—Alrededor de las cuatro, sí. Luego fueron las cinco y las seis y las siete. Pero era como si el tiempo se hubiera detenido. Se hicieron las ocho y las nueve y las diez. Pero seguía siendo Edad Media, ¿sabes? Ya es hora de levantarse a un nuevo día, pensarás. Pues sí, entiendo lo que quieres decir. Pero es fin de semana, sabes, un fin de semana sin fin. Se hicieron las once y las doce y la una, lo que corresponde a lo que llamamos la Alta Edad Media. Fue cuando se construyeron las grandes catedrales en Europa. Alrededor de las catorce horas algún que otro gallo cantó. Y entonces, no hasta entonces, empieza a desvanecerse.
—Entonces la Edad Media duró nueve horas —dijo Sofía.
Alberto movió la cabeza, que asomó por debajo de la capucha del hábito marrón, y miró a la congregación que en ese momento sólo se componía de una muchacha de catorce años.
—Sí, si una hora son cien años. Imaginemos que Jesús nació a medianoche. Pablo inició sus viajes misioneros un poco antes de las doce y media y murió en Roma un cuarto de hora más tarde. Hasta cerca de las tres la Iglesia cristiana estaba más o menos prohibida, pero en el año 313 el cristianismo era una religión aceptada en el Imperio Romano. Eso era bajo el reinado del emperador Constantino, que se dejó bautizar en su lecho de muerte muchos años después. Desde el ano 380 el cristianismo fue la religión del Estado en todo el Imperio Romano.
—¿Pero no se disolvió el Imperio Romano?
—Sí, había empezado ya a derrumbarse. Nos encontramos ante uno de los cambios culturales más importantes de toda la Historia. Alrededor del año 300, Roma estaba amenazada tanto por las tribus que llegaban desde el norte, como por una disolución interna. En el año 330 el emperador Constantino traslada la capital del Imperio romano a Constantinopla, ciudad que él mismo había fundado a la entrada del Mar Negro. Esta nueva ciudad era considerada por algunos como «la otra Roma». En el año 395 el Imperio Romano fue dividido en dos: el imperio romano occidental, con Roma en el centro, y el imperio romano oriental, con la nueva ciudad de Constantinopla como capital. En el año 410 Roma fue saqueada por pueblos bárbaros, y en el 476 todo Estado romano occidental pereció. El imperio romano oriental subsistió como Estado hasta el año 1453, en que los turcos conquistaron Constantinopla.
—¿Fue entonces cuando la ciudad tomo nombre, Estambul?
—Cierto. Otra fecha digna de recordar es el año 529. Entonces la Iglesia cerró la academia de Platón en Atenas. En ese mismo año se fundó la Orden de los Benedictinos como la primera gran orden religiosa. De esta manera el año 529 se convierte en un símbolo de cómo la Iglesia cristiana puso una tapadera encima de la filosofía griega. A partir de entonces los conventos tuvieron el monopolio de la enseñanza, la reflexión y la contemplación. Pronto serán las cinco y media...
Sofía ya había entendido hacía rato lo que Alberto quería decir con todas esas horas. La medianoche era el año 0, la una equivalía al año 100 después de Cristo, las 6 era el año 600 después de Cristo, y las 14 horas era el año 1400 después de Cristo...
Alberto prosiguió.
—Por «Edad Media», se entiende en realidad un periodo de tiempo entre otras dos épocas. La expresión surgió en el Renacimiento, en el que se consideró la Edad Media como una «larga noche de mil años», que había «enterrado» a Europa entre la Antigüedad y el Renacimiento. La expresión «medieval» se usa incluso hoy en día en un sentido peyorativo para expresar todo aquello que es autoritario y rígido. Pero otros han considerado la Edad Media como un «tiempo de mil años de crecimiento». Fue, por ejemplo, en la Edad Media cuando comenzó a configurarse el sistema escolar. Ya a principios de la época surgieron las primeras escuelas en los conventos. A partir del año 1100 se contó con las escuelas de las catedrales y alrededor del ano 1200 se fundaron las primeras universidades. Incluso hoy en día las materias están divididas en diferentes grupos o «facultades», como en la Edad Media.
—Mil años son muchos años.
—Pero el cristianismo necesitó tiempo para penetrar en el pueblo. En el transcurso de la Edad Media se fueron desarrollando también las diferentes naciones, con ciudades y castillos, música y poesía populares. ¿Qué habría sido de los cuentos populares y las baladas sin la Edad Media? Bueno, ¿que habría sido Europa sin la Edad Media, Sofía? ¿Una provincia romana? La resonancia que tienen nombres como Inglaterra, Alemania o Noruega se encuentra precisamente en esta inmensa profundidad que se llama Edad Media. En esta profundidad nadan muchos peces gordos, aunque no siempre los veamos. Snorri fue un hombre de la Edad Media, también lo fueron Olaf el Santo y Carlomagno. Por no decir Romeo y Julieta.
