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Authors: Edgar Rice Burroughs

Tags: #Aventuras

Tarzán el indómito (42 page)

BOOK: Tarzán el indómito
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Cuando cayó, la pistola le resbaló de los dedos, y la muchacha la cogió. Mientras Tarzán hacía grandes esfuerzos por levantarse, uno de los guerreros saltó sobre su pecho y le mantuvo de espaldas al suelo, mientras con espantosos chillidos alzaba la punta de su sable por encima del corazón del otro. Antes de que pudiera llegar a su objetivo, la muchacha apuntó con la pistola de Smith-Oldwick y disparó a bocajarro a la cara del enemigo.

Simultáneamente estalló en los asombrados oídos de todos, atacantes y atacados, una serie de disparos procedentes de la garganta. Con la dulzura de la voz de un ángel de la guarda desde el cielo, los europeos oyeron las autoritarias órdenes de un combatiente inglés. Incluso a pesar de los rugidos de los leones y los gritos de los maníacos, aquellos amados tonos llegaron a los oídos de Tarzán y la muchacha en el mismo instante en que incluso el hombre-mono había abandonado el último vestigio de esperanza.

Tarzán hizo girar el cuerpo del guerrero a un lado y se puso en pie con esfuerzo, con la lanza clavada en el hombro. La muchacha también se levantó y cuando Tarzán se arrancó el arma de la carne y salió de detrás de su refugio, ella siguió a su lado. La escaramuza que había salido en su rescate pronto terminó. La mayoría de los leones escaparon, pero todos los xujanos que les perseguían habían muerto. Mientras Tarzán y la muchacha aparecían a la vista del grupo, un soldado inglés apuntó con su rifle al hombre-mono. Al ver las acciones del tipo y comprendiendo al instante el natural error que la túnica amarilla de Tarzán había ocasionado, la muchacha se interpuso entre él y el soldado.

—No dispares —gritó a este último—, somos amigos. Arriba las manos, pues —ordenó a Tarzán—. No voy a correr ningún riesgo.

En este punto el sargento británico que había estado al mando de la avanzadilla se acercó, y cuando Tarzán y la muchacha le hablaron en inglés, explicando sus disfraces, aceptó su palabra, ya que resultaba evidente que no eran de la misma raza que las criaturas que yacían muertas alrededor. Diez minutos más tarde, el cuerpo principal de la expedición apareció a la vista. Las heridas de Smith-Oldwick fueron curadas, así como las del hombre-mono, y al cabo de media hora se hallaban de nuevo en camino hacia el campamento de sus rescatadores.

Aquella noche se hicieron los preparativos para que al día siguiente Smith-Oldwick y Bertha Kircher fueran transportados en avión al cuartel general británico cerca de la costa, siendo requisados los dos aviones a la fuerza expedicionaria con este fin. Tarzán y Otobu declinaron las ofertas del capitán británico de acompañar a su fuerza por tierra en la marcha de regreso, ya que Tarzán explicó que su región se encontraba al oeste, igual que la de Otobu, y que viajarían juntos hasta la región de los wamabos.

—Entonces, ¿no regresas con nosotros? —preguntó la muchacha.

—No —respondió el hombre-mono—. Mi hogar está en la costa oeste. Proseguiré mi viaje en esa dirección.

Ella le lanzó una mirada suplicante.

—¿Volverás a esa terrible jungla? —le preguntó—. ¿Jamás volveremos a verte?

Él la miró un momento en silencio.

—Jamás —dijo, y sin añadir una palabra dio media vuelta y se alejó.

Por la mañana el coronel Capell regresó del campamento base situado en uno de los aviones que iba a llevar a Smith-Oldwick y a la muchacha al este. Tarzán se hallaba de pie a cierta distancia cuando el avión aterrizó y el oficial descendió a tierra. Vio que el coronel saludaba a su subordinado en el mando de la avanzadilla, y luego le vio volverse a Bertha Kircher, quien se encontraba unos pasos detrás del capitán. Tarzán se preguntó cómo se sentía la espía alemana en esa situación, en especial cuando debía de saber que allí había uno que conocía su verdadera posición. Vio al coronel Capell dirigirse hacia ella tendiéndole las manos y sonriendo, y, aunque no oyó las palabras de saludo, vio que era amistoso y cordial en extremo.

Tarzán desvió la mirada, con el entrecejo fruncido. Y si alguien hubiera estado cerca habría podido oír un gruñido bajo procedente de su pecho. Sabía que su país se hallaba en guerra con Alemania y que no sólo su deber con la tierra de sus padres, sino también su sentir personal contra el pueblo enemigo y el odio que sentía hacia ellos, exigía que pusiera de manifiesto la perfidia de la muchacha, y sin embargo titubeaba, y por eso gruñía, porque titubeaba; no a la espía alemana sino a sí mismo, por su debilidad.

