Sangre en el diván (14 page)

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Authors: Ibéyise Pacheco

Tags: #Ensayo, Intriga

BOOK: Sangre en el diván
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Es que de música yo sé. Una vez dirigí la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Era un ensayo. Me lo pidió Antonio Estévez. Yo conversaba mucho con Estévez. Me sabía a Tchaikovsky de memoria, la Cuarta Sinfonía. Yo veo a Dudamel y digo, cónchale, yo he debido ser músico. Al principio la gente de la Sinfónica no podía entender, claro, de tanto escucharla yo sabía, y Antonio, feliz, incluso presionándome para que la dirigiera al día siguiente ya ante el público.

Cuando regreso al barco, seguimos ruta a Maracaibo. Los oficiales me habían advertido que allí me iba a esperar la Digepol. Me despiden pensando que me llevaban a la cárcel de Guasina. Me bajé con la calavera bajo el brazo y el lobo estepario, sin ropa y más nada, ¿no iba preso pues? Pero yo creo que había tanta leyenda sobre mí, que los oficiales que estaban allí, ¿tú me imaginas a los l8 años?, delgadito, pues bueno, pasé desapercibido. Llegué a la Plaza Bolívar en Maracaibo, me monté en un autobús y me vine a Caracas. Me bajé en la Plaza Capuchinos, de allí a mi casa. Me dije, «esto es el paraíso». Recuerdo que mi abuela, la que yo llamo la
mala,
me dijo, «ya éste Edmundo no es el que se fue, ahora viene con una mirada sombría». Dije «lo siento mucho, pero yo mañana sigo para los Andes», sobre todo con el miedo de que allanaran mi casa.

En Mérida fue lo mismo, todavía estaba Pérez Jiménez. También me enamoré mucho, yo siempre he sido piropeador. Frente a mi pensión estaba Aquiles Nazoa, yo lo mantenía a él con la plata que recibía de mis tíos. Estuve un año estudiando Medicina. Esa experiencia fue determinante en mi vida. En la pensión vivían unos muchachos, la mitad del tiempo era escuchar música, y la otra la lectura. No sólo era estudiar Medicina. En la noche nos íbamos a la Plaza Bolívar, y era una competencia entre estudiantes. Eran brillantes. Cuando llega el primer examen que es de Bioquímica, a los 17 que me habían precedido —que eran muy superiores— los habían aplazado (la evaluación era aplazado, suficiente, distinguido y sobresaliente). Por supuesto que cuando yo entro, todavía me acuerdo de las preguntas, total que cuando termina el examen yo les digo, ya les contesté todo, y los profesores me dicen, «así, sí es verdad que lo vamos a aplazar». ¡No me había dado cuenta de lo que me había pasado! Cuando salgo, sobresaliente. ¿Te imaginas la reacción de los muchachos? Desde ese entonces yo me convertí en líder académico. Para que veas cómo lo marca a uno la experiencia de un examen. Luego cuando fui profesor, que lo fui durante tantos años, nunca, cuando veía un muchacho inseguro, tímido, lo normal, nunca lo aplazaba. A mí eso, me dio una seguridad enorme.

A la casa de Campo Claro el nombre se lo puse yo, siglas de mi madre que es Amanda, y de mis hermanas, Esmirna, Eglée e Iraida, «Asei». Viví allí, la casa existe, una de mis hermanas la ocupa todavía. También vivieron ambos padres. Mi papá murió de un accidente cerebrovascular. Yo lamenté mucho haberlo curado, haberlo tratado. Yo estaba en el segundo año de Psicología, cuando vino de Valencia y ahí tuvo la pérdida de conocimiento, y yo hice prácticamente de enfermero, punción lumbar, lo llevé al Hospital Clínico y posiblemente le salvé la vida. Digo que me arrepentí porque quedó hemipléjico y fue muy largo su proceso con una limitación de movimiento, y mi pobre mamá que dedicó toda su vida a ayudarlo. Pero bueno, médico es médico, y yo hijo. Después mi madre murió, ella era asmática y tenía lo que en Medicina se llama corazón pulmonar. Fíjate qué interesante, a la única persona que yo informaba dónde estaba era a ella, pensando que algo le podía pasar. Y estando en Londres, sonó mi contestadora y me dice mi hermana Iraida, «mamá está muy mal». Cuando llegué la conseguí asfixiándose. Entonces murió en mis brazos. Tendría unos 60 y tantos años. Era asmática de toda la vida. También murieron así, en mis brazos, mi padre y mi hermana.