Y un montón de apuestos príncipes y majestuosos reyes, valientes caballeros andantes y bellas doncellas, vidrieros anónimos y constructores geniales de órganos. Y aún no he mencionado ni a los frailes de los conventos, ni a los peregrinos, ni a las curanderas.
—Tampoco has mencionado a los sacerdotes.
—Cierto. El cristianismo no llegó a Noruega hasta el año 1000, pero seria una exageración decir que toda Noruega se convirtió en país cristiano después de la batalla de Stiklestad. Antiguas ideas paganas seguían vivas bajo la superficie cristiana, y con los elementos cristianos se mezclaron muchos precristianos. Por ejemplo en lo que se refiere a la celebración noruega de la Navidad había una mezcla entre costumbres cristianas y antiguas costumbres nórdicas que dura hasta nuestros días. ¿Conoces la frase que dice que los viejos cónyuges acaban por parecerse el uno al otro? Así sucede que la torta navideña, el cerdito navideño y la cerveza navideña X se asocian a los Reyes de Oriente y al pesebre de Belén. No obstante debemos subrayar que el cristianismo poco a poco empezaba a dominar en lo que se refiere al concepto de la vida. Hablamos, por tanto, a menudo de la Edad Media como una «cultura cristiana unitaria».
—¿Entonces no fue sólo oscura y triste?
—Los primeros siglos después del ano 400 fueron verdaderamente años de decadencia cultural. Los tiempos de los Romanos habían sido una época de mucha cultura, con grandes ciudades que tenían sus sistemas públicos de cloacas, barrios y bibliotecas; por no mencionar la grandiosa arquitectura. Toda esta cultura se desintegró en los primeros siglos de la Edad Media, también en lo que se refiere al comercio y a la economía monetaria. En la Edad Media se volvió a la economía en especie, a la economía del intercambio. A partir de ahora la economía se caracterizaría por lo que llamamos feudalismo, que quiere decir que algunos importantes señores feudales eran propietarios de la tierra que los campesinos tenían que trabajar para ganarse el sustento. También la población disminuyó fuertemente durante aquellos primeros siglos. Basta con mencionar que Roma era una ciudad que llegaba al millón de habitantes en la Antigüedad y que ya en el año 600 la población de la antigua metrópolis había descendido a 40. 000. De modo que una modesta población andaba entre los restos de edificios majestuosos de los tiempos gloriosos de esta ciudad venida a menos. Cuando necesitaban material de construcción tenían ruinas de sobra de donde coger. Esto ha irritado enormemente a los arqueólogos de nuestros días, a los que les hubiera gustado que las gentes de la Edad Media no hubieran tocado los viejos monumentos.
—Eso es fácil de decir después.
—La importancia política de Roma acabó ya hacia finales del siglo IV. No obstante, el obispo de Roma pronto se convertiría en la cabeza de toda la Iglesia católica romana, y recibió el nombre de «Papa», o «Padre», y poco a poco fue considerado el vicario de Jesús en la Tierra. De esa manera Roma funcionó como capital cristiana durante casi toda la Edad Media. No había muchos que s atrevieran a hablar en contra de Roma, aunque poco a poco los reyes y príncipes de los nuevos Estados nacionales iban adquiriendo tanto poder que alguno de ellos se atrevió a oponerse al gran poder de la Iglesia.
Sofía miró al sabio monje.
—Dijiste que la Iglesia cerró la Academia de Platón en Atenas. ¿Todos los filósofos griegos fueron olvidados?
—Sólo en parte. Se conocían algunos escritos de Aristóteles y otros de Platón. Pero el antiguo Imperio Romano se iba dividiendo en tres zonas culturales. En Europa Occidental tuvimos la cultura cristiana de lengua latina, con Roma como capital. En Europa Oriental surgió una cultura cristiana de lengua griega y con Constantinopla como capital. Más adelante la ciudad adquirió el nombre griego de Bizancio. Por lo tanto, hablamos a menudo de una Edad Media bizantina, a diferencia de la Edad Media católica romana. No obstante, también el norte de África y el Oriente Medio habían pertenecido al Imperio Romano. Esta región desarrolló una cultura musulmana de lengua árabe. Tras la muerte de Mahoma en el año 632, el Oriente Medio y el norte de África fueron conquistados por el Islam. Pronto también España fue incorporada a la región cultural musulmana. El Islam tuvo sus lugares sagrados, tales como La Meca, Medina, Jerusalén y Bagdad. Los árabes también se quedaron con la antigua ciudad helénica de Alejandría. De esa forma gran parte de la ciencia griega fue heredada por los árabes. Durante toda la Edad Media los árabes fueron los más importantes en ciencias tales como matemáticas, química, astronomía o medicina. Incluso hoy en día seguimos utilizando los números arábigos. Así pues, en varios campos la cultura árabe era superior a la griega.
—Pregunté que qué le pasó a la filosofía griega.
—¿Te imaginas un ancho río que durante algún tiempo se divide en tres ríos distintos, para volver a juntarse luego otra vez en un gran río?
—Sí, me lo imagino.
