Viernes, día 5
SEMANA 17
MÚSICA
L
a época clásica de la música, que es inmediatamente posterior a la época barroca e inmediatamente anterior a la romántica, duró desde aproximadamente 1750 (el año de la muerte de Johann Sebastian Bach) hasta alrededor de 1827 (el año de la muerte de Ludwig van Beethoven). Coincide en el tiempo con el período intelectual conocido como la Ilustración, cuyos discípulos, filósofos como Rene Descartes, Voltaire y Henri Rousseau, hacían hincapié en los derechos y las libertades del individuo, el valor humano y la racionalidad. Muchos de los esfuerzos que se llevaron a cabo en el ámbito del arte, la política y la filosofía eran una celebración de la capacidad de la mente humana para la razón.
En el arte y la música este espíritu se tradujo en una vuelta a la cultura y las ideas estéticas grecorromanas; las proporciones, el equilibrio, la compostura, la simplicidad. Apolo, el dios de la razón, el pensamiento y la música, fue ensalzado. Los compositores clásicos, tales como Johann Christian Bach, y otros posteriores como Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y el primer Beethoven compartían una innegable unidad de estilo. No ponían el énfasis en efectos experimentales o impredecibles, sino que más bien eran formalistas que se esforzaban por alcanzar la perfección. Al igual que los escultores del Renacimiento, intentaban crear un arte que sobreviviera al paso de los siglos, lo más cercano posible de la representación impecable de los ideales humanos.
Durante la época clásica los compositores perfeccionaron y establecieron los estándares del concierto, la sonata y la sinfonía. Los precedentes que sentaron se siguieron con total fidelidad como patrones definitivos en los siglos venideros. Al mismo tiempo, no sacrificaron la calidad emocional de su trabajo. Las óperas y las sinfonías de Mozart, los tríos de cuerda de Haydn y las sonatas de violín de Beethoven son claras muestras de la riqueza de texturas en cuanto a aspectos expresivos se refiere. Son admirados por la originalidad y la lírica de sus emocionantes melodías, y también por su maestría en cuanto a las formas.
OTROS DATOS DE INTERÉS
1.
A menudo el término «música clásica» se utiliza para distinguir entre la música artística europea y el rock, el pop o el folk. Esta distinción empezó a utilizarse por primera vez alrededor de 1790.
2.
Los compositores clásicos, al igual que los barrocos que les precedieron, dependían del mecenazgo para vivir. Generalmente trabajaban para la corte real, pero dentro de este entorno tenían un reconocimiento relativamente escaso, pues eran considerados sirvientes del monarca o del señor de la casa. Muchos de ellos, como Mozart, murieron en la miseria más absoluta y fueron enterrados en tumbas anónimas.
Sábado, día 6
SEMANA 17
FILOSOFÍA
S
i nos golpeamos con algo en el dedo del pie, sentimos dolor. Si golpeamos el pie contra un objeto, estamos ante un estímulo físico que hace que los nervios disparen cierto comportamiento y envíen una señal al cerebro. Pero ¿qué es exactamente el dolor que sentimos?
Los filósofos se plantean esencialmente dos preguntas sobre la relación entre los estados de nuestro cuerpo (como golpearnos un dedo del pie) y los estados de nuestra mente (por ejemplo, sentir dolor). La primera: ¿acaso los estados mentales son idénticos a los estados físicos? ¿El dolor es sólo una alarma que salta en las neuronas del cerebro? Si es así, entonces deduciríamos que la mente no es ni más ni menos que el cerebro. Sin embargo, si el dolor es algo más que neuronas en alerta, entonces cabe pensar que la mente es algo más, algo que tenemos además del cuerpo y el cerebro. Esta posición filosófica es conocida como dualismo.
La segunda pregunta es: si la mente es algo diferente del cerebro, ¿cómo es que los acontecimientos que tienen lugar en el cuerpo, especialmente aquellos que suceden en el cerebro, tienen consecuencias en la mente, y viceversa? Después de todo si la mente no es lo mismo que el cerebro y que el resto del cuerpo, podríamos decir que es inmaterial, es decir, que no está hecha de materia. Por lo tanto, ¿cómo interactúa con la materia que componen el cerebro y el cuerpo? Algunos filósofos defienden que la mente y el cuerpo pueden interactuar de la misma manera que la materia lo hace entre sí. Otros filósofos, denominados epifenomenalistas, creen que el cuerpo puede influir en la mente, pero que la mente no puede tener ningún efecto sobre el cuerpo.
El problema cuerpo/mente sigue siendo un debate vivo en el seno de la filosofía porque plantea cuestiones sobre psicología y neurociencia. Además, también presenta obstáculos importantes a los trabajos dedicados al desarrollo de la inteligencia artificial. Podemos llegar a crear un cerebro con un ordenador, pero ¿podremos crear una mente?
OTROS DATOS DE INTERÉS
1.
Descartes era un dualista substancial. Defendía que la mente y el cuerpo eran elementos independientes y que podían existir el uno sin el otro.
2.
Experimento de reflexión: es posible que alguien tenga un cerebro exactamente igual al suyo, con todas las neuronas reaccionando exactamente de la misma manera, pero ¿hay alguien que no experimente ni sienta nada? Si cree que un zombi así es posible, entonces cree en el dualismo.
