Read Enciclopedia de las curiosidades: El libro de los hechos insólitos Online
Authors: Gregorio Doval
Tags: #Referencia, Otros
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l 25 de febrero de 1500, la embarazada reina Juana I
La Loca
(1479-1555), estando a la sazón en Gante, se sintió indispuesta, retirándose al retrete, donde sorprendentemente (por lo rápido e imprevisto) dio a luz a su hijo Carlos (1500-1558), que años más tarde sería coronado como rey de España, con el nombre de Carlos I, y como emperador de Alemania, con el de Carlos V.
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n 1920, el presidente de la república francesa, Paul Eugene Deschanel (1856-1922), viajaba camino de Lyon a bordo del famoso tren
Orient Express
cuando se cayó en marcha vestido únicamente con su pijama y en circunstancias harto extrañas. Aunque sobrevivió al accidente, a lo que no sobrevivió políticamente fue a las burlas que arreciaron sobre su persona y que, cuatro meses después, le obligaron a dimitir.
N
ominalmente, Luis Felipe fue rey de Portugal durante unos 20 minutos, con el nombre de Luis III, al resultar herido mortalmente en el mismo momento que su padre, Carlos I, era asesinado, el 1 de febrero de 1908. El suyo es considerado como el reinado más corto que recuerdan los anales históricos.
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l rey Prajadhipok (1893-1941) de Siam, la actual Tailandia, firmó un seguro con la
Lloyd's
de Londres que le cubría contra la pérdida involuntaria de su trono. Habida cuenta de que efectivamente lo perdió en 1935, tras diez años de reinado, la compañía de seguros británica le aboné lo pactado y pudo vivir desahogadamente los seis restantes años de su vida.
L
a mayor multitud congregada en un mismo lugar con un propósito común parece ser la formada por los 15 millones de personas que asistieron al festival hindú de
Kumbh-Mela
, celebrado en la confluencia de los ríos Yamuna, Ganges y Sarasvati (éste último uno de los ríos legendarios, literalmente
invisibles
, de la mitología hindú, que simboliza a la diosa de las ciencias y la armonía y esposa de Brahma), en la ciudad de Allahabad, en el estado indio de Uttar Pradesh, el 6 de febrero de 1989.
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n 1880, los arrendatarios rurales del condado irlandés de Mayo, respaldados por la independentista Liga Rural Irlandesa, se rebelaron contra los supuestos abusos de un recaudador de rentas inglés, el capitán Charles Cunningham Boycott, administrador de las posesiones irlandesas del conde de Eme, y principalmente de la finca Connaught, situada en el propio condado de Mayo. Los irlandeses estaban entonces en lucha por la independencia y el famoso orador Charles Parnell, miembro del Parlamento y presidente de la Liga Rural Irlandesa, había recomendado a los campesinos irlandeses que no trabajasen las tierras de propiedad inglesa y sometiesen a un total ostracismo social a sus dueños y arrendatarios, a menos que el Parlamento inglés revocase la Ley Agraria que trataba de imponer. En aquel contexto de rebelión social, el capitán Boycott fue la primera víctima del rechazo popular. Las tiendas se negaban a venderle cualquier cosa; se produjeron ataques contra sus propiedades e, incluso, su correo quedó bloqueado. Boycott, ante tal acoso, tuvo que marcharse de Irlanda. Paradójicamente, al regresar a Inglaterra se convirtió en uno de las más eficaces defensores de los derechos irlandeses, hasta el punto de que, cuando volvió años después a Irlanda, fue aclamado por el pueblo. Este hecho histórico dio nombre desde entonces a lo que se conoce como
boicot
.
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a famosa Orden de la Jarretera fue creada en 1348 por el rey inglés Eduardo III (1312-1377). Según Polidoro Virgilio, un día de aquel año, el rey bailaba con la condesa Alicia de Salisbury, con la que se rumoreaba que mantenía un idilio. A la condesa, en el ardor del baile, se le cayó una liga de color azul, que el rey recogió ante el estupor de la corte. Para cortar las murmuraciones, Eduardo III se apresuró a fundar la Orden de
Garter
(palabra inglesa que en español quiere decir precisamente
liga
o
jarretera
), dándola por divisa dicha prenda femenina (que los ordenados han de llevar, visible, en su pierna izquierda) y por
motto
la frase
Honni soit qui mal y pense
, es decir, «Maldito sea quien piense mal». Sin embargo, según otros historiadores, la frase que diera origen a la Orden la había pronunciado este mismo rey en la batalla de Crecy (1346), cuando hizo atar su jarretera a una lanza a guisa de insignia. Sea como fuere, esta misma frase figura también como
motto
del escudo de Inglaterra.
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l emperador romano Tito Flavio Sabino
Domiciano
(51-96), además de perseguir con verdadero ensañamiento a los cristianos, expulsó en cierta ocasión del Senado a un grupo de senadores que, según él, se habían deshonrado bailando públicamente. Tiempo después, en el año 89, mandó expulsar de Roma a todos los filósofos.
