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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (68 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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En las antiguas obras se mencionan muchas veces los opuestos y se habla de todas las cosas que oscilan de un lado a otro, de las fuerzas contrastantes o limitadoras. No se debe pensar que al decir que las fuerzas oscilan de un lado a otro significa que no están regidas por ley alguna. Significa que obran fuerzas contrarrestantes. Se dice en el Libro del Eclesiástico (no el Eclesiastés): "Todas las cosas son dobles, la una contra la otra".
(XLII 24)
. Examinemos esta frase: "Todas las cosas son dobles, la una contra la otra". ¿Qué significa que una cosa sea doble? Significa que en todo hay un opuesto por el cual existe y al cual se opone. Como ejemplo general diremos que la oscuridad lleva implícita la luz como su opuesto y la luz la oscuridad, y juntas hacen una cosa, una cosa doble que podemos llamar "luz-oscuridad", una cosa que dividida llega a ser luz
u
oscuridad. O, para dar un ejemplo psicológico: la pena y el goce son opuestos. Están uno contra el otro y juntos son una "cosa" que es doble, a la cual podemos llamar "goce-pena". Asimismo la pena destruye el goce, y el goce la pena. Son opuestos y mutuamente destructivos. O asimismo, el hambre y la saciedad son estados opuestos. Como el hambre se satisface comiendo, lo opuesto —a saber, la saciedad— o hasta la repugnancia, aparece. Así el vaivén del péndulo hacia la saciedad es seguido por su retorno al hambre. Lo que es preciso ver es que el hambre y la saciedad, aunque son contrarios, forman
una
cosa, a la que podemos llamar "hambre-saciedad", y ellas son inseparables, aunque una esté contra la otra —es decir, no se puede tener a la una sin la otra, del mismo modo que no se puede tener un palo que no tenga dos puntas. A este respecto basta comparar la observación del Eclesiástico, "todas las cosas son dobles, la una contra la otra", con la observación que hizo Filon en el primer siglo de C. Filon, que estaba en relaciones con una escuela en Alejandría, dice; "Aquello que está hecho de dos opuestos es
uno,
y cuando uno es dividido los opuestos aparecen". Este es un punto de vista muy interesante sobre la vida si uno se toma la pena de estudiarlo.

Tenemos aquí otra antigua referencia a los opuestos, en este caso extraída del extraño trozo de escritura esotérica que se encuentra en el segundo libro de Esdras, desde el tercer capítulo en adelante, en el Antiguo Testamento Apócrifo:

"Los bosques de árboles del campo salieron, y deliberaron, y dijeron, Vamos, y hagamos la guerra contra el mar, para que se aleje de nosotros, y así hagamos más bosques. Las olas del mar deliberaron de la misma manera, y dijeron. Vamos, levantémonos y sometamos el bosque de la llanura, de modo que podamos hacer otro país. La deliberación del bosque fue vana, porque vino el fuego y lo consumió: del mismo modo la deliberación de las olas del mar también lo fue, porque la arena se levantó y las detuvo."

(II, Esdras, IV, 13-17.)