3.
Descartes pensaba que la mente y el cuerpo podían interactuar, y creía saber dónde se producía esa interacción: en una zona del cerebro conocida como glándula pineal o epífisis.
Domingo, día 7
SEMANA 17
RELIGIÓN
L
a del buen samaritano es una de las parábolas más conocidas de Jesús. Está recogida en el Evangelio según san Lucas y define el modelo de lo que debe ser el amor al que Jesús quiere que sus seguidores aspiren.
Un doctor de la ley preguntó a Jesús qué debía hacer para salvarse, y Jesús le respondió: «¿Qué está escrito en la Torá?». El doctor de la ley respondió: «Amarás al Señor» y «Amarás a tu prójimo». Jesús le respondió que siguiendo esas doctrinas conseguiría la salvación. Así que el doctor de la ley preguntó: «¿Quién es mi prójimo?». Entonces Jesús empezó a contarle esa parábola.
Jesús narra cómo un viajero es atacado, robado y abandonado en la cuneta de un camino. Un sacerdote camina junto a él pero evita acercarse al hombre al ver el aspecto que tiene. A continuación, un levita (un miembro de otra secta reverenciada) pasa y también ignora al viajero. Finalmente, se acerca por allí un samaritano; los samaritanos eran una etnia odiada y condenada al ostracismo en aquella época. Sin embargo, según la historia, el samaritano es el único que decide ayudarlo dándole vestimenta, cobijo y alimento a la víctima.
Jesús se vuelve hacia el doctor de la ley que le ha hecho la pregunta y le explica que el samaritano, el que parecía en un principio con menos probabilidades de ayudar al viajero y que lo hizo sin pedir nada a cambio, era el prójimo del viajero.
Este es un ejemplo perfecto de cómo Jesús asombraba a menudo Su audiencia para hacer llegar su mensaje. La exaltación de un samaritano, aunque en la actualidad carece de controversia, en aquella época causaría perplejidad, subrayando así la importancia de ayudar a quien lo necesita y la proximidad de toda la humanidad.
Aunque se trata de un pasaje relativamente corto en el Evangelio de san Lucas, la idea del buen samaritano ha sido incorporada a la cultura general tanto por cristianos como por no cristianos.
OTROS DATOS DE INTERÉS
1.
La etnia de los samaritanos, que actualmente se compone de unos cuantos cientos de personas que viven en el norte de Israel, se vio tan diezmada que el hecho de elegir a un samaritano como héroe se ha perdido. Con el tiempo, sin embargo, al volver a contar la historia, algunos han intentado recurrir a otras etnias que sirvieran al propósito inicial.
2.
A día de hoy, cuando se habla de un buen samaritano nos referimos a una persona que, sin ningún interés, ayuda a otra que lo necesita, al margen de cualquier otra circunstancia.
3.
En la actualidad, en muchos países existen las leyes del buen samaritano. Se utilizan para proteger a aquellos que ayudan a otras personas frente a demandas judiciales.
Lunes, día 1
SEMANA 18
HISTORIA
C
uando Colón levó anclas en 1492 no partió en pos de un mundo nuevo. Más bien estaba buscando una ruta alternativa para llegar a Asia por encargo del rey Fernando y la reina Isabel. Pero Colón encontró irresistible la oportunidad de conquistar regiones inmensas. Los soldados españoles invirtieron los 50 años siguientes en la conquista de enormes territorios en América Central y Sudamérica, al tiempo que morían miles de nativos americanos. Gracias a la obtención de las fabulosas riquezas del Nuevo Mundo, España alcanzó su momento álgido como superpotencia mundial.
En 1550, el nieto de Isabel y Fernando, Carlos V, reunió a dos grandes pensadores de la principal universidad del país, Valladolid, para iniciar un debate de gran alcance sobre su política exterior. El monarca estaba preocupado por el baño de sangre de América. ¿Acaso era correcto seguir ampliando el Imperio español con un coste tal de vidas humanas?
En un bando del debate estaba un monje dominico llamado Bartolomé de Las Casas. Era aún niño cuando, en 1493, asistió al desfile de la victoria en Sevilla con el que se recibió a Cristóbal Colón tras descubrir América. En 1502 el dominico se trasladó al nuevo continente con unos familiares, como parte de la primera ola de asentamientos españoles en el continente. Ya en el Nuevo Mundo, quedó horrorizado al contemplar la crueldad de los conquistadores españoles. Ante los reyes, suplicó una política más humana en las Américas.
Frente a él, en aquel debate, se encontraba Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573), un humanista que creía que los españoles tenían el deber de «cristianizar» a los indios de América utilizando cualquier medio que fuese necesario. A los ojos de Sepúlveda, tribus nativas, tales como los aztecas, eran meros bárbaros que realizaban sacrificios humanos y practicaban el canibalismo. Los españoles no sólo tenían el derecho de someter a los nativos, sino la obligación de expandir la civilización occidental. «Los perfectos deben ordenar y dirigir a los imperfectos», escribió en 1547 citando a Aristóteles para defender lo que él denominaba «la guerra justa» contra los indios.