D
eseosa de desembarazarse de él, la reina española Isabel II rompió el protocolo de la corte al negar su brazo en el baile del cotillón de honor de una fiesta real, cual era preceptivo, al por entonces Presidente del Consejo de Ministros, el general Leopoldo O'Donnell (1809-1867), y ofreciéndoselo, a cambio, a Ramón María de Narváez (1800-1868). El
acontecimiento
provocó lo que se dio en llamar
Crisis del Cotillón
, que acabaría con la renuncia al cargo de O'Donnell y su sustitución por Narváez.
U
n día de 1887, el inventor y veterinario escocés afincado en Irlanda John Boyd Dunlop (1840-1921) oyó quejarse una vez más a su hijo de nueve años del molesto traqueteo de su triciclo, equipado con ruedas con bandas macizas de goma, al rodar por las calles de su ciudad. Interesado por el comentario de su hijo, Dunlop se propuso acabar con este inconveniente, que resolvió finalmente inflando un tubo de caucho con una bomba de aire, sujetándolo con una llanta y protegiéndolo con unas tiras de luna. Así nació en 1888 el primer
neumático
comercial de la historia.
E
n 1596, John Harrington, ahijado de la reina Isabel I de Inglaterra, inventó un retrete con depósito de agua corriente incorporado, que soltaba agua quitando un tapón. El caballero pretendía con este presente volver a ganarse la confianza de la reina, que le había desterrado de la corte por distribuir en ella novelas de tono picante. Sin embargo, el imprudente Harrington escribió y publicó un libro de tono jocoso, titulado
La metamorfosis de Ajax
, en el que ironizaba sobre el retrete de la reina, lo que le volvió a acarrear la salida de la corte hacia el destierro. El retrete con depósito de agua corriente cayó pronto en desuso, al ser tomado a broma (incluso se llegó a afirmar que, al no contarse con tapones de larga duración, ello provocaría continuas fugas de agua que traerían una grave sequía si se generalizaba su uso).
Tres siglos después, en 1884, el hojalatero inglés Thomas Crapper inventó un WC (iniciales de la expresión inglesa
water closet
, «armario de agua») que, evitando el despilfarro de agua, resultaba práctico. Este nuevo WC incorporaba un diseño con un tubo de comunicación en zigzag (similar al
sifón
inventado en 1870 por Thomas William Twyford), que retenía agua y mediante el cual se evitaba el problema de los malos olores, mejorando así el diseñado en 1775 por su compatriota Alexander Cumming. Con muy pocas mejoras esenciales, se trata del modelo que seguimos utilizando en la actualidad.
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n 1857, el neoyorquino Joseph C. Gayetty lanzó al mercado lo que él denominó
Papel Medicado Gayetty
, bajo el reclamo publicitario «un artículo completamente puro para su higiene». Así nació el moderno papel higiénico, que en aquel entonces consistía en hojas de papel manita sin blanquear, marcadas al agua con el apellido del inventor. Sin embargo, el éxito comercial no acompañó a aquella iniciativa, y el papel higiénico de Gayetty no se vendió mucho. En Inglaterra, el fabricante Walter Alcock intentó lanzar su propio papel higiénico en 1879, pero en vez de fabricarlo en hojas sueltas, lo hizo en rollos de hojas para arrancar, separadas por líneas de perforación. Sin embargo, su iniciativa chocó con el puritanismo inglés de la época, al que parecía inconveniente ver semejante producto en las alacenas de los comercios. Así que el honor de obtener el triunfo comercial de los rollos de papel higiénico hubo de recaer en los hermanos estadounidenses Edward y Clarence Scott, que triunfaron donde los otros dos no lo habían conseguido gracias a una más agresiva y eficaz campaña publicitaria, poniendo en marcha una marca que aún hoy en día domina el mercado.
A
llá por 1880, Josephine Cochrane, esposa de un político del estado norteamericano de Illinois, preocupada por la continua merma que sufrían sus espléndidas vajillas y cristalerías al ser limpiadas por la servidumbre tras sus numerosas fiestas y recepciones, se decidió a diseñar una máquina de lavado que fuera más
cuidadosa
que sus criados. Utilizando un cobertizo existente en su propiedad, comenzó a realizar pruebas, hasta que consiguió idear y montar un prototipo formado por una serie de cestos (pensado cada uno de ellos para un tipo distinto de vajilla), que daban vueltas alrededor de una rueda sumergida en una caldera de agua caliente. Un motor bombeaba chorros de agua jabonosa sobre la vajilla, además de hacer girar la rueda. Este primitivo
lavavajillas
pronto se hizo popular y algunos directores de hoteles y restaurantes encargaron réplicas del prototipo. La señora Cochrane patentó el mecanismo en 1886 y fundó una empresa dedicada a su fabricación y venta. Tras muchos años de intentos y después de superar muchas reticencias por parte de los posibles compradores y algunos inconvenientes, esta empresa, y otras competidoras, consiguieron que los lavavajillas domésticos fueran aceptados por las familias estadounidenses y posteriormente por las de todo el mundo.
