El jardín de Rama (34 page)

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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

BOOK: El jardín de Rama
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Kenji estaba atónito. Lo que su padre estaba haciendo no era un mero pedido. Había llevado a cabo un extenso trabajo de investigación.
¿Pero por qué?
, se preguntaba Kenji.
¿Por qué está tan interesado?

—Nakamura-san es un brillante ingeniero —dijo el señor Watanabe—. Fue el responsable de muchos de los productos que nos impusieron como empresa líder en nuestro campo. Pero su laboratorio no ha presentado muchas innovaciones últimamente. De hecho, su productividad empezó a declinar en coincidencia con la época del arresto y de la condena de su hijo.

El señor Watanabe se inclinó hacia Kenji, apoyando los codos sobre la mesa.

—Nakamura-san perdió confianza en sí mismo. Una vez por mes, él y su esposa tienen que visitar a Toshio en ese centro de detención. Es un recordatorio constante, para Nakamura, de cómo su familia fue deshonrada. Si el hijo pudiera ir a Marte, entonces quizá…

Kenji entendía muy bien lo que le estaba pidiendo su padre. Emociones que había reprimido durante mucho tiempo amenazaban con estallar. Kenji estaba enojado y confundido. Estaba a punto de decirle a su padre que esa solicitud era “impropia”, cuando el señor Watanabe habló otra vez:

—Ha sido igualmente difícil para Keiko y la hijita. Aiko tiene casi siete años ahora. Fin de semana por medio, rigurosamente, toman el tren a Ashiya…

A pesar del esfuerzo, Kenji no pudo evitar que se le formaran lágrimas en los ojos. La imagen de Keiko, quebrada y abatida, conduciendo a su hija al interior de la zona de acceso restringido, para efectuar la visita bisemanal al padre, era más que lo que podía soportar.

—Yo mismo hable con Keiko la semana pasada —dijo Watanabe padre—, a pedido de Nakamura-san. Keiko estaba muy deprimida, pero pareció reanimarse cuando le dije que te iba a pedir que intercedieras en favor de su marido.

Kenji inspiró profundo y clavó la mirada en el rostro inexpresivo de su padre. Sabía qué iba a hacer. Sabía también que, en verdad, era “impropio”, no malo, sino impropio nada más. Pero no tenía sentido postergar una decisión que era una conclusión inevitable.

Kenji terminó el coñac.

—Dile a Nakamura-san que llamaré al doctor Ridgemore mañana —dijo.

¿Qué pasaba si su intuición era equivocada?
Entonces habré desperdiciado una hora, noventa minutos como máximo
, pensó Kenji mientras se excusaba para ausentarse de la reunión familiar con su hermana Fumiko y sus hijas, y corría hacia la calle. De inmediato, dobló hacia la colina. Faltaba alrededor de una hora para el ocaso.
Va a estar ahí
, se dijo a sí mismo.
Ésta será mi única oportunidad de decirle adiós
.

Primero Kenji fue hasta el pequeño templo Anraku-ji. Ingresó en el
hondo
, esperando ver a Keiko en su lugar favorito, delante del altar lateral de madera que conmemoraba a dos monjas budistas del siglo XII, anteriormente pertenecientes al harén de la corte, que se habían suicidado cuando el emperador Go-Toba les ordenó repudiar las enseñanzas de San Honen.

Keiko no estaba ahí. Ni afuera, donde estaban enterradas las dos mujeres, justo en el borde del bosque de bambú. Kenji empezó a pensar que se había equivocado.
Keiko no ha venido
, pensó.
Siente que ha perdido demasiado su honor
.

La otra única esperanza era que Keiko lo estuviera esperando en el cementerio que estaba junto al Honen-In, donde diecisiete años atrás él le había informado que se iba de Japón. El corazón de Kenji dio un vuelco, cuando subió el sendero que llevaba al templo. A la distancia, hacia la derecha de Kenji, vio la figura de una mujer que llevaba un sencillo vestido negro y estaba parada al lado de la tumba de Junichiro Tanizaki.

Aunque la mujer estaba de espaldas y Kenji no podía ver con claridad en el crepúsculo que ya se desvanecía, estaba seguro de que la mujer era Keiko. Subió los escalones corriendo, entró en el cementerio y se detuvo finalmente a unos cinco metros de la mujer de negro.

—Keiko —dijo, recuperando el aliento—. Estoy tan contento…

—Watanabe-san —dijo con formalidad la figura, dándose vuelta con la cabeza gacha y la mirada hacia en el suelo. Hizo una muy profunda inclinación, como si fuera un miembro de la servidumbre.


Domo arrigato gozaimasu
—repitió dos veces. Finalmente, se irguió, pero siguió sin alzar la mirada hacia Kenji.

—Keiko —le dijo él con suavidad—. Soy Kenji. Estoy solo. Por favor, mírame.

—No puedo —respondió la mujer, en voz muy baja—. Pero quiero agradecerte lo que has hecho por Aiko y por mí. —Otra vez más, se inclinó—.
Domo arrigato gozaimasu
.

