Según Byron, las mujeres en España son castas hasta el matrimonio; «cuando se casan, dejan atrás todo freno». Al que solicitó a una soltera, ésta le dijo: «Espere que me case y entonces con todo gusto» (
Letters and Journals
).
Byron habla de la calmosa indiferencia de los viejos autores por la suerte de sus escritos.
En Sevilla, la mayor de las señoritas Córdova dio a Byron un rizo de su pelo, que aún conservan en la casa Murria. Cuando Byron partió, la andaluza le dijo: «Adiós hermoso. Me gustó mucho», lo que Byron traduce:
Adieu you pretty fellow
,
you pleased me much
. Entiendo que la señorita le dijo: «Lo que hicimos juntos me gustó mucho».
Ejemplo de reportaje irritante
. Una María Saéz Quesada, en su libro sobre
Los estancieros
, cambia el nombre de Oscar por el de Tomás, con lo que me quita el placer de dar el libro a oscar Pardo; a la estancia
Las casillas
, de mi abuela, la llama
Las carillas
; cuando hablo de mi padre yo nunca lo llamo
papá
, sino
mi padre
: me hace llamarlo
papá
, lo que me parece una intimidad tonta frente a los lectores; y no diría que tuve una cabaña para vender vacas a los vecinos, sino para vender toros. Cuando el reportaje es para un diario o una revista, por el apremio puede ser perdonable no someter el texto al entrevistado; cuando es para un libro, no someterlo es imperdonable, no solamente por consideración al entrevistado, sino al libro mismo, que por ese medio se aligeraría de errores.
Sueño
. Entro en una sala de proyecciones, ya sin luz. Abajo, en la platea, entreveo unas esferas grandes, arrimadas las unas a las otras. Después de un rato, cuando la vista se acostumbra a la oscuridad, comprendo: son las cabezas de los espectadores. Una media docena, que llena la salita. En la pantalla mientras tanto se desarrollan dramas dolorosos: despedidas de condenados que suben al cadalso, etcétera. Los espectadores ríen admirativamente, prorrumpen en felicitaciones y en elogios. Me digo «Son los dioses» y comprendo que la mente de uno de ellos, a quien los demás felicitan, proyecta la película. Intuyo que esa proyección es nuestra vida, la vida humana. La intuición se confirma cuando veo en la pantalla mi reciente y cautelosa irrupción en la sala de proyecciones. Creo entender entonces por qué era tonta la perplejidad ante el hecho de que un Dios omnipotente consienta el dolor. No somos reales. Somos en entretenimiento de un dios.
Idiomáticas. Frases
. «Entonces agarré y me fui». El sentido de
agarré
, en esta frase, ha de ser
tomé la decisión
. «Entonces tomé la decisión de irme y me fui. Entonces tomé la decisión de esperar o de no aguantar más y me fui».
Nelly Mackingley
. La encontré hará cosa de quince días, frente a su casa de la calle Posadas. Le dije:
—Estás muy bien, Nelly.
—Estoy viejísima. Voy a morirme pronto. Te pido que vayas a mi entierro.
—Es un disparate morirse, Nelly. Hay que seguir viviendo.
—¿Te parece? La vejez es tan desagradable. Y carísima, ¿sabés? No te imaginás el dinero que uno tira para mantener a una porquería como yo.
—Es para mantener la vida, Nelly. La vida vale la pena.
—¿Vos creés?
—Te aseguro que sí.
—Bueno. Te prometo que haré lo posible para seguir viviendo, pero vos prometeme que si muero vas a ir a mi entierro.
Ayer, 14 de agosto de 1980, fui a su entierro, en la Recoleta. Nelly debía de tener entre 85 y 87 años.
Idiomáticas
. Me contaron de un señor que decía «enquelenque». «Ese potrillo está medio enquelenque».
Cuando Bianco era chico fue a casa de un amigo cuyo padre lo llamó, por error, Bianchi. Para no ser fastidioso, la primera vez no lo corrigió; después, a lo largo de toda la tarde, no se atrevió a corregirlo, tal vez para que el hombre no se molestara con él por haberlo dejado en el error; y cuando llegó el momento de irse, creyó que lo mejor era dejar que él mismo lo afirmara en el error, para volver así más improbable un ingrato desengaño, y se despidió con las palabras: «Bianchi a sus órdenes».
Dos mujeres a un tiempo. Uno se acuesta mejor con una y otra, pero el resto del día las aguanta menos. Si aparece una tercera, las incompatibilidades se aceleran y se ahondan.
Finis coronat opus
. El ensayista Carlos Alberto Erro murió de un atracón subrepticio y nocturno, después de vaciar la heladera de su casa. El filósofo Francisco Luis Romero murió de un asado en su honor, ofrecido en Montevideo por amigos uruguayos. En cuanto al poeta Paul Claudel queda una duda, ya que sólo sabemos que sus últimas palabras fueron la pregunta al médico: «Doctor, ¿cree que habrá sido el salchichón?».
También está el intendente radical que murió por haber comido unos orejones crudos, que se le dilataron en el estómago o en las tripas.