No volvió a verla antes de que subiera a un avión y fuera transportada hacia el este. Se despidió de Smith-Oldwick y volvió a recibir el agradecimiento tantas veces repetidas del joven inglés. Y luego le vio ser transportado también en avión y se quedó contemplándolo hasta que el aparato no fue más que una diminuta mancha distante por encima del horizonte oriental para desaparecer al fin en el aire.

Los soldados británicos, preparados con sus mochilas y avíos, esperaban la orden de proseguir su marcha de regreso. El coronel Capell, por un deseo de observar personalmente el tramo de terreno entre el campamento de la avanzadilla y la base, había decidido marchar detrás de sus tropas. Ahora que todos estaban listos para partir, se volvió a Tarzán.

—Me gustaría que regresara con nosotros, Greystoke —dijo—, y si mi súplica no es suficiente estímulo quizá la de Smith-Oldwick y la joven dama que acaban de abandonarnos lo sea. Me pidieron que le urgiera a regresar a la civilización.

—No —respondió Tarzán—, seguiré mi camino. A la señorita Kircher y al teniente Smith-Oldwick sólo les movía la gratitud al pensar en mi bienestar.

—¿La señorita Kircher? —exclamó Capell, y entonces se echó a reír—. Entonces, ¿la conoce como Bertha Kircher, la espía alemana?

Tarzán miró al otro hombre unos instantes en silencio. Escapaba a su comprensión el que un oficial británico hablara tan lacónicamente de una espía alemana a quien había tenido en su poder y había permitido escapar.

—Sí —respondió—, sabía que era Bertha Kircher, la espía alemana.

—¿Eso es todo lo que sabía? —preguntó Capell.

—Eso es todo —dijo el hombre-mono.

—Ella es la honorable Patricia Canby —dijo Capell—, uno de los miembros más valiosos del servicio de inteligencia británico vinculado con las fuerzas africanas orientales. Su padre y yo servimos juntos en la India y la conozco desde que nació.

»Por cierto, aquí tengo unos papeles que le cogió a un oficial alemán y que ha llevado consigo durante todas sus vicisitudes… pensando sólo en el cumplimiento de su deber. ¡Mire! Todavía no he tenido tiempo de examinarlos, pero como ve aquí hay un mapa militar, un montón de informes y el diario de un tal capitán Fritz Schneider.

—¡El diario del capitán Fritz Schneider! —repitió Tarzán con voz cohibida—. ¿Puedo verlo, Capell? Es el hombre que asesinó a lady Greystoke.

El inglés le entregó el pequeño volumen sin decir una palabra. Tarzán pasó las páginas apresuradamente en busca de determinada fecha —la fecha en que se había cometido aquel horror— y cuando la encontró la leyó rápidamente. De pronto escapó de sus labios un grito ahogado de incredulidad. Capell le miró con aire interrogador.

—¡Dios mío! —exclamó el hombre-mono, ¿Puede ser cierto? ¡Escuche!

Y leyó un extracto de la página escrita apretadamente.

He gastado una bromita al cerdo inglés. Cuando llegue a casa encontrará el cuerpo carbonizado de su esposa en su tocador… pero él sólo pensará que es su esposa. He hecho que Von Goss sustituya el cuerpo de una negra y lo carbonizara antes de ponerle los anillos de lady Greystoke… lady G tendrá más valor para el alto mando viva que muerta.

—¡Está viva! —exclamó Tarzán.

—¡Gracias a Dios! —exclamó a su vez Capell—. ¿Y ahora qué?

—Regresaré con ustedes, por supuesto. Qué terrible error cometí con la señorita Canby, pero ¿cómo iba a saberlo yo? Incluso le conté a Smith-Oldwick, quien la ama, que era una espía alemana. No sólo tengo que regresar para encontrar a mi esposa, sino que debo enmendar mi error.

—No se preocupe por eso —declaró Capell—, ella debe de haberle convencido de que no es ninguna espía enemiga, pues esta mañana, justo antes de que se marcharan, me ha dicho que le había prometido que se casaría con él.

EDGAR RICE BURROUGHS (Chicago, 1 de septiembre de 1875 — Encino, California, 19 de marzo de 1950)

Cuando Edgar Rice Burroughs murió en 1950 dejó tras de sí una colección de algunas de las aventuras de ficción más notables de todos los tiempos. Su obra incluye novelas históricas junto a algunas de las experiencias más imaginativas jamás concebidas por la mente del hombre; desde la prehistoria hasta el futuro lejano; del núcleo de la Tierra a las estrellas más distantes en el universo.