En este pasaje se expone la idea que todo se mantiene en equilibrio por medio de la ley de los opuestos. Una cosa contrarresta a la otra. Lo que contrarresta o destruye a otra cosa es lo que se puede presuponer como su opuesta. El bosque cree que dominará el mundo y el fuego lo consume: el mar cree que podrá cubrir las planicies y la arena lo detiene. El desconocido autor de Esdras emplea imágenes físicas para representar las
fuerzas
que actúan en la naturaleza manteniendo todo dentro de ciertos límites e impidiendo así que una cosa predomine permanentemente. Podemos presentar incontables ejemplos de una cosa que contrarresta a otra. Nos basta reflexionar un momento para darnos cuenta de que cada criatura viviente es atacada y comida por otra criatura de modo que se mantenga el equilibrio. Este equilibrio resulta del obrar de los opuestos. La Ley del Péndulo indica que todas las cosas oscilan de un lado para otro, pero al llegar a un punto en una dirección cualquiera se produce una detención y empieza a ejercerse la fuerza opuesta. Lo vemos nosotros mismos al observar cómo un péndulo que se aleja cada vez más hacia la derecha, aminora su velocidad hasta que el movimiento se invierte y el, péndulo se aleja hacia la izquierda. Es decir, los opuestos, si los denominamos "derecha" e "izquierda", tienen alternadamente poder. Cabe advertir que cuando el péndulo está del todo a la "derecha", la "derecha"
es más débil
y la izquierda empieza a tener poder, y viceversa. A veces se lo puede observar en una experiencia psicológica, como cuando un hombre se opone violentamente a algo y toma una actitud extrema, de pronto retorna al punto de vista opuesto. Muchos de los fenómenos de las "conversiones" súbitas pertenecen a este vaivén del péndulo. Tenemos el caso de Pablo, que persiguió a la iglesia primitiva con la mayor energía y odio, y de súbito tuvo una experiencia que lo hizo tomar el rumbo contrario.

Ahora bien, en este punto, es preciso señalar que no es del todo fácil comprender las fuerzas opuestas y su manera de obrar, que es siempre doble y debido a ello exige un pensamiento doble. Pensamos en función de una cosa, comparándola con otra cosa. No pensamos simultáneamente en función de dos cosas. Pensamos en función de
una
fuerza y hallamos que es difícil pensar en función de
dos
fuerzas e imposible pensar en función de
tres
fuerzas. Ahora, sin embargo, hablamos de dos fuerzas, opuestas en su naturaleza, que gobiernan o limitan todas las cosas y que impiden demasiado exceso o demasiada carencia. Todos los fenómenos, todas las cosas visibles, todos los eventos, toda la vida terrenal, tienen lugar entre fuerzas opuestas, o polos opuestos, que ahora oscilan hacia este lado y después hacia aquél, de modo que la guerra sigue a la paz y la paz a la guerra, y la escasez sigue a la abundancia y la abundancia a la escasez, y así sucesivamente. En cuanto empecemos a darnos cuenta de ello, comprenderemos que el tiempo es diferente
en diferentes tiempos.
En pequeña escala notamos que si hoy pasamos un rato agradable, tal vez tengamos un mal rato mañana. Es en realidad la Ley del Péndulo; Esta idea se encuentra expresada en el Eclesiastés:

"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de lamentar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz."

(Eclesiastés, III, 1.8.)

Adviértase que los opuestos son mencionados a todo lo largo del pasaje anterior y que su sentido es que en una parte del tiempo las cosas van bien y en la otra van mal —o en una parte del tiempo se planta y en la otra es absurdo plantar. Basta imaginar lo que sucedería si fuera posible siempre plantar, o siempre nacer, o siempre edificar, o siempre llorar, y así sucesivamente. El pasaje anteriormente citado significa que todo llega a su fin y se convierte en su opuesto
en el tiempo.
He subrayado las últimas palabras: todo llega a su fin en
el tiempo,
de modo que una cosa es reemplazada por
su opuesto.
¿Qué quiere decir el
fin
de una cosa? ¿Han pensado alguna vez en ello? El
fin
de la pena es la alegría, el
fin
del llanto es la risa, el fin, en efecto, de todo cuanto conocemos en esta vida de tiempo es
su opuesto.
¿Cómo llamaremos el
fin
de esta guerra? Lo llamaremos paz —es decir, su opuesto. ¿Y cuál es el fin de la paz? De seguro es otra vez la
guerra.
¿Y cuál es el fin del dolor? ¿Acaso no es este alivio del dolor para el cual no tenemos una palabra exacta? Es muy interesante pensar en las palabras que expresan realmente los estados opuestos.