Me acordaba del cuarto de plancha de Vicente Casares (léase: de la estancia San Martín), con su grato olor a tela quemada, con las planchas de hierro en braseros de tres pies. Vagamente recuerdo el ademán de las planchadoras —un dedo mojado en la propia saliva— para saber si la plancha estaba caliente. Era un lugar de conversación, lo que me llevó a soñar con la enormidad de lo que se había conversado desde la aparición de los hombres.
Alrededor del 20 de agosto de 1980 murió María Meyer Pellegrini, a los 101 años de edad.
Suicidio bajo las ruedas de un tren
. Consejo a novelistas y a directores de películas. No permitan que el o la suicida se eche entre dos vagones, bajo las ruedas de un tren que arranca; llévenlo a las vías y dejen que se tire cuando rápidamente se acerca el tren.
En el film
Anna Karenina
de Clarence Brown, la heroína, la tonta de Greta Garbo, resuelve echarse bajo las ruedas del tren que lentamente se pone en marcha en la estación. El espectador acepta apuestas sobre si la Garbo acertará a no meterse entre dos vagones. No recuerdo qué pasa en la novela; voy a ver.
Para viejos porteños, nomás
. ¿Por qué en las tiendas de Buenos Aires, la sección bonetería vende ropa interior? ¿Por qué «sección bonetería»? ¿Hubo una época de abundante tráfico de bonetes? Para el
Diccionario de la Academia
(1936), bonetería es el comercio que vende bonetes. En el Littré veo que viene de Francia, como las grandes tiendas.
Bonetería
es
mercería
.
Farmacopea
. Hay remedios buenos y remedios malos. Los remedios buenos son aquellos que por algún tiempo nos dan ilusión de mejoría.
Así fecha Byron algunas de sus cartas de 1822: «8ber, 9ber, 10ver».
Idiomáticas. Cáscava
. Palabra usada por agrónomos. Hendiduras del terreno, en las proximidades de ríos.
La mujer del prójimo
. Por algo prohibieron la mujer del prójimo. Ninguna hallarás de goce tan apacible. Desde luego, si quiere todavía a su hombre, te fastidiará con lamentaciones de pecadora arrepentida, y si ya no la quiere, con apremios para que te hagas cargo de ella.
Una noche que yo estaba muy solo en Londres encontré en sitios apartados, que difícilmente podían estar en el trayecto de una persona, primero un guante gris de mujer, después una pulserita de metal plateado y finalmente una libreta chica, de tapas forradas en cretona, con algunos apuntes, poco significativa, en escritura femenina, con la firma Daisy (sin la dirección de Daisy, ni el número de teléfono). Si yo, en lugar de ser el director de una buena colección de novelas policiales, hubiera sido un buen detective…
Cuando era muy chico, en la estancia de Pardo, me disfracé de diablo: un traje de percal colorado, con su cola colorada; un corcho quemado sirvió para pintarme cejas y bigote. Me llevé una gran desilusión, por no tener los poderes mágicos del diablo, ni asustar a nadie. Me vi en el espejo, resignadamente comprendí que me parecía más a mí mismo que al diablo.
En cuanto a Borges, la primera vez que se disfrazó lo hizo con un traje de diablo, colorado como el mío. A él la experiencia lo satisfizo: le pareció que estaba lindísimo con su traje. Su hermana Norah se disfrazó de payaso. He visto la fotografía de Norah con ese disfraz. Está riéndose, muy contenta.
Cuando Borges me habló de la satisfacción que le había dado ese disfraz, comentó: «Un error. Pensar que la vida consiste en cometer errores y salir de ellos. Un error tan absurdo como el de creerme lindísimo con mi disfraz de diablo es el de haberme hecho ultraísta y después el de afiliarme al partido radical: éste fue el peor de todos».
Frase hecha
. Ser alguien materia dispuesta. Dícese de quien aceptará de buen ánimo lo que los demás propongan:
Yo soy materia dispuesta
,
para el velorio o la fiesta
.
Arte moderno
. «Es totalmente inservible. El arte lo tiene sin cuidado. Con decirte que amén de ser director del Museo de Arte Moderno, vive allá».
La vida es difícil. Para estar en paz con uno mismo hay que decir la verdad. Para estar en paz con el prójimo hay que mentir.
Idiomáticas. A la que te criaste
. De cualquier manera, sin poner cuidado ni rigor.
El recurso de las dos posibilidades
. Recurso de aplicación universal, para situaciones ingratas. Al que enfrenta acreedores y tiene que vender su casa, o al que está enfermo y hay que operario, su consejero le dirá: «Ahora, quedan dos salidas: con mucha suerte la primera (relativamente o altamente satisfactoria) y si no, la segunda (dura, desagradable)». El pobre desgraciado se aviene a su suerte, porque le agrada tanto la primera solución que por un rato cree en ella. Después comprende que la única solución es la segunda y que nunca tuvo otra.
