Read En busca de lo imposible Online

Authors: Javier Pérez Campos

Tags: #Intriga, #Terror

En busca de lo imposible (13 page)

BOOK: En busca de lo imposible
8.19Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Lo más extraño es que Jette aseguraba haber vivido en Autol más de cien años atrás, en otra vida. Concretamente a principios del siglo XX. Como si se tratara de una reencarnación, de alguien cuyo espíritu, tras su muerte, vuelve a encarnarse en otro cuerpo, recordando después vivencias de otra época como si fueran flashazos de una película antigua.

En los días previos había conseguido localizar al alcalde que en 2003 recibió incrédulo la visita de Dinamarca. También a la traductora que había ayudado a Toft a conversar con los habitantes del pueblo y al historiador que corroboró los datos de la supuesta reencarnada a través del Registro y de los textos de cronistas de la zona.

Pero lo más importante: había conseguido localizar a la mismísima Jette Toft a través de una importante red social. Sólo hacía unas horas que le había escrito unas palabras, explicándole que estaba completamente interesado en su experiencia personal y pidiéndole algún teléfono de contacto donde poder charlar personalmente.

Divagando en aquel lugar sobre la muerte y sobre el destino de todas las personas que habitaron, con sus ilusiones y preocupaciones, los mismos lugares que hoy nosotros transitamos, mi teléfono emitió un pitido mientras vibraba en el interior de mi bolsillo. Un sobre iluminado en la pantalla me alertaba de haber recibido un nuevo correo electrónico. Al abrirlo, la sorpresa de lo inesperado me hizo quedar inmóvil durante unos segundos.

Estaba escrito en inglés por lo que fui traduciéndolo mentalmente mientras lo leía. Era la respuesta de la protagonista de aquella historia: Jette Toft.

De:
Jette Toft Madsen

Para:
Javier Pérez Campos

Fecha:
11/04/12, 20:17

Estimado Javier:

Gracias por tu mensaje, que recibí esta mañana. Me ha hecho muy feliz porque pienso a menudo en Autol y en la gente que tuve el placer de conocer allí. De hecho, me encantaría volver en algún momento.

Aún hoy me pregunto por mi vivencia y qué pasó con la familia Beamonte.

Llámame cuando puedas, estaré encantada de hablar contigo.

Mis teléfonos son 0045 497XXXXXX y 0045509XXXXX.

Recibe un cálido saludo,

Jette.

Aquél era el último asunto pendiente, que llevaría a cabo en Madrid. Tenía que hablar con la testigo principal de una historia sorprendente.

Entonces, de forma casi inconsciente, me retrotraje al origen de todo aquello… Febrero de 2003.

El alcalde perplejo

Valentín Jiménez ejercía con eficacia su labor de alcalde en el pequeño pueblo riojano de Autol desde 1995. Aquella mañana de febrero todo transcurría con tanta tranquilidad que era imposible siquiera sospechar lo que estaba a punto de suceder. El teléfono sonó en la sala más próxima y, unos minutos después, la secretaria instó a Valentín para que cogiera el teléfono. Alguien parecía insistir desde el otro lado para hablar con él.

Mantuvo entonces una breve y extraña conversación en inglés con una señora que llamaba desde Dinamarca. Ella le explicaba que quería acudir hasta allí con un programa de televisión del canal Strix (uno de los más importantes del país nórdico), que estaba realizando un especial sobre la reencarnación. Según afirmaba, ella había vivido en aquel pueblo en otra vida, cientos de años atrás. Ante las dificultades lógicas que supone una conversación telefónica en un idioma extranjero, ambos prefirieron continuarla personalmente y concertaron una cita para días después.

Tras la despedida, el alcalde, perplejo, se preguntó si había entendido bien aquella conversación. Acto seguido, comenzó a organizar la visita de la mejor forma posible. Lo primero fue contratar a un intérprete. Fue Maite Martínez, profesora de inglés de la localidad, quien llevó a cabo la labor de traducción. Cuando la llamaron nadie parecía dispuesto a contarle demasiado. Sólo que tenía que traducir las palabras de una señora danesa. Como si tuviera miedo a que, al contarle la realidad del asunto, Maite decidiera no aceptar el trabajo. Pero, tras varias peticiones formales, la traductora consiguió que se le diera más información acerca de su trabajo. Pese a todo, aún faltaban varios cabos sueltos que sólo podrían aclararse una vez la protagonista llegara a Autol.

Pasaron las semanas ante las dudas lógicas y la incertidumbre que produce el desconocimiento más absoluto, hasta que llegó el día. Fue durante la última semana de febrero cuando un misterioso coche con los cristales tintados apareció en el pueblo. Al principio lo recorrió casi en sigilo, desorientado, hasta localizar el edificio del ayuntamiento. Allí bajó la redactora del programa de Strix, para avisar a las autoridades de su llegada y para explicar con más detalle el porqué de su visita.