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n 1879, James Ritty, propietario de un bar de la ciudad norteamericana de Dayton, en el estado de Ohio, inventó y fabricó la primera caja registradora, tratando de que sus empleados no le robaran más parte de la recaudación como, según él, venían haciendo. En 1884, la patente fue comprada por la
National Cash Register Company
, que comenzó su comercialización masiva.
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n 1937, Sylvan N. Goldman, dueño de dos cadenas de supermercados en el estado norteamericano de Oklahoma, al ver que sus clientes se dirigían a las cajas con una sola bolsa o cesta de compra, inventó el carro de compras para poder aumentar la cantidad de artículos que cada uno de sus clientes compraba en las visitas a sus establecimientos.
E
l detector de mentiras fue inventado hacia 1930 por Leonard Keeler, un inspector de policía de Chicago, inspirándose para ello en un sencillo mecanismo que otro policía norteamericano de una pequeña ciudad del Medio Oeste había inventado a su vez para amedrentar en los interrogatorios a los sospechosos. Este primitivo mecanismo consistía en un cajón coronado por dos bombillas, una verde y otra roja, instalado en su escritorio. A cada respuesta del interrogado, el policía pulsaba un botón disimulado bajo la mesa que hacía encenderse una de las dos luces según la respuesta le pareciese verdadera o falsa. Keeler adaptó esa idea y diseñó un mecanismo que determinase, con el menor margen de error que fuera posible, cuándo un interrogado decía la verdad. El aparato que finalmente patentó combinaba tres instrumentos médicos: un cardiógrafo (que registra las pulsaciones y la presión sanguínea), un pneumógrafo (que registra el ritmo respiratorio) y un galvanómetro (que mide la resistencia eléctrica de la piel). A ello añadió varios sensores, un amplificador y un mecanismo que movía una aguja entintada, mediante el que reproducir gráficamente las diversas variables y permitir así su análisis posterior.
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n el invierno de 1873, Chester Greenwood, un joven de quince años de la localidad de Farmington, en el estado norteamericano de Maine, aficionado a patinar sobre hielo, pero que sufría constantes ataques de otitis, se decidió a probar hasta que encontró el remedio que le permitiera seguir patinando sin sufrir dolores de oídos por el frío. Lo que se le ocurrió fue sencillamente unir dos trozos de tela con un alambre y protegerse con ambos las orejas. De esta forma tan simple nacieron las orejeras, que el joven patentaría con el nombre de
Protectores Greenwood Para Orejas
, convirtiéndose en millonario en muy poco tiempo, gracias a su sencillo invento.
L
os primeros patines de ruedas prácticos que el anecdotario mundial recuerda fueron construidos en 1759 por un fabricante de instrumentos musicales belga llamado Jean-Joseph Merlin, con la intención de hacer una entrada triunfal en una fiesta de disfraces que se iba a celebrar en la localidad belga de Huy y a la que había sido invitado. Cada patín tenía sólo dos ruedas alineadas en el centro, que sustituían a la cuchilla habitual de los patines de hielo. Sin embargo, su exhibición fue un rotundo fracaso: efectivamente causó sensación al presentarse en la fiesta tocando el violín y patinando, pero al no saber dominar los patines, no pudo frenar a tiempo y fue a estrellarse contra un espejo. No obstante, su invención, poco a poco, se fue popularizando. El prototipo actual de cuatro ruedas fue patentado por el neoyorquino James L. Pimpton en 1863.
C
harles Didelot ideó en 1796 un sistema por el que las bailarinas de ballet podían ser elevadas en el aire por medio de alambres, creando la ilusión de que volaban. Este artificio obtuvo tal éxito que generó un nuevo gusto estético entre los espectadores, al dar un mayor sentido de etereidad al ballet. Este nuevo gusto estético provocó que las bailarinas, en el ansia de reproducir esa nueva estética, aprendiesen a bailar sobre la punta de sus zapatillas.
L
a cuenta atrás utilizada en el lanzamiento de cohetes fue propuesta por primera vez por el cineasta alemán Fritz Lang (1890-1976) en su película de ciencia-ficción de 1928
Die Frau im Mond
(«Una mujer en la Luna»), que fue la última película muda que filmó.
E
l filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662), además de otros muchos logros en campos más afines a su formación, ideó en 1621 un transporte colectivo de tarifa individual que se habría de servir de un vehículo de cuatro ruedas por lo menos, al que llamó
ómnibus
. Puesto en circulación a finales del siglo XVII en París, este nuevo medio de transporte colectivo se popularizó bastante después, a partir de 1828.