Kenji se inclinó en forma impulsiva y puso la mano debajo del mentón de Keiko. Le alzó la cabeza delicadamente, hasta que le pudo ver el rostro. Keiko seguía siendo hermosa, pero Kenji quedó impresionado al ver tanta tristeza cincelada en esos delicados rasgos.

—Keiko —murmuró. Las lágrimas se le clavaban en el corazón como diminutos cuchillos.

—Debo irme —dijo Keiko—. Espero que seas feliz. —Se apartó de él y se volvió a inclinar. Después se levantó, sin mirarlo, y bajó lentamente el sendero, entre las sombras del crepúsculo.

Los ojos de Kenji siguieron a Keiko hasta que desapareció en la distancia. Fue en ese momento que se dio cuenta de que había estado apoyada sobre la lápida de Tanizaki. Durante varios segundos, contempló los dos caracteres en kanji,
Ku y Jaku
escritos en la lápida: uno de ellos decía «Vacío»; el otro, «Soledad».

5

Cuando el mensaje de Rama se transmitió a la Tierra desde el sistema satelital de seguimiento, en 2241, produjo consternación. Por supuesto, de inmediato, clasificaron al vídeo de Nicole como “Confidencial”, mientras la Agencia Internacional de Inteligencia (AII), el organismo de seguridad del COG se debatía para entender de qué se trataba todo esto. Enseguida, asignaron a los mejores agentes al departamento de seguridad en Novosibirsk para analizar la señal que se había recibido desde lo profundo del espacio y para desarrollar un plan maestro para la reacción del COG.

Una vez que se determinó que ni los chinos ni los brasileños pudieron haber descifrado la señal (su capacidad tecnológica todavía no estaba en un pie de igualdad con la del COG), el reconocimiento solicitado se transmitió en dirección a Rama, para evitar futuras repeticiones del vídeo de Nicole. Después, los superagentes se concentraron en el contenido detallado del mensaje en sí.

Empezaron una investigación histórica. Todos coincidían, a pesar de algunas pruebas que sugerían (pero desautorizadas) lo contrarío, en que la nave espacial Rama II había sido destruida por la andanada de misiles nucleares, en abril de 2200. A Nicole des Jardins, el supuesto ser humano que aparecía en el vídeo, la habían dado por muerta antes de que la nave científica
Newton
hubiera partido de Rama.

Sin duda, ella, o lo que quedaba de ella, debía de haber sido aniquilado en la devastación nuclear. Por lo tanto, era imposible que ella fuera la locutora.

Pero si la persona, o la cosa, que aparecía en la pantalla era una simulación robótica o una imitación de Madame des Jardins, era vastamente superior a cualquier diseño de inteligencia artificial que se hacía en la Tierra. La conclusión preliminar fue, en consecuencia, que la Tierra nuevamente se enfrentaba a una civilización avanzada de increíble capacidad. Esta capacidad coincidía perfectamente con los niveles de tecnología que habían exhibido las dos naves Rama.

Los superagentes coincidieron en que tampoco había duda sobre la amenaza implícita en el mensaje. Si, en verdad, había otro vehículo Rama en camino hacia el Sistema Solar (aunque el par de estaciones Excalibur todavía no había detectado vehículo alguno), por cierto que la Tierra no podía pasar por alto el mensaje. Por supuesto, siempre cabía alguna posibilidad de que todo el asunto fuera un complicado engaño, fraguado por los brillantes físicos chinos (definitivamente, eran los principales sospechosos), pero hasta confirmarlo, el COG necesitaba contar con un plan definitivo.

Por fortuna, ya se había aprobado un proyecto multinacional para establecer una modesta colonia en Marte, a mediados de la década de 2240. Durante las dos décadas previas, las misiones exploratorias a Marte habían reavivado el interés por la gran idea de adaptar al planeta rojo a las condiciones ambientales de la Hería, y volverlo habitable para la especie humana. Ya existían laboratorios científicos automáticos en Marte que llevaban a cabo experimentos demasiado peligrosos o demasiado controvertidos, como para realizarlos en la Tierra. La manera más sencilla de satisfacer la intención del vídeo de Nicole des Jardins (y no alarmar a las masas de la Tierra) sería anunciar y suministrar fondos para el establecimiento de una colonia considerablemente más grande en Marte. Si todo el asunto resultaba ser, a posteriori, un engaño, entonces el tamaño de la colonia se podía volver a reducir al originalmente propuesto.

Uno de los agentes, un hindú llamado Ravi Srinivasan, hizo una cuidadosa investigación de los ingentes archivos de datos de la AII, a partir del año 2200, y quedó convencido de que a Rama II no la había destruido la falange termonuclear.

—Es posible —dijo el señor Srinivasan— que este vídeo sea legítimo y que la locutora realmente sea la estimada Madame des Jardins.

—Pero hoy tendría setenta y siete años —arguyó otro de los agentes.

