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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Ciencia Ficción, Misterio, Fantástica, Cuentos

Cuentos completos (362 page)

BOOK: Cuentos completos
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El padre de Roger se echó a reír.

—Ese es un punto de vista interesante, pero ¿qué diferencia hay?

—Puede haber mucha diferencia —dijo Roger—. Tú no eres un idiota, de modo que no puedes ver cómo funciona la mente de un idiota; pero yo soy un niño, de modo que quizá pueda saber cómo funciona la mente de un niño.

—¿Oh? ¿Y cómo funciona la mente de un niño?

—Bueno, tú dices que tenéis que mantener a Multivac trabajando día y noche. Una máquina puede hacerlo. Pero si tú le das a un niño trabajo para casa y le dices que lo haga durante horas y horas, llegará un momento en que se sentirá cansado y prestará la suficiente poca atención como para cometer errores, y quizá incluso lo haga a propósito. De modo que… ¿por qué no dejáis que Multivac se tome cada día una hora o dos sin resolver ningún problema… simplemente cloqueando y zumbando de la forma en que ella misma desee?

El padre de Roger adoptó una expresión como si estuviera pensando intensamente. Extrajo su calculadora de bolsillo, y probó en ella algunas combinaciones. Luego probó más combinaciones. Finalmente dijo:

—¿Sabes, Roger? Si tomo lo que acabo de decir y lo convierto en integrales de Platt, la cosa tiene sentido. Y veintidós horas seguras siempre son mejores que veinticuatro horas que pueden estar todas ellas equivocadas.

Asintió con la cabeza, pero luego alzó la vista de su computadora de bolsillo y preguntó de pronto, como si Roger fuera el experto:

—Roger, ¿estás seguro?

Roger estaba seguro. Dijo:

—Papi, un chico también tiene que jugar.

Acerca de nada (1975)

“About Nothing”

Toda la Tierra aguardaba a que el pequeño agujero negro la arrastrara hasta su fin. Había sido descubierto por el profesor Jerome Hieronymus a través del telescopio lunar en 2125, y a todas luces iba a acercarse lo suficiente como para crear una marea de destrucción total.

Toda la Tierra hizo testamento, y la gente lloró, los unos en los hombros de los otros, diciéndose «Adiós, adiós, adiós». Los maridos dijeron adiós a sus mujeres, los hermanos dijeron adiós a sus hermanas, los padres dijeron adiós a sus hijos, los amos dijeron adiós a sus mascotas, y los amantes se susurraron adiós al oído.

Sin embargo, a medida que el agujero negro se acercaba, Hieronymus notó que no había efecto gravitatorio. Lo estudió más atentamente y anunció, con una risita, que después de todo no se trataba en absoluto de un agujero negro.

—No es nada —dijo—. Simplemente un asteroide vulgar al que alguien pintó de negro.

Fue muerto por una multitud enfurecida, pero no por eso. Fue muerto tan sólo después que anunciara públicamente que iba a escribir una gran y emocionante obra acerca del episodio.

Dijo:

—La titularé
Mucho adiós acerca de nada
.

Toda la Humanidad aplaudió su muerte.

Buen gusto (1976)

“Good Taste”

No estaba claro que hubiese sucedido (la familia no se habría sentido desdichada ni el mundo de Gammer aturdido y hasta horrorizado) si Chawker Menor no hubiese realizado el
Grand Tour.

No era exactamente ilegal efectuar el
Grand Tour
pero, al menos en Gammer, no era socialmente aceptable. El viejo Chawker estuvo en contra desde el principio, para hacerle justicia, pero Lady Chawker se puso al lado de su hijo, y las madres, a veces, no son comprendidas. Chawker era su segundo hijo (los dos varones), y ya no iba a tener otros, por lo que no era extraño que le apoyara.

El hijo más joven había deseado ver los Otros Mundos de la Órbita, prometiendo no estar fuera de casa más de un año. Ella lloró y se preocupó, y empezó a decaer trágicamente, hasta que finalmente se le secaron los ojos y le habló seriamente al viejo Chawker… Su hijo se había marchado.