Un tapujero
. Creímos siempre que no había mayor tapujero que Peyrou. Seis años después de casarse, las hermanas y los amigos nos enteramos de que estaba casado. Desde luego, no cabe comparar a Peyrou con Antuquito Leloir. Cuando Antuquito murió, a los 78 años, la familia y los amigos se enteraron de que estaba casado con una inglesa, muy linda y llena de virtudes (según dicen mis informantes) y que le llevaba dos o tres años; con ella tuvo un hijo, Anthony, inglés, de cuarenta años, que ahora vendrá a Buenos Aires, a recibir la herencia. Otra sorpresa: todos sabían que Antuquito era rico; todos (incluidas las hermanas) quedaron sorprendidos por la inmensidad de su fortuna.
Novelista joven y trepador
. Mi joven vecino reconoce que su novela, en la que trabajó los últimos dos o tres meses, necesita correcciones, pero se declara harto de estar releyendo siempre lo mismo y resuelto a publicarla cuanto antes, en el estado en que se encuentra. Tomada esta varonil resolución, comprendió que enfrentaba un dilema clásico: publicar, de acuerdo, pero ¿dónde? Se contestó a sí mismo que lo más práctico era dirigirse a la mejor editorial. Para ello empezó a salir con una muchacha, que trabaja en la editorial elegida y es hija del patrón. Después de una semana de salidas cotidianas, no aguantó más y dio la novela a la muchacha. Siguieron saliendo, pero ella no parecía apurada por hablar del libro. Un día, habían pasado cuatro o cinco, el escritor no aguantó más y, a la una y media de la tarde, se largó a casa de su amada.
—Estarían almorzando —comentó su interlocutor, que resultó luego mi informante.
—Estaban almorzando —contestó el novelista.
—¿Y cómo te recibió?
—Parecía molesta, no sé por qué. Hasta diría que se mostró impaciente.
—¿Vos qué hiciste?
—Le pregunté si iban a publicar el libro.
—¿Qué te contestó?
—Me dijo que las primeras sesenta páginas eran pesadísimas y que había que corregir todo el libro. Que lo iba a dar para que lo leyeran. ¿Te das cuenta? Quedé muy deprimido, sobre todo porque yo creía que me quería un poco. ¿No podrías hablarle a Pezzoni, para ver si me aceptan la novela en la Sudamericana?
Esposa, llenando un formulario para el juez:
Nombre: Fulana de Tal.
Nacionalidad: Argentina.
Sexo: Autodidacta, porque mi marido no me enseñó nada.
Puerta
Soñando todavía, se despierta
y ansioso, en la pared busca la puerta
.
Formula: Muy señor mío.
Fórmula rota (por una corresponsal alemana): Muy señor Casares.
Errare humanun est
. En un film de Woody Allen una poetisa recita, ante un amigo, su último poema. El hombre la felicita, le asegura que el poema es maravilloso, pero que se le ha deslizado en él un pequeño error: la mariposa no se convierte en gusano, sino al revés… La poetisa, que se pregunta con tristeza por qué ella no podrá escribir sin errores… Realmente esa mujer me parece la encarnación de todos los que escribimos. Sin ir más lejos, en «Un viaje inesperado», dije: «Un viejo coronel de la Nación». No pasó una semana (después de la publicación) sin descubrir que los coroneles (de caballería, infantería, artillería, etcétera.) dejan el arma para convertirse en generales. Es decir, no hay coroneles de la Nación, sino generales de la Nación.
El agente comenta: «Tengo que cuidar los coches de los rusos y me parece, aunque no me consta, que en la afirmación hay un poco de menosprecio y rencor; en Buenos Aires la palabra
ruso
es generalmente un término de menosprecio, que sugiere en seguida el agregado
de mierda. Gallego
y
judío
, y en alguna medida
turco
, también suelen emplearse peyorativamente.
Italiano
,
francés
,
norteamericano
no son términos condenatorios; transformados en
tano
o
gringo
,
franchute, yankee o Johnny
, sí lo son.
Inglés
y
alemán
no son condenatorios, ni tienen deformaciones o motes agresivos. La condenación de unos y la exención de otros parece difícil de explicar. Aunque amistoso, el pueblo —aquí, en todas partes— tiende a la xenofobia: a rusos y judíos, que confunde, los desprecia; a los gallegos los tiene, casi afectuosamente, por brutos; a los italianos los desdeña un poco; y a lo hijos de italianos les atribuye defectos (cobardía, duplicidad, perfidia) y los culpa de la decadencia nacional; a los franceses los ve como ridículos, por demás ceremoniosos, qué «tanto
voulez vous
con soda»; a los norteamericanos ahora se los odia y se los llama
yankees
o
gringos
. Este uso de
gringo
viene del Caribe; para nosotros
gringo
fue siempre sinónimo de
italiano
. A los ingleses se los admira un poco, pero se los odia porque eran los dueños de nuestros ferrocarriles, por la suposición de que nos tenían como colonia y porque nos sacaron las Malvinas; a los alemanes, celebrados como ordenados y eficaces, se los miró y mira con odio (ayer entre los aliadófilos, y hoy, entre judíos e izquierdistas). Cuesta que el interlocutor convenga en que debemos mucho a los judíos, a los italianos, a los franceses, a los ingleses, a los españoles en general y a los gallegos en particular, y seguramente también a los
turcos
, y su variante de
turcos cristianos
(libaneses), a los alemanes, a los armenios».