Según contó a Valentín Jiménez a través de la labor de Maite Martínez, el programa de Strix iba a abordar un especial sobre la reencarnación, razón por la cual se ofrecieron vías de contacto para que cualquier persona que creyera haber vivido otra vida pudiera comunicarse con ellos. Jette fue uno de los casos más interesantes que llegó; ella aseguraba soñar con unos padres que no eran los suyos desde que tenía uso de razón. También con otras calles, con otras caras e incluso con otras costumbres. Como una constante sensación de
déjà-vu
.
[30]

Tras someterla a diversos experimentos de regresión hipnótica, la señora Toft empezó a hablar, casi en trance, de olivos, de un molino, de un recóndito pueblo de la península ibérica y de un alcalde llamado Gerardo González. Por si fuera poco, también aseguraba recordar el apellido que tenía en esa supuesta otra vida: Beamonte. Con dichos datos, el equipo de televisión danés empezó a buscar la localidad en Andalucía. Pasaron semanas llamando a distintas localidades, pero ninguna parecía corresponderse con los datos que Jette había ofrecido estando casi en trance.

Finalmente, en una nueva sesión de hipnosis, la protagonista ofreció un último dato que sería decisivo para encontrar la localidad: habló de la Virgen de Nieva y de haber vivido allí en torno a 1850. Además, dibujó un mapa esquemático donde, desde el centro de la localidad, donde se encontraba la iglesia principal, se extendían las calles en radios paralelos. Aquellos datos fueron suficientes para que en cuestión de 3 días el equipo localizara la villa de 4.000 habitantes.

Con aquella insólita carta de presentación, todos salieron impacientes a recibir a Jette con sanos gestos de incredulidad en sus ojos. Curiosamente, los mismos con los que miraban los propios miembros del equipo de Strix, que realizaban su trabajo con absoluto escepticismo.

Se abrió entonces una de las puertas del coche y de allí salió una mujer encapuchada. Al parecer, le habían puesto dicha protección para que no viera absolutamente nada del pueblo y evitar así que pudiera acceder a ninguna clase de información externa. Además, los cámaras querían registrar siempre los gestos producidos en su faz por la primera impresión. Creían que ahí debía estar la verdadera clave para conocer si Jette estaba equivocada o si quizá, incluso, pudiera estar mintiendo.

La figura de Jette se correspondía con el prototipo de mujer nórdica; de gran altura —más de 1,80 metros—, con largos cabellos grisáceos que llegaban a media espalda y vidriosos ojos azules capaces de transmitir una serenidad muy especial. Si en algo estaban de acuerdo todos los que la acompañaron durante aquellos días es que irradiaba una paz fuera de lo común. Algo que yo mismo podría comprobar días después a través de una conversación telefónica…

La casa de las gárgolas

Tras las presentaciones y palabras de rigor, el equipo, acompañado por el alcalde y otras autoridades de Autol, se puso manos a la obra. Valentín era el encargado de acompañarlos a los puntos más importantes, para captar las reacciones de Jette. Los acompañaba Víctor Soldevilla, cronista de la localidad, para corroborar los datos que pudieran surgir en relación a 1850.

Primero acudieron a lo más alto de Autol: una gran explanada en lo alto de la montaña desde la que se divisaba todo el pueblo. Nada más retirarse la capucha, Jette se sintió bastante emocionada. Con lágrimas en los ojos, entró en el interior de una vieja casucha ya abandonada y medio derruida que parecía haber sido construida siglos atrás. Por suerte, pude corroborar el testimonio de quienes la acompañaron a través de las imágenes que grabó el canal Strix, que ellos mismos nos enviaron semanas después de mi visita al pueblo riojano. En ellas, Jette tocaba las paredes lentamente, como si el tacto la ayudara a recordar. Además, miraba de un lado a otro con la perplejidad del que corrobora haber estado en un lugar que no recordaba. Minutos después, Jette se colocó al borde del precipicio donde, mirando al pueblo, se llevó una mano a la frente y respiró profundamente. Asimismo, desde hacía unas horas repetía que en una casa con gárgolas en la fachada había pasado momentos muy felices de su antigua vida.

Después acudieron a la iglesia principal, donde la protagonista caminó junto al párroco señalando los capiteles, retablos e imágenes religiosas. También recordaba el lugar, aunque había algo que no le cuadraba del todo. Al parecer, ella echaba en falta una parte de la estructura de la fachada y una barandilla que había cerca de la puerta. Víctor Soldevilla confirmó que esas partes habían existido tiempo atrás, pero que habían acabado retirándose durante unas obras relativamente recientes. Para sorpresa de todos, en un momento determinado, Jette sacó el mapa que había realizado en Dinamarca y que se correspondía a grandes rasgos con la estructura de la aldea.