Bien, había vuelto precisamente al cumplirse el año, pues era un joven muy fiel a su palabra (aparte de que al día siguiente habría cesado el apoyo del viejo Chawker, con toda seguridad) y la familia lo festejó.

El Viejo llevaba una camisa negra muy brillante, pero no permitió que se relajaran las arrugas de su rostro, ni se humilló a pedir detalles. No tenía interés, ninguna clase de interés, en los Otros Mundos, con sus extrañas costumbres ni con sus pastos primitivos (no mejores que los de la Tierra, de la que los habitantes de Gammer nunca hablaban).

—Tu piel está sucia —rezongó—, y estropeada, Chawker Menor.

El empleo de todo el nombre demostraba su descontento.

Chawker se echó a reír y la piel clara de su cara, más bien delgada, se arrugó.

—Estuve a la sombra tanto como pude, mi Viejo, pero eso no es muy fácil en los Otros Mundos.

Lady Chawker tampoco había permanecido antes durante largo tiempo en la sombra.

—No estaba sucio, Viejo —intervino anhelosamente—. Respira calor.

—Del sol —se quejó el Viejo—, y seguramente habrá comido la bazofia que tienen allí.

—No, pero visité los criaderos de hongos.

Chawker Mayor tenía tres años más que el Menor, era más ancho de cara y pesaba más, pero aparte del gran parecido, se le veía dividido entre la envidia hacia su hermano por haber visitado los Otros Mundos y la revulsión que tal idea le producía. Dijo:

—¿Comiste sus materias primas, Menor?

—Algo tenía que comer —se defendió Chawker Menor—. Naturalmente, tenía tus paquetes de comida, Mi Lady, que a veces fueron unos salvavidas para mí.

—Supongo —masculló el viejo Chawker— que allí los alimentos son incomibles. ¿Quién sabe la porquería que habrá en ellos?

—Vamos, mi Viejo, —exclamó Chawker. Luego hizo una pausa como tratando de escoger sus palabras y acabó por encogerse de hombros—. Bueno, mantienen juntos el cuerpo y el alma, y uno acaba por acostumbrarse a ellos. No diré nada más… ¡Oh, Mi Lady, estoy tan contento por estar nuevamente en casa! ¡Estas luces son tan cálidas y amables…!

—Veo que te has hartado del sol —comentó el Viejo—. Pero tuviste que irte. Bien, bienvenido seas otra vez al mundo interior con la luz y el calor bajo el control del bloqueo que realizamos a los rayos del sol. Bienvenido al seno del pueblo, como dice el refrán.

—Sí, me alegro de haber estado allí —asintió Chawker Menor—. Ocho mundos diferentes ofrecen una visión única.

—Que es preferible no tener jamás —concluyó el Viejo.

—No lo sé —repuso Chawker Menor.

Su párpado derecho tembló ligeramente al mirar a su hermano. Chawker Mayor apretó los labios, pero no contestó.

Fue un festín. Todos tuvieron que reconocerlo, y al final fue el propio Chawker Menor el primero en abandonar la mesa. No le quedaba más remedio, puesto que Lady continuaba dándole muestras de lo que parecía una despensa sin fondo.

—Mi Lady —le dijo él con cariño—, mi lengua está ya fatigada. No es capaz de seguir gustando más cosas.

—¿Ya no tienes gusto? —preguntó ella—. ¿Qué clase de tontería es ésa? Tú posees la habilidad del Gran Viejo. A los seis años de edad eras ya un gran Gustador, y nos diste muchas pruebas de ello. No existía un aditivo que no pudieras detectar, incluso cuando no sabías pronunciar adecuadamente su nombre.

—Las papilas del gusto se deterioran cuando no se usan —refunfuñó malignamente el viejo Chawker—, y un viaje a los Otros Mundos estropea a los hombres.

