tenemos nada que hacer. Así que vamos a jugar las cartas que nos den y ya veremos cómo acaba la partida.

—Cuidado con la ludopatía, Luis.

—Mira, Fede, estamos en el mismo barco. Siempre lo hemos estado.

—Pero eso ellos no lo saben.

—Siempre se enteran demasiado tarde.

Llegados a este punto, se imponía la salida por la tangente futbolera.

—Bueno, y el Madrid otra vez campeón de Europa, ¿no?

—¡Por supuesto!

Pese a las protestas de fidelidad, si en aquella época planetófila Luis no riñó conmigo o yo con él, no reñiremos nunca. Es una de las constantes de estos ocho años milagrosos de la COPE, uno de los pocos hilos de continuidad del proyecto en medio de tantas crisis. Sucede lo mismo, aunque de forma más profunda y menos visible, con la reconciliación permanente con Pedro Jota, forzosamente precedida de traición cantada, ruptura aparatosa, distancia rencorosa, amistamiento gélido y alianza renovada, que son las cinco etapas inexcusables de nuestra relación con él desde los tiempos de Antena 3.

El objetivo de Lara y Pedro Jota era el mismo: la construcción, con el impulso y necesario respaldo gubernamental, de un grupo multimedia alternativo al polanquismo tras la liquidación de los suntuosos restos del imperio de Telefónica, fundamentalmente Antena 3 Televisión. Los caminos igualmente monclovitas, parejamente sinuosos y similarmente retorcidos pasaban por las dos cadenas de radio privada no polanquista.

El de Unedisa-
El Mundo
, por la absorción ideológica de Onda Cero y la venta de Antena 3. El de Planeta (luego Planeta-
La Razón
), por la compra de la COPE y la venta-compra de Antena 3.

Pero, en el fondo, la posibilidad de éxito de ambos pasaba por la destrucción de la COPE tal y como entonces realmente existía, o sea, con Luis y conmigo como referentes. Pedro Jota necesitaba derrotarnos y hundirnos desde Onda Cero para, tras la eficacia demostrada, aspirar a la mano centrista de doña Leonor o doña Antenor, y, celebradas las nupcias multimedia, promover la fusión de Onda Cero y la COPE. Lara necesitaba liquidar o al menos mitigar y controlar la anárquica independencia de los asilvestrados comunicadores de la COPE, desagradabilísima en la corte del Faraón, para aspirar a la misma mano de doña Teleonor, ex esposa deVillalonga y pronto ex señora de Alierta.

La guerra con Pedro Jota se libraba abiertamente, en las ondas. La guerra con Planeta, de forma subterránea, en los pasillos episcopales o más bien bernardinos y en los roncesvalles de la propiedad y el Consejo de Administración. Si bien se mira, ambos actuaron en el ámbito que dominaban: la conquista de la opinión o de la administración. Y no hace falta mucha perspicacia para ver que nuestra función era en ambos casos muy parecida: atestiguar el éxito del proyecto de control mediático de Aznar, bien exhibiendo nuestras cabezas cortadas como las de los cuatro reyezuelos moros en el escudo de Aragón, bien desfilando como cautivos encadenados en el cortejo triunfal de las legiones bajo la mirada del César, amable en su severidad, al tiempo calculadora y visionaria, y entre las aclamaciones de la plebe, que no distingue entre preseas y presos.

El nuevo organigrama de la COPE Planetaria

El primer asalto lo había ganado Pedro Jota o lo tenía ya ganado al llegar a Onda Cero con el fichaje de García, que nos convirtió de segunda cadena en cuarta. El segundo asalto lo ganó Lara incorporando a Luis Herrero como pieza clave de su proyecto para devolver a la COPE, con muchos más medios, a su posición anterior. Pese a que Luis parecía escarmentado y dimitido de sus tareas de consejero de don Bernardo, de hecho fue su emisario para tratar con Lara, en un papel no muy diferente aunque más discreto que el que asumió en la anterior y fallida operación del
ABC
. Con Fernando Jiménez Barriocanal en lontananza o cercanía, se produjeron innúmeras conversaciones que al final desembocaron en un acuerdo que Luis resumió en un documento para don Bernardo. Es decir, para que don Bernardo pudiera remitírselo a sus superiores. El texto que sintetizaba el proyecto de la llamada «COPE Planetaria» era éste:

Querido don Bernardo:

La conversación con José Manuel Lara no es difícil de resumir:

1. Planeta no quiere ser un mero socio financiero. Si el único objetivo es sacar rentabilidad a una inversión, por la mera vía del reparto de dividendos, el mercado les ofrece montones de alternativas mejores que COPE.

2. Planeta acepta y aceptará explícitamente que el mando de COPE siempre estará en manos del accionista mayoritario. Se comprometen a no incurrir en el error de inversores anteriores, que han llegado con la misma promesa y luego han hecho lo posible para desalojar al accionista mayoritario del puente de mando, han tratado de obtener del accionista mayoritario la compra de un paquete de control o han tratado de desestabilizar desde dentro la buena marcha de la emisora con el fin último de perjudicar su cuenta de resultados para ofrecerse ellos después como «salvadores» del desaguisado, comprando COPE a precio de saldo. Lara asegura que no incurrirá en ninguno de los errores antedichos.