Ese mismo día se desplazaron a otra iglesia, en la que se encontraba la Virgen de la Nieva. Allí ocurrió algo similar; Toft aseguraba recordar el lugar, salvo con una diferencia: esta vez le extrañaba un porche con arcos que había sido colocado en la fachada de la ermita. Curiosamente, dicho elemento había sido añadido unos años atrás.

—Precisamente muchos de esos elementos a los que ella aludía porque no los recordaba habían sido añadidos o eliminados años atrás. Pero, en fotografías históricas, a las que sólo hay acceso desde el Archivo, pudimos corroborar que la información que ella ofrecía era correcta
—me había explicado Soldevilla en el interior de su casa.

Una de las técnicas que el equipo llevaba a cabo para comprobar la veracidad del testimonio era dejar a Jette caminando a solas unos metros delante de ellos, para cotejar así su orientación. Para su sorpresa, la mujer se ubicaba con pasmosa facilidad, hasta llegar a caminar por las calles con la decisión del que ya ha vivido allí antes.

Minutos después ascendió una calle en soledad hasta plantarse frente a una emblemática construcción de Autol: la panadería de la familia Cuevas, que conserva la fachada del edificio original. Con la mirada alzada hacia el tejado, Jette se emocionó de forma muy especial… Estaba observando unas gárgolas de piedra que se recortaban contra el cielo desde cada lado de las balconeras que coronaban la portada. Quizá las mismas a las que se había referido horas atrás como las que marcaban el lugar en que tan buenos momentos había pasado. Como una X sobre un mapa del tesoro.

Maite Martínez, que hizo la labor de intérprete, se referiría en nuestra entrevista a ese momento como uno de los más especiales de la visita:

—Fue el momento que a mí más me impresionó… Cuando me di cuenta de que aquella mujer no mentía. O, al menos, no estaba intentando engañarnos. Aquellas lágrimas eran profundas, eran lágrimas de emoción desbordante. Una persona no puede engañarte así, a no ser que fuera una gran actriz…

También Víctor Soldevilla coincidía con ella en lo impactante de ese momento para todos. Además, habló de molinos que ya no existían pero que sí habían estado allí cientos de años atrás.

—Otra cosa que me llamó la atención
—me confesaba Víctor—
es que, en un momento determinado, Jette me habló de que recordaba haber ido al colegio en domingo. Lo hizo casi con vergüenza, porque sabía que era casi ridículo ir a la escuela un domingo. Sin embargo, pude corroborar que, en el siglo XIX, los maestros aprovechaban las horas de catequesis del domingo para, de paso, educar a los niños que no podían ir a clase durante la semana y enseñarles cosas básicas de lengua o matemáticas.

Por si fuera poco, Toft ofreció nombres propios cuya existencia pudo ser corroborada tiempo después de su visita y que nadie recordaba ya en la localidad.

—Ella habló de un tal Gerardo González y, en el Archivo parroquial, pudimos comprobar que efectivamente ese hombre había existido en Autol y había sido su alcalde, tal y como ella había asegurado. Sobra decir que nadie lo recordaba aquí
—me contaba Víctor, aún asombrado al recordar todos los detalles.

—Por si fuera poco, habló de su propio apellido… ¿Pudisteis corroborarlo?
—le pregunté.

—Eso fue de lo más sorprendente. Ella aseguraba recordar su apellido: Beamonte. Pasaron unos días desde que se marchó hasta que pudimos corroborarlo, ya que pasamos largas horas en el Archivo revisando una a una las actas de bautismo. Hasta que dimos con esto…

Víctor me tendió una fotocopia que guardaba en una polvorienta carpeta azul. Empecé entonces a leer el acta de bautismo que el cronista acababa de tenderme como el que llega expectante a la última página de una novela de ficción…

En el día 10 de enero de 1826, yo, don José Manuel López, presbítero con licencia del señor cura propio de su iglesia parroquial de San Adrián, bautizo solemnemente a una niña que nació el mismo día, entre doce y una de la tarde, según declaró la comadre, a quien puse por nombre Nicanora, hija legítima de Luis Beamonte y María Pascual. Abuelos paternos Antonio Beamonte, natural de la villa de Vozmediano, y Josefa Borbón, natural de la ciudad de Alfaro, obispado de Tarazona, como también lo es el padre de la niña, maternos Juan Manuel Pascual y Josefa Pérez, naturales de las villas de Quel. Fue el padrino José Martínez, de esta vecindad, a quien advertí del parentesco espiritual y demás obligaciones de que damos fe.

BOOK: En busca de lo imposible
8.19Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

More Money Than Brains by Laura Penny
The Stranger by K. A. Applegate
Naughty in Leather by Berengaria Brown
The Edible Woman by Margaret Atwood
Mark of Chaos by C.L Werner