Yo estaba muy preparado para la muerte porque al llegar al tercer año de Medicina, el problema de la locura lo había resuelto cuando niño jugando metras con los locos, pero el de la muerte no, y tenía una gran curiosidad por saber qué es la muerte. Por eso me hacía amigo de la gente que iba a ver morir a sus familiares con cáncer, cardiopatías severas entonces cuando llegaba el momento de la muerte yo estaba allí. Y después les hacía la autopsia. No solamente es atrapar el último suspiro, sino que después de muerto, el cuerpo parece igual hasta que se corta aquí en la garganta, se sacan las amígdalas y es cuando el cuerpo se estruja pues, y aparece la muerte. Yo viví eso. Hice muchísimas autopsias y me acostumbré a vivir la muerte. No me importa ni la mía, ni la de nadie. Lo cual te da mucha firmeza en cualquiera de las ideologías que tú te inscribas, hasta en la religiosa, donde todo es Dios.

Me interesaba saber que había detrás de la muerte. Y no hay nada. Un ser humano, como cualquier otro ser biológico, vuelve a ser tierra. Lo que era antes de nacer, una combinación de elementos bioquímicos. Yo hice esa parte de la medicina forense que fue entre mi tercero y mi sexto año para convencerme de que ciertamente la vida es eso, y ver la reacción de la gente ante el muerto. A mí me dicen que alguien se murió, lo lamento, pero no tanto. La aceptación de la muerte como un hecho inevitable y nada escandaloso. Yo creo que a la gente hay que formarla para eso. Cuando fui rector traté, no lo logré, que en las once facultades se dictara un curso de Epistemología Científica, para evitar las creencias, para que la gente tuviera un pensamiento científico, racional. Yo no concebía un profesional de alto nivel que tuviera creencias esotéricas. Soy muy realista, muy científico.

Fui un dirigente político importantísimo, desde el liceo simpatizaba con la Juventud Comunista. No militaba pero me gustaba mucho. Estudié en el liceo Vargas en La Guaira, después en el Luis Razzetti y luego fui al liceo Aplicación; estudié Ciencias.

Nunca he sido muy apasionado de los deportes. Jugaba
bowling,
fui un pésimo jugador de béisbol, no me gusta ni como espectador, aunque Galarraga, que vivía cerca de la clínica, fue paciente mío. Cuando redacté la parte de Educación en la Constituyente, como la comisión también era de Cultura y Deportes, los periodistas se metían conmigo porque como yo soy tan espontáneo, comenté que de deportes yo no sabía nada. Dos o tres columnistas me descargaron.

He sido bastante solitario, la única debilidad mía han sido las féminas. Le rindo culto al amor. Soy un tipo romántico, creo que por eso he tenido éxito con las mujeres.

Manejo la poesía, la música, o sea esa aproximación que para las mujeres es fundamental, y sexualmente, lo admito, soy muy activo, me siento muy apasionado. Para bailar prefiero boleros, por lo mismo que el bolero te permite acercarte. Me sé la letra de las canciones. He admirado los cantantes de la época.