Al vislumbrar la idea de que toda la vida descansa entre opuestos, empezamos a darnos cuenta de lo que controla los eventos y también de que la vida es controlada. Al llegar a esta etapa cabe decir que todo es el resultado de dos fuerzas opuestas que tienden a contrarrestarse la una a la otra y de este modo producen un equilibrio en todas las cosas. Hallamos un ejemplo en el obrar fisiológico del cuerpo, donde parece que la salud fuera el resultado de un equilibrio de sistemas opuestos o antagónicos, químicos y de otra clase. Hipócrates, el antiguo médico griego, que vivió en el siglo V a. de C, enseñó que la salud era la armonía o equilibrio entre diferentes fuerzas o elementos y la enfermedad resultaba de que uno u otro de esos elementos llegaba a ser demasiado fuerte. Cabe pensar que la salud fisiológica tiene una naturaleza similar —el resultado de dos o más factores en equilibrio.

En el antiguo templo sagrado de Delfos había dos inscripciones colocadas de tal modo que los que acudían a consultar el oráculo podían leerlas. Una la componían las famosas palabras: "Conócete a ti mismo". La otra, menos conocida, era "Nada en demasía". No significa demasía en el sentido de que un hombre no puede hacer o dar demasiado. El idioma griego no quería decir tal cosa. La frase significa: "Nada en exceso". Es preciso prestar atención al orden de estos dos dichos. Primero un hombre debe conocerse a sí mismo y
luego
no debe ir a los extremos —es decir, se conoce a sí mismo y conoce cuáles son los extremos de sí. Conocer lo que se es en sí necesita largos años de experiencia. El conocimiento de sí implica, entre otras cosas, el conocimiento de los opuestos en uno mismo —es decir, llegar a ser consciente de ellos. Entonces se puede comprender y aplicar el segundo aforismo: "Nada en demasía".

Birdlip, 30 de agosto, 1943
Los opuestos II.

Es fácil imaginar a un experto saltimbanqui que mantiene su equilibrio en la cuerda floja inclinándose ora a la derecha, ora la izquierda. Claro está que ya sabe hacerlo debido a un largo adiestramiento y estudio de sí. Si no tuviera ese conocimiento no podría hacerlo. Supongamos que le hacemos la pregunta de Pilatos: "¿Cuál es la verdad?" y diga: "¿Está a la derecha o a la izquierda?" Si dijera que está en ambos lados, ofendería nuestro sentido de la verdad, porque todos imaginamos que la verdad ha de ser rígida e inflexible. Se dice que una vez un hombre soñó que había descubierto el secreto del universo y se despertó y escribió su sueño. A la mañana siguiente encontró lo que había escrito: "Camina sobre ambas piernas". En la esfera de nuestra psicología, el lugar en que vivimos con nuestra conciencia, como no tiene verdadero conocimiento de sí, equivale a andar sobre una sola pierna, considerando la verdad como algo invariable. Creemos conocer lo que es justo y lo que es injusto, o el bien y el mal, y debido a ello no tenemos idea de lo que significa mantener el equilibrio en nosotros mismos. No vemos los opuestos en nosotros mismos salvo en el sentido de que todo
eso
es malo y todo eso es bueno. Oí decir una vez en el Trabajo que el diablo es también necesario. Al mismo tiempo somos llevados constantemente de un lado para otro por los sucesos de la vida cuyo aspecto está siempre cambiando. Y como somos llevados de un lado para otro no tratamos de asimilar los opuestos. Ignoramos todo lo que no corresponde a nuestros puntos de vista: todo cuanto no corresponde a nuestros puntos de vista es para nosotros el diablo. Así andamos sobre una sola pierna. Empero, comprendemos muy bien que un saltimbanqui cometería un grave error si considerase la izquierda como el diablo y que para él sólo fuera deseable la derecha. Porque aduciríamos que en ciertos momentos tendría que inclinarse a la derecha y en otros a la izquierda, y sólo de este modo le es posible adelantar por la cuerda. Esta es la idea que expresa el pasaje del Eclesiastés que hemos citado anteriormente: "tiempo de guardar, y tiempo de desechar". En cierto momento un hombre debe hablar y en otro guardar silencio. ¿Qué significa ello? Significa que si la gente busca un rígido código de la verdad, si considera a la verdad como una rígida serie de reglas fijas, nunca la encontrará. Ninguna cosa es la misma en el tiempo. El tiempo es cambio. Todo cambia en el tiempo. Y todo cambia en el tiempo entre los opuestos. Hoy las cosas andan de un modo y mañana de otro, es decir, de un modo opuesto. Todo en el tiempo está regido por los opuestos y oscila entre ellos. Este es el significado del pasaje citado del Eclesiastés. Las cosas andan bien un momento y no andan bien el próximo. Hay tiempo para todo bajo el sol y todo es excelente era
su tiempo.
Sin embargo, las gentes siempre esperan que las cosas seguirán siendo las mismas, y cuando las cosas no corresponden a lo que desean son incapaces de adaptarse y recibir las impresiones de esa faceta de la vida que no corresponde a sus puntos de vista. Supongo que nada es más difícil que aprender que el tiempo no es el mismo. Deseamos lo mismo y esperamos lo mismo, aunque nos quejemos de ello. Nuestra incapacidad para asimilar lo opuesto, para ver las cosas desde un punto de vista contrario, para tener conciencia de los dos lados del péndulo, hace que seamos propensos a la monotonía. Y ésta se asienta profundamente en nuestra actitud común hacia la vida que no incluye la idea de los opuestos. Insistimos en aceptar la vida de un modo parcial, y consideramos que todo lo que es contrario a nuestros puntos de vista es excepcional o desdichado. De ello resulta una falta de flexibilidad. Nos inclinamos hacia la derecha y nos negamos a inclinarnos hacia la izquierda cuando la ocasión nos lo exige.