—¿Sí? Veamos —sonrió Lady—. Menor mío, dile a tu refunfuñante Viejo lo que has comido.

—¿Por orden?

—Sí. Enséñale cómo te acuerdas.

Chawker Menor cerró los ojos.

—Oh. no es una prueba justa —gimió—. Me gustaban tanto los sabores que no me he parado a analizarlos… y hace ya tanto tiempo…

—Sólo disculpas, Lady —se burló el Viejo.

—Lo intentaré —decidió Chawker Menor apresuradamente—. En primer lugar, la materia prima base de todo son los tanques de hongos de la Sección Oriental, en el Corredor 13, creo, a menos que se hayan producido grandes cambios durante mi ausencia.

—No, has acertado —exclamó Lady con satisfacción.

—Y fue muy caro —añadió el Viejo.

—La vuelta del hijo pródigo —terció Chawker Mayor, con acidez—, y debemos ofrecerle los hongos más gordos, como dice el refrán. Bien, nombra los aditivos, si puedes, Menor.

—Pues… el primer toque era Mañana de Primavera con Hojas A Refrescadas, y otro toque, sólo un toque, de clavo en rama.

—Muy bien —aplaudió Lady, sonriendo.

Chawker Menor siguió con su lista y con los ojos cerrados. Su memoria parecía ir hacia atrás y hacia adelante, recordando el sabor y la consistencia de las muestras. Llegó a la octava y calló.

—Ésta me intriga —murmuró.

—¿No detectaste nada? —sonrió maliciosamente Chawker Mayor.

—Claro que sí. Casi todo. Había Cordero Juguetón… no, Cordero Saltarín, sólo Juguetón aunque a punto de ser Saltarín.

—Vamos, deja ya eso, que es fácil —le desafió Chawker Mayor—. ¿Qué más había?

—Menta-Verde, con un toque de Menta-Agria, ambas cosas, y una pizca de Sangre Brillante… Pero había algo más que no logro identificar.

—¿Era bueno? —se interesó Chawker Mayor.

—¿Bueno? Ni me lo preguntes. Todo era bueno. Todo ha sido suculento. Y lo que no logro identificar parecía más suculento todavía. Como Seto-en-Flor, pero mejor.

—¿Mejor? —Chawker Mayor estaba entusiasmado—. ¡Es mío!

—¿Cómo dices?

El Viejo intervino con un gesto de aprobación.

—Mi hijo, más hogareño que tú, se ha portado muy bien en tu ausencia. Ha inventado un programa computado que ha diseñado y producido tres nuevas moléculas de sabor compatibles con la vida, sumamente prometedoras. El mismo Gran Viejo Tomasz ha dado una de las cámaras-lengua a la construcción del Mayor, la misma que tú probaste, hijo mío, y dio su aprobación.

—En realidad —expresó Chawker Mayor—, no dijo nada, mi Viejo.

—Su expresión valió tanto como unas palabras —aclaró Lady.

—Estupendo —sonrió Chawker Menor, un poco molesto por no ser ya el principal protagonista. Tras una leve pausa, añadió—: ¿Te presentarás a los Premios?

—Lo estaba pensando —asintió Chawker Mayor, aparentando indiferencia—. Pero no con este sabor, que llamo Luz-Púrpura, pues espero producir algo más digno de un concurso.

Chawker Menor frunció el ceño.

—Pensaba que…

—¿Qué?

—… que no estoy para reflexionar sobre nada. Vamos, Lady, dame un poco más de la construcción del Mayor y veré si puedo deducir lo referente a la estructura química de su Luz-Púrpura.

La atmósfera de fiesta en casa de los Chawker prosiguió durante una semana. El Viejo Chawker era muy apreciado en Gammer, y parecía como si la mitad de los habitantes de aquel mundo hubiesen pasado por su Sección antes de ver saciada su curiosidad y contemplar con sus propios ojos a aquel Chawker Menor que había regresado sano y salvo. Lo más notable era el color de su tez, y más de una joven le preguntó si podía tocarle la mejilla, como si tuviese una capa que pudiera palparse.