A cambio de muchas otras consideraciones, mi pasión ha sido entender el cerebro humano. ¿Cómo funciona? A eso he dedicado mi vida. Y por asociación, todos los niños que tuvimos padres que nos colocaban música en la casa, recordamos de memoria letras de canciones antiguas, de música que ya no se oye que por cierto la comparo con la música actual, y nada que ver. Igual la poesía. El tema del amor es el tema de la música, el tema de la vida. Ahora, haber encontrado en el cerebro cuáles son las estructuras que funcionan en el amor, fue también una de mis pasiones. Entender que en el lóbulo frontal, allí, lo que hay son asociaciones de las neuronas, de las llamadas sinapsis que no tienen vinculación emocional, sino que son para pensar, son lo que le permite a la gente razonar lógicamente. Y que las regiones de la base del cerebro, que son los lóbulos temporales y el hipotálamo y el hipocampo, son las que disparan descargas nerviosas fisiológicas que impregnan la conciencia de afecto, llámese afecto negativo, como la rabia, la ira; o las buenas.

Entonces el cerebro humano tiene grandes facultades, la de sentir, que también tiene áreas precisas, y las emocionales, y la región del pensamiento abstracto sin contaminación de sonidos y sentidos ni de emociones. Hay seres humanos que estamos más configurados para ser frontales, y de hecho la explicación es la transformación del mono, cuando avanza porque comienza a utilizar sus manos. ¿Por qué uno va a pensar en Dios? Ningún Dios es el origen. Un maestro, (Valle Calle, el neurofisiólogo, del que yo soy su hechura), estaba investigando en el fondo del mar, algunas estructuras monocelulares que eran el origen de la vida.

Uno puede medir el llamado potencial cognitivo. Se puede hacer el mapeo del cerebro para ver cuál de las áreas está más desarrollada. El viejo conductismo, que fue una base en Psicología, está superado, fue un sueño, pero es imprescindible en la parte fisiológica. ¿Qué es la conciencia? Eso explica mi interés por la vida, por la muerte, por la locura.

La locura es una alteración de esas uniones sinápticas cerebrales. ¿Qué es la esquizofrenia? Además de la acumulación de millones de neuronas, hay por lo menos cien neurotransmisores, o sea, cuando una neurona se comunica con otra, lo hace a través de una sustancia química, somos seres neuroquímicos, razón por la cual cuando tomas o te drogas, el cerebro se impregna de cosas; también sin consumir nada. La esquizofrenia es la presencia de la serotonina que te altera las condiciones de lo que eres. Eso se cura con terapias. Internacionalmente he presentado centenares de esquizofrénicos tratados por mí, con 70 por ciento de curación. En general, requiere medicación de por vida. Yo creo que soy el venezolano, cuidado si en el mundo, que más sabe de eso. Es la patología más compleja que hay entre todas las patologías psiquiátricas.

Clozapina es el medicamento favorito mío para tratar la esquizofrenia. Es mentira que representa algún riesgo su uso. He tratado centenares de pacientes con Clozapina sin consecuencias secundarias. Una estuvo aquí en mi casa hoy. Yo le suministro Clozapina a escondidas porque como produce sedación, la familia la tritura y se la disuelve porque ella no quiere. No sé cómo se dejó inyectar, tuve que engañarla.

Yo siempre he dicho que no existe un líder en el mundo que no tenga una forma de esquizofrenia. Llámese Jesús, Hitler o Chávez. En última instancia, es un tipo que se cree súper dotado, superior, porque sus neuronas cerebrales frontales, están más desarrolladas por la educación que haya tenido, o por habilidades propias, más la adulación y el narcisismo. Me da la gana de controlarlo todo, no importa lo que sea, pero yo soy un poder.

El segundo presidente con el que he estado en el poder es con él, Hugo Chávez. Fui su psiquiatra. No se puede ser psiquiatra de una pareja. Recuerdo a Grúber Odremán. A ése lo hospitalicé yo, tenía un problema delirante, creía que era escritor, y la verdad escribía bastante mal. Una vez la Sociedad Bolivariana me invitó a dar una charla sobre Bolívar y les dije, no me inviten porque la van a pasar mal. Yo les demostré que Bolívar había sido un enfermo mental. Ese chiquitito con una necesidad de reafirmación permanente.