—Nada hay en el vídeo que indique cuando lo hicieron —opuso el señor Srinivasan—, y, si comparan las fotografías de Madame des Jardins que se tomaron durante la misión con las de la mujer que aparece en la transmisión que recibimos, son decididamente diferentes: el rostro indica más edad, quizás tanto como diez años. Si la locutora del vídeo es un engaño o un duplicado entonces es asombrosamente perfecto.

Sin embargo, el señor Srinivasan estuvo de acuerdo en que el plan finalmente ideado por la AII era el adecuado, aun si el vídeo realmente mostraba la verdad. Así que no era tan importante convencer a todos de que el punto de vista que él sostenía era correcto. Pero era absolutamente necesario, y en esto coincidían todos los superagentes, que la menor cantidad posible de gente estuviera al tanto de la existencia del vídeo.

Los cuarenta años transcurridos desde el comienzo del siglo XXIII habían visto algunos cambios importantes en el planeta Tierra. A continuación del Gran Caos, había surgido el Consejo de Gobiernos (COG), en calidad de organización monolítica que controlaba o, por lo menos, manipulaba, la política del planeta. Únicamente China, que se había retirado al aislamiento después de su devastadora experiencia durante el Caos, se hallaba afuera de la esfera de influencia del COG. Pero, después de 2200, aparecieron señales de que el poderío indisputable del COG se estaba empezando a desgastar.

Primero, fueron las elecciones coreanas de 2209, cuando el pueblo de esa nación, disgustado por sucesivos regímenes de políticos corruptos que se habían vuelto ricos a expensas de la mayoría del pueblo, realmente votó para formar una federación con los chinos. De los principales países, solamente China tenia una distinta clase de gobierno, en comparación con el capitalismo regulado que practicaban las naciones ricas y la confederación de América del Norte, Asia y Europa. El gobierno chino era una especie de democracia socialista, basada en los principios humanistas adoptados por el canonizado católico italiano del siglo XXII, San Miguel de Siena.

El COG y, de hecho, todo el mundo, estaban atónitos ante los pasmosos resultados de las elecciones en Corea. Para el momento en que la ah pudo fomentar una guerra civil (2211-2212), el nuevo gobierno coreano y sus aliados chinos ya casi habían cautivado el corazón y el alma de la gente. Reprimieron la rebelión con facilidad y Corea se convirtió en parte permanente de la federación china.

Los chinos reconocieron sin escrúpulos que no tenían intención de transmitir su forma de gobierno a través de la acción militar, pero el resto del mundo no creyó en su palabra Los presupuestos militares y de inteligencia del COG se duplicaron entre 2210 y 2220, mientras la tensión política regresaba al escenario mundial.

Mientras tanto, en 2218, los trescientos cincuenta millones de brasileños eligieron a un carismático general, João Pereira, para dirigir la nación. El general Pereira estaba convencido de que Sudamérica era maltratada y menospreciada por el COG (no estaba equivocado), y exigió cambios en la carta constitucional del COG para solucionar el problema. Cuando el COG se rehusó, Pereira galvanizó el regionalismo sudamericano al revocar unilateralmente la carta del COG. De hecho, Brasil se separó del Consejo de Gobiernos y en el transcurso de la década siguiente, la mayoría de las naciones sudamericanas restantes, alentadas por el ingente poderío militar de Brasil que exitosamente se opuso a las fuerzas de paz del COG, también se separó del COG. Lo que surgió fue una tercera fuerza en el escenario político mundial, una especie de imperio brasileño, enérgicamente conducido por el general Pereira.

Al principio, los embargos del COG amenazaron con regresar a Brasil y al resto de Sudamérica a la indigencia que había asolado la región, como consecuencia del Gran Caos. Pero Pereira devolvió golpe por golpe. Ya que las naciones desarrolladas de América del Norte, Asia y Europa no le iban a comprar sus exportaciones legales, decidió que él y sus aliados habrían de exportar productos ilegales. Los narcóticos se convirtieron en la principal actividad comercial del imperio brasileño. Fue una política que alcanzó un inmenso éxito. Para 2240, había un enorme flujo de narcóticos de todo tipo y categoría, desde Sudamérica hacia el resto del mundo.

Fue en este escenario político que el vídeo de Nicole se recibió en la Tierra. Aunque habían aparecido algunas fisuras en el control que el COG ejercía sobre la Tierra, la organización todavía representaba a casi el setenta y cinco por ciento de la población y al noventa por ciento de la riqueza material de la Tierra. Era natural que el COG y su agencia espacial que implementaba los proyectos, la AIE, adoptaran la responsabilidad de manejar la respuesta. Siguiendo con sumo cuidado los criterios de seguridad definidos por la AII, en febrero de 2242 se anunció una quintuplicación de la cantidad de personas que iba a viajar a Marte, como parte de la Colonia Lowell. La partida desde la Tierra se programó para fines del verano o comienzos del otoño de 2245.

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