El primero de los libros de Burroughs,
Tarzán de los Monos
, sorprendió como uno de los más vendidos del año. Desde entonces publicó un enorme cúmulo de historias de aventuras que su público esperaba con impaciencia. En el momento de su muerte en 1950, se habían publicado un total de cincuenta y nueve libros, la última,
Llana de Gathol
, en marzo de 1948. La lista podría haber sido más amplia si no hubiera sido por la escasez de papel durante la Segunda Guerra Mundial. Al morir tenía quince relatos inéditos sin finalizar.

La biografía de Edgar Rice Burroughs es la típica historia americana de éxito desde la pobreza a la riqueza. Hijo de una familia adinerada venida a menos, dejó la universidad y finalmente estuvo cinco años en la Academia Militar de Michigan donde se quedó como asistente instructor. Este iba a ser el primero de una larga lista de puestos de trabajo en el oeste (incluidos soldado en el 7.º de Caballería, arriero de ganado en Idaho, agente de policía del ferrocarril, etc.) que probó sin éxito hasta que finalmente descubrió su talento para la escritura.

Su suerte empezó a cambiar en 1911. Estaba trabajando revisando los anuncios que aparecían en las revistas
pulp
(muy populares en su época, dedicadas a la publicación de relatos por entregas) y pensó que por qué no probar y enviar sus propias historias. Su primer cuento se tituló
Dejah Thoris, Princesa de Marte
, lo publicó la revista
All-Story
y recibió $ 400 por ella. Como no quería que sus amigos supieran de su autoría, se publicó con el pseudónimo Norman Bean. Apareció en febrero con el titulo
Bajo las lunas de Marte
. El éxito que obtuvo le hizo ver que él era lo suficientemente bueno para usar su propio nombre y abandonó el pseudónimo.

Para su siguiente relato pasó mucho tiempo investigando sobre la historia de Inglaterra, a la que se acercó con una historia sobre la época de la Guerra de las Rosas, (
The Outlaw of Torne
), que fue rechazada de inmediato por su editor. Burroughs volvió a las historias de acción y se dedicó a una historia sobre la lucha entre la herencia y el medio ambiente a la que llamó
Tarzán de los Monos
. La historia inició su publicación en el número de octubre del
pulp All-Story
. Edgar recibió $700 por ella y entonces supo que estaba en el camino correcto. Renunció a su puesto de trabajo y dedicó todo su tiempo en la escritura. Comenzó a hacer tanto dinero que podía darse el lujo de llevar a su esposa y sus tres hijos a pasar el invierno en California.

Tarzán se convertiría en un gran éxito en los Estados Unidos y en todo el mundo, pero en esa época no resultó fácil de aceptar. El cuento era popular entre el público de las revistas
pulp
, pero ninguna de editorial estaba dispuesta a publicar el libro completo, ya que no lo encontraban de buen gusto y pensaban que a su público no le gustaría. Después de tratar de vender la idea a barios editores sin éxito, su éxito como folletín creó una demanda para su edición en forma de libro. En 1914 apostó por su publicación la editorial AC McClurg & Company, que la había rechazado previamente, y resultó ser uno de los libros más exitosos del año. A partir de ese momento fue seguido por varios libros más en rápida sucesión:
El regreso de Tarzán
en 1915,
Las fieras de Tarzán
en 1916;
Una princesa de Marte
, (la primera historia que había escrito) en 1917,
El hijo de Tarzán
en 1918., etc. Edgar Rice Borroughs se convirtió en el escritor más rico de su época. En el año 1931, decide crear su propia editorial e incrementar así sus ganancias, comenzando con
Tarzán el Invencible
.

Em 1941, Burroughs estaba de vacaciones en Hawai y fue testigo del bombardeo japonés de Pearl Harbor el 7 de diciembre. Durante los siguientes cuatro años realizaría una gira por las zonas de guerra del Pacífico con las Fuerzas Armadas como corresponsal de prensa para la Associated Press. En el último año de la guerra sufrió un par de ataques al corazón y tuvo que abandonar el frente, lo que le dejó el suficiente tiempo libre para volver a escribir durante este período volvió a su personaje favorito y escribió
Tarzán y la Legión extranjera
.

Después de la guerra, regresó a su país. Cuando murió, como consecuencia de sus problemas con el corazón, el 19 de marzo de 1950, todos los fans sabían que el maestro les había dejado dejado su huella en el recuerdo, pero también sabían que sus héroes, Tarzán, John Carter, Napier Carson, David Innes y muchos otros seguirían entreteniendo a las generaciones futuras de lectores.

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