Chávez me escuchaba en esa primera época. En el 88. ¿El 88? Sí, cuando sale de Yare. Luis Miquilena, que me había leído porque yo había sido candidato presidencial, y Chávez para quien yo tenía imagen de líder, le dijo a Miquilena yo quiero conocerlo y me mandó a llamar. Recuerdo que el día que lo visité en el Hospital Militar, lo estaban atendiendo porque tenía un problema en los ojos, estaba con Acosta Chirinos. Y Chávez decía, «yo quiero conocer a Chirinos, quiero conocer a Chirinos, es un personaje para mí muy importante», decía. Y fui. Me pareció bien. Absorbía rápidamente lo que yo le sugería. Es muy inteligente, le dices cualquier cosita y el tipo te la desarrolla con elocuencia y seguridad. Es manipulador y muy mentiroso. Lo ayudé a controlar sus tics nerviosos con ejercicios de respiración y relajamiento. Olvídate, él no es un intelectual, pero es fantástico para engañar a la gente. Se comen el cuento y han llegado a considerarlo un letrado, cuando todo es una estafa. Lo que hace es memorizar una o dos páginas de todos los tipos de libros, y los demás juran que conoce exhaustivamente a los autores. A las críticas, reacciona como un adolescente, sobreactúa. Tiene el problema que se droga con cafeína, se toma más de 30 tazas de café al día. Termina siendo hiperquinético, pero hay que reconocerlo, con una gran capacidad de trabajo. Es fuerte. Recuerdo las dos o tres veces que estuve con él de gira, hice con él una de Apure hasta Maracaibo. Tiene una capacidad de trabajo bestial, sin parar, visitando todos los pueblitos. A veces iba con Marisabel. Ella me pedía también que la acompañara a algunos lugares.

Nadie miente como Chávez, él lo hace con afecto. Nadie hace eso ahorita. Y él no acepta a nadie que tenga nivel, como para disputarle el liderazgo. Yo lo convencí de que tenía que divorciarse. Aquí en mi casa, en mi presencia, se quitó el anillo. Él la quería a su manera. Pero es un hombre para quien primero está el poder. Yo se lo decía a Marisabel, que más responsable era ella como Primera Dama, por lo que tenía que entender que era la mujer de un político bestial, lo que significa no existir, prácticamente.

Estudié Medicina, al tiempo que Psicología y Filosofía. En esa época conocí a Pedro Duno, Núñez Tenorio, convencí a Guillermo Pérez Enciso para que creáramos la escuela de Psicología, y al comenzar a funcionar, yo me inscribí para estudiar. Fui de la primera promoción y al egresar todo el mundo quería que fuera el director porque me veían como el mejor alumno, el que tenía más conocimiento.

Mi primer trabajo fue en el Psiquiátrico La Coromoto. Las enfermeras, monjas, eran traídas de España. Cosa extraña, para yo ser un tipo de izquierda, a quien buscaban las monjas era a mí. Algunas de ellas rompieron sus votos. Compro este apartamento de Sebucán. De Campo Alegre me había mudado a Los Palos Grandes, donde yo estaba en el primer piso y Renny Ottolina en el tercero. Pero cuando me emplean en La Coromoto, a mí siempre me ha gustado vivir muy cerca de donde trabajo, estaban vendiendo este
penthouse
, y lo compré. Me iba caminando.

En esa época estaba muy de moda la medicina psicosomática, cómo comprender el espíritu humano. Los expertos se quedaban locos de ver cómo yo manejaba todos los conocimientos. A mí me obligaron a estudiar Anestesiología porque era muy buen alumno, me nombraron enseguida jefe de Anestesiología del Periférico de Coche, aprendí lucha medicina porque yo tenía que atender a todos los heridos, las emergencias. Simultáneamente me nombraron dedico anestesiólogo de un hospital del Seguro Social que estaba en Casalta, y también del Centro Médico. Me pagaban por cada anestesia el equivalente de l00 dólares. Yo ganaba mucho dinero. Tenía una formación muy integral.

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