3. El interés de Planeta con COPE no se acaba en la adquisición del 4 por ciento (aproximadamente) que ahora puede comprar. Pretenden ir adquiriendo las acciones de otros socios que quieran vender su parte (en clara alusión a Prensa Española y Grupo Correo) hasta completar una participación del 15 por ciento (aproximadamente). Lara se compromete a sindicar sus acciones con las del socio mayoritario. No renuncia a adquirir más porcentaje si el socio mayoritario, pasado un tiempo, quiere poner a la venta otro paquete de acciones.

4. ¿Qué pide a cambio básicamente? Básicamente dos cosas:

  • La posibilidad, en la medida en que COPE sea más fuerte empresarialmente, de acometer en común otros proyectos multimedia.
  • Una relativa participación en la gestión que vaya un poco más allá de los puestos en el Consejo que le correspondan de acuerdo a la proporcionalidad de su porcentaje accionarial. Esta es la madre del cordero. En síntesis:

A. Quieren un interlocutor de su confianza para poder intervenir en los debates internos que afecten, sobre todo, a los asuntos relacionados con la programación. Su candidato inicial para el puesto (nunca especificó con qué rótulo) era José Antonio Sánchez.

B. Les preocupa que cada programa fije una posición distinta frente a los grandes temas de actualidad que traslade una imagen al exterior de cierto «caos».

C. Les preocupa el tono excesivamente agresivo de Federico ante el fenómeno de los nacionalismos catalán y vasco. Creen que el tono de Federico, por su radicalismo excesivo, provoca rechazo.

D. Opinan que sería conveniente aunar criterios generales, en la línea editorial (en todo lo que no afecte, naturalmente, a los aspectos del ideario de la cadena) mediante la creación de la figura de una especie de «editor». Quieren que ese «editor» dependa directamente del presidente de COPE y, a la vez, de la persona que ostente la delegación del accionista mayoritario. En la medida que esas dos facultades recaigan en la misma persona (como ocurre en la actualidad), el «editor» tendría doble dependencia de esa persona, y sólo en tercer lugar dependería de la confianza que deberá otorgarle el Grupo Planeta. Están de acuerdo en que esa persona, descartada ya la candidatura de José Antonio Sánchez, sea Luis Herrero.

E. Creen que la experiencia del Grupo Planeta en los estudios de mercado puede serle muy útil a COPE y proponen que el responsable del departamento de
marketing
mantenga una relación fluida con los expertos de la editorial y sea una persona que cuente con su confianza. Proponían para ese puesto a Miguel Pérez Pía (antiguo colaborador de COPE en el programa de Antonio Herrero y actual número dos de Antonio Jiménez en el programa de Radio España), pero aceptan que la persona (escuchadas las razones de mi oposición al nombre de Pérez Pía) pueda ser cualquier otra, incluida a priori la actual responsable del departamento de
marketing
de COPE.

F. Lo único que le piden al «editor» es lealtad con ellos, acceso a las deliberaciones (aunque sea sólo para discrepar) y flujo de información respecto a los aspectos más relevantes del día a día de la vida societaria.

5. En consecuencia, mi propuesta de organigrama, si se quiere aceptar el planteamiento de colaboración que sugiere el Grupo Planeta, sería el siguiente:

Se crearía un Consejo Editorial del que formarían parte, además del presidente y del consejero delegado, el director general de contenidos, los directores de los programas en cadena, el director de informativos y un delegado del Consejo de Administración en representación del Grupo Planeta. Ese Consejo Editorial se reuniría quincenalmente.

Espero haber respondido a sus expectativas. Un abrazo fuerte,

Luis Herrero

Los elementos esenciales del proyecto de Planeta para la COPE; o de Luis para Planeta; o de Barriocanal para Planeta y Luis; o de Barriocanal para la COPE Planetaria; en fin, los datos esenciales del dialogado y organigramado proyecto eran, pues, estos cuatro:

1. Planeta entraba en COPE buscando la creación de un proyecto multimedia.

2. Planeta tenía una objeción de principio a la línea ideológica de COPE: el tono muy crítico con respecto al nacionalismo, especialmente en
La linterna
de FJL.

3. Planeta aceptaba retirar a las dos personas propuestas por ellos para el control de
marketing
y contenidos (Miguel Pérez Pía y José Antonio Sánchez) y acordaba con la COPE que su representante a todos los efectos fuera Luis Herrero.

4. Se creaba un organigrama nuevo para toda la cadena COPE como base de todos los proyectos, presentes y futuros.

Otra nota oficiosa para la propiedad (Conferencia Episcopal, representada por el Comité Ejecutivo) resumía con nitidez los acuerdos económicos y organizativos de COPE con Planeta en diez puntos:

1. Hay un acuerdo adquirido para que COPE le venda al Grupo Planeta, en las condiciones económicas que ya han estipulado ambas partes, el 4 por ciento (aproximadamente) de las acciones que hay en autocartera.

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