Chawker Menor se dejaba tocar la mejilla con gran complacencia, aunque Lady no aprobaba semejantes solicitudes.

El Gran Viejo Tomasz bajó de su aéreo, tan rollizo como podía estar un Gammerio, sin señales de que la vejez ni sus cabellos blancos hubiesen deteriorado su inteligencia. Era el Maestro Gustador de Gammer, mejor aún que el Gran Viejo Faron, que había vivido medio siglo antes. Todo lo que Tomasz gustaba con su lengua dejaba de tener secretos para él.

Chawker Menor, que no tenía una gran inclinación en confesarse inepto, no sentía ninguna vergüenza en admitir que su innato talento al respecto no podía compararse ni de lejos con la gran experiencia del anciano.

El Gran Viejo que, en casi veinte años, había presidido el Concurso Anual de Premios por su habilidad, se interesó vivamente por los Otros Mundos que, naturalmente, nunca había visitado.

Se mostró indulgente y le sonrió a Lady Chawker.

—No hay necesidad de preocuparse. Lady —dijo con su voz gangosa—. En la actualidad, la juventud es curiosa. En mis tiempos, nos contentábamos con atender a nuestro propio cilindro, como dice el refrán, pero estos son tiempos nuevos y muchos desean efectuar el
Grand Tour.
Bien, tal vez no sea mala idea. Visitar los Otros Mundos, frívolos, calcinados por el sol, faltos de sabores, sin papilas gustativas… hace que se aprecie más al hermano mayor, como dice el refrán.

Chawker Menor jamás había oído que nadie, aparte del Gran Viejo Tomasz, se refiriese a Gammer como al «hermano mayor», aunque esta expresión se hallaba a menudo en los video-cassettes. Era la tercera colonia fundada en la órbita de la Luna, en los años pioneros del siglo XXI; pero las dos primeras, Alfer y Bayter, nunca habían sido viables ecológicamente. Gammer sí.

—La gente de los Otros Mundos —manifestó precavidamente Chawker Menor— nunca se cansaba de decirme lo que significa para todos los mundos fundados más tarde la experiencia de Gammer. Todo, según ellos, lo han aprendido de nosotros.

—Ciertamente, ciertamente —rió Tomasz—, es verdad.

—Y no obstante —prosiguió Chawker Menor con mayor precaución—, aunque sólo sea amor a sus mundos, alegan que ellos han mejorado muchas de las cosas de Gammer.

El Gran Viejo Tomasz bufó por la nariz (jamás respiraba por la boca, puesto que ello, según él, destruía la lengua gustativa), y contempló a Chawker con sus ojos azules que lo parecían más gracias a las cejas blancas que se curvaban encima.

—Mejorado, ¿cómo? ¿Hablaron de alguna mejora específica?

—Creo que sí, sobre temas que valoran grandemente —repuso Chawker Menor, sabiendo que pisaba sobre una capa de hielo muy delgada al ver el ceño fruncido de su interlocutor—. Claro que yo no soy buen juez en tales asuntos.

—En asuntos que
ellos valoran.
¿Viste algún mundo donde supieran más sobre la química aumentaría que nosotros?

—No, claro que no, Gran Viejo. Nadie se preocupa por esas cosas, por lo que vi. Sólo confían en nuestros descubrimientos. Y lo reconocen abiertamente.

—Pueden confiar en nosotros —gruñó el Gran Viejo Tomasz—, que conocemos los efectos primarios y secundarios de cien mil moléculas y que cada año estudiamos, definimos y analizamos los efectos de mil más. Pueden confiar en nuestro conocimiento de las necesidades dietéticas de los elementos y las vitaminas hasta la última palabra. Y por encima de todo, pueden confiar en nuestra sapiencia sobre el arte del gusto hasta el último toque más sabroso. Lo reconocen, ¿verdad?

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