Una cosa viviente está en un estado de equilibrio: un estado de equilibrio entre la vida y la muerte. No se puede estar vivo si se tiene un punto de vista fijo acerca de la vida. Entonces la interacción entre la vida y uno deja de existir. Se llega a identificarse con su punto de vista sobre la vida. Ahora bien, el Trabajo nos enseña que nunca se debe identificarse con la vida, sea cual fuere el rumbo que tome, sea la guerra o la paz, sean las comodidades o las privaciones. Pero queremos que todo quede fijo. Es como si quisiéramos congelar las cosas en un modelo. Luego llegamos a identificarnos con nuestras actitudes. La superficie de la vida y la superficie de nosotros mismos dejan de tener su intercambio normal. Todo organismo viviente está vivo porque se resiste a la vida, y aprende a hacer uso de ello. Y desde este ángulo la vida es lo opuesto a la vida. Toda cosa viviente nace a la vida tensa como un resorte a punto de saltar. Es más que su contorno. Tiene cierta energía que la hace más inteligente que la vida dentro de la cual se halla. Tiene una superficie que se encuentra con la superficie de la vida, y entre estas dos superficies la cosa viviente vive. Vive por los opuestos, en el sentido de que la vida es antagónica a la vida. En el caso del Hombre, que es mucho más complejo que cualquier otra criatura viviente, es preciso comprender que tiene una superficie psicológica además de la superficie física. Su contorno no es sólo un contorno físico sino uno psicológico. ¿Se han preguntado alguna vez cuál es su contorno psicológico? ¿Tienen el sentido de la superficie adecuada a su contorno? ¿Mantienen ese lado de sí mismos viviente por medio de un buen intercambio? ¿O no son nada más que su contorno psicológico, que se deja llevar por las opiniones de todos, por todo lo que oyen, por todo cuanto leen? En este caso ya están verdaderamente muertos. Porque no hay distingo alguno entre ustedes y la vida. A menos que sientan que
ustedes
están viviendo en la vida, están muertos. No hay tensión alguna entre las dos superficies, entre la de la vida y la de ustedes.

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