—Entonces también te imaginarás cómo la cultura grecorromana se perpetuó en parte en la cultura católica romana en el oeste, en parte a través de la cultura romana oriental en el este, y en parte a través de la cultura árabe en el sur. Platón en el este y Aristóteles con los árabes en el sur. Pero también había algo de todo en los tres ríos. Lo importante es que a finales de la Edad Media los tres ríos se vuelven a unir en el norte de Italia. La influencia árabe llegó a través de España, la griega de Grecia y Bizancio. Ahora empieza el Renacimiento; ahora empieza el «renacimiento» de la cultura antigua. De alguna manera esto quiere decir que la cultura de la Antigüedad había sobrevivido a la larga Edad Media.
—Entiendo.
—Pero no hay que anticipar los hechos. Primero charlaremos un poco sobre la filosofía de la Edad Media, hija mía. Y ya no te hablaré desde el púlpito. Voy a bajar.
Sofía notaba en los ojos que solo había dormido unas horas. Ver descender del púlpito de la Iglesia de María al extraño monje fue como vivir un sueño.
Alberto se acercó hasta el presbiterio. Primero miro hacia el altar donde estaba el viejo crucifijo. Luego se volvió hacia Sofía y se acercó con pasos lentos para sentarse junto a ella en el banco.
Resultaba extraño estar tan cerca de él. Debajo de la capucha Sofía vio dos ojos negros. Pertenecían a un hombre de mediana edad con perilla.
¿Quién eres?, pensó. ¿Por qué has aparecido en mi vida?
—Nos iremos conociendo mejor —dijo él, como si hubiese leído sus pensamientos...
Mientras estaban así sentados, haciéndose cada vez más intensa la luz que entraba por las vidrieras, Alberto Knox empezó a hablar de la filosofía de la Edad Media.
—Los filósofos de la Edad Media dieron más o menos por sentado que el cristianismo era lo verdadero —empezó a decir.
—La cuestión era si había que creer en los milagros cristianos o si también era posible acercarse a las verdades cristianas mediante la razón. ¿Qué relación había entre los filósofos griegos y lo que decía la Biblia? ¿Había una contradicción entre la Biblia y la razón, o eran compatibles la fe y la razón? Casi toda la filosofía medieval versó sobre esta única pregunta.
Sofía asintió impaciente. Ya había contestado a esta pregunta sobre la fe y la razón en el control de religión.
—Veamos este planteamiento del problema en los dos filósofos más importantes de la Edad Media. Podemos empezar con San Agustín, que vivió del 354 al 430. En la vida de esta persona podemos estudiar la transición entre la Antigüedad tardía y el comienzo de la Edad Media. San Agustín nació en la pequeña ciudad de Tagaste, en el norte de África, pero ya con dieciséis años se fue a estudiar a Cartago. Más tarde viajó a Roma y a Milán, y vivió sus últimos años como obispo en la ciudad de Hipona, situada a unas millas al oeste de Cartago. Sin embargo no fue cristiano toda su vida. San Agustín pasó por muchas religiones y corrientes filosóficas antes de convertirse al cristianismo.
—¿Puedes ponerme algunos ejemplos?
—Durante un período fue maniqueo. Los maniqueos eran una secta religiosa muy típica de la Antigüedad tardía. Era una doctrina de salvación mitad religiosa, mitad filosófica. La idea era que el mundo está dividido en bien y mal, en luz y oscuridad, espíritu y materia. Con su espíritu las personas podían elevarse por encima mundo de la materia y así poner las bases para la salvación del alma. Pero esta fuerte diferenciación entre el bien y el mal no le dic ninguna paz a San Agustín. De joven estaba muy interesado por lo que solemos llamar «el problema del mal», es decir, la cuestión del origen del mal. Durante otra época estuvo influenciado por la filosofía estoica, y según los estoicos no existía esa fuerte separación entre el bien y el mal. Pero sobre todo estuvo influido San Agustín por la otra tendencia filosófica importante de la Antigüedad tardía, es decir; por el neoplatonismo, en el que se encontró con la idea de que toda la existencia tiene una naturaleza divina.
—¿Y entonces se convirtió en un obispo neoplatatónico?
—Pues casi sí. Primero se volvió cristiano, pero el cristianismo de San Agustín tiene fuertes rasgos de la manera de razonar del platonismo. Así comprenderás, Sofía, que no se trata de ninguna ruptura traumática con la filosofía griega, aunque estemos entrando en la Edad cristiana. Gran parte de la filosofía griega fue llevada a la nueva época a través de los Padres de la Iglesia como San Agustín.
—¿Quieres decir que San Agustín fue cincuenta por ciento cristiano y cincuenta por ciento neoplatónico?
—Evidentemente él mismo opinaba que era cien por cien cristiano. Pero no veía una gran distinción entre el cristianismo y la filosofía de Platón. Pensó que la coincidencia entre la filosofía de Platón y la doctrina cristiana era tan clara que se preguntaba si Platón no habría conocido partes del Antiguo Testamento. Esto es muy dudoso, claro está. Podríamos decir que fue San Agustín el que «cristianizó» a Platón.